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Mostrando entradas de marzo, 2016

Bitácora mallorquina.

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Vuelan faisanes a contracorriente  observando en cola de rata que vuelan las ánades hacia tierra adentro. Chaperos lucen en celo gaviota sus torneados músculos y en la andadura esquivo un oleaje carnívoro que come imágenes y empiezo a caminar a la paralela al contorno en eco de germanos de California y un azul tan intenso que mi sangre es Mediterráneo. Ando por guetos alejados de catálogos inmobiliarios y entre los sones  y el timbal se revienta todo en chinos que con ojos mirando al ramiro sorben el cigarro en reyerta de aguas sucias. Me gusta esa vida, la decadencia de un casco urbano sin retorno, las esquinas coloreadas en mestizaje y venas haciendo planeta. Y en este envoltorio de anuncio de desodorante pienso que harás en este instante al otro lado de la naranja; mientras mi reflejo se confunde en todos los escaparates que me vieron hace décadas y salen a nubes a tropel en un archivo, con filamentos de cobre porque no dejo de pensar ...

La última llamada antes del enésimo bloqueo.

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I No entiendo el lenguaje del unicornio ni las aceras con deformidades. Llegando a la conclusión del embalse con palabras que  atragantan y que desbordadas necesitan de la compuerta para entender que realmente pasó entre nosotros. II Quisiera dialogar como el cirujano a su enfermera en el minuto antes: tic, tac, tic, tic, tac, de una operación a corazón abierto. He escuchado al cisne, e incluso he buscado códigos de barras entre el oleaje del Mediterráneo. Metida en un avión he preguntado a los cirros y algo mareada he estado a punto de vomitar tu nombre, para ver, si desde a 10.000 metros de altitud lograbas escucharme para dar una respuesta a una retórica que florece horquillas, chinchetas, clip y tapones de boli dentro de mi poetalitis renal. A la deriva en un spray, con una medusa-balsa y tres felinos, olvidando lo que significa el compromiso de los girasoles girando su nuca hacia la sombra. III Un sismo atravesó la madrugada, elucubrando que...

Perversa en verso.

No consigo dormir. Tengo una mujer atravesada entre los párpados. Si pudiera, le diría que se vaya; pero tengo una mujer atravesada en la garganta.                                                                                    Eduardo Galeano. Galeano decía que entre la garganta y su boca, entre la córnea y las cataratas cerebrales existía la vara lírica del nombre de dos mujeres, siempre, en presa hacia el embalse de un estómago que pasaba la hambruna de un lío espiritual  que nunca llegaba al destino que no es otro que el alma, un estómago en toda regla y bastidor. Sabe que mi mente anda algo confusa y que más que tratos digestivos la denominación común, en doblez y carta, más que alimento perdura en almohada y colcha. Tengo dos hombres en mi ca...

La certera despedida.

La ciudad caldeada abre al verano su entrepierna y guarecida bajo la luz del prisma, si en algún momento usted ha pensado en fuga le diré con franqueza que no se ha equivocado. La huida fue planeada con benevolencia agraria y la maleta como una olla a presión con la compra de un pasaje a contracorriente de las armas más coléricas. Le abandoné roto en tu santidad sectaria; mientras corría hacia la estación observando el reflejo en las puertas automáticas de su semblante de hombre ahorcado en un lladoner. Le estaba abandonando y usted lo sabía, no podía seguir en ese intento frustrado y le prometo que no fue por su karma, aunque he de decir que ese espíritu de posesión que se entramaba me producía la urticaria más espantosa. Y si se pregunta si pienso en su persona desde la distancia de las gárgolas le diré que sí. Pero, ahora, no estoy para fiestas ni relicarios.

El alma de la robótica.

