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Mostrando entradas de 2021

Invasión de los que no se puede salir

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Me quedo frente a la costa observando el tira-buzó-n que el viento desempeña sobre el agua. Una caricia de filo de navaja que arremolina toda vida posible en su matriz. Esta paz de cronómetro, hay que aprovecharla como un saldo  en una campaña comercial. Respirar su absenta de sal y espejos y llenar de algas todas las heridas. Me gusta esta tierra, yuxtaposición de la mía, con la deslealtad del pirata que bebe en vasos de plástico y su garfio sostiene la cortina del que empeñó su galeón. Tengo las manos llenas de granos de palabras. El ojo ahínco contra esta ráfaga con aquellos barcos que impolutos fondean lumínicos en la bahía sin el permiso necesario de amar en firme.

El puente

Si esta lluvia, pudiera regresar aquello que fuimos. Tu cuerpo empapado  atravesando la línea enemiga. Y sentir que este recuerdo de mutila. La variación constante del módulo de tu boca en mi boca. Rebobinar la película de los que ven a través  y cuando. En terceras dimensiones y caspa y mota. Donde la premura se emitía con los destellos  de una filmación de esteroides. Ahora en USB cable cargador axioma. Busco tu latido entre las páginas. Un verso de Dickinson y un muchacho romo de tequila. En la lejanía que me trae el disfraz de la memoria. Tu cuerpo anegado entra en mi dique. Cuando en la. Sabes bien. Y entrega hasta la última moneda para comprar la noche. Y el amor ladrando a una farola. Lluvia obscena que intacta. Me trae lo que ningún play, boomerang y red acompaña. Lluvia sólita de añoranza.

Nido

Piensas que tus manos pueden salvar al pájaro caído de su nidal. Arrullo de pluma  con cada una de las marcas de la quiromancia. Te empeñas en recoger su accidente, cabestrillo de dedos, rosa abierta para el corazón que late. Una enmarañada con el propio ligamento para ahuecar, el codo que la cama  a medio hacer te acurruca. Es tan frágil la oportunidad. La palabra que atropella al transeúnte. El cambio de sexo de un libro. Qué yo me enrosco boa buscando el elixir  de una protección escondite. Tus brazos, el árbol que danza y expide al polluelo de su madre. Por eso trémula acaricio el gotelé y beso el vaso en que has bebido. Ovillo, cable de espera. Donde tu cuerpo rebota almíbar en la mediana de un campo de tiro. Para darme cuenta que están vacías de trenes. Y de gacetas. Y yo quiero que vuelvas a casa.

Querida Gloria Fuertes

Soy una poeta circense que emigra con sus libros malabares. Aprendiz que estira la cabriola maleta con atino y maña,  y que ubicada en la plaza del pueblo saluda a los viandantes con rimas de todo tipo, pues, no existe en mi bandolera, performance posible. Los guitarristas huyeron cobardes con la caravana flamenca. Y mi traje de trabajo es un jersey de rayas de cada tirita que la vida me ha dedicado. La cabra ya no quiere el embargo de una actuación  sino le compras pienso del gourmet. Y aguada grito para ver si alcanzo la luna: -Cómo me acuerdo de ti Gloria que estás en mi retina. La poesía de los clásicos que tanto odiaba en la graduación pero, que ahora beso, por su grandeza como a una peña de ángeles que protegen a esta ti ti ri te ra.

Poema parido en Madrid

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 Madrid te echó de menos . No estabas en el reflejo de los escaparates. El semáforo pájaro trina tu ausencia. Y el ángel derrocado del retiro es un aprendiz frente a la trama infantil, disfraz de calabazas. Sabes, he visitado el restaurante de estrellas donde nos entregaron la cuenta con un sable  y el verde de una lechuga. Cómo decirlo... se convirtió el paraíso en un poema de Iribarren de impermeables y paraguas boquiabiertos. Un gris mofeta corrompiendo los fotogramas de nuestras manos y anidando agua por doquier. Cuerpos con plástico. Y tu cara en los cuadros de "Madritte", envoltura de caramelo líquido sobre un corazón Grand Marnier. Qué sólido se volvió, meteorito humano. Tu sombra naciente de mi silueta. Y sobre todo el amor plural sin comas. De la gente  Qué desgarró el cielo y me trajo el mar. Con sus ojos titilantes. El abrazo como una patera en el naufragio. Te eché de menos. Con ahínco de porteador en paro. Fuentes húmedas  Y poesía, mi vicio.

Presentación en Madrid

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Cuando decidí escribir La complejidad de Electra, tenía claro que no iba a ser imparcial. Quería retratar la falsa moral y el legado del pecado traducido en una época que luego derivó a otra dónde no había reglas. El libro contiene pasajes decadentes que quieren ahondar aún más en una atmósfera donde la traición, la falta de escrúpulos, el maltrato y los traumas se sostienen en pilares que soportan una gran alegoría. Y aunque escribir en primera persona intensifica la sensación de poemas biográficos, hay pasajes totalmente surrealistas para intensificar la mortificación.  Rosa Silverio , fue mi referente, porque ella representa el espíritu de lucha, la supervivencia y un ejemplo poético.  Y era consciente de que iba a ser un libro duro e incómodo para el lector al leer versos sin filtros o simplemente, porque no iban a poder lanzar la primera piedra. Gracias a todas las personas que me apoyan. Pretendí hacer un libro herida o humano, no sé si lo logré... Una herida libro. Un p...

Presentación La complejidad de Electra en Madrid, día 29 de octubre.

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 Ya falta menos y es  hora de abrir las ventanas para que el aire fresco entre en la casa. Madrid, qué ilusión encontrar amistades y conocer nuevas personas, para compartir uno de los exponentes que más me ayudan a seguir luchando, la poesía. Muchísimas gracias María Torvisco Pulido .

