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Mostrando entradas de octubre, 2014

De película.

Este barlovento aún vigente, no me incordia, en absoluto, desnudos sobre la franela morada; cierro la visión y siento la brisa césped que precede de sus turgencias. Me transporta a una colina al este que le den, hasta las cumbres borrascosas, dónde el protagonista con su auto fallece en una cursiva. Cada vez que salgo por la puerta de su casa.

El sur de la brújula.

Cuando le conocí, pensé: menudo engreído, un gallo real en la consola de una hortera. Su pedantería en extremo, el puño vuelto de la muñeca y el decálogo de poesíacursidigestionespesadas ; rogando a las deidades y al camarero que fueran el coitus interruptus de tanta palabrería orquestada. Cuando le conocí. De rodillas frente a su sexo, pienso como grano de gallina en qué momento sus poemas salivaron en mi mente haciendo que las bragas volaran y estriando el corazón en un embutido que a rodajas se servirá en un cumpleaños de veinte críos en la Ronda de Mijares.

Quién eres.

En ocasiones reprimo la risa loca, cuando dramático habla de memeces, que suenan a canción de trompeta. No ve que llevo tatuado el anagrama de los yakuza, bajo escamas cutáneas. Acaso, esa pose airada de anaconda lazo, de mantis prejubilada, de circunstancias, de niña sentada en una peana; no es más, que un modismo de provincia. Y yo, ya no sé quién soy.

Contradicción.

I Puedo en un intento frustrado hacer nudos a los flecos para que en un renuncio vuelva la franela a sonreír sobre la lana. II Cómo pensar sin razonamiento el empuje de tu trono si sabes que me acurruco bajo tu brazo, seta, piedra, trébol y araña. Nunca imaginé un amor tan grande de puñados de tierra derramada entre hojas. Si tu lengua fría, si tu vientre caliente, si mi boca te llama y tu marea me expulsa. Cual es el secreto de los hemisferios, de los lunares de las mariquitas, del techo de las casas sin techo, del olor en la ropa de tu casa. Cuándo asestó la ballesta en mi cáliz y se sembraron de nombres todo tú, hombre. ¿El desconocer el peso del pétalo amarillo, la coz del asno o cuando dices que no me amas? Si en los últimos tiempos ahora que el tren se ha parado para ambos. He aprendido en la escuela de tus caricias que no deseas dañar mi estrofa y no me amas y no me amas. Si el principio de todas las estaciones, la flor, el establo y...

Ciclo.

Cuando sea abuela le contaré a mis nietos que conocí la cordillera. Qué viaje a la India, y fui elefante, y fui lago. Qué anduve por la calles de Viena y las Maldivas eran botones de islas que guardaban tesoros con forma de trigo. Les diré que conocí a un hombre montaña que tapaba el sol con su sombra, de ojos pizarra y arcilla en su composición química. Que fui nube, ave y piragua sobre el Amazonas. Y ellos, ojalá que así sea, se burlarán de la historia de una poeta canosa con piel de libro y papiro sobre sus manos. Para que repita la lluvia.

Deter-gente.

La ropa queda más reluciente con jabón de lagarto, sobre un pilar marmóreo. Supongo que mi abuela diría la suerte que tengo por tener lavadora, compresas,  televisión sin preñez, guantes de látex para recoger una, a una, todas la esperanzas que caen de los bolsillos. Ella vivió tiempo de violines donde ni los gatos maullaban a la luna. Me gustaría  en la vigila de su memoria, con una tumba tras el mar, preguntarle si vale la pena morir por amor.

Estampación.

De camino por el parque los perros parecen cerdos moviendo las colas como intermitentes parabrisas. A las cinco he licuado cada una de tus palabras en el fondo de una taza, con una cuchara,  en rebeldía a lo evidente. Para llegar a la conclusión  de amores  que duran un lavado de cortinas y otros,  que te dejan  colgadas.

El precio.

Siempre seré el mal tiempo,  que cuando no esté cerca se extrañará como la gota de lluvia en la espalda en un tarde de verano. Recuerdo a mi abuela sentada, en su litigio con la vida detrás de un cristal con el canturreo melódico, ella había estudiado canto en el Liceo pero su amor por mi abuelo la relegó a una silla frente al espejo de sus correrías. Desde niña ella me susurró al oído. No dependas de un hombre. Nunca abandones tus sueños, y aunque la luna parezca lejana no dejes que nadie la baje por ti. Chilla, salta, muerde, capta, liba, ama pero no dependas  de un hombre.                Dedicado a mi Buba María Marí Juan.

