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Mostrando entradas de 2020

Ambrosía, mosto y vino.

Quisiera que este año hubiese sido una broma, una teleserie por temporadas que acaba con el malo entre rejas y los buenos comiendo hamburguesas en un coche. El año de la vulnerabilidad humana donde los gigantes son seres microscópicos que mohosos van adhiriéndose a los sueños, a los viajes, a las manos que acarician a los trenes y menguan las caras con lunas de tránsito. Pienso en todos los profesionales que han hecho de la enseñanza y de la sanidad un zepelín para un futuro que clama el retorno a una vida sencilla, de menos plásticos y más tierra, mar y cielo. Hace un año, que la familia celebró junta, el letargo del cáncer de mi madre. Ahora, con la potencialidad de las sajaduras. Comparto la fortuna de que no ocurra nada. En este año que obtuve poemas, muerte y pan. La distancia social contraindicada para el seso que en esta ocasión como una mancha de petróleo sacudió a todo un océano de casas. Veo a los abuelos aislados desde el ventanal. Como rodean sus terrazas en círculos para ...

El espíritu de la infancia

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Mimosa

La mimosa daba un cobijo ocre  con su primavera que nevaba sobre el comedor.  Los árboles en cierto modo en nuestra vida han ejercido una misión extraña; han sido guías como pájaros arrancados de la tierra que hablaban con el descaro de sus frutos. Supongo que su hermosura resplandecía tan solar que poco importaba la fragancia agridulce que avisaba de indigestiones y calambres. Envueltos en mallas de espectros, de troncos que situados en esquinas observan la leñada. Y elevan  a los osados capaces de enredar  su nido  entre las ramas del procesador. Todo este enjambre, es para dar cabida al recuerdo en un soto de piezas y enseres, para avivar el pensamiento de los que sin estar, guarecen los vasos solitarios de los suicidas, los canales únicos de residencia, la gamba decapitada y la conversación con los tabiques. Que alegran y purgan pero que nos hace sentir más personas que máquinas.   Recuerdo el arco de la mimosa que con sus extremidades adornaba de bolas...

El crimen perfecto

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                                                Imagen del "remake" del film "Crimen perfecto".   Ahora, que de moda está la novela negra...He confabulado un poema negro. Unos versículos con mortaja y asesino. Salpicados con la sangre de los peces que se atrincheran en las lonjas. La sábana de lunares confetis y una boca desencajada  con la intencionalidad manca de pronunciar un nombre. No sé si sus labios emulan una letra oclusiva o una hacha intercalada. Un cuerpo rígido, unos ojos canicas visionando un recuerdo inalcanzable. Oleremos el tejido en busca de una prueba. Registraremos los rincones. Y llamaremos a todos los santos inocentes que tomaron una copa o poca cosa... Sabemos que el fiambre está bien definido. Y que no habrá milagro ni robot que...

De pequeña quería ser Wayne ("carro hacedor").

Los viejos pistoleros no tienen nada que hacer con sus proyectiles.  Los limpian con ozono y sacuden fuerte la recámara  con el brillo de su estrella de plástico. Aparecen en escena con sus botas de tapas de recambios a cinco pesos y pisan con garbo la arena del circo. Glorias beatificadas en el ruedo, con caravanas de galgos y hoteles de bajo costo. Caminan con la cadencia de los pulpos y escupen un atajo contra el pavimento, para reverenciar su estatus. Camisa cuadriculada. Vaqueros de Mango.  Y el revolver en el estuche con la tensión eléctrica de empuñar el abecedario y liarla parda, a tiros con todos.  

Fruta de invierno

  Añoro la pulpa. Al hombre que con sus brazos y piernas cerraba el nudo de mi vientre. Lo extraño tanto... que cruzo cada diente de mi boca para recuperar la flor que seca yace en un museo. Un relicario de esporas amamantando la hiel de los coches en los desguaces. Busco la imagen exacta. El pueblo perdido. El bosque de una publicación petrolífera. Donde te convertiste en un serrín dentro de mis pupilas tierras. Rasguños de eco cavando en la dentadura un lugar en la que se ha unido la lengua con la evidencia. Añoro la pulpa. Como un manzano con el desnudo otoñal. Las manos de branquias en un sueño de ruidos en un acuario. La soledad del que no te mira a los ojos cuando clava un veneno en tu sombra. Aunque pintara un cuadro. La herrumbre sería el verde de las montañas. Y yo fatigada de tanta búsqueda estelar repetiría: "Añoro al hombre que nunca existió".