Uno no elige el país donde ha sido fabricado ni siquiera las huellas de los dedos, esa voz melódica o el embudo auditivo. Tampoco la familia u horda, individuo o sujeta donde acabarás siendo una copia barata de su vida. Así que ahora asumo mi destino cruel después de ser revendido en una transición digna de un circense, donde fui a parar en manos de la mujer exterminadora, una troyana de móviles que nunca fue tierno conmigo, que me soltaba dentro de su bolso sin miramiento, dejando que mi teclado temeroso observara la misma oscuridad de vivir dentro de la barriga de una ballena. La primera rotura de pantalla fue mi primer hueso quebrado, hasta que de la tibia digital la rótula fue la siguiente área maltratada. Esa mujer pensaba que era una pelota estallando contra el suelo por la negligencia de sus despistes. Ahora, que mi cadáver nota la batería como se despega de la espalda y la tarjeta SIM me dejó sin nombre, sin fotos, sin pasado. En silencio, removi...

Anuncio de televisión.

Estampa paradisiaca con niños correteando vestidos con camisas de trozos de cielo a juego con los calcetines. Un balón con la imagen ralentizada y del hueco de una persiana la melodía de Notthing Hill. Ellos, beben de tazas impolutas mientras los meñiques catalejos apuntan al ombligo de la luna. Tus ojos del color de la aguamarina y mi boca sin carmín; la caricia caracol junto a los gorriones jugando al corro de las patatas. No entiendes, amor, que yo no pertenezco a este mundo, que soy un fantasma que aún respira, que cuando la tierra brama en mi hígado la negrura gana su tiranía, que no puedo tener una vida común de procesionaria hilando pinos. No puedo ser feliz nunca. A ratos, a instantes de telescopio. Pero, mi pasado  y un hombre llenan de tinta la mirada en este cangrejo que me está despedazando. Antes hubiese sido cruel, ahora pertenezco al lado de la claridad absoluta y no te voy a engañar que esté a tu lado hoy no implica un mañana. II ...

La frase degollada.

Tengo la fuerza exacta de la presión de un ácaro y la caminata esquivando señoras, que llegaron tarde a la peluquería con el tinte  a medio hacer en un horno. Ellas, acicaladas esconden las entradas bajo sombreros de paja entre radiadores  que pronto emigrarán a los sótanos. Como decir, que preciso el barbecho y aventurar escaleras en un suicidio íntimo de naipes que llueven en el hueco de los ascensores. He envejecido cien años y una soledad de plástico cuando al izar el flequillo observo la ola blanca, espumosa y deslumbrante, del cano color de mis antepasadas. Con él, se han secado las amapolas. Los pechos menguan en una pera de tienda mirando al sol sin clientes. Esperma en paredes, y manos culebras engendrando el deseo, en esta casa de grietas con un corazón que gotea a cada instante el gato agujero de ir pedigüeña como una palabra que no tiene sexo y se queda muda delante de la puerta de los retretes orinando a cada instante caricias al a...

Fusión nuclear de la amapola.

Sé en esta hora acordada de luz y sombra en que he jerarquizado tu soledad en esquirla. Y te he mirado a los ojos para que naufragaras dentro de la arista papel. Me recogiste del abandono hablándome en silencio: - Me vuelves, loco, loco, loco loco faro, faro azul, firmamento, brillante de la luz de la esperanza, la hoguera, mi visión, la geisha favorita, la noche más estrellada de faros de coche. II Me levanté con los brazos en alto, para revolucionar tu dormitorio y exclamé: -Pintaré de tréboles tu colcha porque eres una flor que quiere que sus hojas paran, y lancemos los libros al suelo, y no temas cuando rompa tu cama estirando las sábanas,  abriendo las puertas del armario. II Corriendo fue a la cocina, y abrió la nevera para coger un brick de leche descremada. -Cierra los ojos, por favor, abre la boca como si fueras a robar el color al aire. Y tú que siempre haces lo que yo te ordeno, te desligaste de todas tus navajas, y empecé a chor...

Autopsia.

Despertar abierta en canal por el pico pájaro, con las vísceras como alga pulular dentro de un acuario. Con todo expuesto a la descomposición orgánica me he trastocado en bosque y mi sangre fontanal en regatas de verde y gelatina. Con una brecha de cuchillo a la luz de la mañana dando de comer con mi propia carne a los gorriones, con los insectos olfateando las gardenias y las arañas sin sus espinas. Vergel humano. Esta mañana observé mi propia muerte. Y era bosque.

