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Mostrando entradas de octubre, 2017

Aaaaaaaah

Somos frutas de distinto árbol, y por ello la convivencia es complicada. Cuando el amante duerme, no puedo hacer ruido en la casa. Y yo me aburro soberanamente. Todo debe ser un sigilo, andar con puntilla, toser con embudo, mirar sin pestañas. Este litigio de un hombre encarcelado en su neurosis, y la reina del ruido. Cocinar atizando cubiertos. Poner música y cantar como una rana después de la resaca. Pero, aquí, todo es de un orden mudo. Y yo sentada en el sofá. Me apetece chillar. Tan. Tan. Tan. Tan alto. Qué creo, que los cristales se rajarían. Que los niños se salvarían del hipo. Que a los libros las letras de salto en salto, saldrían kamikazes de sus páginas, palabras, rutina. Él es monacal, dice que es un chimpancé y y yo fui parida bonobo. Quiero lanzar la vajilla al suelo. Pegar un portazo. Aumentar el volumen de los enseres de esta casa vasoconstrictora, anticoagulante, insípida. II Un muro roto por la risa de los niños. Mi monstruo i...

La crítica de las bestias.

Noviembre se resiste con el combate musical de los grillos, grillos acrílicos, acribilladores del silencio. Los pies calzados de sandalias y el frío congelado que no llega. No llega, no llega el invierno, se proclama disidente de los calendarios romanos, de la soberbia de las estrellas y de la peor cuna: la del hombre que doblega a la climatología. Los grillos esclavos esta noche cantan afónicos, ya es largo el número de lunas ejerciendo de juglares entre sótanos y balcones. Miran a la colilla. Sudan la noche. Son poetas. Nos avisan de la agonía humana.

Estorninos, dónde estáis?

Puedo oler una ciudad que no haya conocido, porque el petróleo tiene el mismo hedor en todas partes. Revivir el paso con su sonido castrense, tanto en el gris como en la arcilla porque la subida y la bajada determinan al golpe, al martillo, al flash. Los pájaros, conocedores de países, que coronan olmos y vigas de cemento, saben más de la existencia porque han observado al hombre en su lascivo peregrinaje; de sus costumbres destructivas. Ellos, los pájaros, que huyen del terremoto. Y de las olas de infarto. Conocen a la humanidad como los roedores mamíferos que no aprendieron a volar. Ll.Ll.
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El miércoles 18 de Octubre presenté por segunda vez en Castellón, el libro El arca de Wislawa de Ediciones Torremozas. Fue en  la emblemática librería Argot, rodeada de gente noble dispuesta a compartir ese momento tan especial y a leer poemas del libro de una manera altruista e improvisada. Gracias por la acogida y por estar en la única tarde lluviosa del mes de Octubre.

Poema dedicado después de leer El arca de Wislawa, un poeta.

DÓNDE LA VOZ                   A Lluïsa Lladó "El don de la clarividencia", Lluïsa,                          sumergido, viene del mar, del aire, del salitre, de la quietud de horas sin palabra. Heredamos la fe del carbonero que sueña una raíz en las entrañas de besos submarinos,                  Lluïsa. Amasamos el pan inexorable de una edad                lentísima, poblada de burbujas y de gatos huidos de algún cuento de Cortázar. Y esperamos aún como el amante espera, nómada de unos ojos guardados en el fuego. Lluïsa, ¿dónde la voz, en qué mendrugos o rincones           del tiempo se nos ahogan el poema, los poetas? Guardianes del laurel, de la artemisa, "el don de la clarividencia" nos consume como un ojo de buey perenne- -mente asomado a...

