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Mostrando entradas de mayo, 2015

Descuidada procedencia.

Siempre conversaba de nuestra amistad como el nudo más fuerte del prefijo "des". Pero, yo no entendía, aunque ambos hablásemos con la misma lengua, que no pudiera escribir en el muro de su casa. Inexplicable el no tener fotos en público, ni muestras de cariño fraternal en entornos comunes. Y sin embargo, él hablaba impertérrito de la amistad, como si de un gran velero se tratase. Somos amigos. Y en mi perplejidad de carpa metida en una bo lsa, de lagarta metida en una bo tella. Saqué la conclusión navideña. Qué era su regalo. De esos que se llaman del amigo invisible.

La ruptura.

Cuando un hombre te niega la boca, una es baja mar retrocedida  dejando al desnudo un par de botellas que fueron mejor besadas. Salen al descubierto los escombros historiadores de la vida urbana, entre plásticos peces muertos. Una, entonces, se calla  el beso  y comienza a vomitar la brea.

La miga de pan.

Él se quedaba la nómina. Todo lo que ganaba ella. Porque una mujer no sabe administrar el dinero. Cómo una mujer, va a organizar las cuentas. En qué cabeza cabe que alguien con útero  pudiera controlar el ahorro y los gastos. Mujer, tú y las matemáticas no sois amigas. Yo soy el samaritano contable. Recuerda que el primer ladrillo fue una prima en economía sumergida. Y la mujer muda empezó la reconstrucción de una puerta en una casa sin ventanas.

Punto de mira, punto de partida.

Cuando llegaba el pantano me comía toda, era la viscosidad hecha pensamiento, me absorbía en su gelatina de hígado regurgitado; y ya no podía reaccionar. Abandonada a su limo, que rasuraba mis cables con la conexión  de la bala hipotálamo al chasquido de los dedos. Inquieta. O paralizada. Rampa. O pendiente. Sacaba mi Avtomat Kalashnikova y emprendía despedidas sin compasión,  hasta que en mi corazón no hubiese un familiar, una amistad, una casa, un recuerdo, un regalo de cumpleaños, un pañuelo, una mullida cama, muleta, cisne de goma, coooooooooo ooooooooooo ooooooooooo ooooooooooo ooooooooooo ooooooooooo ooooooooooo ooooooooooo ooooooooooo ooooooooooo oooooooooon vida.

Vellosidades.

Entre coles y espinacas, he decidido ser una patata tránsfuga. Dejar mi redondez en remojo con sus insectos y sus yemas,  la anatomía  de la piel rugosa y las quemaduras solares con los pies al amparo dejando un vello verde  por curiosos huéspedes, de tentáculos abiertos nacidos por el talón, la pantorrilla, debajo de la axila lentamente cefalópodo hacia la tierra la tierra y la patata, me hundo dentro saco las raíces malvas entre gavilla y restos epiteliales  de todos mis amantes Patata avanza, patata entierra, saca gajo, amarillea, crece en tu ambigüedad de níspero, sosa busca la sal de la roca, curva y análoga de trinchera. Pa ta ta. Lejos del aire y del mar, cerca de la arcilla, cada vez más sedentaria pa ta ta.

El nombre de lo inexplicable.

Sé del susurro del chopo de pieles de anacondas colgantes. La Babilonia criptograma de cada uno de los envases abiertos, las rebanadas con gotas, los grifos resfriados, los termos obesos, la serenidad de las baldosas que espejan cada uno de los abismos, al sentir escollo en medio de las celebraciones. El aguardar la visita del muerto con un serrucho de fotogramas martilleando toda una ebanistería de enseres. El chillido sin boca, los pasillos bajo puentes de erizos, la mano levantada y las rodillas al suelo. Sé cual es, el vaivén de los árboles que conducen al infierno, el piso que tiene las habitaciones triangulares, el aseo sin cortina y los puños sobre las mesas. Sé de su viento, nace del latido de la costilla de mi tórax con que hicieron tu cuerpo. No soy de lodo, soy de estrella y estaba al otro lado de la cúpula, pues, yo también fui una escuadra doblegada bajo las sábanas esperando, que el miedo se fuera con ...

