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Mostrando entradas de julio, 2015

El arte de la numerología.

92.345.674 ácaros en suspense.  5.003.811 cucarachas a punto de romper en flor.     776.890 pasos para recorrer el planeta.       67.122 aberturas                3 gatos.                y 1 persona                  metidos en la bolsa laboral                 del cosmos.

Lección sin aula.

                     Cuenta los amigos con los dedos de una mano,                      me dijo, aquel buen samaritano, cuando ya había perdido,                      las falanges de un portazo. Mi madre (Cuánta razón tienen las madres) y aún así               a             t  g           s     i         e        r         u         a   me c            r la funda nórdica al lavarla, y nunca me repongo de la sed per d  i    d   a. Ella, en su experiencia de Titán hace de cayena y la verdad, que una al escuchar los consejos abre c u n e t a s de aguas ...

Volcánica injusticia.

                                                                                                                                                               No puedo escribir, lo que no siento. No veo luz a este tunel, porque hace meses en décadas decidí transvestirme en trotamundos de esquelas y si veo   la espuma cerca   de la boca. Correeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee. Es la rabia.

ÑIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII.

                      Creer en la gente                       no es lo mismo que la gente creada. Podría hablar de la ira,            contar las probabilidades en que la ampolla            de mi pie ha supurado.            De la ausencia de aviones.            De las vacas sin leche. Podrías Ira                o buscar pulgas                en esta tapicería de autocar. La ira calla..., es la desventaja de la noria sin cubo. Callo, mema, calla y que cuchicheen las chicharras.

Pelotas.

La inercia tiene su peligro, te convierte en una pelota  de co lor hor ca , que podrá hacer de cometa, de ojo, del lunar del vestido de una sra. pulgar. Y como eres un balón gástrico, diminuta nuez de hormiga, acabas dando la vuelta al extrarradio. De un lado a ooooooooooooooootro oooooooooooooooooooooooooooo oooooooooooooooooooooooooooo. La pel o ta del c o raz ó n-gl o b o.

La señora de las moscas y la abeja reina.

Acaso la lágrima tiene la opción de mutar a otra composición química. La lágrima de miel, edulcorada mancha, que atrae a la mosca y al avispero. Cuál de ellos, de su naturaleza pringosa, sabe el enano circense subir al palco de arriba; en la negrez giratoria, su ala corta en pichón disparado,  o, la disparidad de las franjas. Como señales de tráfico que amarillas juegan a domino en el asfalto. ¿Cuál de ellas? Será nebulosa. Tal vez prefiero, la oscuridad auténtica del que se posa en el excremento del colibrí, que tanta almibarada abeja con el aguijón escondido. Entre todas las estrellas me quedo con el cielo. Habitante flor de la maceta cuadrada. La lágrima de miel para hendir el difícil olvido en su enjambre.

Pistas de patronaje.

...recuerdo cuando abrí la mochila Luisa experimenté una enorme pena y fui consciente de la maldad con que te sujetaba... ...cuando llegaba a casa después de enlazar dos autobuses desde la Plaza Santa Catalina escondía la mochila... ...ocultaba que acudía a clase mientras él estaba fuera trabajando... ...nuncá me fié de tu persona cuando era el lobo de mi mismo el que aullaba por dentro y te comía al seguir cegado los dos trasportes y ver como subías la escalinata de un viejo centro cultural... ...al acabar le pedía a la profesora que me guardara los bocetos, los patrones un minuto antes de que el reloj pariera corría feroz de vuelta al infierno... ...mis manos temblaban... con las manos temblorosas te preguntaba dónde habías ido qué habías hecho y tú respondías la nada... ...duró tan poco tiempo mi esperanza... el día del examen dijiste vas a venir conmigo... ...no me gusta que no hagas nada y así me haces compañía... ...la dulce compañía al demonio... ...

Valores extr-años.

                                                                                  En ocasiones, sentir lo que debo                                                                                    es huir el tú del mío. Los paralelismos se hacen tan evidentes que cavilo la premeditación en nuestro nexo. Igual, que las bolladuras de los coches en contra de los pilares. Observé el tímido reloj de cadena. Mi abuelo poseía uno semejante y era de plata, aunque yo ya sé que aquí nada está por casualidad colocado. Y pensé... ¿Procederán de la misma mina? Quizás la e...

