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Mostrando entradas de marzo, 2018

Té sin azúcar

A los bomberos les gusta la poesía. Y al otorrinolaringólogo, y a la secretaria de un ejecutivo de Arizona. A la psicología. Y al enterrador. Al taxidermista. Y al circense. A todo el mundo le gusta la poesía. Los oficios, las cátedras, las colas humanas de cualquier foco que dispense algún cachivache, sustento y divisa. Aman la poesía. Pero la poesía es experta apagando fuegos, de oídas y sin sangre cerrando cuentas y baúles en el diván o en la pista. El poema: el único sin cobertura social. Usado como eslogan. Para ser de todos y el don de nadie.

Asquitis de Damasco.

Un día como otro día, pero, en la comparativa el viernes, este viernes de santificación es ideal para crucificar a alguien. Terminar con este yugo, amedrentar al buey que vive en el aseo perpetuamente con nosotros. Qué te parece la filosofía de sacar un clavo y en su agujero meter otro clavo. De expulsar los muertos vivientes de nuestras parejas. Poner los brazos en brújula sacrificando todos los deportes del mundo que sólo precisan a un jugador. Esta jornada lúdica al masoquismo, al sadismo, de los huevos de conejos, de las huevas de las cornejas. Como un juego de palabras. De lanzar al prepucio todos los males. Asesinar cada viernes la melancolía del cristal con su montura. Y luego desaparecer como un mantero. Hacia otra ciudad. Otra vida de resurrección. Un día como otro clavo.

Intolerancia

Hay tantos tipos de tos como de gotas de lluvia. Y esa pequeña tosía como una garganta con una púa, el dolor trueno de un niño metido en el pecho de otro niño. La niña sonreía junto a su padre. Y el padre cabronazo sacó un paquete de cigarrillos y se puso a fumar sin tregua mientras miraba con odio mi desaprobación. La niña con la tos de la lluvia. Mi cara hecha un poema. Porque el humo es un cuervo carnívoro que se come el alma de los más débiles.

El lobo con memoria de pescado.

El inconveniente de cuidar a un lobo, se traduce en que parece un perrito leproso. Lo cuidas, hasta el hartazgo, mientras plañe, pensando "el lobito bueno" que no está enfermo. Que finge. Que los análisis hablan por los codos y se equivocan. Luego se cura. Y el lobo es un lobo; corriendo frenético hacia las montañas y te deja sola. Como siempre.

Tengo frío. En la soledad de las luces.

Las fobias van aumentando con los años. Y me quedo nudo viernes de disimular el temor que como una llama tintinea. Me abrigo cebolla. Con varias capas. Y últimamente me cubro la cabeza. El dolor siempre tiene frío. Y muerde el hueso. Y libera las nieves dentro de un cuerpo caverna. Me tapio. Cubertura de ropa. Y dejo la luz encendida. Es mi manera de volver al útero. Y sentir el latido de mi madre, a través de la noche. No quiero dejar a mis hijos sin el faro que inconcebible se erige hacia las islas. Tengo frío de la gaviota gris. Tengo el frío políglota. De temblores y silencios. Del cansancio voltereta que a sacudidas me encoge. El puta frío de la mortaja. Qué vida es la que ostento. Perdón por no saber. Y por el retraso de las amapolas. Qué el hielo se apiade de nosotros.

La guardiana.

Justo o delinquiendo. No existe la cordura necesaria. Porque si de su árbol cosa alguna soy. Ni el pincho. Ni la hoja. Ni la flor abrupta. Entendería el idioma de los que pueden marchar y no lo hacen. Del árbol. El tronco. Ese es mi papel.

Parra

Había un pájaro en el árbol y me quedé embobada mirando a su copa; oyendo el trino mezclado con la hojarasca, entre los marrones y la sequedad de la vida. He permanecido inmóvil con la esperanza de descifrar la procedencia de su música. Un árbol espléndido y un pájaro vestido de camuflaje en esta guerra de adivinanzas. Al rato me he marchado. No he logrado descubrir dónde el poema o el antipoema. Ll.Ll.

El deshielo.

