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Mostrando entradas de marzo, 2015

Sol naciente.

De niña, los días grises pintaba soles en cartulinas y me los trababa con un imperdible en el babero. Y esa gesta de pequeña, hace que cuando la tristeza viene en bici hasta mi cama; levante mi ánimo trébol y prepare un bizcocho, tome el ovillo por ancla o sonría hasta a los tarros de café sacando lustre mar a las caracolas. Tengo suerte. Me enseñaron a cantar bajo el trueno. Lluïsa Lladó.

Progresoga

La algarabía de luces pasajeras, los cuerpos al ritmo de la música, música del latido, tambor de los cuerpos; el baile. Entre espacios de vasos uniformes y brebajes desleídos con hielo, y la sonrisa y la hache, y todo un grupo de despedida de solteras, y ojeras de tigres y cola en el baño. Se abrió la puerta cortafuegos, entrando el hombre de la mirada-sombra; sigue la música, la garganta alegre, los vasos esbeltos, el ritmo sin peana  y las plantas sudoríparas que imitan al campo. El hombre, con un puñado de flores envueltas con la vergüenza. Vendía de una en una a las jardineras del progreso pululando como un animal de feria con dos cabezas. Y yo. Entonces me llené de pantano y mis ojos se fueron  con el pakistaní que ofrecía su pan al desdentado. La tristeza se quitó los botines y se clavó los cristales del último  vaso  roto.

Poema de Verónica Forchette de Códoba.

El pelo en la sopa. La cana ventiañera. El uñero Aquino. La regata de pecho tras el jersey; menos que la nube que forma la nube; el terrón oculto tras el terrón de azúcar. Así, soy, la imborrable, menos que amante abocada a la mudez de la mota en una pintura de Velázquez en el museo de un prado. La poeta, muerta de hambre, de tu sexo, estrellada equisdistante. La chaqueta que cuelga de un brazo cuando acude a la fiesta de otra. La callada acera abandonada por el atragantamiento de la discordia. La que yace a tu antojo y es mirada de lado. La inexistente, y por eso, está muerta co n la ponzoña de Verona. Repudiada mala propaganda. en la  bolsa de deportes de la taquilla de tu vida. La escarlata letrada. La pústula de lepra. La que avergüenza el futuro que no conviene y se va para vomitar la vuelta. La revolucionaria hormonal del tres sin número que duerme entre tus piernas y sus brazos. La que esta mañana amaneció en un rascacielos ...

Valoración de los hechos, absolución sin cargos de conciencia

Señora  he pecado, he acudido a una cita sin duchar  ni peinar; con la ropa que durmió mi cuerpo; ojeras con sombras semejante a una panda y sí, he pecado. He pecado, señora, usé gafas de sol en un local en penumbra, no pagué el desayuno y no llevaba ni intención de hacerlo, fingí un descuido y apestaba a fritanga; mirando el reloj, en innumerables veces, acabé sentada en la tapa de un retrete durante quince minutos, mientras Valencia era una fiesta fallera y yo calculaba el volumen del embaldosado. He pecado. Y no fui valiente después de la recepción de un mensaje, en que le había causado muy buena impresión. De decir la verdad de que esta maldita dicotomía me impide mirar otro futuro. Pero, en un propósito de enmienda después de un largo silencio, y un hombre que hablaba todos los días solo. Arrepentida le confesé, al ilustrador de acuarela, que la culpa era toda mía. Y que estoy metida en un barco del que es muy difícil salir y cada p...

Sin federación.

I Qué fácil decir la palabra sin, sin, sin, sin, sin, sin, sin mojarse las manos. II Sin guerras. Sin epidemias. Sin todos esos elementos que contrarrestan, sin, sin, sin. III Al unísono sin tregua, claro, brother, sin sin sin ni sin, ni sin ti, las gargantas se unen en ligas donde no todos son bienvenidos; hay finales, contraportadas, quinielas, sin sin sin, sin sin fin, en fin, racimo de clases con colas de espera pasajeros de poemas de divisiones más que de sumas, un banquillo y un entrenador ido sin que apunta con el dedo sin problema, sixter, que aquí somos hermanos la guerra social mata sin elitismo: al abuelo, al niño, a la parturienta, a la maestra, al hombre de la pajarita; pero, para de la paz con, sin escarnio, todos sin sin sin poetas, voto de castigo, siameses separados.

