Terrados agrónomos
Las azoteas con tigres humanizados que voltean con la caligrafía de los círculos. La ciudad, ahora, en un piso con ventanas con la aflicción del cautiverio. Y la certeza oblicua de que mi Amor por ti sigue intacto igual que los pájaros frenéticos y el cielo azur que corona a los tendederos libres. Mi Amor, pequeña vacuna, de harina y arroz y lentejas, de las manos curtidas por la lejía con caricias de látex y besos de tejido. Congelados por la circunstancia de ser dos polizontes en un buque. Cuando puedo apoyar la cabeza en tu torso y escucho la niña voz que corría por las calles. Y cortamos el pan y la saña, y tenemos el miedo del cachorro abandono, y cruzamos los bordes de la habitaciones tajando cada imagen de nuestros seres queridos en el alma que pulula en un vaso. Amor en difíciles comisuras. De datos y esperanza nacida entre las cocheras. De la gente que arriesga la latitud, su enjambre, la locomotora de su vida para salvar a los otros. El Amor, pequeña...