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Mostrando entradas de febrero, 2020

Elefantosis

No sé, si un elefante soy pero, puedo oír el ruido de la lluvia a kilómetros. Y le ruego que no pretenda etiquetarme pues mi espora puede mutar en escape libre o prosaico mar menor en anguila. Escribo lo que como. Y comer se trata de que leer nunca es suficiente. Sí,  puedo ser un paquidermo, un mono o un logo. Mero,  silla o si ya... He recorrido selvas. Y he visto la voz de la jauría. No pretendo,  solo canto bufón o tecla. Así que poco escribo y el teclado alquimia rasteriza la cavilación. De qué sirve matar dos veces al poeta. Tanto daño innecesario como el de atropellar dos veces el hueso. Hay momentos de felicidad donde la persona peina al animal y salgo del casino. No hay fórmula mágica. Aquí cruzando la sabana. Ele fan te. Que llora a sus muertos. Y no cree en las etiquetas ni el ataque al mudo.

Lo ilegible.

Puedo asegurar que mi decisión fue salomónica... Cómo desmembrar el árbol de su hoja. Anudar la raíz. Romper el material de auxilio para elegir la nada por el todo. Y se sobrevive, sí,  a la plaga. A la palabrería de tendedero. A la purga de saltamontes arranca alas. De agujerear el cerebro tronco en una trepanación de serpientes de titanio. Un clavo de estigma. Para los que no quisieron en el juicio separar. Porque el amor existe aunque no nos veamos los ojos en el espejo. Y siempre pierde el que elige lo mejor para aquellos que de su bosque hacen el recuerdo petirrojo. Fue una decisión salomónica: el corazón o la cabeza.

Punción

Hay ciudades donde la belleza se paga con la asfixia. Estoy hablando de Juárez. Y de la chica que hallaronhallaronhallaron la otra semana. Los perros de su bata famélica vigilaban el cuerpo que agraviado dormía sin aire. El pelo antorcha iluminaba a los postes eléctricos, antiguos árboles desmenbrados, que hincaban sus cuchillos a la tierra. Siguen siendo asesinadas por el virus humano de la irracionalidad. Lo leí en un enlace que escabroso mezclaba datos y descripciones innecesarias. Ella, no tenía familia, y se hacía hincapié a esa condición. Yo creo...que lo que no hay es justicia.

Los viveros de la esclavitud

Rosas chinas adornando las aceras. Símbolo del amor que como un músico ambulante y su guitarra toca canciones de hipermercado. Instrumentos de bisturí para el corazón enfermo. Cuesta tan poco hacer feliz al invidente. Jugar a la ruleta rusa y dejarse querer en el ascensor sólo dos pisos. Sostener las bolsas en el rellano y desear que hoy no seamos más que menos. Que el pan sepa lo suficiente. Que el agua se convierta en vino. Y no seamos enamorados. Sino entes de ropa con fragancia a Ariel y que en mitad de la distancia veamos la luz que nuestros ojos emiten. Canela de bote. Sal en escama. El deleite y la pescadilla de ser los de siempre. A un kilómetro o a mil. A un milímetro. O en ningún espacio desmedido.

Bisolvon

Si este cardinal punto te guía y eres tú quien de luz llena la arruga con el abrazo que atrapa lo que no cesa. El sentir pecho en la camisa que te viste de lino mar con el creciente salvia de enero y monte yodo que amar al hombre se hace simple cuando el ramaje bota por las ranas de topos erizos con este trajín a tu corpiño y al brebaje que dan los besos. Del amor forjado con juntas de sopa de tres minutos de manta sintética de televisión catre y tu astrolabio fabricado con piezas de Lego como una termita a su nido de querer a partes iguales cama-reros y bonanzas en la peor carretera porque en su sala no existe norte pero sí la autenticidad del que aún desnudo con tos ama. Ama y tose.

El alba café

Una niebla naranja cubría el cielo, amanecía árbol y la quietud estaba metida en un pan gigante. Una pesadilla me despertó con el metal de una moneda en la lengua. De esas fracciones donde correr hacia la luz que cegó no importa. Pero existen las otras, las de un péndulo gris que te tiñe tala tentando y te quedas con el ensimismamiento de un domingo embutido  de espuma. El café puede ser un buen amigo de la soledad.

Entrevista Castellón Digital

https://www.castellondigital.com/2020/01/31/entrevista-a-luisa-llado-poeta-y-escritora/ Una entrevista con una mujer excepcional sobre mis proyectos y sensaciones.

Conjuntivitis

Yo, quisiera que todos nuestros corazones estuvieran bajo el mismo techo. Que la familia que tanto nos necesita se asomara por el pasillo del Mercadona. Pero hay animales que dentro viven en nosotros son abejas, pájaros de Escandinavia. Llevamos la arena del oasis y un motor nos hizo viento para que nuestros ojos tristes bailaran exhaustos en una plaza de barrio. Para saber que dónde tu raíz trepe mi carne avispa florecerá como una señal de tráfico. No existirán semáforos. Ni bares de copas azules. Es un poema vida contra la regla académica. De desvaríos. Del amor desertor que te profeso. Al escribir y buscar la herradura de hacerlo como le viene a uno en gana. Parecido a morir sentado o en la hoguera.

Catarsis

No envidio del pasado la soledad del metal con la patología costumbre de conversar con las máquinas. Hablar a electrodomésticos sustituyendo el olor a Malboro, el mordisco del labio, el cielo, la enfermedad y el amor. Por un redil de enseres creyendo que el cosmos cabe en un rectángulo. He venerado a la lavadora cuando decidí que no tenía nada entre mis manos, y mis párpados medían la distancia entre saltar o quedarme bajo el agua de la bañera. La poesía de placenta, estaba allí, cobijando a un cadáver que sonreía a la pared. Ahora escribo poemas de carne y se hacen viejos con pústula. De lo mucho que añoro en este exilio, del músculo que se atrofia. De la necesidad urgente de salir a la avenida y abrazar a la abuela y regar a las plantas y. Qué inútil es darse cuenta demasiado tarde de los errores que hasta un robot puede cometer. Incondicional me quedo con la verdad. La madera, el virus y la mancha. Sí, la de una vida de humanidad sostenible mientras...