Borrascas
La primera nevada ha llegado a Cracovia. Pájaros blancos del cielo que caen en la procesión albina, de cubrir las plazas y los tabiques somnolientos en un adjetivo nevado. Esta ciudad que llama al espíritu, que "copo" se desploma con la melancolía de un niño huérfano frente a la primera vez de un abrazo amigo. Los pasos de correas que me empujan a este precipicio sin medida de contener esta hoguera capaz de incendiar a la ciudad polaca. Soy yo, aquella que cruza la acera y divisa la disparidad de las dos torres. Sí, esta mujer que se parece a mí y no lo es, y guarda sus frías manos dentro de una capa mullida de lanas. Yo la quisiera detener y enseñar la noche que se detiene en el momento exacto que nívea la palabra se derrite en mi lengua cuando pronuncio tu nombre. Marcho, sí, en la soledad del que cruza un pasado, ante la piedra de estos muros que beben el líquido de las nubes. No veas mi rostro. Sólo sígueme hasta el hilo...