Hierbas de San Juan
El corazón precisa de un cortacallos diestro para mondar aquello que enjambre duele, el legado visto a la intemperie de los órganos. Cuando la tarde se viste nupcial de nubes y el ocaso flagela su luz contra el cristal de la ventana. Esta angustia de hipérico, ronda de espuma que no amortigua este lastre de días. Casi un año, y mis alas se han atrofiado de ramajes. Este deseo de volver al mundo como un ciego que recupera el mar dentro de sus ojos. La nostalgia se queda chica. Y la melancolía de uno no vale si la padecen muchos por las causas ajenas de los vientos, Y dejan el corazón expuesto. Como una pinza solitaria en el alambre.