Dominó

  Esta noche puede tocar el timbre Willem Dafoe. Con la entrega online de un pedido, y preocupado por su bicicleta contar el cambio dos veces. "En el poema yo decido quien blasfema o calla. No deja de ser un abrevadero de ensoñaciones. Porque en una vida cien vidas no caben". Y yo reclamaría por teléfono que la pizza está fría y el capataz de la multinacional con nombre de juego, volvería a enviar a Willem Dafoe. Harto de ir en dos ruedas en una ciudad cada vez más invernal. Subiría la escalera con un chasquido de mandíbula para entregar una comanda sin propina. Cabalgar en un vehículo con el motor de sus piernas no compensa el desgaste, pues, ir en bicicleta hasta el extrarradio implica que por la ley del termostato todo quede insípido. Es de menester caldear el verso, hacerlo mullido para sopesar la caída. No todo es verídico ni siquiera el ojo que lo mira ni la excusa que expone a su sangre. Ni las palabras extra de queso. Ni la masa vocal en la boca. Y sonriente le dije: ...

Azucarera

  Y me dejó descolocada cómo la antítesis de una yonqui que rechaza la posibilidad de un terrón de azúcar. Una rótula, rebote en un raqueta de tenis. Con la cabeza en un cubículo y el cuerpo en la guillotina. Así se quedan los cuerpos cuando pierden los celestes. Y te quedas quieta en una línea recta del mapa. No sabes qué ha ocurrido y tal vez el otro construyó su pena mientras tú reparaste con figuritas de lego un puente. Qué mal para la inventora de poemas. Qué sintió la vergüenza de un vaquero blanco con la mancha roja de una regla desproporcionada. Qué piensa que la verdad mora en los músculos y el ruido de los pájaros. Decepción contraria a la concepción versus. Lobos de mar en latas de anchoas. Y la esperanza. Sí, mácula y con hendidura. Allí, roja, decapitada y "ansiolítica". Cómo la vieja leona que soy. Recogiendo sus trozos.

Entrevista Proverso

http://proverso.latintadelpoema.com/lluisa-llado-la-poesia-es-una-gran-quimera-que-no-muerde-a-nadie?utm_campaign=shareaholic&utm_medium=facebook&utm_source=socialnetwork   Isabel Rezmo (poeta, gestora cultural y maestra), de nuevo, a través de sus cuidadas entrevistas, logra sacar lo mejor de mí a través de la palabra, sobre mi último libro, la poesía y cómo no, de la vida.

A Punt Radio

https://www.apuntmedia.es/programes/proxima-parada/complets/05-10-2021-proxima-parada-quarta-hora_135_1455636.html En la tarde del cinco de octubre, Gemma Juan me entrevistó en directo en el canal de A Punt, sobre la presentación de La complejidad de Electra en su programa de actividades culturales. El cuestionario había sido elaborado por Susanna Lliberós. Ambas mujeres son dos filisteos de la comunicación y tienen en su espalda el haber de años de experiencia. Susanna es amiga y una mujer admirable y una gran poeta de la lengua valenciana. Fue un placer y un honor que contarán conmigo,  y me emociono mucho la cuña que emitieron de distintas voces, recitando versos en una polifonía amparada por la música.

Lee jeans

Y me dejó descolocada cómo la antítesis de una yonqui que rechaza la posibilidad de un terrón de azúcar. Una rótula, rebote en un raqueta de tenis. Con la cabeza en un cubículo y el cuerpo en la guillotina. Así se quedan los cuerpos cuando pierden los celestes. Y te quedas quieta en una línea recta del mapa. No sabes qué ha ocurrido y tal vez el otro construyó su pena mientras tú reparaste con figuritas de lego un puente. Qué mal para la inventora de poemas. Qué sintió la vergüenza de un vaquero blanco con la mancha roja de una regla desproporcionada. Qué piensa que la verdad mora en los músculos y el ruido de los pájaros. Decepción contraria a la concepción versus. Lobos de mar en latas de anchoas. Y la esperanza. Sí, mácula y con hendidura. Allí, roja, decapitada y "ansiolítica". Cómo la vieja leona que soy. Recogiendo sus trozos.

REPOELAS

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Muchísimas gracias José Antonio Hervás, por publicar una serie de poemas de mi autoría y mi biografía. https://www.repoelas.com/escritores/Lluisa_Llado.htm

Presentación La complejidad de Electra-Librería Bartleby -Valencia

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Dicen que hay momentos que son eternos y la felicidad de encontrar un público con una empatía extraordinaria y una presentadora Lola Andrés inigualable, en una espacio Bartleby que ofrecía apenas en 24 HRS su segunda presentación, después de una pandemia, fueron un bálsamo terapéutico. Gracias a las personas que asistieron y llenaron el espacio, pues, en la foto sólo hay una muestra de los valientes que aguantaron estoicamente mi tardanza. Fui feliz y agradecida y de todos los libros que nacieron en junio, se quedaron cuatro poemarios en la Librería Bartleby, que esperan una casa y unos ojos que entiendan que hasta la lluvia erosiona como la vida misma, como la vida misma.

Cartel extraordinario gracias a Bartleby

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Cortisol

Supongo que olvidar un amor es machacarse hasta la extenuación. Romperte a hilos. Chocar contra el espejo. No saber cuántas horas he caminado y la imposibilidad de dormir. Llenar de paja los agujeros. Y sentir el aire cómo un colchón de playa a la deriva. Toda jornada maratoniana. Nada halagüeña al corsé impuesto de la pena. Se me cae el cabello. No puedo dormir. El corazón parece un adolescente en una carrera de fondo. Tanta selva que te absorbe  y tú, héroe, sacudiendo la sábana para que te ruegue.

Génesis

El primer poema de octubre debe ser comedido, un poco truhán y a la vez angelical. El paso hacia días cojos y cielos con gafas oscuras. Para mí, es el comienzo de muchos capítulos con finales felices donde la voz se mezcla con cócteles en terrazas que se resisten a perder el amor o la idiosincrasia de un verano eterno. Me gusta el ruido. Comer con las manos. Las camisetas de algodón y andar sin zapatos sobre baldosas de manufactura. Y estos detalles, a los que alaban este mes les produce urticaria y dentera. A los que quieren controlar sin presencia. Las mismas sombras que critican mientras dan de beber al enfermo. Los y las fechas. Los abrigos en día de sol. Y la aritmética de la Navidad. Cómo el descongelamiento de Papa Noel en la nevera. La casa se petrifica. La calle se desnuda. Y yo sigo poema arriba, poema abajo observando la danza de las urracas. Mientras arañas con hache trepan por mis pies dormidos.

