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Mostrando entradas de enero, 2017

La ligereza.

Él era mi amigo, porque yo quería que fuese mi amigo, y el tiempo lo había transformado en un mago. Su luz era prodigiosa y muchos meses de polillas habían dado lugar a una faz de chamanismo que le envolvía entero mientras encendía velas blancas  hablábamos, o mejor dicho, sólo la verborrea de la que testifica. Cuando tengo tiempo, y en los últimos meses no tengo. Acudo a su sanación adquirida: reiki, y su seguridad convence, y eso, que siempre he sido una cafre incrédula.. La verdad que fue terrible la sensación que invadió el pecho y un alarido de pena salió libre de entre las costillas. Entonces mi amigo que ahora era mago, con su haz budista y las tenazas que te sujetan del abismo me abrazo muy fuerte, y dijo, saca lo que apresado yace en tu pecho, llora, saco todo lo malo, esta condena no se va ni escribiendo. Las palabras no la pueden liberar por mucho que escribas. Llora y no tengas miedo.

Carnet de manipulación

Enamorarse de la vida en esta o en otra, convertir en espejo el poso del cuerpo sobre el colchón de lana. Puede o no puede en la demagogia del limpiachimeneas como la estrella del supermercado, recién destilada,  en ámbito, en circunferencias, en rancio y desdén, en cometa y oso, en cobaya y premio en este andén de misiones de monedas y monólogos. Puede, poder se puede y es lo que anhelan los todopoderosos amar sin ser amados, querer sin ápice tocando lo imposible de dormir etéreo a la vera del infierno besando con los ojos los labios, morir en vida, vivir muerto, para-rayos, papayas y escafandras. Poder o no poder, en cadena, perpetua sucesión de  bares asolados, furcias vestidas de etiqueta, cadáveres con pastillas, anhelar en la distancia, acoplar en desesperación albina, meter y maldecir, puede, sí, se puede, o por lo menos en cada pausa televisiva  lo intentamos.

Marejadas

Me quedo con las ganas del sabor de la confitura en el filo de lengua con las ganas de que tu boca-bahía al amparo de la barcaza, sea pedazo descorche de rompeolas que siente la mar anegar por todas partes; sé que nuestro encuentro, hubiese sido, temerosa conquista de ciudad, y sorber tu solo, y adorar la quimera,  el esdrujular de tu fortaleza. Al Malabi, dijo, que en almena dactilar mi corazón quedó prensado. Las espirales de fuego rompiendo la olla y en la hoguera de tú, tú, tú, de tú, de todas la verjas que abren tu piel, poro a poro que he lamido, que he sentido y con las manos quemadas escribo este poema, la renuncia de mi amor, por ti, porque eres esa luz que se enciende en todas las casas a la hora del silencio. Hubiese sido tu amante, al abrigo de tus libros colocados como alfombras, voladoras manzanas de tu huerto escarchado pero, me quedo con las ganas, de la miel pegada a los dedos, las ganas, de ser poema bajo lumbre en sábanas mirando al estrec...

El Amor.

I El amor. II El amor, qué gran invención a manos de las pastelerías. III El amor, lo que siento acurrucada en el hueco de tu letra. La paciencia de las cerraduras que se cierran a nuestra espalda para que en el regreso la palabra de un salto se acomode entre las bocas. Mi amor, de vertientes del río, que hace piruetas  como un carpa que traviesa limpia las manos. Porque tú, mi amor, el hombre que me cuida, que ha soportado los cauces en rebeldía, mis ojos blancos, el verso maldito. Eres tú, lo deseado en sequía para lluvia de mi lunes de enseñarme lo que significa la paz de los pájaros, la mañana sin nubes, la acrobacia de los estorninos viendo llegar los faros de los coches que se cruzan en nuestro oráculo. Los vicios insanos, las costumbres en la convivencia de los pies descalzos,  la manía de escribir cuando duermes con el camaleón que muerde de color tu orden cuando derrotada un día lancé mi arsenal, y abrí los brazos al nido, y me...

El maullido de los ultravioletas.

