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Mostrando entradas de agosto, 2016

Cepas de septiembre.

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I He viajado lo suficiente para percatar que en las personas yacen los parajes más bellos y que en ti,  mi varadero no son más que tus brazos de viña que cobijan cada uno de mis racimos. Que en tus manos abiertas he descifrado los desiertos más ocultos y que cuando el sol más acuse de recibo hacía tu boca, era el manantial, de sintaxis y pupilas que miraban la cara oculta de los párpados, cerrando nuestras turbinas-arandelas, la perfidia de la matemática en el nexo de nuestra cartografía y contemplar el amanecer más auténtico en una ristra de jadeo, de la arena caliente y los glaciares en lágrima. II Me amarro, fuerte a tu corazón  con el tiempo que pasa, cuando descubro que los sobres de mostaza han caducado, y que la arruga que ha dejado tu cuerpo en mi cama es el desfiladero de cordilleras más irresistible para abrir la maleta, dejar de volar, y hacer injertos entre tu hombro y la rodilla. para cortarme los pies porque las alas fueron arranca...

Ganas de escribir y nada más a Dragón Red.

A estas vanidades de la vida con el derrocamiento de mis rótulas la lluvia crece más dentro que fuera y me hace entrañar un patetismo de mujer abanderada, y ser lacra y sello,  añorando el hielo que adormecía al hígado. No podemos nadar cuando la corriente que nos arrastra ha adormecido los nudillos en trenzas cabales y dementes, que encierran la flor a falta de la luz, y ya ni se recuerda donde termina tu dedo y empieza el otro. Sobre su pecho las arañas no existen y noto como el tiburón pierde sus dientes. Y viajo en una taxi con la tapicería del miedo en el preciso instante que prendió el depósito de gasolina para percatar que ya no puedo regresar  y que cuando como una tipografía trémula lloraba desguaces en la puerta de la carnicería. Él respiraba mi nombre. Para hallarnos en la tormenta con las espadas rotas de atajos.

dreams for one day

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Cuando en el margen  no aparezca la botella de Coca cola con la subliminal  de adornar, como un adjetivo al verso y en la salida de ojos cuadrigéminos pueda el cigarro en pértiga saltar al cenicero, su defecación soporífera que nacieron de las colillas. Pueda que la chispa nos asalte y que el vado abra dentro del yo-do líquido gaseoso seminal, ventanas,  escotes,  surcos,  diapasones,  ombligos,  aretes,  círculos viviosos ,  agujeros negros y pírsines FEMALE STUDY: ANA MENDIETA /July 29, 2015 by courtney cady al po      ema. Para que entren los buenos aires, o simplemente nada.

Visión nocturna de Castellón.

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Desde este octavo piso la ciudad tiene otro nombre. Las casas alineadas. Los respiraderos que imitan a las viejas, chimeneas sin humo. La coronación de los altibajos de los edificios que como cabezas poetas compiten hacia la noche. En este reposo sobre el marco salgo del lienzo observando el mar urbano de los farolillos que emergen, desde pequeñas ventanas con los televisores de anuncios. Él (mi amado) me observa desnudo desde el portal del dormitorio. Es mi ciudad, donde quiero, morar, habitar, placer y morir. Desde este octavo piso de la ciudad que tiene otro nombre no notamos el vértigo existente bajo los pies de nuestras estrellas. que se asoman a la intemperie de un baile. Compás roto por el crujido de un gato que va haciendo eco desde esta cabizbaja manera de sentir las cosas sin nombre. En las ciudades de los náufragos que no aprendieron a nadar.

Tiene un cigarro, Jefe.

La literatura, no deja de ser, la loca de un barrio de amarrados extremos que escopeta deletrea. En el cruce de líneas con su camisa de fuerza, incapaz  de tocar las flores de las telas de los kimonos. Una ida de nudos que espera con traje en la parada del bus-o entre un individuo, sujeto a su bolsa, y un cristal vestido de póster que publicita la interior de la vergüenza presupuestaria con la cultura-es. Ella, no tiene escapatoria, necesita al oyente, al lector, a la bala, al río para desatar los credos, que  no cerdos, de la cuerda. Demente que llega a ninguna parte sin un billete, lejos del maniconio en que se ha convertido la biblioteca de los libros de estantes. Momentos "fumatorios" y nada más, para el sombra de P a n e r o. La loca literatura del cigarro y las hormigas.

