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Mostrando entradas de octubre, 2022

Sedimentos de la presente...

Este corte raso  que nace de dentro  y expulsa un mar rojo. Este cansancio de servilleta por las dobleces  de recibir el beso abrupto. El aguacate verde en el frutero. La Navidad anticipada y el calor,  resistencia del abandono. El este, punto cardiovascular, que lamenta  la brújula sin objetivo. La nieve dentro de los yogures. El miedo a la guerra  del peor virus mutante. La codicia, el mal con la piel de porcelana pintando brechas blancas a las cebras. El absurdo al devenir  a una realidad incombustible. Aquí rodeada de ratones. De pesadillas de pianista. Del solícito don de la ubicuidad y no poder nadar en todos los ríos. Esta tristeza de parto. De sirena afroamericana  frente al congreso. Hospitales, con horarios de trabajo. Y la noche, con abrigo de visón, entre la espada y el futuro.

Oda Kiko Veneno

Te echo de menos. Y no me da ni un chasquido de llama,  pregonar este desasosiego por el barrio en patinete. Grafiti de pared de colegios y hasta en peluquerías con sillas plegables. Te echo de menos. Llena de carencia. Como el borracho que cae estrepitoso  en el parque  y los bomberos lo auxilian  con sus cuerdas vocales. Te echo de menos  los días de melón y los de sandía. Con el guiño de la película. Con la coz del IPC en el supermercado. En el pliegue de la sábana. En el grano del azúcar que de la taza  se extravía en su montículo. Nostalgia que lía ovillos del hilo de la pena. Y nudos, de la injusticia  de la fantasmal ortiga. Te echo de menos. A ti y a cien piratas de novela. Y bordo cruces en el rellano. Y me convierto en una calculadora en negativo. Bajo cero. Y curva recta. Te echo de menos. Y no me da ni un reparo  de crema  nutritiva. De memos menos. Me nos.

Ciao

La muerte es el único trabajo que te cuesta la vida. Moradora de un chasis  y a la vez arlequín converso de los que la esperan con su chaqué y unos zapatos de charol vainilla. Existen tantos tipos de venenos  como de mortajas. La espera del que se queda impávido y nunca observa el anochecer  de los que golpean a sus puertas. Los muertos absurdos, vestidos de mujeres que dicen que curan la mente y viven en una mentira, ocultando a su familia de los ojos  para proteger de la niebla. Pero, en mi más oscura sinceridad, cavilo que lo que se ama con las vísceras  nunca se tapa con las manos. Se luce: sol, se muestra: día. Una se cansa de tanta muerte. De los que fingen estar vivos. De los cornudos. De las parálisis faciales que impiden  mandar a la morgue, todo aquello que nos perjudica. Del que aspira a algo más y es incapaz de cruzar un paso de cebra. La muerte de los seres queridos. Vivos o muertos. De sus abandonos en carnes. Y del regalo que supuso el poema...

Presentación Palma, texto Encarnación Urbano.

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A esta Gran Poeta Mallorquina, afincada en Castelló, la voy a recordar y etiquetar en mi corazón con la gracia de dos patitos. Sus poemas son cortos, pero contundentes, no engaña su timidez.  Estimada Lluïsa, fue un placer y honor compartir ese ratito contigo, en un sitio tan emblemático como es una Librería. Ya tengo dos poemarios tuyos, vuelve a Palma pronto, que después de leer el segundo, me quedo necesitada del tercero. -LA HIPOTENUSA Y LOS DOS CATETOS- Mi nariz aguileña. HIP-HOP. Mis ojos saltimbanquis. HIP-HOP. Mi frente altiva. HIP-HOP. ¿Águila o halcón? Peregrina me llaman. Rapaz, así sea. HIP-HOP. HIP-HOP. -Quita el saco negro que oculta mi cabeza. -Aligera de carga mis plumas. -Retira la arandela o la chapa identificativa. HIP-HOP. HIP-HOP. Como buen pájaro siempre vuelvo a casa después de la cacería. Texto by: Lluïsa Lladó Fotos by: Proporcionadas por Felicidad González Hay dos P.D. P.D. 1ª.: Este será el poema que lea en una próxima ocasión, si no se me olvidan los cor...

Balearia

Las navieras son ciudades itinerantes,  fortines de ángulos  y corredores de circuitos cerrados.  En su interior,  eres un hámster  que pulula de la proa a la cabina.  Casas de corcho con la perpetuidad de sus habitantes,  trabajadores que viven a la deriva, en el estado gravitatorio  del billete de ida y vuelta. Polizones con el mestizaje del pasaje, pluriempleo del que  sirve la pasta,  entrega la llave  y friega el piso.