Verdad procesador

Nuestro amor se ha convertido en nuez moscada. En piedra pómez para pulir al alcornoque. Y debe haber mudado un día de la semana de esos fósforos. En que prendes el paraguas y no llueve. Y cruza la calle el motorista de una pizzería tan veloz que crees que ha roto el sonido de la noche del alma de los cretinos. Húmeda y ruinosa, entre contenedores que han sido profanados y la delicadeza de los bares de copas que recogen las sillas y las mesas de las terrazas tabacaleras. En qué ha degenerado nuestro amor, si prefiero estar sola, si tu cara se oculta cuando toso. Si tu cuerpo me esquiva y el ardor se refresca con ginebra y dos cucharadas de sarna. No sé si puedo fingir más tus despropósitos, la neurosis, el sarro, los pavos reales danzando sobre nuestra cama. Tengo experiencia en muerte de alianzas, te tratan como a un plato frío, te ignoran mirando al reloj y comulgan con la necesidad. Y abro la puerta de tu casa. Me vuelvo a la mía como quien gi...

Postres y café.

La chica, número tres, sale de la cocina y sirve la hamburguesa grasienta. Sus brazos muestran quemaduras. Y no, no fuma. El joven de la camiseta blanca, dejó su casa tras los perros, tras el lago, tras la nube, exhalada por el viento. Le vendieron la moto, que tenía un trabajo asegurado del cuentakilómetros sin vida. En las uñas lleva los restos del cartón con grapas. La lima que otorga la libertad, que endurece los dedos, y las manos. II Tu corazón es el de una muñequita rusa. Colocada sin asambleas, la chica del tres tatuado en la espalda. Los camareros anegados en sus bebidas energéticas. La mano del que trabaja con sus manos. En huertos de escaleras mecánicas y una pirámide en la página de un magazine de datos, de cifras, sin vida, con los brazos quemados, y las uñas cortas de la producción en rampa. III Cómo va el tigre atacar si le abrasaron las patas Cómo va a luchar el puma sin papeles. Cómo va a reclamar la langosta dentro de un vivero...

Transistores

El punto inflexible de una carretera, entre dos poblaciones: el ejercicio de un antes y un después. El tiempo por kilómetro y en ese intervalo el poder de la decisión para tomar una iniciativa. En las carreteras de provincia si el auto se detiene, peligra la sucesión del viajante. En ese trozo, el asfalto guarece las manchas hematíes. Los escombros más diminutos. Los agujeros del cemento, con cristal plastificado y restos de animales que apenas manchas van apoderándose de la vida de los neumáticos. Una secuencia en el navegador, una mirada que se cruza, con el paréntesis de la transferencia. Veloces y apenas sentado en un balancín celeste contabas las estrellas. Has escuchado en la madrugada el sonido de un coche atravesando la autopista. Aulla una palabra imposible de entender para nuestra cabeza. En ese trayecto. Ningún pedazo de camino, lleva tantos pensamientos como el escándalo de romper el silencio. De la llegada.

Cola cao o Nesquick

La televisión enfoca la escena del repertorio de un dueto: Él está irritado. Ella, encolerizada. Las imágenes, se sucenden en la pantalla, parecen ambas dos películas de cine mudo. En el aparato, borrosas. Las de ellos, un film de tragedia, a lo mejor por una discusión de celos. Mientras él levanta la voz paralela a los gritos de la mujer con presbicia. Una almohada se ha estampado contra el sofá. Y la taza de café volcada regurgita el amargo café de la disparidad política. Ella puede fingir que piensa del mismo proceder que el hombre que ejerce el derecho a sabotear la libertad de expresión. Los fotogramas se suceden. Retrasmiten un desfile y el hombre lo adora como un adolescente a su primera prostituta. La mujer, se negó a contemplar la cabalgata de lo reyes. No cree en la Navidad. Una fisura en la baldosa. Un milésimo grano de azúcar, apenas, perceptible. Los corazones bombean la sangre en direcciones opuestas. Cuántas ...

