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Mostrando entradas de septiembre, 2020

Hope

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Los brotes cínicos de una primavera de prensa amarilla y ojos iguales  a una luna en una fotografía de móvil. De la pandemia con su guadaña que decapitó la cabeza más dulce, la del amor, No hubo resistencia para los cuerpos  que rebotaban en habitaciones de cianuro. El amor también se infectó de la quietud de un pez muerto, de peces expuestos en mercados de Tánger con costras de arcilla para caer en una nevada febril y convertir el agua en sangre. Cuando el amor se muere, por un virus, las casas se vuelven tiranos de guerra, y tú tiemblas bajo la luz de un fluorescente buscando aquel astrolabio que te curaba de la soledad del box. Cruzo las escuelas, y los niños en hordas se contienen con precinto de fábrica, y siento cada muesca de mis huesos la pena de una infancia sin campos que aniquila el germen amoroso de la vida. Esta enfermedad que ha matado el amor. Que hace que sostenga un pelo de camello como si se tratara de la aguja esperanza. Puedes recoger mi perfil y anudarlo a...

Azules cincos

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Con mis manos construyo redes  para amortiguar los golpes del funambulista. Por eso las tengo viejas de tricotar con los dedos almohadas para los despeñados, Están secas de adioses  de pasaje en lancha, de sostener la navaja por el filo que más duele. Qué fácil es reírse de mi sombra agujereando su gris tapicería con vocablos de disfagia y nubes. Poseen el oficio de la enfermera, de la ola carne meciendo el cabello de los que en su canoa divisan la catarata. Sueño con ellas entre los juncos meciendo la pena de los que arriesgan... Con los brazos bien fuertes para nadar a la orilla que calme esta ansiedad sonora, de grillos en las orejas, de latido Samsung, de labios viejos con palabras nuevas, antisépticas y espermicidas delante de un filtro de café. -"Benditas manos, moribunda quietud".                                 ...

Reseña de Aitana M. Francés del libro "La complejidad de Electra"

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https://aitanamfrances.wordpress.com/2020/09/13/mi-lectura-de-la-complejidad-de-electra-de-lluisa-llado/?fbclid=IwAR2dqS_dWpUQQ7ahucU6fl2rJviPf9TTX7UH4-Uokym_FimsFsyIebgTs40   Estudio de la poeta amiga, periodista y docente Aitana M. Francés basado en las emociones humanas del libro "La complejidad de Electra" de Torremozas. Es una mujer generosa, con una poesía madura para su juventud de alma libre, lectora ávida que me conoce lo suficiente para descifrar mis mundos ocultos tras los versos. 

Libertad vacuna

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No puedo negar que, capaces mis piernas de nados en arroyos. Y estas manecillas de convertirse en puntales de obra. Toda la efervescencia de lo trágico y la espuma salival del cabreo, la efusividad en la carcajada de la boca madera y el ojo canica. Esta mujer que pisa la calle como si huyera siempre de satán colma cada garbanzo y alicata la fe en la espera orbital de un otoño que adicto presume y en la  fragua de los poemas que rasga. Este conjunto de órganos desafinados con la hoguera de amor  que tú instalaste con la saña  inquisitoria del que acusa después de quemar las pruebas. Escribe trozos de carne y los exhibe en una casquería de razones. Con las  piernas y las manos libres. "28 años de no aniversario  de boda".                                          ...

Oda al francotirador

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Juzgo el anhelo de que nadie te haga sentir como los huesos de un pollo que ha comido un animal. Roturas de sílabas con la piel expulsando las caricias. Sí, rezo cada noche. Para que este sucedido jamás ocurra. Y no observes el pellejo sin el pilar de una promesa y los filamentos con la sequedad de las matas. Poca gente, sabe, que es la demolición de un combatiente, aferrado a un precipicio escucha la jauría cercando a la sombra de su fusilamiento. Collage de las esperanzas en un ritual para que bajo un sol de gránulo vayas sintiendo que tu cuerpo se transforma en un pájaro de raquitismo. La voz no canta, se quiebra el bastión que sostenía el hogar y los perros te consumen entre vinagretas y piedras gallinas. Una vez muerto el amor, que resta más que una hojarasca y la mendicidad del que te mata hueso a hueso hasta descubrir el oficio que robó la sangre. En mis heridas sólo nace este ruego. Porque tú (en mi lugar) caerías al vacío

Forajida

Podemos jugar a los dados del amor, rifar su valía como si se tratase de un número. Salir a la calle polvorienta y con dos pistolas enfrentarnos al duelo de un viejo western de indios  para adjudicar quién quiere más de los dos en este abatimiento verde. Mis balas son de fogueo. Y no resultarás malherido. En cambio, tu colmillo brilla el oro que robaste en asaltos cobardes. Y tu ojo vela la sangre de la gramática cadáver de oraciones calvas. Porque has tiroteado tantas veces el cristal que todo se transforma en una escupidera de adjetivos. Me duelen las piernas de cruzar las rocas. Pero, no sabes, que yo ya estoy muerta porque me comieron en la niñez los lobos. Y la pólvora de tu revólver, en una pose de acróbata, te ensucia de tu propia falsedad tetrapléjica. Ojalá supieras que es un espejismo más del desierto.

