Empater.
Cuando la revancha se interioriza y no admites tu desequilibrio van luces de neón en comparsa al espectáculo diario de izar del cadáver que respira. Por eso no apretar el acelerador que perder los nervios no es virginal. y mantengo la costumbre a la soledad con los muertos al silencio de los vestidos que farfullan a los botones y a las cremalleras el abandono que desde niña me puso sus bragas y una bonita cuerda celeste. Después de la guerra, subo a un tren en coma y aparece el sarpullido de la enfermedad. En trance, con la trémula pulsación arremeten las ganas de escribir desnuda delante de los pasajeros, la fiebre descubre su esperpento. Como una yonqui precisando la salvia de un puñetero bolígrafo, un trozo de papel, una hoja de selva, en arritmia implorando rostro a poso, con el brazo tendido cualquier excusa correcta de tick, folleto y hasta el billete de Renfe en laberinta procesión de palabras. -Oiga soy poeta, no tendrá un pedazo de piel, u...