Sin título.

I Por favor, déjeme quedarme una hora más. ¿Me da permiso para ir al baile? II Tengo una relación homosexual con la Muerte, mujerzuela de melena exuberante goza al lamer labios  y pezones. Zarzas de esparraguera que he ido espina a espina extrayendo en los últimos años. Muerte, que me has besado en la boca deja hacer acoso sexual a mi existencia, lleguemos al entendimiento que un día u otro,  ganarás el pulso y tendrás todo mi cuerpo, sometido a tu lujuria. Quédate ahora quieta, te dejo cuando duerma mirar mi desnudez sentada en el rellano de mis paranoias. Entonces me follarás entera, te beberás mi sangre, y taponarás mi boca con el desierto. Muerte que permití en el ayer  que perpetraras  con tu mano por mi sexo; pero, ahora todo es distinto. Siento el frío de la mañana, me canso al subir las escaleras. ¡Soy mortal! Y tengo tantas ganas de amar, que aunque sepa que vives encelada te pido cada noche que me dejes un ...

Heroína.

He de deciros que sin resentimiento en la vida las cosas tienen el lugar el aparcamiento en correspondencia a la medida de amores de sillas de ruedas aguardando el milagro a que anden los maniquies en medio de la noche. Todo lo que te he podido dar quizás sea mendiga alianza una limosna el pan duro para el famélico sexual que a oscuros confunde el rostro de amante la ame-batracio microscopio Esta porción de llanura. para una náufraga que siente en este momento la mordedura de sus zapatos como una gran gesta, años narcotizada por los fantasmas del pasado y un botón que quedó al alcance de los necesitados de gloria. Mi padre me enseñó a dar gracias al enemigo a tender el brazo al lisiado de alma él creer que si honesto era el fruto que más daba abrir boquetes en todas las alcantarillas a aceptar las aguas claras y las sucias y salir victoriosa de todas las afrentas con las pestañas descoloridas por el llanto ese día que vi mis hijos clavados en macetas de claveles. Y no quejarse ...

Flama flema flamenco o la limpieza.

Acompañada  por el mástil de una escoba y esta pala color pétalo en un domingo de horarios cruzados. Me pregunto cual será la varilla de la sombra que te acontece; el nombre de mujer que escribes con tus manos cuando pulcro, deslizas la lavanda en tu pequeño mundo de agua. La cápsula de cohete que te lleva a la plataforma de tu escritorio, como la hoja que abre su palma y leer pitonisa las líneas del cromatismo al verde vacío. No sé que inicial compone el esmalte de tus dientes. Saber que el mordisco lo llevo yo en cada arteria y una, hace como si barriera mientras llueve sol y tú, hablas a destiempo cuando encarrilas  llamas de todos los números de teléfono y acabo ceniza frente a los escombros de un cepillo y un recogedor de polvo  enamorado  de Quevedo.

Quevedo y Gongora.

Tenía la sana costumbre de acudir al lavabo después de regalar su poesía,  y curioso polifemo,  aposentarse en la última grada del coliseo en racimo; mientras el agua galatea se escurría por su sexo cíclope apaciguando dos ojos golosos. Un día me apresté a colaborar en la corrección poética. Ay Góngora  que miras desde el cielo. Tenía la sana costumbre, frente a un espejo de baño, cual Venus, de los que venden en el Carrefour. Con un jabón de manos con olor a penitente. Pulir hasta la perfección tal ilustre rima. Déjeme a-ser tu Quevedo. Y observé desde el Parnasso el amanecer sin  sol más bello  de su tierra. Quevedo y Góngora.  Góngora y Quevedo. 

Ave tren

I La muchacha contabiliza el modo de colocar el carro de niño, la bolsa, el bolso, el niño. II Me apresté a ayudarla en su enjambre de madre primeriza. Y ella, muchacha con bebé, se a.v.e.nturó a anclar mi auxilio. Me recordó a mí. Veinte años atrás. Pero ella...era feliz. Yo en sus circunstancias tenía los párpados, los costados, las mejillas, las orejas moradas. De noches enteras de insomnio por los grillos que sonaban: gri,gri, gri, gri; lle, lle, lle, lle; te, te, te, te. En la garganta de mi marido. III Recuperar el tacto infantil, abarcándolo con la calma de una madre vieja. El olor a granel que buscaba rendijas en mi aguileña. Los niños pequeños, la primera cumbre, la segunda meridiana más alta que yo también. El tercero mi sufrimiento,  aún precisa  de mi sombra, Hijo, te he abrazado y sólo supo hablar una. Lágrima. IV La muchacha, Lucía de apenas meses, y sentir la maternidad como la última rosa del invernadero. ...