I No es un gato negro, pero, es un gato. II En la consulta, el médico cumplía su labor de espeleólogo, con su casco de minero iluminaba cachos de piel  como el pintador de mares en una cartulina. Desnuda, cerré los ojos, ante la inspección rutinaria, y me convertí en un planetario lleno de manchas celestes. Cada peca, era una casa. Una casa con una historia, con los rastros del beso y el grito silencioso por el golpe. El cielo que se parece a una familia. El buen hacedor de astrónomas en el silencio de los curiosos de las galaxias leía los posos del café degradado de cada una de mis constelaciones marcadas a sol  en mi cuerpo de soldadura. Algunas parecen lunares que abren bocas funestas, otras, calladas duermen a la espera de su turno. Les gusta expandirse igual que las estrellas, igual que los volcanes supurando lava. Ellas saben que soy su universo. Y el hombre de ciencia las interroga para que no me coman la vida. Ser helio, y ser c...

Zarzaparrilla

Acaso la mora se siente libre entre las zarzas, los matorrales sintéticos, los cables del belén diario de los porteadores de coches, del viento que no cesa al rayo. En esta plegaria de un mundo que no entiende que se ha iniciado una era climática de destrucción; similar al cataclismo que supura mi pozo a través de las rendijas en que sobresalen llamas de averno como brazos esperanzados en oración de muerte. Exigiendo al destino sus atrocidades, el por qué de ser planetas en órbitas que se unen y se disipan, en la gran explosión, en la pausa bendita justa antes que la rama siente la patilla del pájaro. Ésto es un desguace de sentimientos que florece en pecas malignas. Ni la crioterapia duele con su brasa nórdica con los legionarios  que se atrincheran al auxilio, de la vez que usted me echó de su vida, como el arrancar de una garrapata y se quedaron las extremidades inertes, en juncos que disparan hacia el vientre que es donde yace el alma y dejemos l...

Flecha de manzanas.

En el uso del florete, usted, siempre ganó la vez, la vez de todas o de ninguna.  Ya puede pintarse de nieve la urraca,  y poner al poema el velo de novia.  Que en los silencios los árboles más altos crecen, dando letras a los nombres de sin sentido cosas algunas como un bazar de mente en callejones estrechos, con el aliento de las ballenas, en los bochornos que lloran en lavadoras que como cíclopes ignoran que allí se quedó aparcado el "Renault 21" de todos los sábados penitentes, el olor de tu piel metido en el folio, el poema que cabrito inviste su cornamenta a la retina, y atraviesa paredes, y córneas, y vaginas, y hace preguntas del tipo alga, de la fórmula de los detergentes, de las viseras que  anhelan al sol, de la caspa sin melena, del bien por el bien, la nata con las nueces, y la cáscara al abandono. de si quiere o no quiere; que en este ostracismo haga el favor de joder a sus enemigos y no se rinda. Escribir como una metralle...

El tejado.

Te prometo que una se acostumbra a las estocadas, al calambre con los pies mojados, al martillo del miedo, a las garrapatas que negras pinchan en los ojos. Te prometo que no fue fácil dejarse en remojo con el aguafuerte, y limar los besos más dulces, que de tan azucarados la diabetes apostaba en el patíbulo. Te prometo que bajo el paraguas, cavilo en sus tragaluces. Que se añora la pantera que habita en su morada. Te prometo, que le dije que jamás le olvidaría, y así ha ocurrido y sucederá eternamente, las velas de los barcos ardieron y entre huesos de madera desembarcó el caos a la normalidad de las asonantes. Te prometo que la enfermedad me persigue, y que le he abierto la puerta. Pienso a la hora de Morfeo que quizás las cabañas serán asoladas por la marea. Pero, eso, no es promesa. Es la historia de una nueva vida, donde vivo con todo lo malo que supuso lo bueno de haberle conocido.

Irradiadores de aceite.

Mirando las flores de tela y sentada sobre la alforja que supone un parón en la existencia puedo tejer cada palabra como la herida de la muerta después de la autopsia. Si conocedor de los avellanedos y la pirata que nada entre las sangres que este nudo que me ata supone mayor losa que ventaja en desesperación de lo vivido que ahora queda como una caricatura de plumas de ruiseñor. En este hueco de página, con la piel que muerde por la cortisona, por todas las veces que mis pies anidaron y mi sueño fue pájaro en la ducha de los elefantes. Morir debe ser esto. Lo más parecido a la secuencia. Con los brazos en amalgama pidiendo lo que no puede ser. La súbita. La intolerante. La cruzada. El infierno.

Una pulgada de vida.

