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Mostrando entradas de julio, 2024

Hierva hierbas

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Siento lastimarte, pero he de confesar que tu ciudad, sí, tu faraónico recuerdo levita en un mundo que no existe. Las calles se han transformado en un reguero de países que, bajo demanda, fotografían su corazón en paracaídas. Praga, no es más que una pantomima, de lo que en un ayer tú conservabas, la juventud narcótica que patinaba sobre el hielo como una vivencia enlatada. Yo he acudido, en un gesto de venganza, para contaminar cada adoquín con mi vista , con mi pisada para que no hubiera rastro de los tres mejores meses de tu existencia. Sepultado el oxígeno, he transitado en cada burdel que gozaste, he bebido la miel profana y hasta he codeado con las abejas hospitalarias. No tengo medios para anunciar mi partida, el exilio de lo que tú y yo fuimos, y esta marabunta de selfies y rostros deformes no hacen más que acrecentar una agridulce sensación de que esta urbe agoniza en estéreo y lo nuestro, no es más que una imposibilidad rémora.

Calle Nerudova

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Una chica se ha desmoronado en la calle. Su histrionismo se parece  a la Piedad de Miguel Ángel, con el móvil en sus manos  cómo si fuera a convertirse, por momentos, en granito de un rezo resiliente de contrastes. Una amistad abraza a la mujer  con la intención  de atrapar su elegía. Un chico con el rostro de leche  y el pelo descentrado, las envuelve en un coro. Los tres son tiroteados por el plañido que ha resultado tan ensordecedor, que los espectadores de la milimétrica tragedia  nos hemos compungido  en una ruleta de suposiciones. Qué extrañeza los obstáculos del idioma  que en sufrimientos y duelos  no necesitan traductores. El dolor y la alegría forman parte de un nexo  universal con una mirada hidrófuga  a cualquier combate.

Gentes de paisano

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Los viajes siempre resultan aleccionadores, porque en Praga se respiran muchas consecuencias históricas. Y sin embargo, perdurará, en mi recuerdo,  la historia de los exiliados de Ucrania que expresan sus circunstancias con la mirada perdida, e incluso de origen ruso que huyeron por su ideología contraria a la impuesta. Y te enseña que no todo el mundo piensa igual por haber nacido en un territorio, y que escapar de las demagogias bélicas es lo peor que un ser humano puede padecer. Gente real y agradecida, como si una segunda oportunidad fuera un regalo, mientras las calles vibraban con el bullicio de la dolce vita. La historia actual, la vigente, la que convive con otras guerras, la que estigmatiza cualquier diferencia. Sí, de Praga, me llevo la imagen de una ciudad de ensueño con el tesoro guardado de la realidad más próxima.

Reencarnación

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Qué razón tenías, Samaritano, en tu encrucijada de insecto, al escarnio del todopoderoso, en un punto, que rueda hasta ser un ovillo. La metamorfosis de tu eco, de la culpa de los de siempre, y tu colocación en el mundo. Ciego en forma de escultura, te has reencarnado en una industria turística, en posavasos y marcapáginas, chapas, manteles de papel  y hasta en varias avenidas. Tu tristeza siempre será joven  en contrachapado y cartón pluma. No creo que tú quisieras este inmoral destino mientras ardían tus genes.

Paseo checo

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Entre los adoquines de mármol  un resentimiento histórico se evidencia, porque al pisar la piedra  una mano oculta te señala como a un enemigo. La tarde dora mis hombros y el río Moldava  extasiado se entrega a los recreativos, con la muchedumbre de turistas  del mundo que tropiezan  con las manos de toda la sangre vertida  por un puñado de barro y un séquito de ángeles. La picaresca juega un papel decisivo  en esta capital que estafa conversa  y sube el precio de un modo divisorio. El guía nos explica que anochece a las tres de la tarde en invierno  y yo me pregunto cómo crecen las flores, sin coronilla, a la luz de las retinas. Las abejas son mansas y se amalgaman en los puestos callejeros  y en los desperdicios de transeúntes saciados  de repostería checa. Una ciudad que ha perdido su alma  con puestos que te masajean los pies por unas coronas  y la pupila de los cuidadores  de la afluencia con el tatuaje de la inq...

Praga

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He muerto varias veces en esta ciudad, Praga, con la lluvia improvisada que escribe  jeroglíficos extranjeros sobre el cristal  de esta vieja ventana. En esta buhardilla, siento una soberanía prestada; los tejados se antojan caprichosos, a mis ojos, y la sucesión de campanarios rompe cada pensamiento en una oda olímpica. Sí, es hora de tomar decisiones, de no obviar  que vivo de prestado hace mucho tiempo  y que esta espalda toldo, que ilusa creo que me protege, es más que una falacia. En ocasiones, no basta con prohibir la felicidad individual, ni renunciar a lo mundano  para ser aceptada en un redil que  está amparado en una realidad virtual. Ni la fustigación, ni el mirar el amor  tras un escaparate no libran  de las consecuencias, porque el abandono  siempre lo escribe quien te ha expulsado  del paraíso, de los bares de copas y del manicomio. La complejidad de Electra que dormita  en mi estómago para valorarse aún más  y de...

Grasa

Esta noche un águila ronda, ávida de gula de carne, para comer el hígado. Un hueso de ratio  que agoniza el ansia  del que contempla el dolor  de los aguijones.

Magnificencia

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La magnificencia no implica una seguridad absoluta. Un objeto resulta poderoso cuanta mayor envergadura, aunque en el mar, los isleños y devotos de la jerarquía marítima, somos conocedores de que un barco pequeño y laborioso, poéticamente, es más seguro en el tiempo.