Sisifo de sagitario

De niña siempre fui despistada, dejaba olvidado los días limpios el paraguas y las prendas mostraban sin pudor su dentadura a la risa de mis anfiteatros acompañantes. Siempre me enamoraba del monstruo del cuento y lo perseguía con un bote de pintura de mostaza. Le exclamaba: - ¡No corras! Quiero pintar franjas ocres, franjas de verano trigal en esa panza de devora-niños. Deseo liberarte de la maldición y que sea mañana, cuando despiertes amarillo y vueles, vueles Sol, sin miedo. Descansando de tu huida. Pero...para eso debes mutar poema y vomitar tu orgullo.

Géiser.

Ningún inconveniente descender de la Madame de un prostíbulo, Una aprende a distinguir: las alhajas, el arte de la cítara, los versos y servir el té. Ella  te enseña el modus vivendi de la acumulación de bienes; que abran la cartera antes que el faro ilumine la nao. Se viene de estirpe igual que la nobleza. Por eso, no puedo evitar lacar el cuerpo de blanco. Trabajo sesenta horas semanales, pinto los labios de rojo, con la carcoma en las manos, te miro a través del paipay y los únicos anillos  son los aros  del jarabe para la tos. Porque reniego de mi sino.

Ya era hora.

I Cómo explicar que este dolor en el pecho no es causante de la agonía, si no del manejo de sus dedos tarántula. II Yo quería quemar las misivas dónde dice que no ama. Entonces,  decid buen franciscano, si no ama y amo si venzo y caigo si subo escala y precipicio  abajo muero al unísono de los cuerpos que son cuerdas que son locos si usted no ama y yo lacaya y ama de su órgano envenenado de oficio. Decid que hace su voz  invitando al lecho de muerte a horas vespertinas que nadie pueda prestar testimonio. Sus ojos que perjuran la condena de no poder vivir sin vos, y usted con su poder, sí, usted, no sienta nada. ¿Está seguro? No vaya a     ca          er del  h i l o.

La confesión.

Os voy a contar un secreto cien hombres me han pedido un poema. Os voy a contar el secreto cien poemas tengo para un nombre. Lluïsa Lladó.

Airepuertas.

I Si se arriesga conmigo la sinceridad que sea el escudo de su yelmo. Quizás la confesión de mi hi per a cti vi dad. Un jueves de Carnaval, en mi lugar favorito del sofá hallarás un cojín de chenilla con las cuatro esquinas de los puntos cardinales. El agravio de la brújula. De ser viento. El abandono.

Miriada.

I Mi padre decía: -Ves esa estrella,   esa estrella,   es tu padre   que te mira. Decía mi padre. II Por eso cuando recuerdo su voz extinguida de la boca; frente a su cuerpo moribundo, vomitando sin cesar, a pie de cama. Corría al balcón del primer piso y miraba al firmamento. Lo malo,  que había tantas, que mareada no podía escuchar la letanía paterna. Era demasiado inocente para entender el lenguaje  de las estrellas. La muerte.

La mirilla.

Un juego de espejos aventuró desde la retina dos cuerpos que miraban. Dos cuerpos que eran nuestras propias imágenes entregándose a la luz del rayo. Avergonzada miré de reojo y entonces, comprendí el origen de las especies. Dos cuerpos amándose delante del espejo y ningún mueble                                  por el medio.

Gamesutra.

 Me tomas ángulo recto.  L  Me obligas a levantar los brazos buscando lluvia. U  Luego en línea recta miro la luna llena. I Seseo en jadeo a tu lóbulo. Acabando mis piernas abiertas  bajo la falda de Berska  como la primera vocal. Te gusta modelar mi cuerpo al antojo de mi nombre.  

Tema-río de paz.