Salir corriendo.

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 En el colegio, era la niña, que jugaba sola. El confinamiento me ha aislado. Incluso, he evitado por cierta agorafobia presentar mi libro. Ayer ponerme delante de "cien corazones" fue un valiente ejercicio. Salir del entorno de la ciudad, y vociferar el miedo a través de la palabra y de la creatividad fue el recuerdo para los exiliados, sabia que el encierro y la falta de contacto me habían pasado factura. En el colegio, era la niña, que jugaba sola. 

LO ABSOLUTO NO EXISTE: ENTREVISTAS SINGULARES-95: LLUÏSA LLADÓ

LO ABSOLUTO NO EXISTE: ENTREVISTAS SINGULARES-95: LLUÏSA LLADÓ : Lluïsa Lladó es una ESCRITORA SINGULAR . Siempre que la poesía se asoma a las Entrevistas Singulares , ponemos la alfombra de gala para rec...    

Rata-loca

Han cosido la boca antes de que el sol tuviera el oficio de abrir a las montañas la vista. Con este estor que aprisiona el hálito de contener el recurso fácil, de ver a los nuestros en un parador vetusto de hipocondría y de. Sales de baño con la sedación de los instintos, te cubres de dispositivos móviles que encharcan la autonomía del que sueña correr  en las olimpiadas de su pueblo en una silla de teclas.  Te vacías de gérmenes, cuando las flores podridas emanan la mejor de las historias. Quieres gritar, y no puedes, no te dejan los virus que llevan trajes de chaqueta  ni esta arropea con iconos en fluorescencias. El amor, es el único que amordazado huele a esponja marina, a bares, que ahora están más limpios que un confesionario de carretera. Como la ilusión, desinfectada de tus besos. acorde con la única y la transacción alpina. Querer se queda corto sin poder viajar al este; pero, nos tenemos uno al otro. Mi careto de cartas y este retrovisor  que avista tongos ...

Vociferio 2020

https://vociferio.es/ca/poeta/lluisa-llado-2/

Resonancia

Enciende cada farola de la calle el amor que muda de techo, que se resiste a perecer por los desagües igual que la lluvia intermitente. Las puertas cerradas provocan temores, te recuerdan el desamparo, al frío de los metales de los balcones sin macetas. Por eso al unir tu pesar con el mío hemos abierto lo imposible, el canal, la esperanza fritura del aroma del que tiene hambre de besos. Porque cuando yaces, oigo a dos metros de distancia el esqueje de la vida, la proximidad de tu ruido. Y los atesoro como fotos antiguas y cucharas de plata. Describo la lentitud del poema para confesar abiertamente que amar a la noche te cubre de estrellas y a la vez  te lastima en un viaje de  autobús, de sopa de sorbo, del vaho que irradias  a esta mujer que tiene sus muertes contadas de sarpullidos de penas. ¿No crees que a veces el trabajo en equipo es un amor que no tiene uniforme? Que asumir pinta hiedra y que olvidar enmohece. La puerta se ha abierto.    

Medallones de merluza

He agitado con fuerza los árboles para comprobar la resistencia de sus manos. Cayeron frutos con el  tono de la arcilla y hojas con la debilidad de las falsas promesas. Es interesante la canción que acompaña al salto de cada uno de ellos; silenciosa pluma de anorak, mota sobre la consola del videojuego. Una a una, van lanzando su estela y conviven con el hueco que le ha permitido cada casa de persona. Una se siente, así, con el resurgimiento de la tierra en melodías cavas con aquellos lances donde todo era amor. Barrer los campos del expolio y sostener los ladrillos del derrumbre cruel del que deja de amar. Poco a poco, con la antítesis de la flor. Los anuncios de teleseries que nada tienen que ver con la película y campañas comerciales que desprenden sus tejidos de las copas. Abrumadora faceta de los pescados congelados. Baladas de incienso. Comprimido y entre paréntesis. Hacia el suelo. Hacia el arcén. Hacia el contenedor. Mientras tú ya has cambiado de acera.  