La medida exacta del sentimiento, en ocasiones, contradice a los cánones. Con una gota pueden matarte, crear vida. En la incongruencia de que lo más diminuto, en esencia, puede salvar y entonces,  se vuelve gigante, como una ola astronómica, un punto lejano en el oasis, la palmera que nos dispensa la sombra, y es de este modo como algo único puede, convertirse en rascacielos. Una moneda en la cabina para llamar a los seres queridos, las mayor fortuna, la gota de metal, que muchos piensan que oposita para limosna. La mesura créeme, se mide con la acciones, y he aprendido que a pesar de las luces que nos deslumbran, siempre habrá gotas que juntas serán lluvia, y barrerán lo negativo, y con las botas húmedas, en la sencillez abandonada tiritando en la tormenta. Te darás cuenta que una gota vale más que mil palabras.

Tránsitos nocturnos.

Me he acostumbrado a dormir contigo, y ahora, la cama grande, me parece una balsa en el océano. El hielo de esta casa popular  me conduce a la habitación cápsula, dónde la estufa y su poligonal armonía me dan cobijo y sobre todo seguridad. Cuando te explico que contigo duermo sin miedo, tú jocoso me miras con la incomprensión, de los que no han dormido con el corazón en un vaso ahogado. Apenas un sueño despiertas rota en pedazos de memoria, sudorosa, con ganas de salir con la huida de las estrellas. Como un bicho bola, con los pies gélidos, añoro el otro lado del río, donde duermes plácido con los ángeles que siempre yacerán a tu vera. En cambio, dormir con los demonios del pasado, una asiente y pacta con ellos, para que te miren y no te molesten en el trance diario de olvidar la consciencia. La almohada arrima y los ojos en pétalos cerrados. Pensando que mañana será  otro despertar, pero, no otra vida.

Oiseau XI

Qu'est-ce que vous vous sentez petit oiseau avant le chasseur? Rien. Les attaques de mort et nous sommes leur nourriture.

Oiseau X

Nous sommes dans un monde fou d'oiseaux, nous sommes des oiseaux, axe différent. La nourriture sera faible du fort. Certains vont voler loin, d'autres vivent sous terre. Vous avez pas remarqué. Quels sont les oiseaux nous.

Rojo tirando a terciopelo.

Nuestro paraíso se sitúa en una lavandería de la avenida. Con máquinas de efectos múltiples que contemplan intrigadas. A los amantes industriales. Resacosos de la marea, los únicos peones fuera de órbita, en una sala de electrodomésticos que mudos apuestan la caída de las almas. Me siento tan afín a tu ganglio, a la intemperie de las cajas en montones y basura que cuenta bajito historias  de cenas y desaliños. Que nos miramos bajo el fluorescente y rescato de mi memoria un juego de letras. En el tiempo que nos centrifuga. Y por si acaso se acorta la luz  de la noche, rodeados de los metales embudos, que en el ayer habitaban como un ruido solitario  en mi cocina. Decir, que te quiero. Como un diamante que se guarda dentro del silencio.

Ave VIII

El ganso es pulcro, en la_________ charca se sumerge y asea su autoestima. Con la bufanda guinda, abrigado de orgullo de captar con su hora de limpieza la atención de los terrícolas Qué brillante después del rito, con su plumaje que parece un campo después de la lluvia. Ganso. No hay espejos en las verdades. Y cuando sacudimos las alas escupimos a nuestra propia naturaleza. Ganso. por favor. deje de hacer el Ganso.

Ave VII

Con una casulla de cuero, ciego a la progresión, la oscuridad da paz. Regio enfilado a la presunta cetrería o en uralita , o en rama, o en canaleta. El halcón. De su mano c o m e y sobrevive a la  falsa paz. Mientras el mundo gira y rebota consigo mismo.

Bunbury - Lady blue

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Ave VI

La jaula. tiene una puerta   abie_________rta. Y el hilo musical con su retórica intenta convencer a los pavos. Me quedo con los ojos de búho mirando la salida, es tarde, el reloj similar al de Alícia, no corre, se arrastra como las serpentinas. Y si la cruzara. Soy una rapaz puedo alimentarme de los animales muertos, puedo sobrevivir fuera de la jaula de ópalo. Pero, el amor, a veces, nos convierte en musarañas. Canarios de amplio espectro. Con cantos de cisne-más-copa.

Ave V

Existen palabras tan hermosas que ganas dan de prenderlas fuego. El amor colibrí rauda alimaña que inquieta acentúa. Los pájaros de fuego mal llamados de Fénix. No quememos sus plumajes atrincherados en nórdicos, demos cielo a los que luchan por un pedazo de piedras. Pájarillos desprovistos de la madre. Expuestos al zoo de las lamentaciones.