La tristeza adopta múltiples formatos. Camaleón "Excélsior" que suda, se contrae, ejerce de poliquístico engranaje en la estupidez del grano vigoroso que acaba en la taza de un café frío de tanto aguardar lo que nunca llega. Bola de helado de nata, desintegrada mácula en el plato de Arcoroc. Con el reflejo en la cucharilla postrera. De la tristeza hecha líquida. Del músculo del brazo que la sostiene. Flácido ante la pesa. Pesadumbre, café helado y el espejismo de la tristeza metal o cerámica que múltiples adopta en el cristalino de los ojos. En la posibilidad y en la imposibilidad. De tanto aguardar lo que nunca llega. Y nos mata con lentitud. Ll.Ll.

Resumen de enmienda

Las oropéndelas cuelgan de los anuncios de baño. Y la manada entrecruza su maraña al salir con el entrar de un cercanías. Choque de maletas. De los que exigen la verdad cuando niegan la evidencia. No somos muebles. Somos seres de tercios y tapas. En busca de la felicidad relativa de las poses del asiento. Con la risa cometa al duro aprendizaje de no esperar al astronauta. Quizás en su obús, el tiempo era, era una araña sin posts. Pero, los mundanos. nos hartamos. Y vimos la nave estallar contra el violín que un rockero vendió para alimentar a sus dependencias. Sí, entre el caos de los que suben y bajan del tren. Esta el transformismo del objeto. Personas cosas. Flores piedras. Recuerdos bombas. Puertas derribadas por los aviones de la feria. Corazones metidos a adicción de vida. El riesgo de pintar lunas con los labios marcados en vasos de bareto. El juez, la divinidad. Soy libre para tomar decisiones. Subir al tren que me lleve lejos del bucle. Mate ...

Lilas

La lavanda va a florecer luciendo esta primavera más jade y amatista. No es la misma que el año anterior. Porque unos operarios con monos las arrancaron pajas de la tierra. Es fácil inventar la primavera. De cuajo lo muerto se extirpa. Y pronto como un amor maltrecho es sustituido por operaciones con monos. No damos la tregua a la recuperación. Para formar parte del paisaje en el vertedero junto a la basura de los órganos. Justificante de la flor sobre tumba. Del desastre lógico. Eco. Del consumo más atroz. De la primavera muerta. En el recuerdo de los hombres con monos y palas.

La indeseable

Al pobre poeta, se le exige más. No existe indulto para los comedores de sueños. Deben explicar con claridad sus nudos, para ser bebido el entendimiento igual que un vaso de agua. Al pintor, que mancha con los codos su lienzo. La jauría le aplaude con los pliegues de su sexo motriz. Pero, a nosotros, los farsantes, los gandules del cieno, debemos usar la coherencia de la palabra. Tal vez con alcohol. O una psicopatía en ciernes. Saturada poeta soy. De lombrices de papel. Qué si bragas húmedas. Qué si pájaros de jaulas Qué si muertos. Qué si nos da, mal de que, en la cadencia, ritmo atrofia, viejos verdes, veto al buen hacedor de la letra. Aquí reina el lamedor y yo pertenezco a la escoria. Ellos se fabrican su propio espejo. Se inventan premios de harina. Debemos contentar al oyente: El cielo es azul. O, por lo contrario ser genuinos, sacudir la página. Apretar los sesos. Morder la mano. Negar al elegido. Asnos que aplauden al rebuzno. No, no soy po...

El estadio de los estambres.

Encima de una piedra descansa el acertijo compás de los que en la tierra de nadie diseñan las esperanzas. Traficantes con puertas, que alquilan ventanas donde se pueda contemplar el paseo de los transeúntes. La rigidez plástica de las flores, el verde intrigado, la especulación de la gota. Encima. De la piedra. La duda viste de granate. Se peina de arroz. Ardiente de capilla, agua rocío. Verja llave. Luna lona donde el futuro yace en la bola de cristal del bazar. Sentada. Algo en desuso. Certera sin diana. En la piedra del viaducto. De quedarse de. Cavilo en su hermosura de loco. Y me muerdo el pelo. Mientras su nombre revolotea como el señor de las moscas. Maldita hambre Maldito tu cuerpo de entre todos los poetas. Piedrahita. Sucumbe mi corazón a pedrazos. Granizo. Amor. Todopoderoso. Sutileza de que este pedregal, cima de una tortura. Encima. O debajo.