Ahora mismo lo preparo

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No sé porque me atrevo  a que acudas a mi nido  para hacerme mal. Con tu soberbia de palomitas tan endeble que basta una llama de mechero para que te conviertas en un plástico quemado. Que te presentes como un enterrador  a perturbar la paz de mis estancias, y pinches con púas de pez Globo  la buena parte de mi corazón que aún late. Todo tiene un límite. Igual que cuando sirves vino en una copa. O la lluvia torrencial colma el embalse. Del poder otorgado para herir con la lengua. Si sólo soy lo que ves, una mujer de pies cansados ante un arrogante  que viene lobo a orinar mi posada. Tanto bosque ajeno. Y mierda sostenida por antidepresivos y complejos de vitamina D. Qué pisotean el camino que ayudó a salir del manicomio. Imagen de la obra "Memoria" de René Magritte.  

Dolor de oreja

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A veces los oídos se anegan de cerumen silábico, de la maldad que se atraganta y espita frases inconexas que tienen un claro ataque. Esos seres amorfos  qué se atreven a medir el cauce  del torrente según su nivel de agrado. Cómo se puede comparar una hoja de árbol o de mata, dos azules, la altura de una montaña  desde un avión o una meseta. Hastiada de las veces  que usan la maleabilidad de los objetos para agonizar en un rato y humillar la verdad del que tiene manos  de mendiga. Asqueada de los niños bonitos que dudan de todos porque no saben  más que emplear a la gente  perforando su oídos y colgando de ellos un alambre  para adornar el abeto navideño. Te prometo que la superioridad de una pulga  consiste en libar la sangre  y no mide más que un milímetro. Así que la soberanía  te la puedes ahorrar. Qué conozco el lema de Marco Polo: -"Dime cómo tratas, cuando ya no necesitas". Imagen "Le faux miroir" de René Magritte.

Impresiones del libro "Komorebi" de Francisca García Jáñez

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   Con una edición exquisita de Ediciones Torremozas y un estudio de fácil comprensión de la hegemonía del haiku, este libro "Komorebi" de la autora Francisca García Jáñez con unas bellísimas ilustraciones de Eva Sakai, representa la sensibilidad más absoluta con lo que respecta al entorno inmediato. El halo de luz que atraviesa la copa de los árboles quizás sea la necesidad imperiosa del retorno a los orígenes entre tanta edificación urbana con las tonalidades del cemento. La espiritualidad y el paralelismo al proceso de la poesía mística, su engarce a las estaciones del año y sobre todo la breve punción poética del haiku femenino y su ecosistema; hacen de esta obra una labor en equipo y una delicia para aquellos que quizás moren en la nieblina diaria del estrés y aprecien la expresión escrita de otras culturas, que al fin y al cabo, a través del paisaje evocan la fugacidad de la vida (tempus fugit). Gracias Francisca y Eva por esta creación con aroma a musgo y ...

Axila y Sobaco

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Esta insana costumbre de buscar en los bolsillos una señal tuya ante tanta ruina gris. El ver tu cuerpo como una rejilla imposible de atravesar haciendo rea mi mala suerte  de haber amado sin mesura. Las veces que nos caímos por las escaleras y nos untamos con tacos los golpes, uno por necesidad proclive  y el otro por devoción de escuela. Y ahora, te beso sin tocarte y acaricio tus escollos  con retórica barata sobre listas de la compra  o turnos laborales en una despensa. Tengo tantas ansias  de que despiertes lejos de los fármacos, de hacer un hoyo en mi vientre  para sentir el nuevo día en que tu boca era un delfín de Murano  que nadaba híbrido con el dulce filo  de los objetos cortantes que te hieren, en frutas de árboles distintos. Y ya no recuerdo el peso de su mano. Y pienso en un cambio de corbata que asfixia. Y te quedas quieta para evitar el ahorcamiento de los que te dicen vete a tu casa y te clavan a su pared. Imagen de René Magritte....

El anzuelo

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Fitipaldis sin Tito y en búsqueda constante de tita, era lo que se denominaba un pescador de mallas, con una gran experiencia en sebo ya o cebo según amaneciera la palabra, Fitipaldis tocaba una campanilla y con maña, insertaba su gusano en la ganzúa. Para deleite de los espectadores era capaz de ser psicólogo o médium con tal de que la presa escamosa  acabara en su cesta-catre. Horas de silencio en su barca, migas de pan flotando en la superficie, técnicas amatorias  infalibles que para cualquier salmón en rías u horas bajas  supondrían una muerte dulce. El inconveniente es que no tienen un punto fijo, la meta son todas, todas las criaturas de los océanos. De las piscifactorías. De los acuarios. Hasta los peces boquiabiertos  en el obrador del Mercadona  sirven al ego piscis  de Fitipaldis. Supongo que el mundo es una agenda  y las redes  tienen la variedad más absoluta del gremio de los besugos  enamorados de las sardinas de Goya. Imagen "N...

La final

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Éramos el summum del victimismo, un compendio de traumas y de secuelas. Nos pasábamos las jornadas con reproches que representaban un deporte olímpico que hacía de una vida, un calvario. Íbamos por la casa  como plañideras de limón en los ojos, en una competición  para ver quién iba a ser contratado por una marca de élite y lucir el palmito contra las correas. Recuerdo la medalla de oro a la escena más gloriosa y santificada, cuando rompí un vaso contra el piso  y los cristales se convirtieron en estrellas del firmamento. Descalza empecé a caminar sobre ellos  (mi dolor debía superar cualquier expectativa) mientras los pies se teñían de mi sangre  en un juego macabro. Te llamé para la salvación de aquel estropicio malintencionado y recogiste las sílabas en una pala. Luego me colocaste  en una silla como a una estatua de una tragedia griega, para sostener mis estigmas  y lamer los cortes con tu lengua en busca de la autodestrucción, sanar. La Copa, el c...