Ketama

He de confesar que en cuestiones bélicas yo, siempre seré y he sido, de las que arrastran el muerto. ¿Cómo en mitad del humo químico voy abandonar a un ser malherido? Cruzaré con su peso en descomposición  los pantanos, y lo cubriré con hojas de palmera para que los bichos de la noche no puedan devorar su alma. Me has visto, bien, te has fijado en un instante la metralla que llevo en las vértebras. Con los tímpanos, de oír tu propio grito, mudos. Con el temblor, del agua glacial sobre la curva de la espalda. "Te llevo a un lugar digno, donde los tuyos puedan rezar oraciones de esclavos. Y pongan coronas de flores sobre tu vientre". Soy de esas "soldadas" que muerden la picadura. Y alquilan su osamenta para sostener con los codos, las palmas de las manos, las lumbares... la memoria incandescente de quien conoce muy bien el abandono.    

Recomendación literaria "La complejidad de Electra" en la revista "Parlem de Castelló"

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  Este mes de septiembre, en la revista "Parlem de Castelló" mi libro "La complejidad de Electra" "de Torremozas, sale como lectura recomendada, es un honor y muchas gracias a la librería Argot por su criterio y valoración.  

Temores

Las murallas fueron demonizadas en cartuchos de piedra.  Para vivir con una angustia extraña, un abrevadero de desazón y flatulencias.  Nos convertimos en ecos,  con la sonrisa en un veto de almatruces para colmar ese no sé qué,  que nombran los entendidos y que pesa pocos gramos.  Qué hemos hecho de nuestro ayer, cuajo de sombras,  en un marco incomparable a la luz del que gira el cuello,  hacia el miedo de lavar la manos.  Extinción de los olores de las especies,  de las caricias de niñez aérea, del saludo, del trato mecenas al beso.  Ahora, salgo a la calle y el trabajo es una cigüeña  y la gente pasea por los supermercados como acróbatas en pistas de hielo.  Añoranza de la lengua de tu boca, la vertical,  el poder respirar lo suficiente sin el pavor a portar un virus  que nos ha matado  y nos ha convertido  en sedientos en mitad de un coto privado de casa.

Iceberg

Existe un frío que quema, una cerilla dentro del insomnio.  Un niño que ha caído en el agua con una palabra que no amanece en la boca.  Expuesta al iceberg, muchas madrugadas con el temblor  por esa nieve que te raspaba los huesos,  los brazos rodeaban las piernas en un acto de fe,  de notar el hervido de una caricia,  de una sombra que te protegía en un envoltorio de papel burbuja.  En medio de la noche me levantaba del linchamiento  y me abrigaba con un viejo anorak.  El alcohol hacía meses que no ardía por dentro como un vino de hipoteca,  y sólo el peso de un ropaje absurdo, igual que una ola "storni",  me daba la falsa serenidad de un abrazo.  Cuando los ojos se cerraban por el helor del vacío  y un ejército de tierra que ocultaba la obligación a creer que no existe el abandono.

Tritones y sirenas

  Cuando un mes en su abismo planta un cúmulo de días, rosarios de fiesta y guillotinas de colores, una nota el desgaste de la armadura. Qué parodia, esta membrana que late estrábica y que tras las costillas esconde los nombres de ciudades y urinarios. Con dinero todo es más fácil puedes comprar un billete al infierno pero jamás escribir con la inocencia de un niño. Siempre he creído que la rotura nos hace invencibles como médicos que salvan vidas o que tristemente las pierden sobre el lecho de rosas de un quirófano. Pides a gritos el desfibrilador, la máquina que con su agudeza atraviesa las sábanas quirúrgicas, los enfermeros acariciando la piel de un fruto prohibido. Se te muere alguien, y te levantas con la música de un rapero goloso, porque tu corazón yace en la lejanía de las gaviotas. El destornillador clavado en el bazo. El cuerpo luchando a león o a liebre. Eres única dentro de tu especie de lupa. Glorificada muerta que cambia reptil para beber del rocío de las hojas. Comb...