ELGA REÁTEGUI: Lluïsa Lladó: «Vivo con el yugo de la poesía»

ELGA REÁTEGUI: Lluïsa Lladó: «Vivo con el yugo de la poesía» : Lluïsa Lladó es poeta a tiempo completo. Es parte de su carne y su oxígeno. Ella es la poesía. Sin personaje ni actuación.  Y a la hora de e...

Un puñado de arena y frío

A veces existen personas que nos cambian por objetos, somos canjes de una moneda por otra, que piensan que el amor vale su peso en ogro y que obsequiar con aquello que provoca una tormenta de arena no tiene ninguna tasación. Soy capaz de levantar imperios y construir los más flamantes ríos, cerrar los ojos y musitar palabras de mazapán y confitura, abrazar con la embestida de los troncos que se despeñan por las cataratas y escribir poemas ligeros que con el simple suspiro del reproche planean pétalos. No tengo pez que pueda arrendarse ni empapelar con un bonito aderezo de charol. Ni siquiera un trozo de tierra donde enterrarme. Pero, te prometo que en coraje no existe sucursal ni casa de empeños, ni bolsa de Wall Street, ni subasta, ni tecnología que supere a la franqueza de unos  ojos en la niebla.

Green monkeys

Este trámite de canjes, de acciones en bolsas con dispensadores bíblicos que nos purgan las manos. Ningún oficio está exento, todos pertenecemos a la horda de limpiar la conciencia, de eximirla de remordimientos. Me quedo un rato observando y no existe mostrador que no luzca su bote de fisonomía par, con el líquido que esteriliza los pecados. Fricción constante de gel, olor plural de desinfectante, hijos de nombres distintos. Las manos de escamas y tú con la seguridad que has olvidado lo último que has hecho, el pastel que has comido, la fuerza de la abertura de un portal, La pulverización cutánea como Pilatos que frota los recuerdos en un exterminio de la vida y te acurrucas en el sofá pensando que somos monos que duermen en camas, monos que sueñan con la selva madre que nos echó a la mugre. Y lloran verdes.  

Otoñocalamidades.

No puedo pintar de azul las paredes de mis poemas. Ni abrir las persianas para que otro amor llegue con el castaño y la hoja lima. Si la última esperanza 007 ha emprendido su misión más arriesgada y los villanos hacen hogueras con aparentes causas. Antes nos curtíamos con ideales, leíamos libros en camas de muelles y pensábamos que un teléfono no podía volar. Las velas iluminaban los cristales octubrinos y un tufo de parafina convulsa pululaba por las escaleras; era un mundo de vaquerías cerca de la casa, de platos con setas, de amores adúlteros de carne. Ahora con la red social la vida presenta la eterna sintomatología del Covid: Se fornica con los píxeles de la distancia. Nada huele (hipoxemia) con el deterioro del sentido del buen gusto y el fin de la asfiXia.      

The birds

Si Hitchcock hubiese sobrevivido a los pájaros, mordaz, detrás de los cristales... Caen los pájaros ennegrecidos del humo,   y la vida se encoge de hombros en los pocos años que en la parte trasera del coche observaban el transcurrir sin ningún presentimiento de la virulencia de los átomos. Podíamos crear ejércitos de picos rompiendo lunas y cabinas bajo la oleada de esos seres que habitaban en las bodegas. Un viernes se hartaron y salieron al vuelo de los más endebles. Así es el mar en la tempestad  o un avión cayendo desde un millón de briks de altura. Los cuervos pintando de pluma la carretera en una venganza a la soberbia. Detrás de los cristales... Rodeados de un estruendo que convierte en una figura de cerumen. Durante la noche bajo el toque de queda y una cama coja. Tengo miedo niño en un cuerpo adulto. Los pájaros no duermen nunca.      