Besugo Styles

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Eusebio era un hombre altamente bajo en razones, equiparable a unos grandes almacenes. Cada mes tenía una retahíla similar a las campañas  que abarcaban las cuatro estaciones de no Vivaldi y todo tipo de contraofertas de precios menores y paños navideños. Con el tiempo se convirtió  previsible el modo en que al primer frío se convertía en un abrigo de franela, o se devaluaba en agosto en liquidación "in extremis". El problema era que yo siempre llegaba tarde a la hora de apertura, con demasiadas colas y pocos unicornios. Todo era una rebaja  y los arrumacos parecían fuera del alcance de mi bolsillo. Así que un buen día decidí la segunda mano, exenta de tanta presión mediática. Porque más vale un saco viejo que un anuncio televisivo lejos de la joven realidad.

Americana

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Era un amor con olor a brea y el tacto de un felino que siempre usaba la misma blazer. Nunca dejaba de lucirla con cualquier pieza textil aunque no pegara ni con cola. Una visita a la lavandería y como nueva... Con pitillos o vaqueros. Los jueves y los martes. Los días de lluvia y solana. En funerales y funciones. El problema, de ese amor extraño con olor antiséptico y textura felina. Era que el pantalón del traje nunca se usaba y estaba aburrido en una percha, aguardando algún extraordinario suceso donde pudieran juntos hacer la deseosa vida social de la chaqueta;  que usada demasiado  hizo añejo lo que había ido a todas partes. y lo que nunca fue amado. (Imagen de René Magritte)

06/10 Presentación La complejidad de Electra

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Estoy muy ilusionada de informar que el miércoles seis de octubre presentaré, junto a la amiga y poeta Sara Castelar Lorca en la Librería Bartleby, mi libro "La complejidad de Electra" (Torremozas) a las siete de la tarde. Y sería una alegría compartir este momento de vida con vosotros, dispuesta a escuchar vuestra propia voz en los poemas, conversar y aprender. Gracias Luci Romero por abrir las puertas de tu casa-corazón. Y recordar que mi libro está a la venta  en la caseta (nº 208) de Ediciones Torremozas en la Feria del Libro de Madrid.

Cambio de transmisión

Es extraña la manera que el otoño tiende a disfrazarse entre el gentío. Su patente va copando en las marquesinas y un silbido gélido al despertar deambula como un perro con sarna. Yo, no quiero que el verano se extienda hacia otros lares, que su vaho intermitente de sexo, confección de playas y parabrisas de bochorno; abra sus manos. Y me deje aquí ante la sombra olmedo de caravanas de coches presintiendo las lluvias. De ángeles de oscuridad porque el sol traficando ha acabado muerto a balas, en un callejón por el acuerdo cíclico del estío. Cerca del frío incipiente. Cómo una cordillera nacida en medio de la nada. El otoño montado en un viejo Cadillac con una guitarra sin cuerdas. Hace cola en una sastrería. Un abrigo no puede cambiar el abrazo.

Dúo dinámico

Septiembre se abre paso beneplácito,  como los cangrejos entre las algas y todos los que hemos visto a la luna  al amanecer (hoy ha sido un día de ellos),  enquistada en un azul de suavizante. La morriña del aleteo del verano después de una DANA que atrinchera el lodo y rompe la silueta del arenal. Los ríos se convierten en trombosis adulterando la morfología y tragando coches y aceras. Ya son casi dos años del inicio de una pandemia que convirtió el aire en un gas exterminio y me aferro al mismo mantra: "El  amor sostiene. Es el pilar que  protege de la borrasca". De los pies cansados. De la mano trémula por la cafeína. De los que andan y te atropellan. Caudales de limo que derriban a su albedrío. Y en el rincón más obsceno el poema  con su pleura y sus achaques. Mirando, absorbiendo, descargando su caparazón meteorólogo.

Pedra viva

Si pudiera llenar de algarroba. De semillas de almendras que pastan en la acequia. Con la única cosecha de una procesión de sustantivos. Hacer de cada espacio un cuello, un hálito para que aquel alvéolo que respira  mantuviera la libertad sin precio ni envolturas. Es tan temprana su decadencia. La de los campos alfabetos. Viendo pasar los trenes de chapa sucia. Las agujas de pino  encaramados a ocultar el asfalto. Pájaros y tigres. La oportunidad de este trino maullar de aventurarse a tener algún significado. Aprietas el interruptor y se enciende una bombilla. Cierras la puerta y el aire se para en seco. Caminas hacia Pòrtol, día tras pendiente. Con la insistencia del agricultor... si planto una letra jamás nacerá un árbol. Pero insisto como amo a las paredes de caliza. Y acaricio las rejas. Nunca se sabe que deparará del terreno tener tanto amor bordado de palabras. Aunque la piel se convierta en tu propia tierra. Y nadie entienda el idioma de los troncos de la tala.

La mirada de María José Sangorrín

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Muchísimas gracias María José Sangorrín García  por tu valoración del libro "La complejidad de Electra" (Torremozas).  GRACIAS por tu mirada. Exorcizar al padre, "matarlo" en un ritual simbólico liberador, necesario. Este poema a modo de colofón, es tal vez el que mejor aglutina la idea central-eje de "La complejidad de Electra". Poemario en el que su autora desvela a través de un aluvión de versos sinceros y certeros, la compleja afectividad y sexualidad femeninas; un vaivén, un caos interno de sentimientos contradictorios muchas veces (de amor-odio, de culpa y sufrimiento, sumisión-rebeldía, desencanto, dudas...), bajo la sombra de la moral educativa en la infancia y, sobre todo, del cincel paterno maltratador. Lluisa Lladó concilia la concisión estilística y el manejo hábil de imágenes y juegos de lenguaje: desde los propios títulos, que son poemas en sí mismos, se derraman ingenio, creatividad, audacia, interpelación, vitalismo, crudeza, ironía, sorpre...

