Entradas

Mostrando entradas de octubre, 2018

Taller de escritura

https://www.uji.es/cultura/base/historic1819/cinema1819/cursos1819/tallerescriptura1819/llado/

El reto

Tengo un delantal bordado con cada vivencia, manchas de moca de estanques con tierra húmeda. Y la sangre de un BIC de instituto. Será que se cocina el oficio a fuego lento. Y las manos en el ajetreo con la harina fina de maíz, niños salados de juegos de playa. Sabotear el sentido y poner el sabor a cada palabra en su.punto o con descaro: pimienta, trufa, sardina, perejil o cordero. Pan duro mojado en leche Pan tostado y una lágrima aceituna. Mi delantal, que igual que una sábana sacra envuelve la ternura del fuego. De torres que con bombillas se convierten en faros con el mar fil-osófico siempre de material biodegradable. Porque hay que ensuciarse las manos. Y la quemadura. Y el agua. Y guardarlo como una reliquia obrera para la boca de los viernes.

Fatigalátiga

Tal vez hubiera bastado con un "no te vayas". Quitarme los zapatos después de una jornada de trabajo y estudio. Donde tú habías cazado moscas. No entiendes que es mucha montaña narrada con los pies descalzos. Y tú desde tu teleférico pareces ausente. Me voy a casa, mis fantasmas me hacen más compañía.

La protuberancia

Me gustan los picaportes, los pasamanos, las orejeras, las manoplas y los mondadientes. Pelapatatas. Embudo. Vid y de (la preposición). La extrañeza de la natura. Lo amorfo. La disparidad. Porque de sus moléculas han hecho el cosmos Un pedazo de carne con seso. Me gusta lo peculiar. Son extranjeros en cada poema. Ciudades no encontradas. La cifra indivisible. El asocial La armadura. Me gusta y no lo puedo remediar.

Revista Ámalon

Imagen
https://www.editorial3k.com/revistaamalon Contenta y agradecida con la labor del editor y director Rubén Verdugo Terminel por la edición digital de la revista, trimestral y gratuita, de poesía amorosa "Ámalon" donde me ha dado la oportunidad de ser un poquito conocida desde México con otros autores en otros países de habla hispana.

No es lo mismo que ser el centro de atención.

Oficio del poeta árbol que sostiene a los hijos de la locura, en su inmediatez. Al poeta mudo los ojos le sangran ante la impunidad del verbo no pronunciado. Y sólo hablara por dentro como un loco perdido entre sus órganos. Un poeta encerrado en una alcantarilla. Con las ratas por audiencia. De lengua cortada, de dedos nudos. Árbol poeta en el centro de la diana.

Furtiva degeneración

He cenado espinacas y dentro de mi archivo de rarezas rememoro la lectura de libros no aptos para niñas de diez años. En el pasillo de casa de mis abuelos recitaba la poesía mística con voz desgarrada y trágica, mientras la familia presente ladeaba la cabeza pensando que de París llegué con carromato y no en cigüeña. Charlatana sigo siendo ahora y en particularidades aéreas a veces en mi aprendizaje poliedro pienso que sólo conocemos las capitales de las grandes ciudades. ¿Y los pueblos? Con sus riadas inocentes que se pierden en la carretera del mapa de los célebres nombres. Así que no está de más visitar la poesía rural, del ayer, de la biblioteca, del mercado con ocas danzando lejos de las luces urbanas de los apremios y otros títulos que impiden ver la galaxia extraordinaria de un bar maloliente y un mozo, semilla de leves trazos, bebiendo el primer verso de la copa de tempranillo.

Apoteosis atmosférica

La meteorología es un iracundo cornudo. Se enoja con los árboles, fuerza a los paraguas e inunda de saliva las calles. Entonces viene la penitencia, el cerrar marcos y ventanas. El pedir disculpas por carta. Mirando al termómetro como acuna al mercurio, infiel por naturaleza. Que campa por el agua. Que nada por el fango. Aún no hemos inventado coches con alas. Y el bosque ese que la tala carcome, es el único capaz de ser escudo a tanta rabia. Qué no es lo mismo una casa de paja ni de madera resistiendo el soplido, lobezno del calentamiento engendrado. Un cielo cabreado y las personas como moscas. La promesa de no volver a caer en la tentación. Pero, lanzarás la colilla. Y este mundo que no es nuestro nos abandonará por adulterio. Tu plástico más valioso. Y tu CO2. Y tu basura. Y tu aceite en el fregadero.. Siempre repites que no volverán a engañar al cónyuge pero ni los satélites podrán medir la desesperación del afectado. Tal vez nos hay mayor engaño que...