Et lux in tenebris Lucet.

En un mundo que se va a la mierda en un mundo que acontece, con la mayor desdicha de la baquelita formando círculo de iris. Cómo puede abrazar un árbol a otro árbol en jornadas trasladadas a una preposición, cohetes artificiales volando sobre la coronilla y basura espacial decorando los sueños de los niños. En un mundo que se va que se va y no volverá jamás de su viaje. En prensado metal de vidas que no son vidas, que en absoluta demencia la ruleta de la probabilidad absorta en polluelos de picos más grandes que sus cabezas reclamando el derecho de la manifestación. Grillos fritos, mariquitas con topos de alfileres, cada hueso en punta, y el carcinoma de mi piel devorando poema a base del hielo más ardiente del averno. En un mundo  que se va la mierda, donde un metro en cualquier instante embalsama cuerpos sarcófagos en un mundo que se va a la mierda aquí descoordinada  en matemática con la consciencia sin narcotizar de padecer el requiebro, ...

Torturalmabestiaria

En bandada con la notoriedad de la renuncia y los gatos desperezándose encima de mi cama con su rugido interno decorando con canciones felinas una tristeza que lleva traje de domingo. En una carrera veloz donde la torre de Himalaya convertida, a base de plancha de días sin contacto, en una meseta de trozos fotográficos. No hay momento que no piense en ti, sobre todo después de que no haya en este país más luna que el culo metálico de una olla, y la caricia negra de pelo  de animales que son mejores que algunas personas. Me gustaría dibujar con esta salsa de tomate paisajes de Marte lejano donde tú y yo llegásemos a un entendimiento, mientras la gotera del silencio cae vertical, en una lamparilla y cinco libros que quieres ser amados. No entiendo tu desprecio, si hice lo que me habías prometido, tú no me amabas más que como amiga y era una tortura de veladuras en tronos de cera escuchar la retórica continua de que me fuera con otro hombre. Y por una vez t...

La conjuntiva y su lente de contacto.

Todos nacemos con un secreto en la epidermis, subterránea anaconda que ya hará lo posible por encontrar el camino. En la cocina, allí, un mosquito con la sangre de Marlon Brando volaba a tres respiraciones y en una arrebato, el extractor engullió el mantel junto a la rabia que lanzó por los aires tazas y otros usos de mesa. Has clavado el tablero en la pared de azulejos y me has obligado ante su crucifixión a decidir. "Tienes treinta segundos para ser de la piezas negras o blancas" Aún no te he dicho que marcho, que se hace difícil con tanta estaca poder ser de algún sitio; tengo un demonio que me observa desde su patíbulo y un mosquito saciado que nos mira de reojo, el punto más cálido para aterrizar su hambre. Cómo decir que eres bello, hermoso, en tu mortificación insurrecta, seré para ti un talismán y comerás de mis besos las palabras ocultas dentro de los azucareros. La tele no funciona, y el suelo es una mina de cristal, no me hagas es...

Predestinación.

El monzón hacía que diluviara con frecuencia y cerca del pequeño café en ese lugar tan estrambótico, ella, salía cobijándose con los aleros de los edificios que se aguantaban más por orgullo que por su fortaleza. Allí estaba él, el hombre del pañuelo, con la fe que ella  un día compartiría un trozo de paraguas; observando desde la luna y que amablemente le abría la puerta. No era una mujer accesible, más bien estirada, tosca y esquiva, pero, el hombre del pañuelo, con la paciencia del cerezo, la saludaba con pleitesía y le traía té caliente para aliviar el temblor de noche que a veces habita dentro de los cuerpos. Un día, ella accedió a que él la acompañara bajo su parasol de lunares, e iniciaron conversaciones que se dilataron en el tiempo la largura de una rama con el número exacto de treinta y cinco frutos Frutos dulces como los primeros besos y una invitación a una cena que iba a consistir  desde ese instante a compartir el manjar del mismo plato. ...