La incapacidad del movimiento.

Qué anida cada paso que da da damos. Dadaísmo de los pies. Curva sostén de un cuerpo. Camino palo da da damos de ciego. Gancho de vida. Colgajo de la gravedad de los espacios. Da da da el primer. No es fácil ya lo sé. La eclosión. El quebrantamiento. Un líquido fluido de la rotura del tallo. Sobre las hojas de la primavera que queda a un paso. Y los pies de cansancio. Y el paso. Doble da da da. Y sin embargo quieta abalanzo los estribos. Alumbramiento da da da, quita toda hazaña. Al trabajo cojo. Al supermercado lata. Al sofá tapete. Da lo mismo. Y vuelvo a empezar. Sin haber dado ni un paso. Ll.Ll.

Sombras nocturnas

La gacela atraviesa la calle anaranjada por las farolas. La aceleración del segundo. Su sombra la persigue por ambos extremos y tres son el resultado del contraste de que la luz mire desde diferentes puntos ópticos. La gacela, y tres gacelas enfrentadas. En la pared, en el asfalto y en la cuneta. Diferentes matices del cuerpo igual que una divinidad india de poliextremos. Sombras tridimensionales que hablan el idioma de la noche, el frío, la aceleración del segundo. Paredes de surtidas apariencias. Gacelas en estampida

Incidencias

Me quiere. Igual que un puño cerrado asfixiando a una moneda, y eso no. Y eso. Y eso. No es querer. Un anillo metido en una caja una caja forrada de polipiel insertado cadáver metálico engullido por la espuma. Eso, eso. Un objeto que juega al escondite. El quiste de una relación. Ahora. El ahora. Con los ojos cedros por el insomnio. Los sueños con alucinación acústica. El frío sierpe. Y la soledad de una cama. No, no es ser amado. Ni que te quieran. Eso no es eso. No es eso. La periferia de las sábanas. El crujido en el tímpano con acordes lineales. El dolor de espalda por pasear a un muerto día y noche, alforja de pieles y retorcido. No, eso no. No es Eso. Eso. Qué le pasa. Porque no desea ir después de la calle 13. La falta de empatía. Las relaciones con un muro de por medio. Neurosis de la castración. Son las seis de la mañana. Y estoy aparcada en una cama. Me devoré a mi misma. No soporto la maldad que encierra al ser humano. La fragilidad del e...

Inexacta

Aún llevo el abrigo sentada en el sofá. Y tengo una serpiente helada que se ha pegado en mis párpados. Tengo una serpiente. Me asemejo a la yema de un huevo dentro de su cáscara. Al colmillo de cazón pendiente de un hilo oscuro. Tengo una serpiente de tristeza escamada. De nudos maltrechos. Estoy seca. Gota y esguince. Algo menos que más tirando que recogiendo. Serpiente vete lejos. No me asfixies con los gorriones de alabastro de un ir para rehuir. Necesito paz. Río de lunas. Tengo una serpiente. Y ya forma parte del zoo de mis sustantivos predilectos. Tal vez falte la manzana. El sexo. Tal vez el sexo venga sin manzana. Serpiente. Aún estoy sentada con el abrigo puesto en el sofá Tengo frío en este salón. Un domingo apto para dimitir. Y abrazarme a la serpiente de las oportunidades. Jaleo, lentillas y el corazón acribillado. Ser piente. Ser pi ente.

Clavo

El viento galope por las calles. Y servidora entre dos mundos. Histérica, como una hoja alborotada. Y él, pasivo para no perder la costumbre. La discordia era irregular. Yo chillaba. Él miraba hacia otra dirección. Yo no soportaba el alicate que suponía la mortaja de su actitud frente a la vida. Lo despiadado que era con mi razón de vivir. Le recriminé como la ostra al sufrimiento de su perla. La falta de apoyo. Su ausencia de ánimo. Las lágrimas que había pintado en mi faz previo subir al vagón. Cada recital era un parto prolijo y su desdén me enervaba. En oratoria nadie me gana y como un espadachín desfloraba los sentimientos. Pero la templanza era la mejor arma del enemigo. Y acabé con un monólogo de taberna. Y al término, espetó que la última frase era apta para un verso. Un verso que leería el cosmos, sin mi pudor por límite. Exhibicionista. Amante del postureo. Profanadora de la intimidad. Le grité: Soy artista. Necesito comunicar. I...