Ave IV

Me dijo que no era más que una rata, pero, no entendía el apelativo si tenía dos alas carbonizadas en lugar de paletillas. Yo era un pájaro. Un mamífero avícola terrestre. Tal vez un murciélago colgado del techo como una araña de 220 voltios. Una hoja a punto de morir. Ciega-topo-sorda, capataz de leer el lenguaje del océano. Demasiadas esdrújulas para un roedor. Era un bicho raro, sin nombre. Qué volaba en un gallinero con los pies en la tierra.

Ave III

La urraca se asea en el charco y este sol preludio de, enciende la semilla almendra. Creerá  calorífica en las cimas nevadas llorando hacia el mar con los nidos, deshechos de espinos del frente, con la burbuja en expansión dentro de un cazo salino. De. Volar. Disecada y lustrosa. Misión imposible.

Ave II

En el estanque parada al frescor tardío con pajarería de distintos linajes. El agua estaba quieta, ahuyentando las enfermedades futuras, quieta, desafiando al parkinson, de las muñecas que oscilan los hilos de pesca. Y me fijé en los balcones, en los firmamentos que reflejados en la ventana revivían naranjas y azules, luces que interrogaban a los muñecos vestidos de reyes, o al señor de rojo barlovento. Y pensé que ellos no entraban en las casas para entregar regalos de año bisiesto.  También huían de sus madrigueras sin importar la caída posible.

Ave I

Estoy encaramada a un palo en una jaula de canarios, con el cuello en torno porque las águilas no caben en celdas de aluminio. Necesidad de volar, de remontar el pico. De subir al avión. Con el plumaje que llora, con los músculos atrofiados por no caber en el corazón de las cerillas, para morir en la migración y notar la carpa exultante dentro de mi concha por los cielos que quiero pintar y anegada dentro de  la lluvia al desplomo sin el amparo de la nubes, con la raspadura del moho y de la nada. La cautividad de los hechos,

Ave

Paloma esquizofrénica te han cortado la punta de las alas con un alicate, no pensabas, que sucediera de nuevo, que te anudaran con la garra en anilla de propiedad añorando el único árbol de una isla. Te sientes, paloma-urraca, fatigada de batir contra el cristal de Bohemia, lo absurdo de las moscas tragadas por los reptiles y el pulgón en galería subterránea. Quieres volar, pero, no eres libre, te mancharon de alquitrán sus besos, la libertad cuadriculada del ser.

carta egipcia

Estimado Percival:   Las alondras sin pico perecerán de inanición y en el pecho, un clavo, va haciendo cabida con la gota, que en tortura cava silenciosa a pesar de los bailes y de las azaleas. Los perros famélicos ladran en las cocheras soñando el despiece del jabalí entre sus fauces, y los cueros al sol tímido se secan como la esperanza de que un ayer hubiese sido posible. Mi tez amarillea de la bilis que bebo con gusto para no demorar mi marcha, acaso, usted cree, que llevar calzas de cuarzo, alegran el alma, puede, mi corazón remontar la distancia de sabernos tan cerca y que la sensatez cortó con el bisturí en mano, para evitar desastres mayores.  Las alondras que sabrán ellas de mi desdicha, que sopesará la tierra húmeda con bestias de colores, sierpes, piedras y caracolas, que Ofelia vestida de Reina no es más que una mendiga, y que implora el perdón por arrojar la sal en la hebra, cortar su nunca cuando dormía y a navajazos destripar su melena, para en  los mo...

2017

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I Este mobiliario de árboles desvaríos que guarda el mantel con aquellas manchas que amorfas, inventan cuentos de tan disparatadas que son. II Si viniera con el último regurgitar y en la ojera hallara el reposo, podrían bien las manos ser colas de pavos y alumbrar el este de la medianía de la noche bajos los plumajes de las palmeras-máscaras. III En la calle, el silencio más vestido de negro, con las urracas haciendo sombreros de paje, y llueve, dentro del horno, cada uno de los espécimenes que serán devorados como el tiempo que nos tritura a nosotros. IV Pero, no acude a la llamada se arrincona en el eje del calendario y hace trances en una espiritualidad inexistente. V Anaranjar las paredes. Subir al corcel del sexo. Lidiar con las hojas en blanco. Sentir que se apaga en el quinqué, la fe. VI No poder borrar del párpado el arañazo de este trozo de mesa que sostengo a cuatro patas como una estación climática como un surtidor de gasolina ...