Morrofanky

Cuando llegaron a casa eran refugiados de guerra, habitaban en la bodega de un buque, y para ellos significó, la luz, el caos. Deambulaban con la paranoia sobre los muebles, topando con ceniceros, portaretratos y pequeñas piezas de mi vida de gitana. No sé quién tenía más pavor, si ellos en su trío conjuntado, o, yo que asumía la responsabilidad de que el ser dependiera de mi voluntad de ex asesina. La ansiedad era el vómito, el maullido interno cerca de paredes estomacales, era la duda de si el viaje a la primavera conducía hacia el patíbulo. Añoraban su nido, la mano que los alimentó, la caricia del verdugo, y llena de topos me convertí con  el tiempo, en otra gata negra. Ahora la tristeza me sufraga, y con mi cola brazo espanto las moscas pensamientos, subiendo encima de la librería en vigilias nocturnas con la luna por crêpe. Ellos ya no padecen, son hojas de árbol y yo la veta escrita de su olvido prolija deformación de maullar hasta el c...

La pesada y el egoísta.

I El agua  ha cubierto la piel del jueves que prendió a viernes. Llevando la tregua de un régimen estricto. Para qué saciar a la poderosa Afrodita. Para qué encender un cigarro frente al hombre de la traqueotomía tras la moneda de plata. II Si solo desea el favor, sepa que las lanas las tricoto en bufanda sin retorno otoñal. Odio pertenecer al club del aro vagina. Soy libre, suelte amarras y déjeme flotar sin rumbo en mi feliz bañera.

Naïf.

¿Qué es el amor? ¿Dónde está? Habita en el zoo de Barcelona, lleva guantes y acaba de lanzar sardinas a las focas.

Trapos sucios.

Yonqui, sí, parezco una enferma patética a tus corresponsales. Domar a una mujer, como yo, no era fácil; y aún estando lejos el techo que nos cobijará  será el mismo, La cuestión, cambiar de planeta.

Playa del Grau.

4 patos ven mis ojos; son los tres buques con cuerpos granates y las cabezas blancas nucleares. Los chicos juegan al ba ló( s)n naranja, y plácida la jauría colocan sus muelles sobre la arena. Una chancla ha volcado, y observo  sus ranuras enseñando su vientre caminata. Y 4 patos, y un silencio morado. Las fresas que navegan dentro de mi estómago y el viento mueve azul el paisaje de las grullas metálicas  de una papiroflexia eléctrica. ¡Cuántos colores me rodean! Todos ellos a juego de la soledad.

El cementerio de elefantes.

Si quiere ya puede retirar la montura de mi espalda. Soltar la rienda de mi lomo. Quitar la venda de mi vista. Si quiere ya, déjeme galopar con mis muertos que viajarán a una ciudad que aún no ha amanecido con mi sombra.

De profesión ninja.

Ser guerrero es un oficio muy duro. Las manos son artesanas para achicar todo el agua que se avecina. Cuando el cuervo pía en la repisa de mi ventana. Ya no hay amor que calme, que,  claudi-que, ancle.

Dátil o hueso, esa es la cuestión.

I Acaso no ve, que soy pájaro. II Si fuese náufrago en una isla no viviría mirando al cielo. Ni con resignada paciencia al horizonte marino. Cavaría túneles hasta encontrar un continente nuevo. Construiría una balsa con los huesos de mis antepasados. No, no estaría. esperando a la muerte sentada.

Acuba.

La hechicera Lucrecia, con su puro en mano, lanzó los huesos de pollo encima de la arena. Y le relató a la mujer luna: -Bucanera de sus designios, ese hombre de báculo pitón, y gesto de zahorí. Te llevará a la muerte. Lo he visto escrito en la danza ósea crepuscular. Lo sé mama Lucrecia, cada día lo leo a través de mi piel.

Thorniquete (II)

¿Dónde irán los poemas que llevan mi pomada? A horcajadas de otros pubis. Huelo a ti. A los pétalos de rosa machacados por el mortero con el mercurio del encantador de objetivos, zoom agazapado y el píxel de los ojos.