Brasa

Un carbón naranja que derrite la nieve. Así tu voz clama sobre la piel. El latido más cayado. La esperanza agridulce de los que con fisuras somos las catedrales del mar. El oleaje candado, las rocas herraduras. Con el pecho desnudo hacia los amaneceres. En los momentos de la aflicción continente tu lado como un muro. De enredaderas e insectos volátiles. Pixeliza. La primavera desenmarañada de diapositivas. Me colma aguardiente en un espejo.

Hollín amoroso

Te prometo por las siglas de las siglas que detrás de este corazón de madera una brasa late lengua. Su murmullo es ligero como el de un aire acondicionado de clase A con el eco de un trago a una respiración. Suena a árbol quemado después de la lluvia. Desafina y ronco carbono  posee la capacidad  de ser la tiza más negra del aula. Jamás me cansaré de este carpintero pájaro que ahueca con el teclado digital incoherencias nacidas del abandono. Una quiere igual que una letra extinta o un papiro de plástico con el trozo de monte que me resta. Pequeña mancha que fue bosque. Araña ventricular en un cuerpo de brigadas cortafuegos. Acaso no percibes el aroma de quebranto. La ceniza que me persigue de cadáveres que viven en mi cabeza. Za, Za, Za en la peculiaridad de tener una cerilla sujetada por mis manos. Rezo ineludible del amor  que te profeso.

Rarezas

Supongo que la poesía es un número indeterminado. El cual no puedes teclear en el teléfono. Vendría a ser una dirección en un mapa que borró el nombre de su ciudad. Una probeta intercambiada en el laboratorio. La PCR de la comunidad. Palabras Cultas Reincidentes. Palabras Ciudadanas Repetitivas. Un culminar de palabras fluyendo en una carretera en ambas direcciones. Dicen que necesita un mensajero pero poco interesa lo que se dice pues más importante es lo que se siente. No a todos les provoca el mismo efecto secundario. Y quién escribe bien sabe de la fiebre poética. Alguien habrá dilucido una vacuna en sus sueños de villano para acabar con el "poetismo" mundial. Multiplicación, mutantes con libros y estacas. Una enfermedad que no se contagia. Y que todos guardamos en un germen entre el seso y la escotilla. Me declaro vírica e infectada. Y los doctores la han asociado a la demencia y al ron con Coca Cola. Si he de ser sincera, prefiero esta locura que transita por mi sangre ...

Amor

No sé amar de otro modo cubriendo tu sueño con mis manos para proteger de la tarde y llenar cada silo de melancolía con flores opiáceas capaces de vencer el dolor más absoluto. Amarte como se anhelan las cosechas que han nacido de las estaciones y del temblor de la azada. Amar en consistencia mercurio vagabunda y planetaria para ser galaxia donde la negrura más absoluta sea un foco. Que no hay nada sobrepuesto en el ahínco de las maquinarias para amar sin tregua ni combustible. El desaprender y bóveda. Ser agua para tu sed. En el guiño sin lágrimas. Cartera de sellos usados. Amarte como lo hacen los músicos. Y la gente que ha sobrevivido a una guerra.

Calabruux

Tal vez, fue una penitencia la revuelta que protagonizó el granizo. A caballo entre la lluvia y la nieve. En mitad de la prosa y de la poesía. Se ensañó con el público e hizo de la chapa un sayo. No hubo luna que soportara el impacto ni árbol protector que roto se expropiara en un otoño ficticio. Sí, ya sé, existen tantas odas a la llovizna y tez nívea a diestro y siniestro. Que era inevitable  ante el desplante y el ninguneo que apropiarse del cielo  implicara una constelación de pedruscos. La lapidación de los que subestimamos a la naturaleza. Con Carglass, sonriente de medio lado y entero. Quién está listo para lanzar la primera. De negar lo poco que somos. Gota de tormenta deseosa de ventisca arremetiendo contra virus, persianas y pavimentos. Lo malo, es que siempre habrá una paloma muerta. Un libro inacabado. La planta golpeada con el escarnio de los que no te ubican en ninguna casa y quieren entrar a pelotazo limpio.

La desfigurada triste

Cómo se siente un corazón quijotesco... En el desierto pululan lagartos con trajes de marca. A los reptiles el sol no les afecta en absoluto porque son capaces de pintarse de roca y de arcilla iridiscente. Tal vez mi piel moteada  me haya auxiliado de muchas guerras y haya soportado el embiste  de la estampida. El abandono, no deja de ser un armamento de elefantes sin colmillos que pisotean la pureza de las flores nacidas de la virtud. Por eso, brindo la luna manca y dono el escudo de librar batallas a quién resida ciego, en la oscuridad  de los ascensores en un apagón urbano. Achico el lateral  a la ventisca de los informativos. Barro todas aquellas consonantes capaces de escribir la daga inadecuada en un diario de abordaje. No sé en qué momento me convertí en un ser de sangre fría, a merced de las constelaciones con el único propósito de prevenir el huracán en las glorietas. Dando círculos el ojo, con la tez teñida  de fortalecimiento, parachoques y lágrimas c...

Apagón urbano

Cuando apagan las luces y la palabra se vuelve zaina. Cuando la puerta ejerce su gravedad y tapona el oxígeno. La ansiedad sobrevuela, siempre, sobrevuela observando lúgubre la costra. Cuando ya no hay nadie en el sofá y la televisión ha dejado de emitir los canjes en fotogramas absurdos. Y duelen las guerras. Y abominable la lacra  cierne la portabilidad del que urge una tarifa plana. Cuando internet no existe. Ni alumbran las bombillas. Tú, estás siempre a la vera como un ángel animal de carne. Sí, y ciegas la mirada a la hecatombe de los que hemos muerto varias veces en una película. Libros aparte. Transfusión necesaria de un pleito con patitas de pulga. Encendiendo bengalas porteado a esta poeta de cruces. Tú. Trébol y amnistía de la pena. Ll.Ll.