Botafumeiro

Quiere comunicar de su boca el aquelarre del humo. I La chimenea del barco, articula desde su garganta una muñeca de nieblina. Volcán con vientre metalúrgico, que deriva la nave hacia el puerto. Y expulsa el gas de la rabia  para arribar a la costa del plástico. II El cuello necesita exhortar este dolor  y convertirse en una bruma  de silencio. III El navío con su matriz central que a galope  cruza el Mar Mediterráneo. Diligencia de los forajidos, de los apátridas, de los centelleantes, que sienten su rugido y el techo de lata. De los que, por un instante, huimos de lo que nos apremia.

Daga

 ¿Cómo puedo contener entre mis brazos  el desmesurado que siento hacia mis hijos? La puñalada trasversal que contengo  con mis propias manos,  ante la hemorragia que supone  este escalón abismal. Un amor de periódico e incienso.  De pan remojado en azúcar.  De mirar por la ventana el camino que trae a nadie. De remover el guiso  y que sobren tres platos. De estrujar el corazón  como si fuese una bayeta amarilla, con la cual, has limpiado las carcasas  de los aviones y de las cubiertas marítimas, y luego, te has metido en la boca, ciento de veces, como un veto a tu propia pena.

Aerosol

La impertinencia de las moscas,  escupiendo la verdad hiriente, con sus aguijones en un cortejo nupcial  de acrobacias que generan en ti:  el desasosiego,  el asco contenido, para no gritar astronómica  un alarido de combate,  una brecha de piedad frente el despliegue aéreo  de las moscas, moscas, moscas... El puerto con el sopor y la basura traen a bocajarro la espera.

Incomprensible

Tú nunca entenderás los filamentos  que atan a la madre-medusa. La causa de esta carnicería,  de trono sin monarca ni corona espinal. El repudio de una sábana. La misma que guardó  mi cuerpo neonato y la cruz poliédrica que estigmatiza cada bar y sorbo. Me hicieron creer que el norte estaba  entre los arrozales, pero, hubo una mueca  que delató al revólver  que miraba con su ojo de red. Tú, jamás, habrás bebido vinagre materno agonizando en la noche,  asida a un rosario abstracto. De tener la fe sin ojos del campanario que clama a su cigüeña. Los consejos de quién menos desconfiaba.  Instinto de supervivencia, carroña que expulsa  a su hiena, pluma estéril de pájaro dormido. Neptuno de Goya con tentáculos de gelatina. Por eso, no entiendes el enjambre que arrasa el bosque. La acetona del afluente. En fin, mi mundo de caos. De soledad de fábrica. De vellosidad que atrapa a su presa  y muere por el veneno de la caricia.

Cobertura de Picasso

Qué triste el fruto sin semilla. El contorsionismo del árbol hacia la fuente. El sexo sin amor. El amor, sin sexo. De los cuerpos robóticos que cumplen la perspectiva necesaria para el retrato. Postulación de la luz. Correctivo del degradado tonal. No es una película. Ni siquiera un cortometraje. Es el cliché de un reloj detenido fluyendo a través del pigmento rojo. El artista que ha colocado a la pareja entre los  lienzos y los arbustos y les obliga a besarse, o a odiarse. ¿Tú sabes cómo me siento? Imagen de la fotógrafa Toni Frisell

Lunacuaces

Esta luna de lustre, me recuerda  a la infancia de los platos de loza. Fuentes de gachas con sobras sumergidas  en la leche de pueblo. Mi abuela mojaba el pan  y adornaba con la timidez del azúcar y de la canela. Un manjar que nadaba en mi estómago y que recupero, de vez en cuando, en mi memoria. Me pregunto, cuál es la fórmula  para hacer que esta visión  me haya traído la imagen de las sopitas dulces. Tal vez, la belleza de la brevedad. Del que amó y fue amado. Y necesita el rescoldo de lo que un día cuidó de ti, con la sencillez blanca y negra. En la debilidad,  que imagino en este firmamento  y forma parte de un abrazo. Me veo niña. sorbiendo la pena  de lo que ya no nos pertenece y la luna lo sabe.

