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Mostrando entradas de agosto, 2021

Pedra viva

Si pudiera llenar de algarroba. De semillas de almendras que pastan en la acequia. Con la única cosecha de una procesión de sustantivos. Hacer de cada espacio un cuello, un hálito para que aquel alvéolo que respira  mantuviera la libertad sin precio ni envolturas. Es tan temprana su decadencia. La de los campos alfabetos. Viendo pasar los trenes de chapa sucia. Las agujas de pino  encaramados a ocultar el asfalto. Pájaros y tigres. La oportunidad de este trino maullar de aventurarse a tener algún significado. Aprietas el interruptor y se enciende una bombilla. Cierras la puerta y el aire se para en seco. Caminas hacia Pòrtol, día tras pendiente. Con la insistencia del agricultor... si planto una letra jamás nacerá un árbol. Pero insisto como amo a las paredes de caliza. Y acaricio las rejas. Nunca se sabe que deparará del terreno tener tanto amor bordado de palabras. Aunque la piel se convierta en tu propia tierra. Y nadie entienda el idioma de los troncos de la tala.

La mirada de María José Sangorrín

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Muchísimas gracias María José Sangorrín García  por tu valoración del libro "La complejidad de Electra" (Torremozas).  GRACIAS por tu mirada. Exorcizar al padre, "matarlo" en un ritual simbólico liberador, necesario. Este poema a modo de colofón, es tal vez el que mejor aglutina la idea central-eje de "La complejidad de Electra". Poemario en el que su autora desvela a través de un aluvión de versos sinceros y certeros, la compleja afectividad y sexualidad femeninas; un vaivén, un caos interno de sentimientos contradictorios muchas veces (de amor-odio, de culpa y sufrimiento, sumisión-rebeldía, desencanto, dudas...), bajo la sombra de la moral educativa en la infancia y, sobre todo, del cincel paterno maltratador. Lluisa Lladó concilia la concisión estilística y el manejo hábil de imágenes y juegos de lenguaje: desde los propios títulos, que son poemas en sí mismos, se derraman ingenio, creatividad, audacia, interpelación, vitalismo, crudeza, ironía, sorpre...

Brasa

Un carbón naranja que derrite la nieve. Así tu voz clama sobre la piel. El latido más cayado. La esperanza agridulce de los que con fisuras somos las catedrales del mar. El oleaje candado, las rocas herraduras. Con el pecho desnudo hacia los amaneceres. En los momentos de la aflicción continente tu lado como un muro. De enredaderas e insectos volátiles. Pixeliza. La primavera desenmarañada de diapositivas. Me colma aguardiente en un espejo.

Hollín amoroso

Te prometo por las siglas de las siglas que detrás de este corazón de madera una brasa late lengua. Su murmullo es ligero como el de un aire acondicionado de clase A con el eco de un trago a una respiración. Suena a árbol quemado después de la lluvia. Desafina y ronco carbono  posee la capacidad  de ser la tiza más negra del aula. Jamás me cansaré de este carpintero pájaro que ahueca con el teclado digital incoherencias nacidas del abandono. Una quiere igual que una letra extinta o un papiro de plástico con el trozo de monte que me resta. Pequeña mancha que fue bosque. Araña ventricular en un cuerpo de brigadas cortafuegos. Acaso no percibes el aroma de quebranto. La ceniza que me persigue de cadáveres que viven en mi cabeza. Za, Za, Za en la peculiaridad de tener una cerilla sujetada por mis manos. Rezo ineludible del amor  que te profeso.

Rarezas

Supongo que la poesía es un número indeterminado. El cual no puedes teclear en el teléfono. Vendría a ser una dirección en un mapa que borró el nombre de su ciudad. Una probeta intercambiada en el laboratorio. La PCR de la comunidad. Palabras Cultas Reincidentes. Palabras Ciudadanas Repetitivas. Un culminar de palabras fluyendo en una carretera en ambas direcciones. Dicen que necesita un mensajero pero poco interesa lo que se dice pues más importante es lo que se siente. No a todos les provoca el mismo efecto secundario. Y quién escribe bien sabe de la fiebre poética. Alguien habrá dilucido una vacuna en sus sueños de villano para acabar con el "poetismo" mundial. Multiplicación, mutantes con libros y estacas. Una enfermedad que no se contagia. Y que todos guardamos en un germen entre el seso y la escotilla. Me declaro vírica e infectada. Y los doctores la han asociado a la demencia y al ron con Coca Cola. Si he de ser sincera, prefiero esta locura que transita por mi sangre ...

