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Mostrando entradas de febrero, 2015

Ozono live.

Ser una roca caliza representa ciertos inconvenientes, siempre, alguna lapa entrometida deriva al síndrome del adhesivo De niña los insectos más estrafalarios se cebaban con mi estructura, desde el alacrán a las chinches, para ellos, era un paraíso fiscal. Cuando me detectaron la lesión, supe que la había dejado crecer demasiado, el mar y ese escape petrolífero que lo aniquila en pelícanos metidos en guantes de goma, tal vez, lo hice voluntariamente, asumiendo un nuevo reto. El reto de la vida que me queda por vivir. La verdad no es un problema medioambiental, el sol nunca huirá de mi constelación de Acuario. Todos los astros perecen, se consumen en su propia energía, las radiaciones proceden de su núcleo, de los bolsillos de las prendas, de la electricidad geranio, porque las estrellas de extrarradio arden en la combustión pecosa, con la luz que duerme tartamuda a medida que la madrugada se tizna de yeso. El sol y sus manchas. Mi piel y sus nenúfares....

Úlcera.

Él disparó por la espalda, a bocajarro, creando un cráter rodeado de filamentos. Una brecha  donde el aire circulaba con la huella inequívoca y letal, que adquiría la forma de una anémona hambrienta. Cupido, asesino en serie, recluta de mercenarios, había usado su mejor artillería para el enajenamiento. Inconsciente del murmullo de las cigarras, cri, cri, cri, amén pasional, de la infamia de las lenguas de estropajo, ras, ras, ras, Eros de paprika, bragas vueltas de sentimientos, así, desnuda en una zoo de primates, no supe lo que era el amor hasta que me derribaron sus ojos.

Sin fecha de caducidad.

I No se trata de capacidad; el amor eterno estructura la inmensidad astral donde cada uno pone los principios y se transforma en ecuación. Una sonrisa genera  un catón de láseres hacia la corteza terrestre del corazón. Amar, así, de un modo cercano, cerca, cerco, carcoma, buceando en la pecera de tus ojos, amar, sin la lengua de los zapatos de este ropero; que han conocido el pilar de besos furtivos en paredes de descarga, en la puerta de un bazar de ortopedia; el kiosko que habita una plaza de coche. En el empeño ha ganado, el hombre res que ha expoliado los yacimientos comiendo fagor al mar tanta ola. Tanto hola.  Ha lapidado playa sobre los vientres arrecifes, para verificar que el amor no es breve gota de pegamento ni perenne. II Somos árboles, granado para tu guinda que verde arpa ni fruto  sólo florecerá para ti, deidad terrícola de la imagen que no sucede. Para ti, caduco con cada septiembre de mi rocío de sangre....

Reencarnación.

I Tan fácil como dejarse querer. II Entre la escollera de su hombro y brazo vara la pira envuelta en seda roja por una muerte. III En la noche dos espiraciones cosían las cortinas, la colcha, la funda de la almohada, no había hilo de sutura que no remendara el tiempo acaecido. Y aunque, tú, callas y sabes que mi alma tiene forma de isla pirata, por primera vez, he dejado los puñales en el bolso y fue tan fácil como dejarse querer. IV Siempre te he visto con pinta de ruso, y eso me divierte sobremanera, hoy, te prometo lealtad y cuando cierre los ojos y me bañes espuma con la marea de las sábanas sólo daré cobijo a las fragatas de tu musculatura céltica. Te prometo, que hoy nos amamos sin intermediarios. V Nuestros cuerpos parecen el dulce de un obrador atado con un lazo púrpura, estoy empaquetada a cada uno de tus poros y de esta masa sólo pueden nacer cosas ricas. VI Anudada a ti. Y un grillo digital  me despertó en la ...

Tintorería de lunes a viernes.

