Hope

Los brotes cínicos de una primavera de prensa amarilla y ojos iguales a una luna en una fotografía de móvil. De la pandemia con su guadaña que decapitó la cabeza más dulce, la del amor, No hubo resistencia para los cuerpos que rebotaban en habitaciones de cianuro. El amor también se infectó de la quietud de un pez muerto, de peces expuestos en mercados de Tánger con costras de arcilla para caer en una nevada febril y convertir el agua en sangre. Cuando el amor se muere, por un virus, las casas se vuelven tiranos de guerra, y tú tiemblas bajo la luz de un fluorescente buscando aquel astrolabio que te curaba de la soledad del box. Cruzo las escuelas, y los niños en hordas se contienen con precinto de fábrica, y siento cada muesca de mis huesos la pena de una infancia sin campos que aniquila el germen amoroso de la vida. Esta enfermedad que ha matado el amor. Que hace que sostenga un pelo de camello como si se tratara de la aguja esperanza. Puedes recoger mi perfil y anudarlo a...