Test de velocidad

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Existen fábricas preparadas para medir  la resiliencia de los cachivaches y su reacción ante el devenir de cada lluvia, toque o caricia. De todas formas, no hace falta ser un gran científico para saber que una mousse o un trozo de roble es diferente y sin embargo ambos son personas. En salas de cortinas mostazas van ensayando con sus autómatas y muelles y botonaduras y ascensores la valía cuestionable de su peso con la cantidad de contactos. Los coches, las lavadoras y los rompetechos tienen un tiempo específico para soportar cada inclemencia. La cronología de los embistes. La protección de las manos. ¿Cuánto amor resiste una piedra?  ¿Arde un libro igual si es bueno o malo? ¿Puede amar quién ahogó su alma en un vaso de bourbon? Los entendidos azotan con ahínco cada respuesta y apuntan en cuadernos su índices inconexos. Y diseñan corazas para la futura carne. De un corazón de un " crash test dummy" que no siente el más mínimo remordimiento al colisionar con otro corazón. ...

Negra y lluviosa

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Al salir el sol, cambia la situación, los miedos azules con el cobalto  se regeneran meteoros, cuando desde el autobús observo el cielo y percibo que cada paso es una zanja entre nosotros. Quisiera que el amor fuese un fósil con la veteranía de los vinos y la gravedad de los objetos. Un nicho que yace entre el sostén y la armadura de un corazón de cuartillas y un comprimido para mitigar el golpe del martinete. Pero, la culpa procede del estatus que le doy a las causas, le pongo arteria a lo más mortecino: Vestir a los zombis con trajes de festejo y contar la mecha hacia una navidad que huele a carne podrida, a vacío de ducha, a perra abandonada en la estación de Repsol de la carretera 113. Dantesca oficina de albedríos cruzarse con la gente ataviada de guirnaldas para que este frío gripal se quede inmóvil como un alacrán a punto de rozar el infierno. Hay dolores que llegan a un punto que ya no pueden ser más que un desbordamiento de uno mismo. Dormir con la postura correcta. Toser ...

Fresno

No te parece otoñal la extrañeza con que miramos a la ciudad en según qué momentos; la búsqueda de luz, de buzones con bocas sonrientes besando la carta del suicida. Me acuerdo de su regio volumen jalde como un peón del exterminio de los que creíamos que las epístolas eran capaz  de unir y  de provocar  una sarta de palabras modistas para coser las velas más rotas de la tierra. Ocurre lo mismo... con las cabinas de teléfono uno observa donde existió la voz del cable en la acera que evoca su parafernalia. El corazón de siembra en todo aquel enigma que prodigioso me colmó de amor vociferio. Será cuestión de habituarnos a la desnudez de la calle. A los bozales de papel.  Ahora que no existen medios urbanos para el romanticismo de los caducos.  

Sconfitta

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Qué fortaleza es el deslumbramiento  en este agravio de respirar. "Post-it" del bache, malinterpretación de los ruidos. La música que procede de un piano de cola incapaz de sostener el agravio de los sordos que se atreven a verter palabras machihembradas en su soporte. Cuánto tiempo, rompiendo piedras, emulando la hazaña de golpearlas para que prendan tus niñas. No me siento culpable de esta barbarie de despropósitos. Ante tu cobardía, me acicalo el peinado y aprieto los dientes con la voz del tomillo. En la estación siento el frenesí del tren sin paradas. El vestigio de olvidar a quién descendió  y el espasmo.                                                             Sconfitta-William...

La fortaleza

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La tos de un coche saquea el álamo de aquellos templos que, de hormigón ,observan un nuevo día. Los colores van tomando la forma de los "astros-nautas" y la fe, vestida de topos y aguadulce, golpea con ahínco a tu puerta. Ya sé, que soy una obstinada que ni los insectos sin alas, ángeles de los desaparecidos, menguan este amor de sigla. Cómo quedar impasible al desbordamiento de tu río, al olor de buzo, a la autodestrucción del ser, a paso de cuchilla, tenedor y platero. Que mis poemas cruzan la calle hacia la senda de luz de tu desplome.  Y golpeo con vehemencia hasta que se caen las manos de pena, las uñas lloran, mi corazón reblandece...para que abras y no arrastres   la lacra que a todos nos guía al matadero. No quiero llegar sola a la marea, quiero que rompas la colina y quemes las sábanas fantasmas que arropan tu ciprés. Quiero, que abras la puerta.     Edvar Munch, "Le jour d´àpres"(1894-1895)  