La quemadura de un cigarro en la blusa  fue la marca que usó Cupido para agregarla a su Club Alabama Monroe. Corre hacia el tranvía exhausta, pero, celoso, un tacón se rompe en el bache de la fogosidad nocturna, entonces, ella, se siente un pan quemado ennegrecido por el candor de una adversidad de constelaciones. Su corazón, late mariquita, con los puntos negros de todas las ausencias, los abrazos perdidos de las telas que pierden el tono y la fragancia en tantos lavados de estómago. Ha extraviado el billete, no fue consciente, de ello, del abedul que la saludaba en el jardín vecino, de las manchas al salpicar los charcos que vuelven a llover. Perdió la oportunidad, y se trasformó en tiempo. El tatuaje, negro  ojo entre el aire y un cuerpo desnudo; de qué sirve lamentarse: el buque, el tranvía, la ola, dónde quedó atorado su amor. Una mariquita que late sobre la flor de un hombre, y ese lunar eclipsado con las ventanas que dan la esp...

Jungla de cristal

Francisco de Quevedo , decía que el color lo pone el cristal. De la entidad bancaria. Verde branquia. Rojo Satander. Azul bebé uve. Yo quiero el rojo de un beso. El verde de un chiste. Y el azul de todos vuestros poemas. Ll.Ll .

Divertimentos.

Los poemas indigestos, requieren una serie de condiciones, las mujeres poetas, llámese poetisa a todo aquello que parezca una piedra biliar, y lo digo con afecto, el mismo que tienen las lombrices a la tierra. La necesidad de estar varios meses de abstinencia, y no depilarse lo suficiente para que el vello Tolstoi inspire en cada una de las rimas. Después de haber dejado el cuerpo fémino en barbecho, la gimnasia pasiva debería ser de obligada estructura. Tome el libro y cambie de ligar, de la mesa a la silla, de la pierna izquierda en el suelo, justo al lado de unas gafas de vista y un  paquete de galletas, pero, desprovisto de galletas. Creo que con esa estampa y pipa en mano la musa, puede llegar, en el momento más inoportuno como una suegra que te pilla con tu hombre jugando al strip poker y no es su hijo.

38 grados.

Cómo construir un poema, donde tú no aparezcas sentado sobre sus ramas. Quisiera, porque vivir sin ti se puede, amar a otro árbol creyendo que quien ase el tronco es el roble, tan fácil, como construir un poema y tú aparezcas a mi lado. Te acercaste lento palafito dentro de un caballo y pensé, qué germen yace en mi montura. Quisiera, porque morir de amor, se puede, cruzar el meridiano que separa la farmacia a la flor más seca de un vaso. Y temer la condena, porque el cuerpo escancia tan poca cosa, un llavero del tiempo, que no importa arrodillar al vasallo. Amordazar su boca y coser los ojos con hilos para que acate tu nombre. Luego en estampida, el orgasmo, y la desolación del combate. Quisiera, pero los muertos se acumulan en campos donde nacerán jacintos pensando que eres en ti  a quien amo. Cómo borrar el paso del pájaro, y hacer de nuevo que no florezcas, en primavera.

Afonía invernal.

La palabra comestible. Enjuagar la palabra con saliva con la envoltura del papel charol para moldear en caramelo Lamer hasta su último jugo, y sentir por la tráquea como espeleóloga se adentra a la oscuridad del silencio. Comer la palabra. No poder salir a la calle de la garganta y chillar contra la humedad que hidrata el asfalto de las cuerdas vocales. No queda más radiador que rebozar con viruta de coco labial y tragar sin agua Todas las palabras de amor  que no pueden ser respiradas, y asfixiar hasta la médula de cada sílaba este áspid que devoro hacia las cuevas orgánicas y se atreve a llover en un ojo izquierdo mirando al blanco de la palabra,  triturada, masticada, chicle de letras, voces sin voz atravesando en eco, cada una de las aspirinas lunas pectorales a inciertas térmicas; noche de febrero. Sorda doy   mi palabra  sin frase.

Menaje de arroz lluvia.