Qué levante la mano el último.

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I Nací de lado en mediodía, con la buenaventura escrita de la exclusión  por el oficio de escribana. Sin ser lo suficiente para ese ángulo, que no osa a colarse en los desconciertos. Presa métrica  repujaba en cada vestigio la avaricia de querer seguir estando viva, a pesar del mazo, del significado trueque de caer al suelo con la boca como pala y lanzar un poso más de tierra y de lombrices a mi tumba. II Nací de lado,  de saber que en una esquina perdemos demasiados trenes, pero, en el angosto, tengo, y puedo declamar, para los amigos poetas que musitan como los vergeles sintéticos de las drogas más duras las palabras madres abrazándoles, hemafroditas  de lo que de sus memorias han perdido, huesos duros contra corazones de razón expropiada, como niños  que siempre moramos en los 90 grados de la Poesía. Nacimos de lados, poliedros con otros ojos.

(Ni)Tratado de filosofía.

  Qué grandeza la de los amores de los que fueron o no fueron, si todos en nada perecieron.   Pues la libertad consiste en amar al prójimo sin sentirse preso, dando el espacio suficiente para que el individuo siga manteniendo su esencia. La persona que planifica atenta contra las leyes del universo ¿Acaso podemos virar la órbita de un astro?.   Encarrilar no significa imposición, la impostura viene de las bellas palabras sin acciones y el creer que un equipo son dos personas, cuando en nuestro interior existen diferentes matices.   El egoísmo de creer que la libertad es un ente, y no admitir que libres son los que han aprendido a respetar y a confiar.   Los fracasos de las guerras no proceden de las emboscadas externas, sino de amarnos lo suficiente  a nosotros mismos para ser leales con nuestro foro individual, las familias del mundo, natura y seres vivos hasta la inmensidad del cosmos.   El amor como fuente de energía y la fidelidad a los pri...

Agua bendita.

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La  realidad consume de los ojos que rajan los muchos sainetes del serrucho, la incredulidad festejada del violín que chirría, entre cantos organigramas; reales, tan ciertos, que vivo derecho y no en súplica, tangible tauro almendra, cáliz con moscatel, con él por el  ego, ego sum , de toda la prosa por descubrir. De las hortalizas escanciadas, porque se trata de cuidado intensivo del  material  que " prefabricamos"  libres, sin planes como caballos desbocados por el bosque. Porque no haber vivido jamás este trayecto hace que la luna sea pequeña. No sé adónde me conduce. Pero, confío de su mano cuando de entre las aguas femorales Río Tormes. me adormece. No es sólo sexo, es  poema.

Entrada de Trianarts de Lluïsa Lladó.

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Pongamos que hablo del día dieciséis. (Carta a mi madre)

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I Hay martes que deberían ser declarados desiertos como presuntos lunes en plagio buscando el premio a esta rareza inusitada. Sentir la gula escrita que no cesa y hace  que el cuerpo no sea más que un sacrificio expuesto en la piedra con el anhelo de la inexistencia de los días, grises en pleno estío, ni la sensación de que me he desprovisto de demasiada ropa.  El ojo engañado  a la  sombra raquídea de las nubes  porque añoramos el invierno. II La gente pulula, la basura hábita en los mismos de la penumbra, y en esta oligarquía de teclados de Mozart, en conexiones de Internet van dando vida a los muertos. El reo de las flores de lis, que cree en la providencia y que con su estetoscopio ausculta a la página el rencor de los meses en meridiano.  III Percibo una extraña púa de pliegues de moho, y recuento mayor de bacterias y seres demórficos haciendo cola al ángel caído, a cada hueso aparcado en batería. IV En desazón, como...

Desnudeces anímicas .

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Tengo vergüenza de que me vea escribir poemas, el rostro del trance  las manos blancas, el cuerpo sin vida. Tengo vergüenza de que vea al "poeta" como una especie de monstruo desnudo sin ni siquiera una sábana para dar cobijo. Tengo vergüenza pudorosa de mostrar la lepra sin vendajes, y por ello le pido disculpas, no sé escribir delante de sus ojos. Supongo que es otra  prueba. Otra prueba.

El significado de la palabra.

