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Mostrando entradas de marzo, 2017

Añoranza

I La luna creciente en el mar  con alguna soledad que flota, en un mecer de penumbra con el brillo de los edificios, dentro de la nada, donde entraremos en el viernes de las etiquetas, Un pie de mes, que anunció primaveras que aligeró el reloj a la noche. Un final de meta, a tantos envases y platos que llenos aparecieron desnudos, mañana con la culminación  del alpinista  de su cúspide, y las alondras que vestirán de lluvia los abriles. II De lo que se trata es de volar, de cambiar la ropa de los armarios, de saber que tu madre nació en Marzo, y que tu abuela también murió en Marzo. Signo de aire apaciguado por la guerra de las amapolas, por un viento que ha arreciado con la boca pequeña. Un mes, que termina, con la publicación de mi cuarto libro. Siempre pensé que su número igualaría eterno al de mis hijos biológicos, paridos con amor y amor querido en melancolía de la maquinaria de una combatiente. III Wislawa...

Una ciudad cualquiera.

I I En Valencia la humedad bailaba con ese viento malévolo, de las conversaciones lidiando con el zumbido de coches y de motos que en comparsa llenan sus avenidas. Las latas volcadas emulaban a los cisnes en su charca ocre, junto  a los parques con mendigos disfrazados de estatuas por la contaminada erosión. Valencia, que bella cabruna, con sus portales poseedores de tesoros, y esos museos preñados de presupuestos. Camino, y en la agonía metropolitana llego al evento, número... ¿qué más da ya su número? El mayor parásito del ecosistema es el hombre. II Si en cada mano he de sostener la herejía, la calamidad,  calibrar el rumbo del poema, entre las aguas fecales, y las palomas en los abrevaderos con la suciedad de las uñas de las aceras. Calibrar la asonancia de viajes en paraísos. En árboles con lazos, y frutos con la mancha inodora de la realidad. El poema exorcizado, amamantamiento del líquido gaseoso, con la palabra en manos del funambulis...

Libertad por ambas alas.

En tonalidad grave, conversa de la unidad del ser o del sarmiento, de que no somos animales en simbiosis ni por algún raro gen, o fallo de producción: un gato siamés. Para nada nos asemejamos en lo físico, así que, tampoco nos parieron gemelos del mismo útero. Cuando te cortas el dedo yo no siento la herida. Cuando  toso, no es tu pecho el que se descompasa en el jardín de los bronquios. Pero al dirigir el objetivo, y macerar todo ese dogma del soltero de oro, me visto de aire para comentar la inesperada visita a Valencia. Y tus ojos se caen rebotando con el suelo y la nevera, asumiendo que el trato es por ambos cometidos. ¿Y eso? Lo único que sabe decir la boca, porque ni tú te crees la religión propuesta con sus enmiendas.

Dormir en la entraña de la tierra.

En casa un nuevo colchón aparecerá por la puerta, asfixiado por un plástico, sediento de mimos, de vaivenes, de sueños. Recuerdo el día de la compra como filetes empanados retozábamos sobre múltiples oportunidades de muerte, mirando al techo de establecimientos que parecían museos de cera acicalados en algún rincón con fundas y mega pancartas que hacían bizquear la vista. Te dije, bésame, agárrame fuerte, pero, eres demasiado íntegro, te apuraron los ojos de una vendedora y el silencio de todo un despliegue de telas obesas y de tapiz. Los dos somos de muelles, pasando reverendo-mente de lo que llaman vicoelástico que no deja de ser el nombre pijo a la espuma de toda la vida. No te atreviste, y me quedé con las ganas de saber si una vez adquirido ese beso valdría la pena porque la experiencia ostenta el grado que mide la curva de dónde va nuestra relación. Y sentada en una silla de oficina, aguardo el timbre que traerá como el mesías, un trozo de material...

Los botes que ocuparon las tazas.

