Más difícil todavía

Quisiera salvaguardar la ilusión 

de aquella mirada niña 

a los elefantes del circo.

El freno del corazón delante del trapecista. 

Los ojos diamantes con la fiereza del tigre. 

No perder la esperanza de lo nuevo 

que se abre paso al mundo.

Mis retinas, depósitos de medusas,

en la córnea de mis hijos pletóricos

ante la música de los feriantes.

La poesía de aquello inaudito 

que se recrea en la cuerda que sostiene al títere.

La del tiburón, en su burbuja.

La de los niños aplausos 

cuando el delfín ha cesado su vuelo 

hacia el vientre de sal.


Quisiera que lo restante 

sea lo suficiente para arder con el recuerdo,

de una madre por la calles valencianas 

como si fuera una domadora de batracios 

y un dolor que ruge.

Quisiera que, con este cansancio, 

aún me queden fuerzas 

para levantar carpas 

y que la infancia que duerme 

en nuestra arteria nunca pierda 

su arcoiris. 



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