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Mostrando entradas de julio, 2014

El amor es un pájaro azul.

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Dibujo de Erika Khun. En el ruedo como un pedrusco de ojo le ataban las circunferencias y le decían que era carne de leones. Los clásicos embriagados lanzando copas  del triunfo. Y cada alhaja luz cuervo, gladiadora con un lápiz estaño frente a la jauría de las sombras. Ven, clamaba la pasión. Y ciega le arrancaban el destino. Ven. Naciendo, ala murciélago de neopreno, buceé Caribe hasta tu montura Poeta. Y ese beso. El último. La salvó de toda presa versos en la arena del Coliseo. No ve que tus manos están sucias, que tus piernas son cortas para subir a la silla. Ven, ven. Espartana pájaro que bebe de la fuente amante de su boca. Y se salvó de la noche. Lluïsa Lladó .

Calabazas

Entré al ruedo a matar con veinticinco minutos de retraso, él desairado con un cenicero lleno de pitillos cojos y yo directa al grano: -Desconozco el origen de tu insistencia en conocerme (le había anulado tres citas) pero no soy nadie, no conozco a nadie, y no pertenezco a nada. Así que dicho todo esto me marcho directa, pues, ya no tiene sentido comer juntos. Se quedó como una camisa cuadriculada igual que yo, al irrumpir tigre a su mesa y ver a un vasco como recién caído de la nave de encuentros en la tercera fase. Haciendo honor a la película más taquillera de la historia española. Iba clavado a la estética de dicho feudo. Creo que eso lejos de espantarlo le atrajo, le costó que me relajara, la luz  molesta y el calor asfixiante. II Tienes una hora para estar conmigo. III Su aspecto no coincidía con sus modales, era refinado y cató el vino, El lugar, un sitio caro, y él lejos de estar coaccionado por mi entrada escorpión empezó a hablar de ...

Donar es salvar vidas.

Recuerdo ese día, me sentía como un héroe de cómica subiendo a la caravana itinerante. Iba a donar sangre. Esperé curiosa. Recuerdo la chica del polo rojo preguntado todo mi historial médico, fruncía el ceño y en un tono agudo de barítono castrado empezó a enumerar las cosa que no le gustaban. Donante con un riñón, nacido con un soplo, hipoglucemia y con una tensión arterial rozando el núcleo terrestre. Lo siento, no puede donar sangre usted corre riesgos. Entonces, me enojé por la disconformidad, tenía la vena egoísta de que mi transfusión podía aliviar a algún enfermo e incluso salvar a un niño. Insistí ante sus negativas. Y mi rostro lejos de la ira se llenó de taciturna evidencia. Pero la chica del polo rojo me cogió de la mano, y mirándome a los ojos dijo: -Luisa, sigue dando tu sangre a través de la poesía, no tengas duda..., en el pasado te salvó de la locura  y ahora tu savia escrita pueda ser salvavidas. No importa que en ello te d...

RyJ.

Desconozco la medida de los elementos, el olor del frasco cerrado, la amnesia. El soportar cada luz una noche que descose y hace nidos de pena, si así es vivir para morir de amor, una que es soldado se acostumbra a dormir del lado de su decisión. Más ausente que narcotizada huyo al encuentro de la sepultura para que usted después de la afrenta piense que soy entierro. Beba brebaje de amianto y desfallezca en lirios y en charco después de ola. Para renunciar al aire. Despertar del letargo y al verle relegado a los osos polares y los esquimales yo perezco como un pedazo hielo en una eslora de barco. Morar lejos de ti. Desvivir cómo si estuviera muerta por el veneno. Es la separación.

27 días de mudanza.

Sabes que las cosas, a pesar de estar en el mismo epicentro, desprenden sombras desde otro solar. Qué fingimos que ese meteorito que impactó contra el patio no había afectado a nuestra convivencia, pero los árboles ya no parían frutas esmeraldas y la lujuria se cernía albatros sobre mi pelo rubio hasta reventar contra el suelo. Tú, miraste hacia el otro lado, colocaste la mano en la barbilla, reprochando que entregara mi cuerpo a una tumba abierta y barrimos, ambos, todos los sucesos para ocultarlos debajo de una alfombra en un acto de cobardía. No pude sostener tus pies, sin que acabase, en el precipicio de tus neurosis. Déjeme libre. La poesía me aguarda en un rincón de Europa con silla de enea y una chaqueta de visón azul. Lloras, lo sé. Me amas, lo sé. Pero salmón desbocada debo ir por el mundo, compañero. Pasó y los dos lo sabemos, todos lo sabían, el espejo con forma de hoja, los manteles y hasta la batidora con sus hélices de viento. Fi...

Las tres de la mañana.