A veces cobalto, y en otras ocasiones musgo, así el río corbata luce la aguamarina, el que usted y yo, podamos contar, con los dedos, los posos, las tazas vueltas, el convertirse en una cascada de risa nerviosa, mientras sus ojos son dos percheros clavados a la espalda. Tal vez la tregua, un tiempo imposible, hace que los nidos cobijen amistad. Siempre habrá aparatos electrodomésticos que nos vigilen, lamparas suspendidas sin carnet de manipulador, mostrando su sexo a nuestra manera, lo suficiente, para que las casas se aneguen, y salga a nado, hacia cortinas que desdibujan unas manos que abrirían en canal su hermosura, marquesado, y es que no hay un rincón de su cuerpo que no sepa ya la forma de la aurora, igual que usted encendía mi noche. Me conformo, con la sed, me conformo, con el vínculo de manzano, brotando sidra. Ni imagina la felicidad, cuando le veo restablecido poniente arrasando en marejada el pistilo. Cebada de su hombría revuelta de ganas, la c...

Atenea fly

Aeropuerto, vieja hospedería quijotesca para los luchadores de molinillos de pimienta. Arropa al cansancio a partes iguales políticos y poetas, a la muerte segura, pues, viajamos en el mismo féretro de Alasegopower. No quisiera, ser esta hiedra, ni la palmera copia, ni esta enredadera con coto de casa, metidas en lujosas jardineras con dispensadores de agua, clorificada bautismal. Mala hierba. Mala hierba. Eres mala hierba escupen los reflejos, que sirve de purga a los estómagos bodegas. Busco el banco que mejor ampare, hay en cada terminal el que más cuerpos ha sopesado y emana el calor de las despedidas. En el banco, escribo, este poema, mientras los gorriones vuelan dentro de esta nave de Star Trek, gorriones que mueren sin habitar el cielo. Observo los vagabundos que moran en Son Sant Joan, ellos no llevan la alegría del pájaro, cinematográfica maldita manera de distorsionar el dolor de las personas. Mente, monte,manto, menta, monta, monto, en...

Volveré.

Ser madre de palma sólo implica la docilidad ante el viento de la adversidad, la poderosa rama de agujas  que trenzada quita la sed abanica y trasporta cada uno de nuestras soledades por este mar, de conchas gusanos ola a cada golpe de estructura, picada arena que me canta la esperanza que nunca se pierde. Soy madre de estas muchachas lunas que guardan pocos recuerdos metidos en una caja, volver, sí cada vez, es Troya. De nada sirvió cada poema parido, los libros, me siguen viendo como un fracaso, el dinero de tacones,  de tacones del dinero, yo que lo perdí todo por la vida, cómo emprenderán que cada noche no hay sonrisa  que dibuje la sábana que no sea en tres viernes, porque mis hijos nacieron en viernes, en septiembre, en febrero y en junio. Tal vez una presiente la derrota, cuando los tendones de Aquiles están perforados por piercing de estaño, la voz se desgasta, de ser alba y aquí sólo me tasen en bolsa. La cuarentona que trabaja en un...

Tú no eres un Tanaka.

Las palabras pueden ser proyectiles y he de dar las felicitaciones, sois el mejor grupo de élite de asesinos Tengo el hígado acribillado y sangra mi boca, por toda la moqueta. Qué queréis de mí, fui la víctima y él se alzó como el glorificado. Cuando regreso, una losa se mueve y él retruena por todas los trasteros de los sótanos, dicen que al escuchar mi nombre su presión se vuelve un lago de mierda y que aún lleva una chaqueta que le regalé hace más de veinte años. Ahora, ha conseguido quemar el panel japonés y la funda a juego lleno de caracteres que hablaban de amor que yo misma diseñé para nuestro dormitorio. Sé lo dijiste a ella. No tengo miedo, que lo sepas. Soy tu espectro. Has sabido organizar un combate donde los ninjas son de mi propia hemorragia, ganas cada vez, pero, yo volveré siempre, como las aves migratorias, como el verano, como el boeing 477, origen finlandés. Sí, aunque te joda. Volveré siempre. Mi equipaje son mis hijos. Y y...

Las hijas de la nómada.

Nacieron palmeras y en mi destierro no hay día que no las haya bendecido en cada dátil que he llorado, por eso vivo sola con un gato, y tengo habitaciones amuebladas con sus fantasías, las mismas, que no acompañaron sus sueños, los cuentos infantiles de una oca que no fui yo.