Lunas nuevas

El intento frugal de definir el origen trapecista de mi "omnimundis". La complicidad araña de balancear mi cuerpo de un lado a otro. Sólo era un viaje: el culto nómada de mis ancestros. La necesidad del instinto selva. Como al perro de caza que le dan una pelota de goma para que juegue. Le expliqué que era preciso, la inyección de emociones. Cambiar de aires, de muebles internos. Que sólo era un viaje. Mi ralea de entender la vida en el oficio de conocer nuevas formas. La sanación de las heridas, el remiendo, un trozo de retal atorando la pérdida de los almendros. Un viaje. Exótico y divino. Luego regresaría a casa. Cómo siempre. Con el pelo almidonado. La cara limpia. Los tatuajes de cada una de mis paradas. La necesidad del movimiento. De asumir. Un viaje. Qué la mujeres sentimos la necesidad de los candiles en primavera. Cómo los exploradores, el investigador médium atómico de piratas y sueños de Orfidal. Luego con la ducha la tierra se...

Delor

Cabe en mi mano un mundo de señuelos y títeres con la temeridad de las almas que desconocen la guía y sus consecuencias. Si este útero de meseta se retuerce por el ansia. De la marea alta que se consagra con el miedo de trigales porque llora el animal que convive conmigo. Sangre descarriada con pechos que llaman a su boca en una clara fustigación a reprimir el frenesí. La gula amatoria. La tortura de los instintos. Mientras me retuerzo en espasmos amorosos. Si su olor sabe a ambrosía y prefiero cortar mi nariz antes que su paraíso estalle. Puede la razón pelear con esta fiebre. Intentar convencer al silencio de las lujurias más orquestadas. Si como juguete te destronan. Y el deseo de carne se profana con el pensamiento. Flor abierta. Lavadora en el centro del vientre. Ese comer, gozar, anhelar. Y buscar el amor y no encontrarlo y sentir que eres una perra en celo dentro de una jaula. Y tomar calmantes. Brevajes y lecturas. Para seguir por el car...

Re-cuerdo, re-cuerda.

Soy loba. Soy tigre He amamantado con mi leche. A los niños de las incubadoras de azúcar. Y mi sangre en bolsas calmó la sed de la vena para tomar fuerzas hasta el camino de los valles. Cavando las zanjas para rellenarlas con los muertos que he sobrevivido. Soy escorpión. Soy cuervo. Han asesinado mis ovarios. Y mi nariz fue rota sin permiso, el día de la cicatriz que se halla bajo el seno izquierdo. Que impide olvidar el incendio devastador en la noche de las casas de las muñecas. He visto a mi madre caer como un sol y correr la gente despavorida por la alarma. Soy delfín. Soy ballena. Guardar el llanto tras la renuncia. Construir chozas con el barro y la orina. Acunar los huérfanos del poema. Y sanar con gasas las pus de los abandonados y de los leprosos. Soy la madre del mundo. La hija que cruzó un mar igual que pierde humo la alameda en llamas. Una madre con sus hijos lejos como una gata que le han cortado sus pezones. La chica en una clínica...

Presentación Antología Huellas de mujer, editorial Lastura.

Imagen
http://www.sgae.es/es-ES/SitePages/EstaPasandoDetalleActualidad.aspx?i=3672&s=1&p=1

O-fe-lía

Tal vez la forma de entender el amor no obedece a la ortodoxia de lo que pregonaron catecismos y publican la ristra de novelas, series y fotografías. La libertad de la noche. La noche de la libertad. Porque no es igual amar, sin ser ni ser amando solamente. Tengo las palabras más dulces de este planeta agónico bajo la lengua presas. Las caricias esqueléticas. Los ojos más sinceros detrás de las lentes de contacto. La verdad en cruzada ambigua. En cada uno de estos versos que jamás cruzarán la alambrada del padecimiento que fue amaros. Todos los sentidos. Todas las emociones. Están atadas con hebilla de cuero. No habrá sensibilidad, ni nubes aliviando este oleaje. Aprendí en su ausencia a forjar al corazón y a sus secuaces y no olvidé ese febrero pestilente que bajé de la torre. Para volver. En el mismo mes a treparla. Podría Abandonarlo Todo Por Usted. Pero, no olvido que soy una medusa cobijando a Ulises. Para qué soñar, si sólo soy una flor de pri...