Rugen los motores de los camiones de basura haciendo carreras al silencio nocturno.  Las antenas, palmera en terraza ahora desierta, abriendo ruta a los sueños de Eva. Ni los perros aullando, ni el piloto de los interruptores con su ojo insecto después de que la verdad sea triturada con la basura al amparo de mandíbulas metálicas. Huele mal de hurtadillas al vertedero. Pero siempre un coche con bisagras torpes nos conduce a la fe de cama sin muros que acuna cuerpos si alas, piel y faros sin bombilla. Y acurrucada le abro la sábana después del hedor a las brechas gatas de los huesos. Sabiendo que hay arterias y abrazos por descubrir. Ll.Ll.

Seís-mos

I Subió a la azotea más alta. y alertó al vecindario con gritos. -¿Qué le pasa a esta mujer que presa de la locura se halla? -.Recita poesía. -¿De quién? -.De la gente. II De qué sirve la poesía  que es como una flor guardada entre páginas, seca y sin aroma. Más que para adornar libros. Pintemos muros, abramos puertas. III Y separados por dos gotas descubrimos la indivisibilidad del mercurio. IV Te he lanzado una cuerda luego he estirado los brazos, medio cuerpo, estoy a punto de caer desde el terraplén v e r s o s hasta tu boca. V Su cara era de uva luego vino la verdad que los tapones no cerraban  que los grifos se oxidan que no te quería lo suficiente. Te quedaste macerado. Y te convertiste en pasa. VI Pato y pata. ¿Qué fue de ellos? El pato a la naranja y la pata se convirtió en cisne.

La búsqueda de la trilogía arbitraria

I Dónde estarán las pastillas de Heno de Pravia que huían espantadas  y olían al abuelo. Dónde el café con vaso que a veces mi madre servía con poso azucarado y era una fiesta por la mañana. Dónde. El pan rallado de la abuela, el campo muerto bajo el asfalto de juegos bélicos infantiles que fueron sepultados por fincas de siete pisos..       II Cuando conocí a ese hombre sabía que era como una selva llena de lanas que me atraparían como las esencias caras de los perfumes de contrabando o aduana de aeropuerto. De su cuello l levaba un cartel: Do not touch danger of infatuation. Y aún así, quedé electrocutada y del  alambre; mis manos, pechos, sexo, espalda quedaron heridas por cada una de sus cualidades. Sabía que era la puerta del Cabaret Infierno, se parecía demasiado a Onássis  y lo más seguro acabaría yo en una caja de zapatos en un Chez Loin parisino. III Las galletas mojadas en leche capturadas por cucha...

Caos asco

Me gustaría  que todos los saleros abrazaran a los botes de pimienta. Qué desbocados los terrones azúcar y el café en grano se fusionara en concordia. Caen aviones del cielo como pájaros muertos del progreso y los que nunca volaron duermen acurrucados en iglesias o templos ortodoxos. Has oído. Una voz. Edificio que cae derrumbado violín pulmonar de un niño un beso de amantes en un lugar del zulo. Es la raticida afrenta. Qué gatos pernoctaran con perros e hilos abrazaran a las agujas. Qué tu y yo nos amásemos . Cortina K evlar sobre difunta estampa para proteger del balazo de tus ojos.

El canto de la sirena.

Aguarde gladíolo en jarra encendido a la naranja húmeda del ocaso. Sabedora que usted caminante bebe de abrevadero y lisonjea  a cada nardo con sonrisa etrusca. Estoy preñada de deseo y usted lo sabe como comadreja en cloaca que espera que su mano alargue  el cebo. Aguas termales que son pantanos. Veneno de letras en serpiente anudada por sus falanges que a hoja la transpiración de ave migratoria. Otra vianda de fruta madura y queso para el hechicero que versa murciélago. Ven amado mío que en isla no te hallo enamorada de voz.

A zurrir que son dos días.

El señor Tequila vivía en un estado comatoso, coma eso beba lo otro, la anarquía era una locomatora descarrilada de coma etílico a sus razones en comillas u otras millas hacia la sazón de interpretar cómo, cuando y dónde tacómata y sus burbuja de queroseno. Hijo escriba lo que desee. Como si usa sangre de asno  en su pluma, comandante sin comas. Eso me pasa por hablar con Zeus y no ser más que una turista perdida en su feudo helénicoma. Perdón que le hable a usted de cara coma.

El pa ti to do de goma.

La fe mueve montañas pero algunas cosas se resisten, creo en los cambios en la superación del ser, en esquivar oleajes pétreos y hablar como el que pone la verdad en la mano con artefacto. No me importa si hay caminos con los agujeros de las balas esquivas, no me achanta el graznido córveo, ni la hiena inflada de goma espuma. Me quedo con mis cuatro letras y una esquina: Casa, Mesa, cama  y alma.

El homenaje Aranda con uve.