Si esta condena es el precio de vivir exiliados igual que extranjeros con el mismo idioma de la poesía, con la presuncion y bula de poder tocarnos con las letras formando una única palabra de estigmas etéreos, espirituales como burbujas de gaseosa. Vamos siendo menos que el silencio de las cigarras, vamos siendo menos, cada vez menos en   microscopia El castigo de lo que llaman  Olimpo informático, en pantallas crueles e infamias que devoraron las raíces que un día hubieran podido nacer. Que ambos en dos islas  separados por un mar negro con el solo respiro de leer lo que su puño escribiente ha creado y reverberar lo que usted ha concebido del sentimiento en trasmisión eléctrica, pretendiente fingimiento para meterme en su testa como una submarinista engreída con esta manera de comunicarnos porque usted así lo ha decidido.

Nefertiti escuche.

Muso. Le olvido. Le repudio. Le detesto. Le embadurno con el barro, lo barro y sin embargo, necesito del hálito de cada uno de sus versos como un sol dentro de una caja. Quisiera poder erradicar esta larva. quisiera, pero...la necesito; ella se ha cruzado en el camino de entre  mis órganos. Luego, le detesto, le repudio, me aburro de sus recuerdos en mi mente y empiezo trémulo ese otro yo, el yo poeta, el yo impresentable, la cíclica payasa con la necesidad urgente de su nicotina verbal y busco otras diversiones entre el infierno y las paradas de taxi. donde hay silencios, horas, días. Muso. Vuelvo a leer su poesía y siento como la heroína va fluyendo entre las uñas, los colmillos, el blanco conjuntivo, el vértice del seno, los labios vaginales, el vello, la grieta, la arruga. Voy llenándome toda plena en orgásmica elegía hasta la próxima dosis. Y crea, que muy a pesar, esto va a seguir hasta el día  de la muerte.

La taxidermia de Kafka.

II Y en ese aprendizaje el pluriempleo está servido, tal vez, sea desempeñar varias funciones como los animales. Sí, soy un animal, pero, no de los que pasan desapercibidos con su camuflaje. Soy de aquellos como el bicho palo, como la mantis religiosa que siempre aparentan lo que no son. Ellos quieren ser arbustos. Quieren ser parte del árbol. Pero no dejamos de ser más que depredadores de versos, de poema, de poesía. Insectos al fin y al cabo  enjutos sin alma

La necesidad hecha escultura.

Necesito escribir. Necesito escribir tanto como amar. Porque sin escribir, no puedo llegar al núcleo. Entre amantes, la vianda, el engullirse mutuamente  es fácil,  muy fácil, demasiado fácil. Los besos,  los dedos incrédulos explorando cada una de nuestras cavidades como vocales semiabiertas. Es abrefácil, demasiado fácil tal vez amar, tal vez amar es aprender, aprender, aprender varias veces  ese infinitivo de segunda persona. Aprender juntos, a dormir. Como si fuésemos dos muertos vivientes.

Escribir poemas reduce seriamente la salud.

Después del poema acabo postrada. Como si fuese presa o víctima de una tuberculosis peculiar. En cada poema, se me va, la vida.

Egodiálisis.

Siento cuando escribo  una especie de metamorfosis nadando en sangre. Soy víctima y  a la vez verdugo de  cada uno de mis poemas. Un vicio, declarado. Una adicción, sin lengua. El viaje hace que me estremezca, que suba a los cirros y desde allí  caiga irremediablemente mi cabeza  contra el suelo

La antítesis de la hierbabuena.

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Contar los dedos de nuestras manos en equipaje y medir la sal que vuela fuera de los platos en catapulta. Redondeces de loza, vasos como capilares a un tributo de los dioses. Y levanto brazos y cierro los párpados. Y veo rosas en mis poros, vocales abiertas y fuertes, como un jardín botánico de borracheras hormanales. Y siento que palpita, el corazón y por un instante de flash, de ruido de piñón de bicicleta o polea feriante que nunca amarra el regalo preciso. En esta postura perceptible más que a las alas de la mariposa, sonrío, y pienso que hasta las malas hierbas aman la tierra racial. Mala hierba. Mala hierba con flores. Motivo de la Catedral de Salamanca.

Al cielo de Salamanca.