Nadanadonadé

Recuerdo ese amor sin cuerda, totalmente loco. Nunca era suficiente, siempre, quería más, cómo una termita bulímica devoraba todos los bosques a su paso, y aún así, él dudaba de mi lealtad incondicional. Dudaba térmico pensando que cualquier sombra había yacido en mi seno, su desconfianza con los años me demostró que el juego no iba conmigo, que era él, el que rompía las reglas en continuo, y en sesión de noche creía que yo, le pagaba con la misma moneda. Ha sido uno de los hombres que más he amado en mi vida, y me sometía a ese interrogante que todo no le bastaba, quería infinito. Me llevaba a la montaña y me sometía a ejercicios castrenses hasta el agotamiento. Mientras las chicas paseaban en el Paseo Marítimo abrazados a sus parejas y rosas en el pelo. Yo..., debía trepar por troncos, hacer abdominales, subir por rampas, y una serie de tablas del Vietnam en guerra, acababando desmoronada con las manos llenas de tierra. Al son de su voz, que s...

Por fin confín.

Un almanaque  con todos los números del año. A mi vera, como las cuatro, patas de una cama que sostienen la honra. Enamorada,  mala saña, anhelo un compañero de las estaciones pares y no un submarino  que raya el fondo Nemo con su grulla sin ancla. Lleguemos al acuerdo. Tú te marchas. Y yo. Por fin, respiro.

Propósito de enmienda.

El tosido convulso de la vecina, me ha despertado y asida al bolígrafo estoy preparando la receta, sobre un papel para desterrarte de mi madrugada. Cuchara azul que remuevo en los espacios y la frase de un hechizo: sacar toda la lluvia de dentro para olvidar eterna. Quiero un amor de días con noches, cada olla tiene su tapa, no una abubilla que erosiona árboles en cada ciudad de Mesopotamia. Como si del atlas por fas-ci.culos  del A.B.C. se tratase... X.Y.Z.

Jaula de sollirg

La despedida acordada no fue la perfecta; saltamos viajeros a la catarata incómoda, al vacío del destiempo, y la injuria,  la calumnia,  los celos, las difamaciones; la controversia, de que uno narre un asedio y el otro recite de emboscada, fue conversa carta de c o n f e t t i que adornaba una cabalgata de muertos. No deseé que nuestro adiós  se asfaltase de aquel modo, pero, tu cuerpo era un tanque en la primavera de Praga que aplastaba todos las caléndulas de mi vientre Escarché la palabra, de la venganza, mas, le aseguro que nunca llegará a la sonrisa de mi ánima, demasiadas ramas ocultan el test de la verdad que nos salva de la falsedad.

Empezar de nuevo.

Nunca detendré la boya que brota de tu boca. No perjures más, que no sientes ni esperanza que obstruya tu poro bendecido. Esta metástasis que roe por dentro y tú aún dudas de mi fidelidad consumada. Eres feliz con otra persona, y por ello, es dichosa doblemente la lágrima que cae no por la distancia de los continentes. Sólo es que  l l u e v e mi hígado tu nombre: .....

Antídoto.

Quisiera olvidar y abrazar hermano. Quisiera, pero el vínculo es de soga que impide ver el color, violeta, que nace  sobre mi cabeza y pronto los pájaros  se cobijarán  dentro de los búnkers.

Confesionario.

Si yo pudiera decirte con la magnitud en que te amo, los huracanes tropicales serían silbidos de tórax. Si tú fueras el suero de la camilla que trasporta al río de la muerte, yo quitarme la vida por ti, haría, y aún así el pensamiento, que este duelo fluye, sobre la cama no disiparía. Este amor es espiritual; el peor de todos, el que no se lava con vinagre, el que no se mata con quimioterapia, el que te convierte en una ramera para saciar el hambre. Es de espíritu y creerme que tengo el alma c o s i d a a b al az            os.

La despedida.