La paradoja.

Poema: Roca. Roca. Roca. Roca. Ola, ola, ola, ola, ola, ola, ola, ola = mar. Roca, roca, roca, roca= acantilado. Roca, ola, roca, ola, ola, ola. No subestimes la fragilidad del agua. Oye roca, me oye. Que ola a ola, ola a ola. La erosión mella su fortaleza. Tú, titán, coloso, torre y gruta. Y yodo, sal.

Rayi.

En estas ruinas una descubre que no escribe como antes, antes de la nada  de la res ida  por la hiedra. ¿Cómo voy a escribir igual? Si de la dos fuentes el agua siempre será distinta, si la mano izquierda toma el útil y las gotas al caer del cielo pierden su identidad para ser la lluvia. No soy yo, la que suscribo, son ellos que con su fuerza de Perseidas hacen centrífuga la energía de una luz que dentro de una caja de zapatos es como un sol para un ejército de hormigas. He escrito, en pasión profana, en cripta de cuerpo que salvajes se aprisionaron igual que niños que andan con los pies descalzos,  después de probar la carne y perder la corona una lampara  y su cola el televisor de 2314 pulgadas. ¿Se puede sentir igual cuando conoces otras tierras y el virus de la gen-calidad te atrapa en jerarquía homicida? Le quise tanto, que ahora  ya no me queda más que un borrón  y una cuenta nueva.

Cuentos sin perdices.1

La noche cerrada por defunción y una linterna ilumina su rostro: -¿Qué hace usted a estas horas? Llevaba Evelyn cavando una zanja, un foso de tres horas y 40 segundos, con la distancia del sexo cuando habita en otro continente de la cabeza. Con los nudillos abiertos en bocas y el cuerpo en un sudor seco, la comisura espuma y los ojos salpicados de tierra cómo una lombriz dentro de la vocal "u". - Estoy enterrando a muertos que "lapizaron" a otras voces, el genoma literario de tantas vergüenzas expuestas y exprimidas como pechos naranjas. Muerte a los clásicos, a tanto Ulises-hipster. Muerte a Gustavo Adolfo, a Willian. A los instigadores de tragicomedias, y a las novelas de masas. El sepulturero, se quedó boquiabierto, y le expresó benevolencia por emular su noble cometido. -Muerte a Dante. -Muerte a Platón.  Porque la guerra siempre la narra el vencido y en la oscuridad del combate el músculo del enemigo es rasurado. ¿Quién ti...

El Blog de Xavivi | Javier García Martínez: Poema de Lluïsa Lladó

El Blog de Xavivi | Javier García Martínez: Poema de Lluïsa Lladó

Sin título.

Té negro y unas pastas has preparado con la parsimonia de un inglés ido en ese ritual de cinco de la tarde, sin azúcar, sólo la miel en cuchara que no se despega, despedirte de la noche con el sueño, no es suficiente  fe porosa de la bolsa y su brazo hilo que cie- rran en sincronía el pozo de un tazón de mediodía; eso y lo otro, quién sabe, novios de tisanas y dolor de costilla se conjugan en el caldo hacedor de quitapenas con valeriana.

La lluvia que moja el poema sin título.

Llueve, lllllllllll. Y olvidé recoger la ropa del tendedero. Ella empapada sin Roma guarece en este temblor interno, del olor de la muerte quemada en un ambientador fino que emana de entre el espectáculo, sin amor, las costillas con prisión de Croacia, la estepa de un corazón seco fruto por falta de respuestas. Llueve, llllllllll. Y no puedo olvidarte a pesar de esta lacra que se fosiliza en una ninfa que echará a volar contra la bombilla. Cómo explicar lo que te echo de menos, las prerrogativas, el edicto de los pasillos blancos de esta casa a un vacío de luna. Tiemblo. Y con la lluvia que resbala por el rodapié del edificio busco un por qué a esta limpieza de risas, abrazos, pizza mal cortada y meriendas calóricas. Seguro que sobre tu lecho trono te mofarás que esta lluvia me inunda por dentro con el abandono que copa las branquias. Por qué fuiste y no hubo el entendimiento de que yo no te quería hacer daño. ¿Dónde estás?