Salud dónde moras

Lleva el asma jugando a póquer con mis pulmones y ahoga la palabra en la situación común de los artistas de cómo terminar la obra. La palabra queda entre los barrotes atravesada en la garganta de la poesía como la flema que enquista y al respirar se convierte en el fumar del oxígeno que circula por las ciudades, La tos impide dormir debajo del tejado, y la uñas azulinas ronronean una saturación precaria. Antes tenía la motivación, el duende, pero mulo calla, aunque sinceramente siempre amé la patética pose de las grandes actrices que morían a finales del siglo XIX, de tuberculosis entre los brazos de sus mayordomos. Ahora, no sé finalizar el poema. ¿Y si le quito vocales? Vcls l qtr. ¿O le resto las consonantes? Oae e uiaía. La maldita manía de querer sacar el conejo de la chistera en rúbrica para cerrar como si fuera una bolsa de fiambre. Todo un desfile de orgullo y de repente el latigazo. Pobre poeta que sube a lo más alto para c...

La dama de las bragas azules.

Se acercó la dama de las bragas azules, y me espetó en toda la córnea que mi poesía no le gustaba a todo el mundo. I Si decidiera escribir franco, y en plena pared del juzgado escribiese la siguiente nota: La mesa tiene cuatro patas. La silla tiene cuatro patas. El gato tiene cuatro patas. El estanque tiene cuatro patas. II Cuatro, todas y todos, tuvieran. III La señora de las bragas azules y la parafernalia que escondió el cumplido no sabrían el número exacto del arsenal enumerado. No, no lo entenderían. Porque leen con los ojos. Y yo, pobre diabla de bragas de encaje rojo, se la ha de leer con el corazón, los tallos, la esponja, el tobillo, la pleura, el útero, la rodilla, las coordenadas y un mapa. No, ni aún así... La mesa, la silla, el gato, y el estanque.

Brevas

Esta noche que me ha dado por leer a Gloria Fuertes, reviene a la memoria que de los sacos hacen sarna. Del poeta maltrecho: espantapájaros, y aguacero de esos jueves dentro del pensamiento programado. Me acuerdo de la miseria acordeón, de las pegatinas que regalan los políticos en campaña. Hacer acopio de Fuertes. De gloria en mitad del infierno. Esta noche de lectura sin lupa, con el Olimpo de la poeta sin correctores, ni aparato de ortodoncia que enderecen el camino.

Decisión pajarita

Un pájaro saltimbanqui ha volado hacia tu ventana. Un pájaro. Que ha rebotado contra el cristal. Y a pesar del impacto. No ha muerto. No ha desfallecido en la misión. Un pájaro ha entrado por la ventana. Y al salir. Se posó en el tendedero. El pájaro que cree que es uña, alambrada de una carretera interminable. Un pájaro gris, y negro, y blanco. Un pájaro de tela. Un pájaro que ya no canta pendiendo de un hilo.

18 de Octubre, Argot, 19:00. Presentación El Arca de Wislawa, Torremozas, Lluïsa Lladó

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 El día 18 de Octubre, a las 7 de la tarde presento de nuevo, en la veterana librería Argot que este año cumple ya 15 años, El arca de Wislawa de Ediciones Torremozas: Una editorial de una gran solera que siempre ha mostrado respeto hacia mi persona.   Deseo un evento sencillo, mi salud anda un poco revuelta, y pitando del trabajo me dirigiré, como una locomotora, hacia un encuentro con gente que sé que de verdad me aprecia. Y desearía que existiera la libertad de que si alguien le apetece leer unos versos del poemario yo estaré encantada. Que sea un acto participativo y honesto.  Como le gustaba la poesía a Wislawa Szymbroska, humana y sin molduras. Ante todo gracias. Tanto los que estaréis en mi corazón como los que seréis cómplices de un momento de paz, intimidad y poesía.