Bahía

Tú que presencias el oleaje y deseas con tus fuerzas detener el ahogo. Levantas los brazos  con la intención de someter al tempo, mas se convierte en una cobra  dispuesta al ataque. Soplas con los pulmones de Poniente achicando su hambre para proteger de los temores humanos. Esos que son retorcidos de coral quistes de orilla racimos en tu boca y que naufragan de un lado a otro. Las piernas jirafas para acariciar el lomo de espuma de tan alta condena  no sería una mueca más del vaivén logístico. Qué voy hacer si uso mi cuerpo para frenar tu caída. Y contusión perfila la entraña del que recoge al gato suicida. Mujer red de corazón Android. Una merma delante del temporal. En playa del norte. Pero soy así desde niña, siempre salvé el terror de su propia agonía y lloraba en folios la dejadez de la marea: -Huuuuuushhhhh brummmm.

Burdeos

Dicen que el viernes es el mejor día de la semana. Los crisantemos florecen y los mosquitos borrachos de rojo  descansan bajo la farola. Hay que inventarse una jornada propicia para cerrar pactos y realizar escrutinios. Arremangarse las vestimentas y traficar con el cuerpo el ansia oscura de la experiencia. El amor con cara de viernes, es la antesala de cualquier film francés e invita a descorchar una botella de vino. Observar la pupila con el certero ojo del cazador  mientras el sorbo a tientas  seduce al reloj un festejo. Luego los otros se trastean y preguntan porque en viernes se comenten todas las locuras. Esas que nos hacen humanos y nos desprenden de la zona de confort. Amar, con el riesgo de las ánades antes de emprender el viaje. Por instinto y sin esperar nada a cambio.

Banalidad

Se echa de menos el claqué de las máquinas de escribir. El pringe de la arena. Los coches de choque. A Bolaño y un mundo sin visillos. La noche se adentra con la sonatina de un motor diésel y la gente, que se pliega como un abanico  hacia sus casas. Tal vez huya de un sopor  que ha hecho la existencia semejante  a un truco de magia. Recuerdo mis primeros folios atrapados en una fragante Olivetti, emitiendo la música  de una procesión de Pascua. Los pies en la playa con un cuerpo de niña orilla observando como el sol jugaba  en una inmensa bolera Los libros que se perdieron en apuestas de póker.  La nostalgia de lo que se aprecia cuando ya no ejerce su contenido. Sigue la calle adornada de sonoridad, de caravanas de metal con el retorno a una tele de plasma. La gente está cansada aunque sonría al reflejo del microondas. Se echa de menos y sin embargo con un dedal podemos achicar el agua ahora que escribo sobre una lámpara y quizás una niña orilla nade sus pi...

Paul y Liz

Este instante no es una película ni representas el actor de mechas californianas ni soy yo, la partenaire que esconde la tripa cada vez que sonríe. Vivimos una realidad acérrima con colisiones sin extras. El cuerpo entre los hierros de ese coche  no es un maniquí coreano, es un corazón con cabeza y piernas que llora rojo el último informe de la deflagración En el curso de la vida (por lo del río al mar) donde cada recuerdo se asemeja a una rebanada de pan Bimbo, caduco del desvanecimiento del abrazo  que creí real y que ya no existe. Patas de gallo decorando la decepción visual de un mundo que no forma parte de tu mundo. Estamos en episodios distintos. Con extras que golpean para lograr el primer puesto. Ojalá pudiera interpretar  la herida. Pero lloro poemas como una máquina tragaperras que exige un céntimo. Fui auténtica en cada desempeño. El lirio enfrascado. Ese pez que agoniza en el parador no es truco, es mi voz.

Usar y tirar

Amar a quién no sabe demorarse frente al abismo. A quién no tiene el criterio  de cuidarse frente al lobo progreso. Acaso merece la detención del alma para sanar las heridas  que uno mismo se provoca. Aguardar noches enteras delante de un portal cosido con la luz que cortocircuito electrocuta. Asqueada de poner el cuerpo en actitud de rampa  para que la miseria del que te usa vaya erosionando pequeñas vocales de aullido. Flores de papel bajo el foco rotundo de un burguer. Los móviles sin batería no funcionan. Ni las linternas encienden la ruta de un baño a una cama anodina. Todo necesita un quiebro, una incandescencia. La poesía que no se puede leer a oscuras. Pero, se siente igual que niños que salen de la piscina felices. No, no corresponde tanto amor  al egoísmo del que tapia  la caricia, el beso y la verdad. Soy esa estrella de rótulo de hiper. Y tengo aún cinco vidas.

La tirita

La herida se cubre con su sábana. Costra grapa abrupta imperdible,  la corchea, el botón. Un broche que cierra piel la boca que un mal ha creado como si poner las manos fueran suficiente para cerrar el abismo. Un agujero en un barco en medio de una tormenta, abertura irregular, poro aborto, mordida, agujero espacial. No hurgues, no arranques el apósito que contiene el pantano. No sigas con la hendidura que en salmuera cicatrizante no es un estómago vacío. No basta con comer pan. Ni cerrar los ojos para no observar la yaga que constantemente  vuelve a resplandecer del rojo que nada significa. Personas tiritas. Qué gran invento lingüista para contener una manada emocional de elefantes. Estoy tranquila. Viendo cómo degeneran sobre el vértice de todas las formas en que este corazón ha sobrevivido. Puedo suturar. Y hacer castillos de playa. Qué imagen más recurrente. Esperar a que la ola los absorba. Sin mover un ápice hasta que esta puñalada se convierta en una huella. Y renazca c...

Social

Este racimo que pía el acicalado pálpito de una renuncia. En una gasolinera. Un pasillo con baldosas  y un pie que golpea la silla. Con urgencias. El traqueteo de un golpe y una vocal muda. El reclamo a una poesía libre que sirva para llenar cazos de leche en esta sed de sueño también de ideologías. Colmar con pasos necesarios para abrigar al menos un colibrí. Y a millones de personas. Sirve de algo está retahíla de palabras que emulan un tiro. Y sólo son una traca bajo el agua. Resucitar a los que se fueron. Y leer, sí, leer para volar en pucheros de un mundo radial y fosforescente que reclama una identidad  que entienda que existe tanta diversidad, que las fronteras fueron un invento de los que dividen el animal para el sacrificio.