El orégano del monte.

La bipolaridad consiste en que a veces me excedo en cocer demasiados macarrones, o los ahogo en un pozo de salsa de tomate. Y mientras tanto con el cambio de estratosferas, e isobaras, una irremediablente le pega la cagalera, perdón, trastornos gástricos. Eso, ocurre cuando topas en tu cocina, entre fogones, una persona indigesta. Y aunque hagas esfuerzos por pintarle dalias, y poner un gorro de fieltro vital no hay quien le quite la lágrima al arlequín y a su estampa. Así que Margarita me voy con mi asno  a otro museo, (las payasas tenemos una rosa encima de nuestra napia) platicaré de los tiempos de cocción, los nombres de las pastas y añadiré dos pizcas de sal con extra de yodo. Y me moriré de la risa. Que es la mejor manera de olvidar lo pésimo. Lo tóxico, y las malas medidas culinarias.

Los ojos del murciélago.

Le han nacido dos espuelas, sí, yo las he divisado  brillando dentro de su espesura. Nunca, hasta ahora avisé del centauro su copyright, aunque pertinaz y tirano lance bocanadas de fuego  hacia la red. Y por eso en esta ciudad, todos sudamos  la gota gorda del loctite. He visto la luz de una bombilla de bici de niño en cada franco de su mirada. Por eso ya no quiere, usted, más verme. Porque estoy abriendo  a su pared regata. Soy mar de escuela, quebrantahuesos, ya lo conoce... Y me lanzaré a las piedras hasta el último aliento, hasta que le nazcan ojos a Neptuno. Para que llueva, llueva y la ciudad aliviada respire de su pequeña gran llama dormida sin cristal.

Bom Bom Bom

Se puede o no, morir de amor, tal vez un poco  dobladillo, colgante de un vestido al engancharse con un clavo. Se puede, aunque no lo creas, te consumes como papel de mariposa esnifando la memoria. Retozada sobre las baldosas entre tres gatos y un ufo que no sé ni cómo llegó rotando a casa. Retuerzo el trapo, sumerjo la tiña en un vaso con hielo mientras el ventilador da viento a la humareda que sale de mi pecho. Quisiera morir, pero eso es gesta asegurada que nadie eterno en este parque temático de alimañas permanece, tal vez me haré un tatuaje con una calavera y me teñiré el vello púbico de azul funesto. ¡Eso, se merece una fiesta! Y la recóndita pregunta, que pez navega, entre mis ojos: ¿Qué quiere el depredador de la gacela? ¿Qué sangre se define ante el escualo? ¿Que filo guarda el hacha en el verdugo? En sus palabras, en sus gesticulaciones esperpentos. La próxima toma un bazoka y directamente me dinamitas. No amortajéis haciendo amar ...

Cobarde.

Nací un lunes, uno de febrero, con los cristales fríos del hospital y con mi madre dormida por la anestesia que jamás dejó de administrarse... El meconio fue el primer charco donde jugaron mis manos y si tengo que recordar sé que la obscuridad me daba miedo. La comadrona cobijó entre sus pilares mi forma después de que el dragón-fórceps me hubiese extraído de la ciénaga, de la cuna materna, del tronco-nido  que escuchó los gritos de mi padre antes que la lluvia. La doula tomó el suero fisiológico y sanó mis ojos, y me abrió las fauces felinas, y me ungió el ombligo y bendiciendo mi coronilla morada como las lilas del campo de los golpes futuros. Predijo: - Amarás la poesía sobre todas las cosas. La amarás. Y así son las cosas. Por eso, las noches heladas en que tú me abandonas, me acurruco en la posición fetal y cerrando los párpados pienso que estoy en el pantano, y ya no tengo miedo de la obscuridad. La amo.