ArrebaThor (I)

A qué feligresa me has iluminado, y tornado playa, la espuma  blanca de saliva del seminal ungüento prodigio de los dioses. No sé a que orden pertenezco. En los bolsillos, las letras sin correa caen y escriben en cada peldaño: Y o t e a m o Subiendo la escalera a tu nido, la hiedra se aprieta en tallos a la bocacalle de nuestros arrecifes. Tal vez ante tu espada, vencida camine por la plancha a un océano de peces motosierra y tiburones sin dentadura. ¿Dónde mora el colmillo? ¿De qué cuello, la marea sacerdotisa de tu templo? Líder de autonómicas formas de caderas, muslos y lenguas sin referéndum; destronando cada uno de los orificios terrestres, acuáticos y del cielo. ¿Qué quieres de mi sacrificio, de ronda de noche como serena, para acabar desnuda bajo la fuga tractor del trueno? ¿Dónde acaba la guerra del sexo contra el sexo? Marejada de oceanográficos orinados por ballenas, museos acorde a las bailarinas sin piernas. Cómo yo te amo, po...

Out

En un taburete una es la pata invertida hacia el techo, de no saber ánade quién o qué es lo que está aposentado, si el cuerpo atrípedo o la espera vestida de silla. Ser un galgo famélico, las ratas recién nacidas en una cloaca persa, el gusano gangrenado entre el pico. Un mueble. Esperando el ácaro y la suavidad de la microfibra. Dos vidas. Cabalgada en medio de un salón, mientras se oye la tormenta de las crías que esperan la madre cucaracha naturaleza muerta por la escoba verde. Tengo ganas de correr, lejos agórica despelucada atravesando paredes y chillar rompiendo la torre: pero, la marea viste de tiempo franela, y será alcanzada en mi espera por los barrizales.

Música por favor.

Eh tú, que miras a ras, sí, tú, que bostezas al oleaje poema que si minorías y no entendemos. Ven a mi rap, soy carpe roja, diem poética star, levanta los brazos, vamos a ser ola, demagoga peinamos las palabras en rastras africanas, gritamos para el oprimido, sí, tú, el del traje azul, el que no te embargaron la nómina, barrigudo soy caperuza y pedaleo... y rapeo... y derrapo sobre tu carta de elecciones conjuntadas al acto, pacto y entreacto de rabo a toro, de gato con botas de látigo; rapto, eructo busco el lobo bobo, ahora toca bosque, l a la la larito, la la la larita, con mi cesta hago tantos poesía de red moza no sobrehile la metáfora; rapea rae ya, pedalea, leas o no leas  tú, el de la corbata a polka dots: Revolución, basta ya de tomadura, levadura, minas y cominos, sube a mi cadera, vamos al bosque. La la larito, la la larita , no necesito leñador y este es el rap  de la caputxeta verdugo. Una ola.

Sin título.

La obligaba a decirle "te quiero", después de convertirla en un saco de serrín para borrachos. Algo tan valioso encofrado en reflexivo y acción animal; después que los pétalos de los trozos de la carne fuesen azulados y que todos viajaran al lugar inverso de sus miradas cómplices. Era una flor de campo, metida en la ciudad de las bestias.

Colisión en cadena.

I Recuerdo la primera vez que recité en público (Villareal), un alarido de parturienta ante un foro sentado sobre cerillas. Tal vez haya logrado lo que unos no pueden, y ven la meta suspendida por un antifaz, kilómetro rodilla abajo. II Quisiera que esta quimera de tener, lo que quizá el fontanero sostiene en su llave cierre tuerca alguna de esperanza fluida. No pretendo que el Acueducto de Segovia tenga puertas, ni siquiera que nazcan árboles en los estadios olímpicos sobre sus verdes abonados. Sólo, esta incertidumbre de espirales en cuadernos, niños que lanzan aviones en papeles, campo a través de ser ellos mismos; el pasajero. Llenar la amapola y ser alada mariposa poliedro cada vez que me siento en la taza del inodoro y orino poesía. Sabes, qué es estar en medio de la autopista. Y que los coches crucen peinando el dobladillo de tu falda. Sabes, qué es esa doblez de billete de cinco euros escondido. Ser una alimaña esperando el cami...