Cuando Víctor Aranda y yo nos conocemos veo en su semblante la mueca que trasfere: -¿Y esta oxigenada de dónde ha salido? Al llamarle Vicente Aranda  como el director de cine español, que me constó mucho corregir. II Y sin embargo desde el principio pude descifrar su genio. Casi un año después en enero, después de acontecimientos muy críticos en mi vida, y algunas citas anuladas. Baja de Murcia, su segunda casa, para hacer una sesión de fotos que habla de la gran pena que siento  y traspasa su objetivo en un rostro cansado. III Entra en casa sorprendido, igual que un gato curioso invade felino cada una de las habitaciones. Puro de energía, reitera lo bien que huele mi vivienda  y la vigorosidad de la á loe vera. Hombre comprometido y humilde como una rebanada de pan, es vegetariano convencido y su bicicleta es el mejor coche del mundo. La verdad, paciencia y aplomo profesional para una hiperactiva y una llora-historias melodramáticas. ...

Microfibra.

Cien cañones por banda ancha  te he amado, hasta te he amado cien veces, cada vez, que he pelado piel sobre cuerpo, desabrochando camisas, descosido  botones y cremalleras mudas. Te he amado con rostros angulosos, manos ramas que agrietan tierra sequía en cada inicial de calle, número de puerta hasta veces cien. Con el labio pellizcado igual que ventana mal cerrada a la cortina. Cien veces. Cien cañones. Para la simpleza cebolla, capa espada de no proferir tu nombre en talle ajeno.                                   Lluïsa Lladó .

Antenas parabucólicas.

Agua fría para la resaca de vodka lituano. Y un comprimido como erosión calcárea entre los chasquidos. Mientras a los lejos las puertas de los coches aplauden y una corriente de aire coloca el polvo minucioso en los muebles. Me gusta comer con  las manos, sentarme en el suelo, llevar el cuerpo mojado aún bajo la batista. Mirar el cosmos incompleto de cada detalle que inventas cada día la insistente  perseverancia que terminan cuando empiezan los versos.

La negación.

Cuándo dejarás  que salgan los hipopótamos de tu selva. Mudar el plumón cuervo para travestir en cisne. Para ser espora líder de pinos, y aceptar la condición que el amor sin cópula. Concibe.

Plaga

I Quién quiere vivir en un mundo donde la vida humana se mide por nacionalidades. Somos oro, con distinto peso atómico, que tasan según la chincheta que se cierne sobre nuestras cabezas en un mapa de geografía. II Nave mortaja alada de revistas con bonitos verdes, pasillos moquetas y unos ojos narcotizados, ausentes que no habrá aterrizaje. Las molduras,  el combustible en su génesis de destrucción. En las nubes sólo hay música. En el ozono los r astros sonespacios aéreos. Colocándose una manta la última que arropará sus piernas, un boteacaba de volcar , extraña turbulencia en el mar, profeta de sepulcro. Los hermanos miran hacia el otro lado. Los descendientes lideran cadenas de audiencia. En un vuelo que cruza campo de minas celestes, hay 180 asientos, que son cunas muertas de 180 niños palestinos.                                           ...

Parada cardiaca.

I Entró en ese garaje  que olía a humedad con trampas en sus esquinas.   II En un puesto de neveras y lavadoras, impacientes como la adolescente  en su primer baile, deseosas de ser acariciadas. Algunas impolutas, otras con la chapa abollada de algún trance, pegatinas mal limpiadas y un cajetín que sacaba su lengua con descaro invitando al país de Alicia. Cuantas historias de lava-dos y vientres que cobijaron meriendas y tartas de aniversarios. Vidas. Con frío y corriente. Con sus cordones umbilicales como colas de gatos aguardando la resurrección por un enchufe. Recorría sus rincones. Junto a un dependiente de brazos equis expectante que no asomaran las ratas. Sin flores. A veces me gusta  visitar el cementerio.

Sin marca.

Aquí cuadrada inmóvil de peso muerto, esmalte blanco en mis uñas, lacada boca embudo, boca oboe, orificio abocado compuerta, abierto parpado al mundo aguardo tu regreso. En menesteres de amor y electrodomésticos sólo la ropa sucia es lo que puede merecer  el ano conducto,  biombo borracho, cabo a boca, el estado vegetativo de ser en tu vida una lavadora.                              Lluïsa Lladó.

Filosofía avinagrada.

En este mundo comer un yogur supone un nuevo reto mental, levantas la tapa  y en vez de la fuente de calcio te encuentras unos juegos interactivos, cien códigos de barras y un cupón descuento, los huesos no se enriquecen y encima sales escopeteada a buscar la página por si te ha tocado un gorila hinchable. En este mundo ficticio donde sólo vivimos en la página cara libro de cada uno, como si de un pensamiento cerebral se tratase, existimos en la red virtual de cada ser semejante a las estructuras del seso, es decir, te pienso existes, me comunico existes. Menos mal, que en la época del descubrimiento, o mejor diría, matanza indígena, siendo los primeros exterminadores del world, no había estos medios, pues, lo hubiese tenido muy difícil por mucho huevo que sacara  el hispano-ítalo-portugués. Es la época del estímulo nuez, de un modo nuevo de consumir el tiempo, no percibimos la celeridad del progreso que acorta la vida d...