Black Panther

Al bajar del tren,  tengo la extraña costumbre de izar la vista. En busca de unos brazos-ramas  que aguarden el retorno;  veo niños acelerados en tropel agitando sus siluetas,  escucho el sonido de los besos  que cómo balas rozan la piel herida. Y tras las gafas de sol,  las pupilas se ocultan de la soledad, de nuevo,  confirmando que la escalera mecánica engulle  la luz hacia la vuelta a casa.  Soy una testaruda, la esperanza nunca viene a recibirme,  es una Shiva de élite,  que supongo invierte su tiempo en cosas mejores. Y regresa el colibrí amarillo,  de esa niña que en la puerta del colegio se asomaba aguardando las manos abiertas y sólo disponía del apoyo en un riñón que ya estaba muerto. El colibrí amarillo,  que prisionero yace en mi páncreas y que ante un evento mira el móvil  esperando que florezca y nunca dice nada.  Por eso, cuando edificaron el muro, alicatado entre mi ...

Poema a dos tiempos.

No voy a pedir, nada que conceder sea imposible, cambiar el curso del torrente o que las brújulas señalen  lo indeseable. Pasa una niña con un vestido de flores y una bici del mismo tamaño. Ni pedirte que me ames si tú no lo haces; los roperos pudieron haber sido olmos hace tiempo, y los lóbulos desprovistos de pendiente escuchar la más joya del viento. Bajan cargados con los restos del supermercado, variopintas personas con carritos de bebé y una caja que apenas sostienen seis brazos y un diente. Me conformo con el minuto, la secuela del arroz con tiempo; sentir la catástrofe natural de vencer lo inconquistable. Ahora un policía habla con un borracho y dos adolescentes miran los móviles entre risas y vaqueros rotos. Nunca abandones el rumbo del más recóndito ni  te dejes rasurar por esta Dalia tu barba cervantina. No voy a pedir que te quedes. Tus pies poseen más soberanía que tu cabeza. Un semáforo pita rojo, separando una calle de moscas ...

El afluente que quiso ser río.

Esta noche, ésta u otra. Qué más da... La luna resplandece  con forma semicerrada de ojo felino. Bajo de nuevo, por esta calle o la otra,  o por la acera que tiene la panadería; porque la pendiente, siempre, es perpendicular a una línea de desobediencia. Y noto que las huellas que proceden de tu casa a mi casa, de la casa de las cucarachas dormidas, de los estómagos llenos de huerta asemillada hacia la que un sofá rojo pernocta. De un portal a una entrada, de un pie acompañando a la hermosura del zapato, de un tobillo marcando ritmo al empeine. Con el mismo billar que contempla la aceleración  del palpito marcado en sigilo, al paso cofrade que ha arado un surco, un canal, un hueco, un brazo, para cuando agua llueva desde tu ventana sea riachuelo de caudal sin juncos y la colina abajo, del puente sin arco, regrese húmeda como una mujer sin marido con aún el perfume del amante que la convierte en trasparencia urbana. En una calle descendente po...

Fotosíntesis.

En que lugar, destino o breva puedo estar colocada. ¿Sumiso tapete debajo del jarrón? ¿Paraguas monarca que protege tu coronilla gris? O soy etérea como un secreto en forma de piedra. ¿Dónde tiene silla o moldura? Mi amor por tú y el yo del amor más intenso. ¿Está guarecido en una mina, en las profundidades moradoras del potón caníbal? O es un lirio, seco entre las obras de Wislawa. Sé muy bien donde te trasporto, en cambio, desconozco la postura transgresión de mi en tu escala. Estás aquí latiendo sin la necesidad de hacerte corpóreo, cerca de la cerca, lejos de la sarna. A dos milímetros de mi comisura, gruta espeleóloga, y en todas las arrugas de la cama.

Ventisca.

Los flamencos en los estanques, por favor, que no luzcan disecados; ni unidos sus flexos  en una peculiar cabeza sin bombilla. Tejida maraña en salmón corriente  y eléctrica. El ave zancuda tiene aire, porque son aire en circunvalación  las cosas raquíticas de los mondadientes. Por eso viento tu penacho cera, manoseo sin pudor las hojas de tu poblado gladiador, de la mirada al árbol de la mora. atravesando tu figura, peino el arco de tu ceja, y ya no esquivo el recambio de pluma que perfora gusano, mi  corazón de madeja con las botellas sin rosca expulsando el secreto gaseoso. Aire, vente  que los flamencos son ramas que nacen de dentro de la tierra, aire, desaire y pugna. Me gusta verte sobre nube  y acariciar, sin tocar, tu voz. Qué bonitas son las fotos, de tu cuerpo desnudo, con el pico cuervo de tu sexo en el momento que cierro los ojos y pienso que soy agua. Ahora ellos tranquilos duermen,  y mañana ya será...