Juego biliar

Al él, le la, oír la la la lluvia. Contra los cristales les. Con su cuerpo de mar y poso abrazado a un trozo de tela, un navegante ante la so so so soledad so so solo lo. La brea, el cloroformo. La la la lluvia. Y un cristal al ino. Sal picado do do do de mí de de miles. Gotas de lluvia. A él le gusta escuchar el zigzag de la lluvia. A mí, el de las palabras y hacer cer lluvia de las sí sílabas. Siempre, silencioso, siempre hombre. Le miro y construyo yo un lo co poe ma. Le amo y no necesito toc toc. Qué la la la lluvia lo diga. Él escucha. Cha cu es. Yo le le miro. Astronomía. Marino. Sombra que escribe. Llu, llu, lluvia.

Punto de sutura.

Da el embrión que reviste al poema la papeleta las papelinas de un oasis papal donde viramos sobre nosotros mismos fiebre apoteósica araña germen postizo de ser que alberga igual que una fuente de barrio. Para qué sirve escribir sin el amor al prójimo. Cemento Guerra química en la jerga de los electrocutados. La existencia de la amistad entre rima o arrima en la tisana del corazón en el libro que arde en el accidente automovilístico. En la sexualidad rítmica de la palabra con sus semejantes los adverbios, el adjetivo la necrosis. Recordar campaña a promoción que eres una empleada de hipermercado hipertensa, hipertextual hipérbole de la sencillez del que trabaja sin silla con el dolor en las piernas Recordar y escribir para la gente como una buena lluvia. Tú, amputada de tarifa plana. Malformación de la prosa. Araña. Y hallar la palabra más chula entre los que levantamos los pesos invisibles igual que el olor del puerto pesquero y la fresa macha...

Instante

No parece extraño este otoño que con su montura sega los trigales. Tórridas estampas de cielos vestidos de cofrades y el libro, con los ojos arrancados, de mostaza. Edificios de seísmo en plantas. Arroz pasado de cocción y la lucha de la llama de un termo de fabricación vietnamita. Detenerme y preguntar por la crueldad matemática de la otoñal forma de arrancar las hojas, al transeúnte de esta cronología. La tristeza castaña, de la luz apagada desde la ventana. El piloto de la nevera. El faro de la costa. El foco de la cocina. El alumbrado de la ciudad. Una pantalla con Windows. El tren, la ventanilla de la aeronave. La lágrima en ojo. La última luz.

La balsa de las medusas.

Debo escribir más poemas de amor, sacar hoja de la palabra, raíz, florecimiento. Y dejar que su fruta se convierta en desayuno. Escribir más poemas del beso y de la confabulación de la hormona. De la oreja pegada al piso de tu tórax. De tu olor a hierba de campo. Un poema de amor, al mar, a la carne unida por el apellido. De la gente que trabaja y acoge al rebaño con la actualización de su libreta. Un verso, pequeño y valeroso, de la caída de mi fortaleza... y lloro con vistas al váter y oigo el paso calibre de tu sombra. La sombra que abraza y ama, y da cobijo. Un guisante en la vaina. Una monda sobre la pulpa. Un hombre y una mujer O qué más da su litografía. Tú, sosteniendo la pared para que no me derrumbe. Y susurrar "Tengo miedo" y dejar la noche con su tintura. Y pensar que desde este colchón balsa, mañana divisaremos tierra.

Reseña

Imagen
https://www.slideshare.net/anabelma751/corredor-mediterraneo   Agradecida por la publicación de una reseña de la poeta y escritora Isabel Rezmo en un medio literario en Argentina.

Negativa pesimista

Harta de las cimas en los vertederos. Los cúmulos. La tiritona. Harta de las listas. De los listos. Harta de la autopsia poética. De la no tolerancia del mestizaje. De los enlaces con spam. De la espuma carente de mar. Harta de los cacahuetes sin boca. Del estrés, el pos traumático. El laboral y el hartazgo del menstrual inventado por un inquisidor. Harta de la poesía sin el pueblo, endogamia de transmisión sexual sentada en cátedra. Harta de la definición. Del genocidio. De que no sepamos ni dondequiera está Ávila. Dónde está Ávila. De las ciudades trampa, los amigos trampa, las trampillas y el tráfico de órganos. Harta de tener que demostrar. Del canibalismo rítmico. Harta de las glándulas sin saliva. De los supermercados de libros. De no entender mi idioma. Harta del verbo con capacidad de oportuno. Harta, coño y con mucha honra, de mi propio yo. Ego hartos veneratatus.