Testimonios y reflexión.

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Esta semana han sucedido actos entrelazados con motivo del día de la mujer, de los cuales he sido partícipe en algunos de ellos, haciendo que esta semana mis viajes a Valencia, fuesen muy habituales. La verdad, en cuanto a derechos, hemos avanzado poco, observando impotente una participación mayoritaria de mujeres, cuando estos actos pretenden ser voces de personas, porque antes que una parte, me siento ser humano. Siempre es un honor ser requerida para que mis poemas de tiritera vayan de un lado a otro, en nómada constancia y testimonio de pasajes algunos en carne con sal y otros más oníricos. En un país que en este momento con la población viviendo sitiada en una aletargamiento, que no es de un determinado sexo, sino de estamentos que pertenecen a diferentes pilares tan importantes como la sanidad, la educación, y el trabajo que mueven la economía de cualquier país. Tal vez Europa ya ha entrado en una fase de decadencia, que EEUU mira desde la lejanía con nostalgia porque nuestra hi...

Sin título.

Como delfines en el mar surcan las caricias de todo aquello que formó parte de nosotros mismos encapsuladores del momento como delfines en el mar la risa de medio lado el ojo tuerto al olvido el abrazo herradura y en canto las tripas como delfines en el mar recortando noticias en el periódico de las pieles que mudan en metamorfosis cutánea, el beso, el adiós como delfines en el mar. Así emerge de entre las olas las voces de los que ya no están

Hojas.

Las pirámides en rectángulo aguardando la primavera ortopédica con ramilletes, exportación del container, con la armadura, en dispuesta cala que en vez del agua beberá su córtex del fuego. Viendo una hoja una hoja callada entre el ca y el mino. Las trompetas de Jericó obstruidas por la lascivia, y en reunión protocolaria más hojas que no son hojas sino árboles aún articulados con vida. Hojas que como frutos gesticulan en danza r+espiratoria. Una hoja en la ve y la reda. Y metida en una liturgia el carmín olvidado en el pañuelo en la soleada nave industrial con ejercicio gris, y la aflicción entre la carre y la tera con ganas de sentir el abrazo acacia. Y caduca la hojarasca de no entender del bosque ni el lenguaje de los pájaros ni el silencio entre tú y yo. En esta muerta mañana de domingo.

Ohana, lluna, sol i estel.

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Querida Mamá: En Cincinnati no hay radios, como de niña explicaban en la escuela, y los hombres van todos vestidos de verde, en revuelta militar de los sentimientos.  Pronto se acontecerá tu cumpleaños, dentro de unos lunas, de veladas fotografías en la primavera constante, y estoy preparando mi maleta de piel de libro, páginas pestañas y ese cordel rojo para evitar el extravío del número que nunca he sabido bien el nombre. Vengo de visita con las manos siendo campos de mariquitas, mis pómulos más pecosos que nunca y el agradecimiento de que engendraste a una guerrera porque en la carta astral de mi nacimiento eran evidentes las hogueras de todos mis fracasos, guerras evolutivas, en los que siempre he salido cisne, platea espectadora en hebras de tallo en paz , sobre todo cuando camino por la calle y sé que en esta vía de cuadrículas actué bajo una lluvia de puñales y quién se ha atrevido a juzgarme, le he perdonado, pues, mamá, me enseñaste  aplicar el perdón como la asi...

La-vandera blanca.