La chica de la avenida.

A ella la divisé desde la distancia prudencial de la amargura. Cabizbaja adolescente, caminaba con un nido de arañas dentro de su boca. Con ojos semicírculos mirando los crucigramas de las aceras, tenía el temor a la izquierda  y el brazo derecho amputado. Pero yo, pitonisa, que la divisé con la distancia prudencial de la poesía. Tuve que frenar el arrebato de no pellizcar su barbilla, y detener el  desmoronamiento de ocho patas. Qué sepas que van amarte, con locura, que serás feliz con un hombre  con una ceja rota de niño. No temas, de qué sirven dos brazos si el corazón está vacío. Tú tienes  sujetado por las cuerdas tarántulas. el continente africano latiendo abrazos. Sonríe, no tengas miedo, y llora ante incapacidad de no saber perdonar

Viaje al pasado.

Las coincidencias de la vida y mi copiloto de viaje en el tren, es una pecosa de trenza, la cual, calculo unos diez años. Lleva una libreta menuda, salpicada de estrellas; con dibujos de un corazón libre (pues, no se cierra en su cima invertida); y una bici con un cuadro más grande que sus ruedas. Palabras mariposas y letras anarquistas. Me observa, la pequeña gala, y al ver, que también, dispongo de una agenda y un libro con números en sus esquinas, sonríe tímida. La prueba irrefutable, de nuestra conexión, fue con la aparición  del Principito de dentro de su mochila; mientras iba bebiendo agua y se rascaba la mejilla. Esa niña se parece a mí, en todas las constelaciones, calca cola sin gas, y tapetes de topos por los posos de los vasos de fiesta. La pequeña niña y la mujer diplodocus. Poema escrito en Sevilla.

Peluches.

La extrañeza del despertar en una habitación de fieltro; con Pinocho mirando a estribor. De recámara de años de instituto que agolpa tardes de música y muñecos con alzheimer incapaces de repetir conversaciones, los momentos en que cada uno eclosionó, para emerger en la vida peluche. Sí, es la rebelión, junto a cintas de vídeo, helechos y verbenas. Es la familia que crece; pero, en ocasiones,  vuelve la madre, en forma de amiga, combatiente Lola y me abraza con el beso maternal, y una se trasforma en relleno con dos botones por ojos y la sonrisa de lana. Poema escrito en Sevilla.

Demagogias de las mías...

Hablando a una pared sentada en una banqueta con una chaquetita y un cuenco endulzado de teka. Cojo el metro, mido paredes y preparando una sopa de letrillas y canción sin pirata, hablo sola. Hablo tenia solitaria, como el embudo que expulsa del paraíso, el agua dentro de la botella estómago, y la rellena de este poema de la química. Acaso, la consonante "h" y el número dos y la vocal "o". No es la poesía cotidiana, juntar, pegar, adherir, una conversión milagrosa. Quiero dar las gracias a mis profesores de ciencias, por educar el razonamiento de la palabra. H O   2 H O   2  2 Usted escribe fórmulas. Yo leo poesía. No se moleste, en contestar a la mujer de tricot y tisanas citronellas.                                                     Poema escrito en Sevilla.

El triángulo de las ver y mudas.

                                                      Lucha de isla,                                                       para que la bravura no me lleve                                                        a su mar muerto.                                       El hombre ola, espuma de rabia que arrastra la tabla de surf navegando rígida en busca del varadero. Un hombre con los neptunos para arrancar todos los clavos de la roda en esta ancla espina atravesando mi duodeno, m...

Personalijades.

Una vez hubo un hombre que por arreglarme en cinco minutos, dijo que era la mujer perfecta para un buen final de partido. Frases huecas que oye una, como los mensajes fotolacios, endumetrios, agoraforínculos. Tal vez mejor encender la lampara de la mesita de noche, cuando las pesadillas son estampados de mi almohada. La sabiduría descarada de que el huevo me resulta indigesto, y que la ensaladilla me recuerda a mi madre. Mi cubo de basura acaba saturado de enzimas de vasitos de helado, por mi hedonismo manifiesto a lamer y a pintarme los labios en la calle. Nadie osa a cruzar a la persona, te hacen egodiálisis, con frases como las de llevar la falda corta. O, de partenaire en un poema de improperios sexuales en contra de mi voluntad tertuliana. El personaje es una fulana con olor a canela, luego está la mujer que parió tres hijos, que duerme a la vera de lo imperdible, que ama la vida sobre todas las golondrinas marítimas. Luego la persona, después de p...