Abres el armario de la cocina, Y percatas que has ido colonizando pacíficamente su espacio. A este hombre de astenia a la cafeína, a los polvos de cacao. Al azúcar. Que en vacíos ostentaba la huella que con albedrío he morado. Allí en periferia ciudadana, conviven botes, y tarros. En abultadas esencias que aletargan o vivifican el estado del ánimo. Tener encerradas  las estaciones. El aroma de la niñez, rivalidad de mi personalidad vírica donde he edificado sobre la tisana, en la leche rancia que no es leche, con la sacarina escueta a brazo partido dentro del sobre para ser veneno en reflexión del sabor y la dominación más absoluta. Callados miran en rasuramiento, un muro que oculta la vida de antes. Del antes de que con mi tropa matinal abarcara al armario, desarmado con tanta violencia. Pienso, que quizás los espacios sean de uno mismo. Y que es sana hasta la insalubridad de la respiración que no aporta oxígeno. Me avergüenzo de esta dictadura que siempr...

La maldad requesón.

Las amígdalas gritan lo que callo en una nota demasiado baja, la que entre la tráquea descansa en un silencio que narra los abastecimientos, los neumáticos quemados con hedor de su plástico combatiente de una hoguera, tal vez es la evidencia del viento, la falsa amistad con chaleco antibalas que flota cadáver incapaz de esconder su humo entre los títeres, por eso me basta la tos que huye de la flema, el aparatoso vuelo de los que oran a la conveniencia. Aquí en el apartado de la goma chamuscada de hacer relojes para aprender a sobrevivir.

Después del tendido.

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En el lecho coronaba una pila  de pantalones,  de camisetas flacas y gruesas, de calcetines solteros en busca de la cópula y al ordenar el desquicio, uno, quedó huérfano como la estirada oruga de tejido en que se asemeja cuando ningún pie la habita. Su cama abrigaba la omnipresente montaña, de ropa del derecho, del revés de equipajes de otras mujeres, de otros hoteles, de colores caóticos del bosque en el crepúsculo: pardos, oscuridad, verdes militares y chocolates  en tierra que perfilaban la geografía del hombre que hoy, por hoy amo, y venero, el que no posee temor, y dice mirando a las baldosas de la cocina que soy valiente. No considero que lo sea, simplemente, apuesto a la vida, antes de que engulla, no dejo que la bacanal de la colada sea ni por un momento la maraña de la horda de los pensamientos. Con la manía infantil le cuadré las toallas con sus picos en cartabón, las sábanas beatificadas con el sueño, en armonía textil y amorosa, porque...

Yonquis

Este trozo de carne en que me he trastocado con la inercia de un elástico haciendo de tu poema rayas "cebriles" y necesarias para que el "oroficio" de nariz esnife tu verso de verso en descolamientos de apéndices. La incertidumbre el desvarío de la brújula los cometas haciendo cola de ganchillo en el éxtasis que supone el releer cada golpe. La comisura blanca con las pupilas en dilatación con las estrofas del poema. Regulación del pulsómetro trabado a la víscera de un ostracismo dando hedor al trozo necrófilo que flota que irradia todo el venidero mayo. La suerte mudadora de piel. El dedal en cada yema. El caos. Y la drogadicción más asesina la que no llora ni una mísera gota de sangre. De leer y morir de poemosis. Y ya no saber del amor o de las culebras.

La humedad de la palabra, te quiero

Me gusta escuchar la lluvia arrimada a ti, en consonantes que agudas timbalean y entremezclan la respiración, dejando, que el eco descanse su fatiga en el silencio tímido que acontece cuando la lluvia se suelta de la mano. Y en ese hueco el agua anida buza, para pez mover coma. Para dar auxilio a aquellas penas con fragancia de crío que tú has descubierto sin competencia. Y sin duda, con el ruido de una noche de caballos danzarines. Que el amor se fortalece Y tú lo sabes. Y yo lo ratifico. En el cebo con atravesada la palabra: Te quiero.

