Sin título.
No entiende de etimologías sólo de paraguas abiertos en días de lluvia, que la echaron como si fuese una epidemia maldita, una leprosa de vendas con los brazos-encabestrillos a sus propios pulmones, y como un saco de sal, la lanzaron a la deriva a un bote, destino La vida veneciana. Y mientras repudiada se alejaba de su firmamento los ojos impasibles no lloraron ni una lágrima, ya se encargaría de ello, el páncreas y las vísceras que bailan antiguos, sortilegios de una esperanza que aniquila con pinchos. Pobre erizo relegado al idioma de ultratumba, a hablar a través de un grueso muro sabiendo donde moran nuestros restos, esta forma de poderle tocarle sin manos, el correccional impuesto a la impiedad que procesó usted a su persona de Antígona reflejo. He de decir en este ostracismo impuesto por usted en esa corrompida magnificencia siendo más que un fantasma que chirría sola con su cadena, que le ruego que no se rinda. Que amarre el bisturí y zanje las páginas. La...