Ser o res

Mi quiromasajista dice que tengo los chakras bajos, tan bajos que creo que en un submarino, han emigrado de mi columna, y afloran lejos en otras urbes. Desde julio, mi salud se ha resentido. Abrieron la herida que tan coqueta tapo con maquillaje. Volví a escuchar su voz. Esa soga, sierpe de esperma, que tantas barbaries cometió arbitrario. Y las defensas empezaron a temblar, porque en esta historia de mierda, el verdugo lleva piel de cordero, y la víctima, las manos secas del abandono, los pies de callos por el camino que los avalan. Y el dinero empezó a ser un coro de Iglesia, y al final me he rendido como lo hice la vez primera. Por ello mis pulmones han enfermado. Mi piel se oxida como la llave en yagas de solsticio. Los huesos se hacen sordos cometidos en paredes que no abren ventanas. Inmóviles hacia ningún apeadero. He enfermado. Y un milagro es levantar esta almena, sitiada de recuerdos, de mis hijos cuando eran tan pequeños que nadaban en mi...

Hipótesis de centavos.

El amor ha mudado de plumaje. Y aún así al recordar parece un viaje a una bonita ciudad con la parada del autobús de un público animoso que parlotea. Tú, ya no eres más que una parada de una atracción de feria. Y en la nostalgia puedo hacer estadística. Pero, sin amor que no era amor. La felicidad retrata su bondad cerca de la entrada. Ranura de la correspondencia. Supongo que un animal cuando sabe que se extermina. Reza, y reza. Pues la oración es lo único que queda entre nosotros.

El declive de las rosas.

La salud, truhana que se escapa cada día de festejos, y que hace balance negativo. Miro el rostro. Y las pecas insurrectas exigen el pago a tanta guerra. Una sangra. Debería no tardar en ir al especialista. Son poemas. Son las palizas. Son los árboles derribados. Son los muertos. Son el cordón umbilical. Son el ostracismo. Son unas putas pecas cancerígenas. Me miro al espejo. Crecen cuando más triste es mi Adviento. Las debo de quemar. Crioterapia de bajos fondos. Dolor en fa sostenido. Lágrima muda Y receta de matasanos. Mañana, llamaré a Pitchard sin falta.

Artescopia

He vuelto. He vuelto. He vuelto. A la escuela que juré que no regresaría, masoquismo desangelado. Bajo un techo cubierto de inmundicia. Y las clases de artistas repletas, cómo si con un garabato se tasara la inmortalidad. He vuelto. He vuelto. Porque el arte engancha, sublime droga que corrompe: el ego con su ambición fornicadora. Tengo la sedación de los perdidos, la inmediatez de los tuertos, el letargo del ojo frente a un portátil. He vuelto. Sé que del mestizaje de la poesía, de la ilustración y ahora del fango, se gesta una fiera. Medio rata, medio perro, medio felino. Y quiere salir a la calle. Y decir a las puertas herméticas, con voz de retrasos. He vuelto, para amar.

Injusticia

En el cielo se disipa la nube, con los estorninos que no han venido a la fiesta. Los coches lucen impecables, y el sonido barullo de las aves no se evidencia. Quisiera creer en el amor, en el diálogo de los diccionarios que intercambia la palabra por definir. En esta incertidumbre donde las personas han mezclado sus dogmas, y siguen la filosofía de las redes. Nada es verdad, a la verdad suficiente para acallar el zoo. Zooconstumbrismo de una mente que come a la hora, que comulga en lo establecido. Religión de tarugos adorando su parafrasear. Ganas de purga a la indigencia, en un debate que no me interesa, tal vez porque existe un pueblo. Un pueblo que trabaja a destajo. Un pueblo exiliado sin país. Un pueblo de economía sumergida. Un pueblo que no es pilar, ni ladrillo, ni tuerca, ni grava. Es un átomo que come de la oferta de la semana  Que no piensa en su extenuación. Mientras la alta burguesía y los que no trabajan los domingos aplauden con sus nalgas. ...

Los dictadores.