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I Me tumbaba y miraba un cielo similar al de Salamanca contando los golpes que conducían a la constelación de los cardenales puntos. Y con la mano hurgaba mi pecho cerciorando el vulgo agujero que atravesaba mi tórax  con una  corriente de aire Tramuntana. ¿Dónde estás corazón eléctrico? ¿En qué canaleta tu corriente subterranéa? Y con un folio de papel  de tres milígramos al cielo similar al de Salamanca dibujaba con tiza una víscera y con la boca lo hacía latir. Sondo avernos: -Tum. Tum. Tum. Tum. II Los corazones de papel  temerosos del agua y del fuego, del viento y de los bichos. Caballero Lepisma Saccharina escribiente  que devora cada una de mis páginas. Tuya soy con las letras del cianuro que brillan como las pupilas del éxtasis, libélulas clavadas en carne, caballitos del diablo de comisuras, lúpulos de nuestras cicatrices que dejan que me vayas royendo igual que un barco en llamas dentro de la mar. Morir...

La "glomeración" de la hadas artes.

Y en yacida conmoción craneal muevo las articulaciones en flexible acompañamiento de sustantivos y otras punzantes esdrújulas metiéndose en pincho d-entro. Muy a-dentro. ---------------------------------------------------------------------------------------------------------- En la letanía la ponzoña se disuelve en pensamientos antidisturbios.

Revelación de riego sin ese.

Cuando todos los extintores canten y los tableros de ajedrez sean círculo cromados... En esta mediana con los automóviles peinando el labio observo el verde de césped, con aspersiones de palmeras. Aprieto fuerte  la rúa que viste mis mejillas buscando la gota-pétalo exacta que moje la terrorífica  que se enciende como un fanal nocturno. El corazón ha empezado a latir.

Cosmos son las cosas, amigo Sancho.

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Mis manos, mesetas de campos de Castilla, áridas por la caricias no dadas, en ramificación  haciendo veredas de cabras con mucha falta de lluvia y con falta de lluvia mucha que los afluentes  no ejercen de afluentes por las grietas de estas extremidades doctas. Aún así, él, la perfidia, el frenesí, la aceituna parida de árbol. el bosque de las judías, el páramo guijarro de estos trozos de carne que aún respiran. Con la incertidumbre de no creer mi boca lo suficiente, desembocó la espuma de afeitar entre los nudillos y las falanges y enjaboné con mis palmas su mandíbula de hombre de radios. Mis manos eran dos mares, dos mares revueltos de melancolía. Como una novicia que espera el sagrado mandamiento de deslizar cada una de las calladas porque usted ni se imagina lo que habla la peca en nervios de ramas que nacen a la vera  y acaban arrolladas  por los ciclistas de la noche. Como la piedra extirpada de la mina. Como el brote del ojo a la lá...

Los poetas que habitaron el planeta rojo..

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Viví o malvivía en una denominación exacta más de sobras y pesadillas de Tim Burton con los huesos haciendo  vigas en un toldo para proteger un corazón que se iba separando en órbita  y que con la distancia aterrizó en la base del cilindro de un pozo. ¿Y sabe cómo se sobrevive con la tenia solitaria como anillo a cada una de las hembras que en mi pervive?. De allí las corrientes marinas lo llevaron a la playa de las focas azules y niños con ojos de cristal lo metieron en un frasco. El dolor era tan inmenso que todo el universo cabía en un puño. Y fui náufraga andando con cara de sobre por las aceras y sorbiendo de las gotas  que iban deslizándose en el tintero. Y costas de madera, y continentes de carros con pesas, hasta caer en catarata entre la manos del hombre que amo en viva, en vivencia, en vivípara melodía de cuerdas  musicando las caricias, estallada contra su cráneo  y fagocitando el co...

Ya lo decía el señor del sombrero y el monóculo.

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Autopsicografia                                   O poeta é um fingidor. Finge tão completamente Que chega a fingir que é dor A dor que deveras sente. E os que lêem o que escreve, Na dor lida sentem bem, Não as duas que ele teve, Mas só a que eles não têm. E assim nas calhas de roda Gira, a entreter a razão, Esse comboio de corda Que se chama coração. Fernando Pessoa. Pessoa decía que el poeta era un gran fingidor por eso en esos fingimientos los alaridos de los tejados contra el rayo solar pueden asemejar en las noches de Las Perseidas un estrella dentro de la astrología de lo que jugó sin el extracto de aquellas limas capaces de romper las cárceles. Cárceles de gajos que supuran dentro de nosotros, donde duermo en cadencia perpetua y yacida de cumbres no temo muerte alguna de esta piel que sabe a pomelo y ...

Karmacería.