La familia

Qué tristeza heredar una caja vacía y a la vez colmada de despropósitos  de la memoria intacta del gen querido. Que traspasen a la acera de tu casa, un negocio con pérdidas. Y bolsillos de agujero. Y agujas sin ojo. Cómo enarbolar un dolor que nos explica que las afrentas familiares no pueden durar más de cien años. Pero si convertirse en una hendidura bajo la gota del grifo. Y seguir doliendo a pesar de la ausencia. No hay respuesta para un acto que aconteció de la locura. Acaso, si tu vida corre peligro, en un incendio tú no saltarías hacia cualquier ángulo  de la página.

Impresiones del escritor y docente Justo Sotelo, de "La complejidad de Electra"

 "Electra o la complejidad de las mujeres". Ayer leí el último libro de poemas de la escritora mallorquina Lluïsa Lladó (1971), publicado por Torremozas en 2020 y que se presentó virtualmente esta misma semana, pero del año pasado. Es un libro que aborda, de manera inteligente y culta, el maltrato en la familia, sus efectos sobre la personalidad femenina y esa delicada línea que separa el bien del mal. El mes de marzo de 2020 leí su anterior libro de poemas, "El arca de Wislawa", que se inspira en la poeta y nobel polaca Wislawa Szymborska, y escribí esto en mi blog: https://sotelojusto.blogspot.com/2020/03/la-poesia-se-salva-por-los-pequenos.html Leer ahora este libro que gravita sobre el personaje de Eurípides y Sófocles, con aquella venganza de Electra y Orestes hacia la madre Clitemnestra, que ha asesinado con la ayuda de Egisto a su marido Agamenón, es un placer intelectual, como ya he dicho. Todo viene del comportamiento de Agamenón con la hija mayor, Ifigenia...

Traidor

Me callaré como un tapete  debajo de un jarrón o una figurita de escayola. Y no te pediré cuentas por todos los besos  que extraviados colisionaron con puertas y cerrojos. Estaré inmóvil con la cabeza erguida y no suplicaré que te quedes. Amar a un soldado en una frontera. Tiene un precio de sal  sobre el escondite de los seres vivientes que trepan sobre la roca  en cualquier playa. Y es tan inmenso el dolor  de reprimir dicha afrenta, la de cuadrarme de luces  y santificar tu perfidia. Que rota aquí me encuentro en un bazar de memoria. Tu felona compresión al abandono de los inocentes. Los que creen en la humanidad. En el amor más creador de árboles y ungüentos. El corazón parece una bomba lapa. Y no sé qué más duele. Si su inminente detonación. O lo hijo puta que eres y no poder decírtelo para no romper las reglas de juego.

Vorágine

En la fábrica  se han quedado sin serruchos, por eso los hombres ranas  cortan las partes "mobiliarias" con sus propias manecillas. Qué improperio el pagaré a la vida , arrendamiento del cronos por una boca con más lengua que palabras. Se han quedado sin manómetros y ahora sostienen los cálculos  con los pies del cansancio. Trípodes de helio. Bastardos sin "padredumbre".

1° aniversario de "La complejidad de Electra"

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Esta semana se cumple un año de la publicación de "La complejidad de Electra" de Ediciones Torremozas. Un libro que versa del maltrato ejercido dentro del contexto de la familia y de cruzar constantemente la línea del bien y el mal para sobrevivir. Lo presenté de un modo virtual con una serie de vídeos protagonizados por personas maravillosas. Y pronto, se presentará en sociedad 🙏🌅♥️

Naftalina

Me pregunto, dónde guarece la humedad, la tropelía de tu esencia. Pienso en ti, tantas veces  que no son ninguna. Ahora que la guerra de-termina  y el virus no ha creado aún la amnesia necesaria  para el olvido a pesar de no nombrarte ni cruzar tu lecho. Observo tus fotos agazapada como un armadillo  bajo los efectos de la taxidermia. Tan lejos en esta realidad de billar  y es simplemente desbloquear el número de la chispa casual para devenir la tragedia. Echo de menos tu sombra  dibujando oasis sobre mi cuerpo. La condescendencia del tropiezo. Desprovista de la jalea que tanto demando para escribir poemas de amor. Leo tus éxitos  y acuario remojo el aplauso cayado. Tan cerca hasta en menesteres de labranza. Tan lejos tu boca. Bicho de palabras que cruza el enjambre y adormece el yugo. Te echo de menos. Y a veces te escribiría una escalera. Pero... tú jamás sentiste la cadena del desahucio. Ni las manos petrificadas. Ni el ojo en caldo de sospecha rabi...

El cansancio

En las manos poca cosa tengo que ofrecer a la noche. Con la fuerza descomunal del que arriera sostiene a la cosecha de aquel que vive  en su tragedia. Seguro que existen transatlánticos atados en mis muñecas y de cada dedo un hilo de nylon que ahoga la sangre. Unas manos que quisieran peinar el lomo de los mediodías donde surgen sombras  afables que comprenden que la trampa permanece en los que aprendieron a echar las culpas. Existe tanta vulnerabilidad en escuadra que una ola gigante es una minucia para el que anuda cada día esta cuerda de horca. Ya no hay remesa de ovillo. Una sabe dirigirse hacia la ofrenda de la madrugada  de escombros y escarnio. Sabe coger su maleta y cerrar el caparazón. Ahondar vela "Ofelia" y marchar del desprecio por mucho amarre. Con la lluvia melómana sacudiendo el calor estopa. Y vivir del recuerdo. Y saber que clase de herida es la que mata porque lo demás, afirmo que, es una gilipollez.

Estimada Lladó

El primer aniversario de tu partida en un mundo que quizás  no era el adecuado. Te fuiste con un reloj que gestionaba la voz perenne del asedio y la probabilidad para decidir el peso absurdo de las cosas. Te imagino aún rodeada de flores  y lucho para que mi memoria te mantenga como la brisa que reverbera tu presencia lumínica. Eso ocurre cuando muere  una persona que tiene nudos con tu red de agua. La acequia se inunda de un cloroformo extraño  y convives siempre con la belleza de los que te protegieron un momento en sus vidas. Te colmas las manos de púas y caracoles. Y rezas  cohibida en un ángulo. Por el alma, que es la más poeta, de aquellos que abandonaron pero residen como un pellizco temprano de amapolas y verde. Porque en cada portal te glorifico. Aunque no se lo diga a nadie. Ni hoy visite la tumba. En el primer aniversario de tu partida. Porque a veces nuestro cuerpos viajan y sin embargo estamos quietos como un cachorro en la jauría.