Cuando esté contigo no hablaremos de la guerra, ni de las vacunas del mercado pústula. No hablaremos del hambre, ni de los colegios que cierran sin niños; listas de partes hospitalarios, ni de la cera vertida por la memoria de nuestros muertos; no desearé hacer gala oral de la afección cutánea reincidente. ¡Hagamos un pacto! Hablemos del narcotráfico de los besos y los trasplantes de esperanzas.

Proceso especultativo.

¿Has visto la empírica de los sentimientos? antes, narraba la lavadora y las iras centrífugas. Soledad, puta soledad de cocina. Ahora que te he conocido hombre, deja que hable del olor de tu sexo.  

Sigilosa.

Mirar tu sueño y no hacer ruido. Sentir los brazos como sogas  que amparan a espaldas. Estoy ahorcada fingiendo que duermo. Y sólo escucho los latigazos cardiacos dentro de mí. Difunta caja.

Plexo solar.

Anhelar que sus muslos, pilares erigidos me asieran,  sosteniendo la cadera. Muslos-troncos-bronco espasmo que levantaban la copa de arbustos: Senos desbocados. Bebía fuente, palpábamos fruto. No dejes de mover la arboleda necesito ver como todos los pájaros en bandadas, vuelan de l plexo hasta el cielo.  

El enfado de la voluntad.

El problema no es su poesía ni la médula poeta que recorre sus vértebras la boca loba que engulle poderosa y doblega cada terminación el desear con avaricia su cuerpo tener gula de cada uno de sus vértices la sed de mis papilas y el aturdimiento de mis pezones nombrado cada duna de sus yemas después del goce con goce no es problema que sea como un continente donde en cada pliegue more una mujer distinta con ropa de alfiler acentos corsarios o no lleven sujetadores astrónomos ningún problema ser súbdita de su sexo la noche de aberturas humerales escarchas en desvelos por tener el puerto recogiendo barca amparando tez el pro-ble-ma no para usted que vive en otro mundo molde tesitura o platillo volante el problema nunca antes acontecido. Es que le soy fiel.

Volver a las berenjenas...

Jornada tras caminata hacia el centro del universo industrial, donde las cuatros estaciones se disfrazan de pizza. Vendiendo las moraduras de yemas infantiles, en países extinguidos, con forma artícife de zapatos . Allí es fácil, vendes tus ovarios a la prole de un gobierno que licua los engendros de la gente  en un bienestar ficticio. Qué razón tiene Jorge Riechmann, volver a la floricultura, alejarnos de la asesina transgisénia, tener en una parcela la semilla exacta  para hallar el sabor de las berenjenas, escupir maíz y que los niños vuelvan a ensuciarse de tierra las manos. Pero vivimos en cárceles con tiendas, abiertas a una galería comercial, expuestas tartas de mermelada y tarjetas de plástico entre sus reclamos Vivo, mejor diría, subsisto...en la melancolía de una revolución inversa, donde si a mi gato lo criase una máquina lo confundiría con su madre. Navidades con hombres vestidos de rojo y ofertas con purpurina que lamina la miseria d...

Poetosis extinguida.

Mulata enferma la aislaban en jardines sin nomos. Era de una hipersensibilidad inusitada; escuchaba los cascotes de las hormigas Caballo, el tronco anillado a su compromiso, los huesos que crecían rama. Paredes que hablaban las palabras escritas con sus rapaces en cabinas. Tristana sometida a operaciones que insertaron prótesis de numerosas letras. 17, 16, 5, 20, 11. La pobre niña tenía el mal. De la poética. Ll. Ll.

Carta de Marie a su madre.

Querida madre: En Connecticut los días se mezclan con las noches climatológicamente hablando, con el frío cubro las orejas con un gorro de castor y en el calor saco el abanico de lunares que me regalaste en una feria de bombillas. Sabed madre, que ese chico que hace años que me ronda ha cogido un tren desde Alburquerque. Yo en el pasado intenté enamorarme pero su ideología fascista me revienta, con su camisa de leñador y un montón de pellejos colgados en ese coche alemán de señorito, vino ayer noche a verme a la salida de mi turno. Llevaba horas de trabajo y con mi viejo uniforme y bailarinas planas cuando los surtidores de gasolina se agotaron para dar paso a las camadas nocturnas. Volvió a lanzar caña a mi corazón, desde que tuvo el accidente de coche en junio su semblante ha cambiado, me ha confesado que no bebe ni una gota de alcohol y ha ido recuperando la movilidad del brazo derecho, que le hostigué tirana que había sido el karma por pegar a los animales. Hemos llegado ...