El silencio al asunto ha sido la prescripción a tanto alboroto, la prudencia frenesí  a la fisura de una carretera con otra. Paso de trenes de alta velocidad con la lentitud de la barrera, de derechas amagadas en el izquierdismo. Ridículo masivo de un pueblo que no salió a los aparcamientos cuando la corrupción, y las casas fueron embargadas con la boca de los niños pidiendo el cielo en depósitos u hospicios donde reverdecen con la pobreza monetaria circense, declive de sanidad, docencia de barracones de un país que no es país, en una ideología que alimentaba a sus cachorros en las aulas. Quieren el apaleado por ambas partes, cobardes que usan al pueblo como escudo humano, mientras toman palo en sillones que huelen a plástico chino. Vergüenza del anacronismo de la divergencia, cuando la multiculturalidad es el futuro, que el planeta debe ser uno ante el cataclismo ecológico que se gesta en la tierra. Los estorninos aún no han regresado, y el agua sabe a l...

Cortisona

En la sala de rehabilitación percibes las fórmulas secretas, del binomio de la vida. La paradoja de los verdes. La cordialidad destrenzada de los cuerpos. Esta aritmética, de eletrodos instaurados en lunares, pliegues y sésamos. Mujeres al borde de la... Con rastrillos en la piel, y logros de inercia. Levantar una pesa minúscula. Es para las mujeres al borde de la... Ganar la guerra. Cuántas cicatrices en sus huesos de fragmentos. Y sin embargo en el traje de soldado no han conseguido que los orificios de bala puedan matar al ruiseñor. Una mujer intenta abrir una pinza de tender la ropa. El espejo habla a una chica su medio lado, mientras su otro hemisferio es un rostro de piedra. En la sala de rehabilitación con un poema lisiado, y las mujeres que parieron hijos, que trabajan en la huerta, que nunca hicieron novillos a la asepsia. Al borde de la....

Un pimiento.

Me preguntó con grandes dosis de ironía. Si hablaba polaco. Ya que mi último poemario aterrizaba en plena Polonia. Pude haber contestado pero, sonreí al contemplar una velada provocación ante la ignorancia de esa gente que es menos humana. Los poetas. El poeta de China. El poeta de España. El poeta de Rusia. El americano. El argentino. El egipcio. El chileno. El polaco. El portugués. Y un largo etcétera de poetas de hospederías diversas. Conversa con el mismo alfabeto. Hay un lenguaje común y, a la vez disparado. Un idioma para todos que tiene tres orígenes con sus respectivos dialectos. La cabeza, el corazón y el culo.

Vicisitudes frente a un fogón.

La sartén lasciva salpica gotas de aceite sobre mis manos. Pequeños latidos que arden en su lanzamiento al vacío. Quemazón aislada. Recuerdo entre vuelta y vuelta, al muñeco de nieve. Lo revivo blanco entre las avestruces. Y me gustaría conversar con el descaro de unas copas de Oporto. Lo muchísimo que le echo de menos. Y que respirar con el disfraz de la normalidad me está matando. Si pudiera desenterrar a los muertos. Les diría que no soy buena persona. Que me parieron poeta como el que hereda la hemofilia. Les diría que les quiero aunque fuesen osamenta. La vida es como el pellizco que produce el aceite hirviendo sobre mi piel de mona. Nunca es tarde. Nunca. Y yo soy aire y debo volar.

Quiero largarme a Gibraltar

Y luego dicen que la poesía es patética, que pocos la leen y que de un trozo de tela se confeccionan fundas nórdicas y sacos de dormir. Qué la poesía no existe, que la narrativa impera y lo tangible, tochos de 300 páginas, constituyen a la propiedad del pueblo. Las novelas que entienden. Y luego exclaman el anacronismo de creer en la poesía. Los versos fecales. La rima de electrocardiograma. El ritmo encéfalo. El falo sin ley. Resulta que ahorita se ha mudado al pueblo. Con la metáfora aislante. Con la alegoría de la porra. Con el simbolismo acuífero. La poesía de un pueblo o dos, o tres. Capaz de exterminar en su empeño.