Calcetines blancos

Incrédulo con tus calcetines blancos  solicitaste la entrada, pero el lustre prohibió tu presencia  (en una broma de mal gusto). No te hace falta el coraje para acceder al Parnaso, pero tus calcetines te delatan. Te delatan junto a otros formalismos. No podrás bailar en la pista. Ni ser observado desde la cúpula  por los que reservan la sala, mientras se contornea el abecedario a gogó. Te delatan. Sí, en un juego  por la simple estética del que hizo carrera en la línea de Alcampo. Tú, aún crees en la poesía de barrio. Abrigo de los pies, para dejar en remojo con lejía  las partes que te delatan. La pureza -reza raza- que impide  la entrada en la discoteca.

Descansa en paz, Maestro Domingo 🙏

Conoce el cielo con su carnosidad. Y los sauces, la inclinación equina de sus ramas. La ausencia, de los que construyeron un futuro. El vahído de la bruma  El desvanecimiento de la palabra de aquel profesor que de la escuela hizo su paraíso. Y dejó un reguero de sapiencia  en la boca adolescente. La alegría almendra y la soltura radial  de recomponer una educación para el que precisa del aprendizaje. Se viste todo de azucena. Se alicata de una sensación explícita. Arador que duerme desde lo alto. Y que de su cosecha construyó árboles robustos que sostendrán un sol, que busca, al maestro  y da calor a sus raíces. Te echaremos de menos toda una vida. Pero dejaste la siembra alejada del cuervo bajo la atenta mirada del ayer de tus islas.

Programa Poesía y Mar, n•48- R. Proverso

  Muchísimas gracias por incluirme en el programa número 48 de "Poesía y más" de Radio Proverso,  coordinado por la gestora cultural y poeta de Jaén: Isabel Rezmo. https://www.ivoox.com/programa-numero-48-poesia-mas-audios-mp3_rf_93462613_1.html

Te he enviado un correo

El eco, de remolque. No dispongo el margen suficiente  para disponer del tronco a su hoja. No me nacen ramas. O quizá sí, un amago de letra  capaz de dejar la secuela de un elefante. Farfullan de la grandiosidad, de la mañana con su ocre  y de las alfombras cojas al paso negligente de la lectura cabizbaja. Supongo que el amor es interminable de noticias. Cuando los ídolos  abandonan a sus parejas en fotomatón. Y una piensa que la eternidad sólo existe, en el paso de una hormiga. Nos cansamos de las guerras. De los virus. Nos cansamos de todo, somos la plática de un redil de peluches  que buscan el corazón en un contrabajo. Soplar fuerte el instrumento de viento. Y que su música sea el desatino de las fuentes. Libros, libros, libros. Dadme libros que son mis besos. En un corredor donde la aguja perfora la rótula. Y gacha y hacienda  extraño a mis niños de porcelana y un hombro que me diga, yo no tengo nada más que la verdad. Y ser millonaria de macarrones.

Estamos de vacaciones

Qué difícil, escribir un poema de amor  cuando la lluvia dejó de visitar la casa. Las plantas del jardín  se han quedado en un  autorretrato  de macedonia de grises. La tierra en porciones  agrava el paraje. Y el paraguas, languidece  en el ángulo de chapa de un armario. Qué difícil, querido,  hurgar en los bolsillos del "pero", la herramienta adecuada que raspe el óxido. La moneda que active la ilusión de los  huéspedes que puedan atravesar la portada. Cómo echo de menos, ese desequilibrio, de arroz oculto en el ombligo, de sueños de relámpagos y caballos locos trotando por la avenida de los amantes. Cuaderno vacío de términos. Lujuria de café con leche y una pequeño libro de poesía. Sonrío frente a la levitación del tiempo. Y extraño, la peste amorosa,  y su duende alicatado. Carente de amor y sin embargo,  entregando más que nunca: Amor.

Decadencia de la vida

Madrugada rota con el camión cisterna regando la calle. -Lamido de agua, insomnio de los unicornios- Mis ojos de faroles nocturnos observan la desnudez del asfalto. La despedida de un poeta  y la clausura de una fábrica, adolecen con la penumbra de esta luz flúor. Si sólo con la humedad del vehículo y el aroma de la ciudad,  -que rompen la monotonía del tiempo- pudiera hacer que la palabra fuese latido.  Que la maquinaria encendiera su broche para alimentar la casa que ha quedado viuda. Cuando todo se detiene, y subyace el silencio. No ese que procede del viento cuando calla, sino del que dispone una muerte, la de los seres vivos. La muerte empresarial  que costilla a páncreas acaba devorada por el sistema. Porque en ellas habitan arterias. Y el cierre, tanto sea del verso del infatigable Albert como del anónimo trabajador, resultan erizos aterrorizados  en la carretera. Aunque asean las aceras. Y la cordura represente el caos más absoluto.