Poeta de envase de chicle. Por los guantes azules.

Tal vez sea poeta, por el trazo de tres episiotomías en un país que hay mujeres con guantes azules recogiendo la escarcha deposición de la sardina. Mujeres con envases de butano en escaleras sin bomberos, en línea de cajas apiladas al consumo, mientras existe, exista, sexista, insta, fustigación, De la alarma de esperma sobre sillas de varices inflamadas; la rotura de las aguas expulsando ovarios transgénicos, higiénico, trasmutación, acción, acción, religión, pisar las flores, al grito en el paritorio de las ofertas. Una mujer con manos azules. Guantes de látex saneando la economía inodora. Las sillas de los despachos ministeriales con la piel de nuestros hijos. 83 voluntades sin firma.

Por el mal camino.

Con el número infinito dando rienda a la demagogia las cuelgas son para la gente bonita. Y me tocan lo intangible. La facilidad con que con boca reivindica un postureo de cintas, pósters, camisetas, coloquios con menos orgullo que los que un reclamaron y por goleada abrieron las puertas de los juzgados con piedras. Indignación de la verborrea. De las tesis en redes de jerarquía de culo en silla en horas de trabajo. Dile que pare a la de sin contrato. A la que te pinta las uñas y tiene los ojos oblicuos. Dile que pare a la que compra comida caducada Pare, aborta y muere en carretera. Las modas fétidas de quién impone. De detener un gigante con la fuerza de una pestaña. Dile que pare a la niña de la feria. A la gitana vestida de pijama si la escuela es una ciudad exótica en la revista que preside tu despacho. Tu peluquería. Tu inyectabotoxdemierda. Que paremos todas como un colibrí ante el árbol maduro de la esperanza. Presentación literaria fémina desértica...

Batallitas

Yo que antes amé a un dios y ahora a un mortal que cayó mi desgracia de la boca salta a otro intervalo. Qué lo amé con tal arrojo de precipicio que ni lunares ni espigas pudieron silenciar todo el elenco rebuzno. Me crecieron orejas de asno. Y fui la comidilla de las granjas de las gallinas. Amar un mortal es sanamente más sano gu. Te envuelve, vuelve dios, en una capa de registros. De rentas. De renos y querubines. Seda a partes iguales de rojos y de azules y te lias con el dios y con el mortal porque al fin y al cabo es uno, la razón de Marat y el otro un descabellado Sade. Relación simbiótica. De matices mentas. Porque quedarse con el cielo pudiendo habitar el infierno. Que tardes de álgebra hagan temblar las escamas de peces de colores. Yo que amé a un dios. Un dios virtual detrás del biombo.

Desesperacción

Cuando salió la depreciación las aves se... En la lista de la compra los besos estaban descartados y la lluvia evitaba tropezar con su caballeriza andante. Vuelve la herradura a invertir su sonrisa. Las habitaciones con puertas cerradas. La televisión muy alta para evitar escuchar el latido de los corazones. Las normas. El tiroteo del reloj cronometrando los pasillos. Gnomos de gotas de sangre. Hervido de tenazas, asfixia de la pasión de los cuervos. Las puertas cerradas. La imposibilidad. El tedio. Y unas ganas de huir hacia las cataratas a bañar esta mancha de pintura y bucear entre los adjetivos que en hoguera descifrarán la fórmula secreta de la indiferencia. La una de la madrugada. Cruzando con los bajos del pantalón sumergidos. La sintaxis de coches ausentes. Ni las ratas pasean a esta hora, momento colmillo, rasguño mercurio, estatua decapitada, sombra, aguja sin hilo. Bazofia. Las a. As col. Loc a. Aca ro. Col a. Al col. Co. La.