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Acabo de despertar del trance entre cubos de basura magullada.  Tengo el corazón en el mástil sin la necesidad de saber que va a exterminar la palabra. Con los tobillos rotos ya es demasiado tarde para emprender el camino de vuelta a la madriguera. Y como dice mi santa madre el veneno que purgó la herida en la lengua de escoceduras tiene el sabor de lo que se aplicó en su escuela. Un país llamado K arma.

Yo no vivo a 500 kilómetros.

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Amor mío, no puedo descifrar los códigos del silencio ellos no parlotean de la nada y en esta medida de meses he ido en aprendizaje sosteniendo la pértiga en el filo de los edificios. Sé que la soledad le puede y que mi presencia altera todos los matices pasteles convirtiendo en rojos y violetas las flores que crecen en su pecho. Qué la cólera ley acelera  los vientos que mueven las cortinas y que en la leña mojada las pasiones no son honestas pero, le prometo que la fidelidad está escrita en todas mis enmiendas. Que asesiné a todos mis amantes y que de sus cadáveres quedaron sólo poemas de barbecho, que han calcinado las caricias y el olor de otras manos. Amor mío, Dragón Rojo, del ser bendito que lleva hacia el infierno, con la vista cegada por los unicornios, no temo ninguna de las heridas que supone abrazar al hombre cactus pues, con mi lengua diestra curaré las infecciones de los aviones siniestrados En Kentucky. El aprendizaje de leer novelas, a mod...

Cala Mar.

I Nosotros que éramos como una novedad editorial hemos sabido en esta distancia  acortar los rencores. II En días de plumas y avellanas habité la inconcebible obsesión de alguien que me tenía atada a su cadena de Pàvlov, y que me hizo creer en sus noches de cuchillas. Yo le amparaba en el desvelo, quería amarrar su enorme cuerpo con el pago a tanto sacrificio de morir asfixiada bajo el peso de sus colmillos en mi cuello,  que sangraba y manchaba de tinta toda la estancia de morada decrepitud. Pensé que era un niño. Con los ojos estrábicos y las uñas mordidas, en tardes donde su cuerpo era arrastrado por la faz de los adultos de común genética. Le creí, y noté todos sus golpes en mi estómago, le quería sanar, exorcizar,  salvar de los hombres sin cabeza, de los muertos que nos persiguen, de la duda y la baja autoestima poética. Aún sabiendo que para ello, yo moría. Y era el escarnio popular. Y una mofeta disecada en su salón. Porque p...

La borrachera de Bangkok

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I Capataz de cortes de tubérculo a rodajas, y en  intercambio literal ambos aprender el aeromodelismo  del aquí no hay uno más que otro, y con delicado anuncio, arrimar las vocales a su costillar  como un tejido que se alimenta de sus botones. II Y existe un ficus que se enraíza entre nosotros, aisladas islas verdes, en meseta de balcón emparedado con flores de cajetillas y ayeres tan de extrarradio que para acercarse es mejor tomar precauciones. Linda daga poética que ríe Tormes y que llora el agua envasada en cada una de las piernas, en codos flexionados sin prefijo, el mentol de los momentos tan dulces como todos los helados de esta nevera  dentro de tiendas de campaña. III Y un día se abalanzó sobre mi esbozo un camión con ruedas melocotones ajena a las leyes del urbanismo y a los cambios de gobierno. Bajo su metal estómago me nacieron dos alas de mosquito con la condición de las mariposas y se abrió el alma (esa que dudan los c...

El baile de los escarabajos.

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I Musitó que no se perdiera en sus ojos, para su desventura ya nada, en ellos  entre los mendrugos. II Loba boca melosa, ojo cíclope, foco de manos que trinchan los ajos, la parsimonia de pelar las cebollas, el tomillo, la cadencia de cada envoltura culinaria desprovista entre los dedos. Lo afrutado del partir en pan cada momento. El olor de infancia de su espalda, campo de minas de lunares como una constelación terrenal y el broche-tatuaje de tantos recorridos por el mundo donde extraviada goteaba como una vela en cada estación de servicio, y él que ha sido el cianuro de las noches travestidas de soledad, del enroscado gusano de nylon, cuña pezón. La caricia prohibida y el sustantivo alado.  III Pasa el tiempo y le noto cerca sin alambre, todopoderoso,  la sencillez que anida en usted como ninguno. Luna que sana al depredador de mis sueños. Que colma de agua lo que fue un pozo de calaveras. Mi amor. Eres mi bien y por ello le honro ...