Ejercicio azul

Cuando sumergible mi cuerpo narra  en la piscina mi pena,  me libero  de la carga astral  heredada del letargo. Bucear en la burbuja azul de cloro  alivia la compresión de las vértebras por las palabras malsonantes y las acciones de aquellos que ejercen un daño seco. Aquellas grapas  que igual que una sutura entuerta  se movilizan peces con el nado que provoca la nada. Me encanta liberarme  de mi cola pez y cantar el ahogo. Mirar el fondo y  observar el mosaico que de niña  quería desprender de su tortura. Son un tiempo de sanación acuática. Recuerdo fetal de madre. Anillo de agua que te protege de la sequía de un mundo atroz.  

Muerte dulce

No te parece que el escándalo de una lavadora parece un aullido nocturno. Una reyerta de metal y agua centrífuga con pensamientos delatores girando y girando para despertar al público horizontal. Pensar en el ahorro  después de haber vivido en casas prietas. Con el cálculo de trozos y el vigilante de turno para sacar la ristra de ropa  hacia un tendedero que de noche parece una alambrada en un huerto. Ya no saben que hacer para domesticar nuestras ensoñaciones en mareas de jabón de Marsella con alguna heroína  que lavará a mano los trajes de su vida. Iremos más pecadores con la suciedad del sudor de fábrica. Y lavaremos en tintorerías de autoservicio nuestras pequeñas conversaciones de tránsito. Tal vez, dejemos de ser tan pulcros igual que un lenguaje de fragancias para todo tipo de textil. O volveremos a vivir la madrugada esperando la renuncia de un electrodoméstico para caer en plancha al lado oscuro.

La prueba

Me enseñaron a ocultar la cuerda floja . A no saciar a pesar de la sed y de la gula. Por ello los ojos aprendieron a tragar el llanto como el que bebe un jarabe de ocres en un campo radiactivo. De tanta emoción contenida las palabras casquivanas fueron una erupción que cubrieron de lava mi cuerpo. Quemaduras que insertaban  la muerte familiar, y el destierro paralítico.  Llegó un punto que de tanta volcánica  presencia fui montaña. Un gigante de piedras y despeñaderos con el beneficio de la duda de la mañana con el sol que no osaba a menguar el lenguaje de los mudos. Cómo pesa esta masa que cede hacia la noche. Con la garganta agreste. Las aves circulando la sierra. Que corta, tala, arde y come. De la súplica de Tántalo y la herida. Que las lágrimas son cada abecedario que esclavas petrifican el ansia. E s c r i b i r. Todo un manto de grava. L u c h ar. En cada granizo de cal. P e r d o n a r. A pesar de la primera piedra. M o r i r. Y que no percibas mi apatía.

AZULDEMAR: Lluïsa Lladó

AZULDEMAR: Lluïsa Lladó

Arquitectura

La grandeza se sostiene por las pequeñas cosas, por eso, hasta la mínima rama debe ser respetada como si fuera un árbol. No toda la natura tiene la suerte de amanecer cascada o ser planeta. También, los recortes y las agujas de pino pueden dar un buen fuego con aromas a tinta y a bosque. Cuánto mediometraje con la magnitud de los adultos frente a la jerga de los puestos, de la fila donde se coloca el asiento o el orden con que se enumeran los astros. En la minúscula antesala el polvo es capaz de producir alergias. Y una semilla tonta dar alimento a un pueblo sin cortes si cayó en la tierra; o derivar en nada, si fue el almuerzo de un gorrión al mediodía. Todo lo bueno cabe en las manos. Las cerillas, los botones,  los dedos de otra mano. Simplemente como una vocal  o una corchea. No me vengas a gritar porque no serás más alto. Ni pises la cabeza para llegar al techo. Las lenguas que calumnian. Los enchufes en los árboles de Navidad. Es cuestión de suerte. Como la semilla tonta...

En lo bueno y en lo malo

Te quedas boquiabierto mirando hacia la puerta, esperando la entrada triunfal de algún fantasma. Cobijo de un adverbio que deja paso al aire. Es tan fugaz esa corriente  que la bombilla guiña su hebra en un silencio de negrura y conversamos con esos celestes, profanadores del sueño. El amor tiene algo de intangible, con los años conoce el olor de pies y el aturdimiento del espíritu que flota. Las rosas que se quedan muertas dentro de los frascos de perfume, las citas que ilustran célebres como epitafios en las tapas de Danone. Y un agujero en la femoral producto de mi adicción al poema. Sólo fe de astronomía y una rótula ajoblanco. Decidas lo que decidas. Siempre apoyaré a tu arsenal de espectros. Porque la felicidad es lo único que importa para los que amamos de verdad aunque me quede con la soledad de los mosquitos y un timbre mudo. Aunque te quedes y te proteja de la lluvia cómo tú hiciste con mi corolario.

Reseña de "Penélope en su odisea" de María Luisa Domínguez Borrallo.

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Siempre he pensado que regalar pan, libros y zapatos simbolizan el amor más absoluto a la condición humana. Por eso, cuando María Luisa Domínguez Borallo se acercó con su libro "Penélope en su odisea" de "Amargord Ediciones" y lo obsequió, sentí una sincera emoción en un mundo que a todo se le pone precio. Su título me resultó apetecible, pues, no hacía muchos días que había leído Medea (Tusquest) de Chantal Maillard y creo que la actualización a nivel literario de la mitología femenina y clásica en un contexto actual es un hecho indiscutible y muy interesante. Penélope en su Odisea, describe el proceso de una mujer en tres etapas. Si Penélope ha representado en la tradición la mujer fiel y abnegada, aquí la protagonista se manifiesta reivindicativa y se libera de una pose conformista que aparente y socialmente se ha premiado en detrimento del valor individual. Este libro, con una sólida base psicológica y con un lenguaje sensual y amoroso, nos habla del amo...