Amor

No sé amar de otro modo cubriendo tu sueño con mis manos para proteger de la tarde y llenar cada silo de melancolía con flores opiáceas capaces de vencer el dolor más absoluto. Amarte como se anhelan las cosechas que han nacido de las estaciones y del temblor de la azada. Amar en consistencia mercurio vagabunda y planetaria para ser galaxia donde la negrura más absoluta sea un foco. Que no hay nada sobrepuesto en el ahínco de las maquinarias para amar sin tregua ni combustible. El desaprender y bóveda. Ser agua para tu sed. En el guiño sin lágrimas. Cartera de sellos usados. Amarte como lo hacen los músicos. Y la gente que ha sobrevivido a una guerra.

Calabruux

Tal vez, fue una penitencia la revuelta que protagonizó el granizo. A caballo entre la lluvia y la nieve. En mitad de la prosa y de la poesía. Se ensañó con el público e hizo de la chapa un sayo. No hubo luna que soportara el impacto ni árbol protector que roto se expropiara en un otoño ficticio. Sí, ya sé, existen tantas odas a la llovizna y tez nívea a diestro y siniestro. Que era inevitable  ante el desplante y el ninguneo que apropiarse del cielo  implicara una constelación de pedruscos. La lapidación de los que subestimamos a la naturaleza. Con Carglass, sonriente de medio lado y entero. Quién está listo para lanzar la primera. De negar lo poco que somos. Gota de tormenta deseosa de ventisca arremetiendo contra virus, persianas y pavimentos. Lo malo, es que siempre habrá una paloma muerta. Un libro inacabado. La planta golpeada con el escarnio de los que no te ubican en ninguna casa y quieren entrar a pelotazo limpio.

La desfigurada triste

Cómo se siente un corazón quijotesco... En el desierto pululan lagartos con trajes de marca. A los reptiles el sol no les afecta en absoluto porque son capaces de pintarse de roca y de arcilla iridiscente. Tal vez mi piel moteada  me haya auxiliado de muchas guerras y haya soportado el embiste  de la estampida. El abandono, no deja de ser un armamento de elefantes sin colmillos que pisotean la pureza de las flores nacidas de la virtud. Por eso, brindo la luna manca y dono el escudo de librar batallas a quién resida ciego, en la oscuridad  de los ascensores en un apagón urbano. Achico el lateral  a la ventisca de los informativos. Barro todas aquellas consonantes capaces de escribir la daga inadecuada en un diario de abordaje. No sé en qué momento me convertí en un ser de sangre fría, a merced de las constelaciones con el único propósito de prevenir el huracán en las glorietas. Dando círculos el ojo, con la tez teñida  de fortalecimiento, parachoques y lágrimas c...

Apagón urbano

Cuando apagan las luces y la palabra se vuelve zaina. Cuando la puerta ejerce su gravedad y tapona el oxígeno. La ansiedad sobrevuela, siempre, sobrevuela observando lúgubre la costra. Cuando ya no hay nadie en el sofá y la televisión ha dejado de emitir los canjes en fotogramas absurdos. Y duelen las guerras. Y abominable la lacra  cierne la portabilidad del que urge una tarifa plana. Cuando internet no existe. Ni alumbran las bombillas. Tú, estás siempre a la vera como un ángel animal de carne. Sí, y ciegas la mirada a la hecatombe de los que hemos muerto varias veces en una película. Libros aparte. Transfusión necesaria de un pleito con patitas de pulga. Encendiendo bengalas porteado a esta poeta de cruces. Tú. Trébol y amnistía de la pena. Ll.Ll.

Bahía

Tú que presencias el oleaje y deseas con tus fuerzas detener el ahogo. Levantas los brazos  con la intención de someter al tempo, mas se convierte en una cobra  dispuesta al ataque. Soplas con los pulmones de Poniente achicando su hambre para proteger de los temores humanos. Esos que son retorcidos de coral quistes de orilla racimos en tu boca y que naufragan de un lado a otro. Las piernas jirafas para acariciar el lomo de espuma de tan alta condena  no sería una mueca más del vaivén logístico. Qué voy hacer si uso mi cuerpo para frenar tu caída. Y contusión perfila la entraña del que recoge al gato suicida. Mujer red de corazón Android. Una merma delante del temporal. En playa del norte. Pero soy así desde niña, siempre salvé el terror de su propia agonía y lloraba en folios la dejadez de la marea: -Huuuuuushhhhh brummmm.