Positiva optimista

Al final, siempre, te quedas con el buen pan. El abrazo sin ahogo. La luz del camarero cuando disimula el exceso de horas. El paseo por el infierno de una ciudad extraviada y los transeúntes que te indican el regreso a la estación. Te quedas con el respeto de los pájaros, la mañana de la gente que saben que vivir de la poesía es una utopía. Con el ascensor de viaje compartido. La espera en el baño. La patata del plato ajeno. Las voces, la verdad. Una niña leyendo un libro. Los hostales para gente trabajadora. Que abren sus puertas a los que no están empadronados a la vida. Te quedas con el buen pan de la honradez. De la botella de agua a medias. Con la poesía humana. Un pan tan escaso. Que una miga es un mundo. Y maldices la jerarquía. Y piensas en la sanidad que cuida a la enfermedad. A tu madre con su post operatorio. A la gente que me mira desde el autobús. Con los libros igual que panes del pensamiento lorquino. Con la bondad. Y aún piensas que el ...

Diván di todo

He perdido la cuenta de las noches que no duermo. Del miedo a la anestesia. De la fobia mascando mi cerebro. He perdido la espera, la espada, de todos mis combates. Y en este retroceso de marea es imposible no dejar al descubierto el sonido de las ratas. Si hubiera sido sincera... Pero, las alimañas nadan sobre la superficie líquida. "Te extraño tanto" Qué supuso un doble golpe el contemplar la belleza de tu cuerpo haciendo costa a mi soledad de poeta. Empecé a convertirme en serrín. En vaciar la cuneta de flores. Presiento tu soledad a voces a través del Mediterráneo. La oigo. Y la hermano a la mía. "Sálvame de este desconcierto. De mi corazón metido en un guante". Estoy a un lado de nada. Con todo el hervido. Necesito verte cuanto antes. Y acariciar tu lengua terciopelo. Y ser una x. O una w. Qué nadie apenas usa. Y usa te fuiste. Y morimos de tristeza en la colmena.

Sombrillas

No olvide que andar a oscuras, o por la obscuridad, nos ofrece la desventaja de tropezar con el mobiliario de la vivienda. Y a continuación luxaciones, cardenales y sobre todo el impedimento de observar la claridad de la vía. Deje lo negro a un lado y hágase por adquirir una lámpara de Ikea. Qué ilumine angustias, torceduras del pasado, y algún céntimo en el alquitrán. Se lo aconseja una luciérnaga que se extingue por exceso de luz. Tal vez era usted la sombra que necesitaba. Y no se esconda. Salga y cómase el sol.

Ánima-les

De cada piel un puente. Y de la culebra un hálito en Missouri de dibujos trenzados sobre la espalda besada que volátil cruza a vaivenes la cantina. Los forajidos toman las riendas de la situación, con la tristeza de los expulsados de los certámenes. Solitarios que con la edad pierden a balazos, la poesía. El morbo. Recuerda amigo indio en esta tierra de conflictos, de clubes y cárcel sin sheriff. Que la tristeza es el último niño que sale del colegio. Y nosotros nos hemos hecho viejos en el patio de una ciudad sin ley.

Objeto cortante

El poema, o semilla, cortés puede crecer alto, tan alto, que de su sombra mata. Semilla del filo-alfabeto de palabras cortantes. El poema que dio de fruto un cuchillo, y que entre las manos resulta un peligro inminente. Jugando con él, la herida, porque piensas que eres intocable semilla o poema. Un cuchillo de oficio lector. La lengua, hermana mortificación, de la verdad y del desprotegido. El poema de la naturaleza que está en la medida de la mujer creciente. Aunque unos escriban con navajas sobre la piel de las flores. Y unos sean los árboles que sostendrán la cuerda del ahorcado. Pensando en la moda pasajera de quién exige usar un arma blanca para cortar las cuerdas y no herir. Y no herir. A las que lavamos la ropa con la fragilidad de los ojos.

Migas de granito

Cuál es la herramienta para comunicar. Ser rucho. Ser villeta. Ser piente. Para trinchar al sustantivo. Y que no se pierda el significado al anochecer. Sus trato. Sus piro. Sus tento. Simplemente leer y prensar. El escupir sílabas como cáscaras usadas S l h x l i h p  w l o h p c m para que no se pierdan por el camino de regreso a casa. El significado no hace al poema. El poema lo hace la gente. Que acompaña a las letras de camino al hogar.

Pesadumbre volatilidad

En la azotea con el barreño a rebosar de ropa para tender. Y sin previo aviso  cruzó la              mirada                un pájaro. Fue una gota. Un timbre. Un toque, una tecla. Un chispazo de tiempo. Pasó tan rápido que percibí que ese vuelo era un aviso. Mientras giraba la cabeza él llegó antes que yo en la soledad de los áticos. Fue ávido, veloz, en línea recta. Y yo apenas podía sostener las pinzas y las prendas que plomos arruinaban las alas. En ese segundo se detuvo el aliento. Y entorné la vista. Un puñado de vuelo de pájaro y decenas de actos consagrados a la vida. Vuela paloma. A mí me pesa demasiado la colada. Y las manos. Y el pensamiento.