Y no estás solo

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Hermético a la vida como una cremallera de traje. Te vuelves pájaro. Un ojo de legaña que irritado huye con el humo coral. Entonces, me echas de tu vértigo y permanezco muda delante de una forma fronteriza. Quisiera que el amanecer pertenezca a tu... y manar la geografía de los cuerpos en una extraña pila que sane tu mente y el corazón de un malherido convencimiento. Recoger los cachorros para mecer los miedos, y demostrar que en tu abismo no estás solo. Existe mi riego "fluctuador". La parada del bus antes del desierto. Una almendra sobre la lengua. Existe. Sí, y no estás solo.                                                      Odilon Redon "Closed-Eyes" (1890)

El abandono de los cláxones.

Me gustaría creer en el amor y que esta necesidad no fuese un coche ancla de sus ruedas. No escuchar el instinto que guía hacia el dique, que ve su corazón de tripa vaca y que sabe muy bien que soy un libro entre sus manos de tiempo, de hilo, de pluma. La llama de una cerilla que ronda el petróleo color de las galerías que cada día perforamos en nuestras propias carnes. Un día me suplica, otro me trata como un envoltorio de un pastel al peso. Un día me niega, otro prescinde de mi esplendor. Y topo con el vinagre y su rostro. La vida espartana que estoy sufriendo. Y las ganas de vencer al monstruo. Pero, estoy perdiendo fuelle. Y me voy a bajar del coche porque con migas,  con la conveniencia de tu organigrama yo no puedo.

Gilinecesidades

Existen silencios papilomas que se enquistan en la faringe, aguaceros de monarcas de sofá y panorámicas digitales. Ellos escupen serrín y no soportan el bien de los demás. Desde su colchón salvan el mundo atreviéndose a juzgar a quien le ha perdonado. No importó la escasez, una dirección a donde las palabras tuvieran cobijo cuando los terremotos laceraron mi corazón rana y la muerte de un animal asoló los desiertos de Almería y no los de las Vegas. Hipócrita amistad ofrecida la del tunante que construye ofensas a la gente que trabaja con las manos, la que limpia letrinas si hace falta para que el pan y el nido tengan el pilar para proteger al copo de la intemperie. Que de noche golpeada estudia mientras otros sacan lustre a su corona y te venden por el primer mejillón de la pescadería.    

Remedios caseros

Naciste con una giba, la protuberancia, el eco  que replicaba cuando tu deformidad caía estrepitosa sobre el otoño más medievo. Pestes acuáticas y juglares en un postín de divisiones. ¿Cómo deliberar a la rosa su inyección de bótox? ¿Cómo calmar el "llantón" de manila de un pueblo que olvida sus guerras? La joroba poética que oye el hálito en la cruzada de atizar a las liendres que aprovechan los mares revueltos. La electricidad frente al frío. La piedad del cómplice de asesinato. Una tos cortada con jarabe y un niño sin boca. Si vivieran Miguel, León o Federico, ¿qué plegaria administrarían en las farmacias? Al enfermo en la litera. Al parado de larga duración.    

Firma del libro "La complejidad de Electra"

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 El día 23 de septiembre, tuve el placer de compartir momentos entrañables y llenos de cariño y respeto. Fue la firma del libro de "La compejidad de Electra" de Ediciones Torremozas, en la emblemática Librería Argot, respetando las medidas de seguridad sanitarias, fueron muchas las personas que se acercaron de una manera fluida y constante. También hubo otras que aunque no pudieron personarse dejaron su presencia con mensajes y acciones. Gracias de corazón, en estos tiempos tan difíciles para la cultura, porque cualquier evento por sencillo que sea, es un símbolo de resistencia. Pienso...que cualquier libro, sea del género que sea, es un alpinista que debe sortear muchos obstáculos antes de coronar una cima, no hace falta que su cumbre implique éxito o fama, sólo el gesto de que un libro pueda ser leído es un acto de fe, de combate, de lucha contra la ceguera digital y una parte de la sociedad que aún considera que cualquier manifestación artística denota esnobismo y un bien ...