Suero

En la sala de urgencias se acumulan niños que son niños, rostros que desconocen la política. La máquina de refrescos cuenta moneda a moneda, las vacunas y un triste libro de orejas, azul burro, con más-caras de niños ataviados con toallas, fiebres que dibujan monstruos en el monte quirófano con padres hechos de granizo delante de la estufa de un turno. Estrella, y todo el mundo en su aritmética diagnóstica, vomita la palabra: Incubación. De cerebros quemados en una brecha el celador da la mano al meñique anidado a la enfermera compartiendo camisa con el anestesista en una vinculante dinamita que les glorifica en llama. La línea laboral a excesos de horas, a contratos incineradora, a cambios de hospitales. Ellos son la cuerda incendiada que termina, terminal. En bomba. Y tú, Estrella, que culpa tienes del sistema y los recortes sanitarios. Sólo entiendes del lenguaje rosa de tus muñecos. Del olor de tus padres. Una bomba, a punto de exp...

Egofante

Algún lucero, perdonarás mi agravio, lo harás compañero de islas y tardes naranjas, sé que cada uno decidió tomar vuelos de hojas de distinto árbol. Esperé, como un péndulo sin movimiento, un gesto de sabor melaza, una llamada de tu boca de lobo, pero, el silencio era una comadreja que devoraba todas las gallinas del segundero. Primero fue la fiesta de las bolas ahorcadas, ahora, ha sido mi aniversario. Me puse tu chaqueta, aquella que me regalaste, un año como el de ayer, quería que vieras, que pensaba contigo. Pero, las flores se marchitaron y a medida que el tiempo trascurría, esa chaqueta se quedó negra y muda. La noche se hizo traje, y en un acto de rebeldía te llamé albatros a la ventisca. Nada. No hubo respuesta. No importó que las amigas, dijeran que no me humillara, pero, sabes que soy ese pan que las palomas picotean al paso en plazas de cámaras fotográficas. No quise hacer daño, las cosas devinieron así... Soy una caperucita roja ...

Primer día de colegio.

Te amo. No avergüenza exclamar: !Te amo¡ Subir al pico más afilado de la azotea, con la sombra de las gaviotas. Playa, redoblar maquinaria y eco: ¡Te amo! Lo suficiente. Lo suficiente. Lo suficiente notable, para viajar a la cordillera de tu espalda y hacer nidos con cordón de zapatos. Lo suficiente para que sobre ave, sople aire y no seas mío. La intangibilidad de que te vayas lejos con un banco de peces, peces, pez burbuja de oxígeno  que en la captura  de a-mar sin exigencias, de poseer dos billetes a cima de agua y siempre en la encrucijada el amor gane. Por eso, en mi insuficiencia cardíaca, respiratoria y renal sorba la sangre: Te amo. Y por eso, quiero, que te vayas con el banco de peces al coral que bien te ampara. Porque si alguna vez, en el pasado de espadas de emperadores y púas metáforas de erizo, entre la anémonas con crías sin madre, dudaste, ahora. Qué mejor manera abriendo las manos. Te amo.

Adiós con el acorazón

La terapeuta ha recomendado que no recite poemas de amor en público, la arpa innecesaria con la lengua de adoptar la estructura de su miembro. Pupilas viudas (dos o más) que lloran su sémen

Fobialuisa.

Padecía él de vértigo. Los helicópteros le daban miedo, y esa afirmación era responder a todas las dudas. Yo que movediza arena soy la mujer globo, globo terráqueo, de altura andrógina y maremoto. Me temía... Quédate en la tierra firme de la arcilla roja. En la seguridad de la pasarela para cruzar el torrente. Que siempre desde el cielo velo sol cuesta lo que cueste.

Buen viaje

Parecía el niño que acaba de lanzar su aeroplano con el pantalón de plancha. La manta inmaculada por una mano secreta y hacendosa, que cuadraba todas las calles de las sábanas. El niño, despeinado, con cuerpo de hombre. Él sufría por mí, lo escribió con cuarzo blanco sobre mi espalda, mas, soy libre cometa, no te aflijas, llevo la armada casera de un corazón sin esquinas; el alma con agua de arroz sin una arruga. Soy la pieza extra del ajuar de una novia y la sombra, de un cuerpo de niño  despeinado de hombre, con la forma de un avión.