He aprendido hablar contigo con intermediarios, a leer las persianas en la medida de la actividad consexualizada. Esperando el relieve de los corazones de las manzanas al galope de las cebras, un trino. Y ahora que sigue el infantil istmo, la letrina pretendiendo ser alfabeto en comedores con nombre de granja, en la casa de los sacos a cosa fals-illa. Antes de que cambie la hora de tu móvil, y tu cuerpo experimente unas décimas de fiebre en piscina olímpica con la vacuna. Sería oportuno un día largo entre y es-pad-astros. No creéis? Por los besos no dados, Porque del juego el s.a.-ver perder parece fácil. Mientras en la pared  rebosan corazones hasta-dos igual que ciervos en taxidermia, con los ojos pozos de la ingratitud superlativa y proporcional a su aparato.

Día de la mujer. 8/3.

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En esta jornada ha sido un honor inmesurable poder compartir una experiencia performance, donde los pintores han pintado sus lienzos inspirados en poetas o poemas de índole social. Mi compañera de bitácora ha sido la excepcional Ana Vernia, con un estilo vitalista y con una semiótica que me ha enamorado el alma, la verdad ha sido una gran acción conjunta, promovida por Diputación de Castellón. Y luego otra alegría es figurar en la lista magistral de los 34 años de la Editorial Torremozas que sinceramente considero una de las más pioneras y  fuertes en cuanto a la edición femenina, sin olvidar a Luz María Faro, una emprendedora, poeta y mujer admirable de lucha sin fronteras para dar a conocer la obra de la mujer.

Bitácora de Málaga. La pensión.

En este recóndito lugar  el aroma de jabón de marsella teletransporta a una lavandería de la palabra. De lejos la abubilla golpea la sien, con el tamborilero en una competición  his-tórica de malabares preparatorios  para la semana santa. El ciprés envuelve, qué curioso, este árbol cónico que dispara al cielo bolas que cerebrales llueven igual que un llorado fantasma de lo que una vez te quise por jamás.

La evidencia antes del despegue. (Bitácora de Málaga)

Ahora que las luces de la ciudad se vuelven estrellas. Volar, volar. Ante las mariposas que emigran del norte de África y nadan en el  licor amarindo de los burdeles. En el tiempo preparada, en que tú no me creías, dejé yo la mondadura atrás. Con los labios grosellas, pero tú, no me creías. Ahora el abandono transcurre en una azafata nerviosa con varices escondidas, en la bandeja horizonte con un vaso por sol, y las ganas de un reencuentro para la verdad decir. La verdad, la verdad volar vuela y ha sido cruzando la terminal de Manises con su pantalón de niño orinado. Y todos mirando la mentira de que no sucedía nada.

No fingía, me gustaste de verdad.

Cien mujeres han presidido la bendecida absolución con el agua de los tréboles. Indultada del garrote y limpia de las pinturas belicosas, obligaron a romper de las palmeras las vainas. Y del yelmo desprovista, abrieron mis puños, a la esperanza junto el abrazo liberador de la más sabia que acarició mi barbilla por dos veces en rotación de astro y luna. Todas al pié de mi cama cantaron el ala, de batista para mi envuelta gusano revuelto que hurga mis pies desprovistos de la venda del leproso; ellas susurraron al oído que era la hora de abandonar al enemigo, ese que espía a través del espejo. Y que en paz con mis demonios fuera detrás del monte con la única arma del amor. Entre gasas cogida de tu mano de dragón rojo.

Síndrome de los doce monos.

Entre las tiritonas y la fiebre observarán los faisanes, vestidos de blanco, inyectando Valium. La camisa abrigará el desconsuelo de tachar con clavos todas las palabras; las muñecas y los tobillos ahorcados por las correas en cruz evitando la desintegración del alma guiada al espiritual afecto del vinagre sobre la mesa. del olvido que no desea el cuerpo. Luego las tuercas más feroces y un ojo albo como boca de zorro, con las comadrejas de la apariencia en la amigable desintoxicación. Las manos temblarán menos y pronto podré salir al jardín bajo la estricta mirada del cielo. Síndrome de abstinencia, religión atea de la química humana para beber de una cucharilla dos gotas y media de poema y levantar el peso al cabo de tres meses, cien lunares y un sol. El vómito de un nombre dentro de un inodoro.