Morir, un ratito más.

Me hizo sentir flor, polinización consagrada con su flujo seminal, mis puños estambres mirando hacia el muro con el pistilo fecundado de él, de él. Me hizo, sentir. Una flor. de las que adornan las tumbas.

Código Civil-acción.

He considerado siempre que los pisos con vistas a los hospitales, donde muere gente, son tristes. Que un local con la pancarta de traspaso es como una mujer mal follada. La jurisprudencia cotidiana del latente veneno de lo que respiramos, de lo que comemos, de lo que amamos, de lo que fallecen entre nuestras transpiraciones: día a gota, noche a lluvia de loquería de lo que lo quería. Coches en paralelo como un escuadrón en fila y la vida que escurre tras los cortinajes las historias urbanas de insomnio. Una cree, que puede haber desnudeces, de una mujer que calla el poema de amor y de un hombre que no sé muy bien de lo que habla, y todo revuelto, junto y desperfecto loquería de lo que lo quería de lo que somos de lo que intentamos de lo que fingimos. Uvas por heces. Y las ciruelas, apretados senos entre sus manos. De lo que callo y ya no puede más con el germen que enredadera crece, en un  pasillo de hospital, con vistas al edifico entre coche...

Ayer no es hoy.

En mis humildes bodegones la fruta jamás fue fresca; trasnochaba demasiado y el tiempo en ella pasaba factura. La manzana en el cuadro  se consumía ensimismada. Y el moho, dando luz verde a los limones, procedía del buche-corazón-putrefacto con las bocanadas del vodka. Ahora, en penumbra, vestida o desnuda, según maja goyesca, observo al óleo  y recuerdo la mano que lo creaba, pero, en una mujer desconocida. Tal vez, tal vez, vez tal, hubieses tenido que ser azucarada o en macedonia para la niñez tardía. Me resultaba otoño en todos los lienzos. Era la resaca  y la falta de sueños

Me-meces de juliana.

La pregunta del por qué, la causa inimaginable de que este amor tenga una descompensada tan prolongación. La respuesta de ésta y otras cualidades inoportunas al desconcierto de borrachos violines. De tenerte entre mis manos con diferente entrega, donde las ropas se vuelve elefantes en huida, y luciérnaga, soy del siniestro tórax contra tu muro. Te amo cada vez que me abro brecha. Te amo en la bajada de escaleras. Te amo cuando abro el portal y tú nunca estás presente. Te amo en cada ojal de llave cuando des-bordado me atrapas con todas tus élites y me rindes en trinchera con todos los órganos expuestos a tu fusil de asalto, mecenas y mercenaria, o, vino mezclado con gas-e-osa, te amo, y me regalo como una oferta de sábana de agua con rodaja del limo y tus besos saben lejos agrios. Te amo en mis tres cuevas, en la ternura que peino a tus hijos, temo que te amo de tenerte dentro y perderme en la ágora proscrita de tu idiosincrasia, satélite bengala, manos...

Las tres estrellas.

El verano tiene sus ventajas, una de ellas, es dormir en el suelo sobre un viejo boutí. Tumbada  busco el ángulo que traiga la posibilidad  de cazar alguna estrella. Ayer con el vaho típico de julio; que sólo a las cuatro de la mañana se siente gélido, descubrí las tres estrellas de la Osa Mayor que saludaban coleando en un improvisado planetario. Mira que me gusta la dureza del suelo. Enredada con mis piernas pensé por un momento que vivía en el campo, un campo lleno de girasoles en plena noche, y con mi índice las apagué, de un soplo, para dormirme con el seseo del motor de una nevera de las fábricas de aire frío de tu tos dentro de mis pulmones que enfisema no se extingue en nube.