El contador

En la ciudad de los almendros que florecen antes de la hora, el atolondrado de mujeres, y varios enseres, abren la persiana al día. Cuesta reconocer que ardan niñas en los colegios, y que un rinoceronte dentro de un zoo, fue la extirpación de la maldad que compra sueños en cafeteras, y heridas que nunca bajan la barrera, en una vía de peatones de rifas y carantoñas cuando llega la primavera y uno se entera con el atragantar en la faringe de pétalos. Y ruedas naranjas. Cinturón para unos olvido hacia mi persona.

cobra o pitón

La concordancia cruda de cada estribo en las regletas porosas  y la música, en esta alma ida entre tumores de barrio. De mantelería bordada y las sanguijuelas haciendo poses de Afrodita para sorber ese acuario que yace entre las comillas, y las bocas del incendio, Mortecina espejismo si tú en la proa casaras la noche de venenos, pues, sabe bien de las argucias, pero, el pecado más cercano es caer hacia los abismos del mar. De la rutina en cajas, de los vasos inquietos en rol prescrito y las hojas caducas en balances, acuses y saltimbanqui. Almanaques que florecen y la sensualidad más espumosa de arrecifes en costra por las heridas de epopeyas de folleto. La vehemencia de este latir. El oloroso empaque de tu cuerpo arañado al mío. En teatros sin plateas, ni vientres en holgazanería compostura,porque  respirar el amor debe en todos sus trajes, La verdadera serpiente no comunica,  asfixia mientras  susurra que te ama.

El arca de Wislawa de Torremozas

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  Mi poemario El Arca de Wislawa ha salido como novedad editorial en la web de Ediciones Torremozas, La verdad que es un sueño hecho realidad, donde no solamente la poesía convive con la inspiración y el espíritu de Wislawa Szymborska, también la labor y el testimonio de otras personas, de profesionales y amistades de ley han viajado en esta travesía con mis días blancos y negros. Levar anclas, el arca ha zarpado... Gracias Yolanda Quiralte por una contraportada de corazón, a Víctor Aranda García por su fotografía de autor y su arte. Gracias a todas aquellas personas que saben que una parte de ellas habita en el arca. El arca de Wislawa de Ediciones Torremozas, desde mi humilde punto de vista es un libro fruto de la constancia y el empeño, de poemas que desean respirar y ser compartidos.   Quien me conoce de cerca sabe que Wislawa Szymborska supuso un antes y un después en mi vida.   Padecí lo que denominan una catarsis. Por ella recorrí largos y cortos caminos, he...

Antología bilingüe del San Diego Poetry Annual 2016-17

  El seis de febrero salió en Estados Unidos In Vivo , la antología bilingüe del San Diego Poetry Annual 2016-17 distribuido en bibliotecas y universidades del sur de California, y utilizado como texto en las clases de creación literaria. Leer un poema mío traducido en inglés es realmente una impresión, porque jamás pensé que mis palabras pudiesen adoptar otra forma escrita que no fuese la materna o la de adopción. Gracias Ana Ross . Gracias Olga Gutierrez Garcia . Seven of Hearts, t ranslation by ANA ROSSHANDLER Slowly and with crafted penmanship, does a stew simmers when a palpable man and woman entwine through legs arms fingers tongue til the last fitting knot is exhausted. A surrendering heart breaking lose from its cage just like a rose exposed at your voraciousness‘s mercy blending flows of naked skin just like a coffee bean with a bubble‘s devotion to its embolus. You rest your face between my tits to listen to my pulse, the flutter you‘ve flown back ...

Flexiones en red.

Siempre he pensado que las vendedoras de zapatos, se escurren felinas entre los almanaques de los sueños quistes, de las palabras que nacerán del recorrido, las marchas, el maullido onmipresente de abrazar con la fluorescencia de colores oportunistas las telas, el encuentro, los desafíos montañosos y otras historias. Las vendedoras de zapatos fabrican sueños en meteoros con suelas que dejarán el paso consuelo de todas aquellas verdades que ni el betún más absoluto encarece, los caminos novios, la bota sin agua, la plantilla de la veta en planta, que crece en crespones. Poetas con cajas llenas de sueños. Mujeres, que aran lo que nuestros pies escondidos no conversan dejando todo el poder a las manos y a otros artefactos como roedores que quieren ser libres y andar descalzos por la vida. Desnudos sin ataduras ni cuer v os sonoros.