Oda Wislawa. (Me gusta, no me gusta)

No me gustan las mesas juntas en los restaurantes, donde comiendo sola, tengo el codo de una pareja en mi plato. No me gusta que no hablen, y que los tres en silencio no dejemos de mirar la pantalla del móvil. No me gusta que luego se peleen y yo escuche la retahíla de su competencia de foros en las redes sociales. No me gusta la pizza congelada. No me gusta, no, no me gusta. El agua con sabores, los tipos que se creen Jhon Vaina y con sus arcadas piernas tiran perdigones a la verdad indígena. No me gusta, y lo reitero comer sola, pero menos, acompañada de un dúo  que tiene los días contados, en antros de luxe fine que apuran el espacio y los baños son más grandes. No me gusta los perros perdidos por las carreteras, ni los gatos sin cola. Me gusta viver. Me gusta lecreer. Me gusta escribir mal o bien, pero, escribir. Me gusta esperar tu regreso, como los ciegos  que ven los colores con las manos.

Arena entre los dientes, el té.

                                                                                  Si sabes preparar el té,                                                                                  enamorarás a tu futuro marido. El té árabe, fue mi primera escuela; las beduinas llenaban mis manos de hojarasca y bajo un chorro el elixir era lavado con cada arruga de la palma. Piel con piel, luego en la tetera de albahaca la ahogaba en su foso y el pecado de la llama, la hervía. Azúcar poco y a remover la cuchara como las caderas que hacen hombre al hombre. Luego, mi mirada se ...

El norte.

Melilla, amanecía con el rezo del imán, pato migratorio de la historia. Y yo, seducida abiertamente a sus proposiciones infieles, absorbía cada una de sus aduanas. Era tan peculiar, observar el paso de los sefardíes armados de sombreros y rizos asombrados entre patillas y siete gafas de cristal montado. Que en ese entremés de cultura aprendí a bregar con el genoma.

La aceptación como liberación para hallar el camino.

Dicen que la realidad virtual tiene tres colores, y aún con el intento de desgranar desconozco cual será el sentimiento de la piel que recubre mis costillas cuando le vea; tal vez el vaso se haya evaporado y las escamas lloradas harán que el río no vuelva, o tal vez la lluvia mojará nuestras escafandras y la rutina del sólo somos amigos,  pero no pueden vivir lejos del manzano al otro peral como cada cabello de trigo, armará el mecano sin avión de rescate. La tercera  aterciopelada la guardo dentro de una bolsa de tul que lleva escrita cada una de las palabras que por obra y milagro de la imprenta leen ojos mutilados de otros labios. Para qué voy a engañar la respiración de los bronquios, y hacer ilusiones vanas. Sienta tu posadera de arco y busca la flecha de Cupido en otro bar de carretera. Que ser transparente a su corazón  ya no merece más caballitos de mar ahorcados.

El riesgo.

La soltura de cada cepillado  arrastrando mareada la pelusa  con el misterio de lo que ha nacido de la piel  y ahora prófugo alza el vuelo. Verso la muda, que no logro articular con las nubes que se reproducen como amebas de pelo de gato. De la mañana en que emprendo camino  y de regreso a la noche contaminada. Llevo larga la corbata de la abstinencia, y no me importa publicar en el B.O.E; que antes me consumía polilla quemando las brochas. Aunque la leyenda arrendataria siempre podrá más que la realidad  de la invención de las chinches. Dolió, sé que fue una crisis insoportable, el trocar toda la madeja de egoísmo púrpura a la paz interna. Ahora me falta el amor, sí, el poder darme a cucharadas, entregarme por correo postal y que me lea toda. Ahora que me quiero y no me martirizo con el hígado histérico ni coleccionando amantes en la cámara frigorífica del carnicero. Voy a ser el sello que busca tu lengua pero con la pacienc...