La desgrecia hispana.

I Te han creado con pinzas y la necesidad imperiosa y arcada de hacer ruido y ruina en la ecología cacique. II Cuantas manadas de obreros, con ojos legañosos recogiendo el esqueje a deshora. Y luego vino la crisis del año 1919, disfrazada de oportunidades inmobiliarias. La casa del caracol fue arrancada con el euribor, y empezó la clase media a metamorfosear en babosa frente a la sanguijuela. El abuelo es visitado por cinco galletas y un quesito. Hoy  le han dicho que los siete y Negranieves irán a convivir en su segundo vistas al melocotonero; y dormirán como puedan sin sueños. La pensión, animal en autovías del exterminio, chaleco salvado de este Titanic de ración prepotente. Jardín. Fosa aséptica. Parvulario. Hospital-escuela. La gallinita griega y su caldo.

Los marcos, moneda y listón (La hermandad desde Alemania)

Donde el pino crece tuerto, el abeto lo hace flauta; habrá sótanos de tres plantas para la alegría. No esta necesidad de limpieza de pecado, de desinfectar la piel de las fresas, de limar la muesca como un transmisor en Yugoslavia. El pesticida que mata a los pulgones de los geranios inmaculados en decorada religiosidad, con algún extraviado ojo por ojo y las balas de heno plastificadas. Los hilos no cuelgan de las ventanas, del león con narcóticos en cada taburete como un ballet que sincronizado dibuja burbujas en la piscina. Y me acuerdo del pez, del pez que no recuerda al anzuelo, lo cíclico del virar de la bicicleta histórica. Del hombre poeta de zapatillas rojas que alimenta a los gatos  que curiosos alternan en una terraza de copeo y tachuela. Hace calor.... la bastante para que ellos acudan felinos cuando tú escapes a través de las cañerías con la pulcritud en botellas vacías a 0.20 céntimos la unidad,  cacharros colmados de comida de cenas ...

El cuervo que amanece conmigo. (Sensación desde Alemania)

Los cisnes blancos en el horizonte de pétalos sin mancha, fruta niquelada por las ratas químicas y el cuervo con ojos de cuentas de pulsera de Stradivarius, plumaje azulina, inmensa cresta de mujer a heraldo. ¿Que miras amacelestilínea ?

Una noche sin dormir desde Hann (Carta).

Los unicornios viajan en muros de contención, vi su cuerno mástil sin estandarte y la falta de su entero  cristalizó  el lunar, la grieta del perder astrolabio. Así sufre el corazón atravesado por junco, la inutilidad de tender el alma sin rueda de respuesta, y que cada ordenador, calienta voces, archivando demasiadas fotos en el recuerdo. No cesa el galápago. No interviene el corte al suministro eléctrico coche de tu hermosura macha devorando las mazmorras hacia gallos que señalan el norte. Aquí, rodeada de la belleza pila del río Rhin, una aprecia la insectología freudiana y nada campo a toda imaginación concentrada. ¿Qué sientes? Ahora, que lejana la armadura late hueca. Qué sientes, de la palidez de la tarde encostrada en mis rodilla de comba. Decir que mi pijama decora el domicilio de mis vanidades, pero..., materia-deshecho-reciclado hasta los empeines de mi cauce-herida. Pensar en nuestra sintonía de hombre bergante y la pequeña barca ch...

La manzana sin gusano. (Impresión desde Alemania)

I Los cantos no cesan en las alcayatas de la arboleda. El café no preparado por mi madre sabe a leche, y en cada villa tropezada por instintos; levito en la ortodoxa atmósfera de una genética que ignora chillar. II Los papeles en el suelo no cuentan historias y las personas de sombreros metálicos sonríen cuando saludo en castellano por los abrevaderos en que quisiera estar piedra bajo el arrojo que fluye. ¿Dónde están las bolsas de plástico? Sí, en carencia dinástica no hay en los supermercados ni un frasco torcido, ni el cabello sin peine, ni del tallo la flor y de tanta perfección  hasta la temeridad se ha fugado del penal de turístico devaneo.