Abrí las manos como una niña desprovista de calcio lanzando mendrugos en un acto irrevocable a los cisnes de Darío. Quedándose desnudas, desnudas de su máscara, de su cuerpo de Atenas. Mirilla en el clavo de su ojo, y vacías con una pena matemática del que ama con la lealtad de Alejandría, del que muere respiro a viento en este azote. Vuelta de anís le vi marchar como se alejan los soldados a la Guerra de las Galaxias. Y pensé trémula, de tanto vacío manual, si gira su rostro greco tres veces en sortilegio me ama. Y acontecieron las tres vueltas de girasol de su cuello hacia mi boca, ojos y noche. Sus pies eran ruedas y lanzando besos a la ciudad ciega de nuestra despedida, sentencié, me ama. Lástima, que no sea en esta vida.

Lady ganga.

Cenicienta se dejó los zapatos de dormir en el hall, por si aún restaba esperanza de vida en Plutón, el batín o el hiperbatón se colgó elegantemente del perchero de sus hombros, y yo circunspecta vomitando una nectarina, no necesitaba marcas territoriales, la verdad, ni me iba ni venía como una cercanías de Sagunto a segundo. Me importaba un rábano de aguacate; y ya lo del paquete de compresas midió un ataque de gota, lloraba de risa trastocada en llanto, quién sabe y redirige, nada siente. Ya ves...,llaves, invasión de tazas, dignas de un C.S.I. con esos aparatos que iluminan el azul de los elementos: sangre, esperma y saliva. Volaban en su anarquía las epiteliales, y yo como un robot de cocina asomé la cabeza al dormitorio. Allí seguía mi manta de colores, que bien abriga cuando no se tiene: Nada. A los pies, desnudo compartido, sin bata, ni zapatillas ni compresas.

Marie Claire de luna.

Puede desmoronarse este hilo de hilo que sostiene el arpa arpa que procede de árbol árbol que precede de semilla. Subir las piernas en alto, para que la circulación sanguínea fluya, enderezar la dichosa costura de este puerto, pues, la media de la pierna izquierda se vira, se vira camino de la puerta, salta por la bañera, se viste de huida transparente en una carrera veloz hacia la ingle; y me contemplo los dedos de los pies en un ejercicio insano para convertirlos en tentáculos. Quizás mi número sea el 38, si calzo, un 38, un año de guerras, de invento, de la noche de los cristales rotos, y yo que soy muy osada en un absurdo ejercicio faquir me lesiono las plantas de andar sobre tus palabras. Es mejor que rompa este panty, que sea libre y deje de sufrir ante la rasuración, la loción de mango y todos artilugios cosméticos, que ganas tengo de pisar arena, de remojar mis blancas lorzas en el mar, de quemar los tacones, de aniquilar la goma lycra estragul...

Trópico de aries.

La sabiduría se mide por la capacidad de amar y perdonar.  En la búsqueda incesante olvidamos que el mejor idioma es el de los besos y abrazos. Tuve un marido que quiso mucho, demasiadas veces de mucho. Él decía te amo. Te he querido más que nada en el mundo.  Y me rompía con sus dedos para echarme a comer a los peces. Tuve otro marido. Dos. No uno. Él decía te amo mientras la mad-era viruta. Extraño modo de a-mar. Pero ambos turistas accidentales de la cocina. Nunca acabaron los guisos. Y aprendí ,sin la necesidad de odiar,  a barrer el amor para la lucha.

Lapa de Vigo.

                              Sin humor no existirían las estrellas.                                                                                       Reinaldo Cortés. Las leyendas con sus moralejas literarias siempre fueron de mi agrado, recuerdo una ocurrida en un aldea manchega, era entre el amor tornado de un beato llamado Tiburcio y una llamarada Dorita de Atienza. Dicho noble de acaudalada belleza abrazar siempre se dejaba por dicha moza, y él que era clérigo exaltaba en el suspiro, un requiebro: -Ay, si una qué yo supiera os viera, os cortaría los brazos y de comer a los porcinos. Pero, la virgen con una legión de querubines y celestial coro le replicó, un día que la...

El reloj sin agujas.

Llegar tarde. Salir tarde del trabajo, tan tarde que el hijo cuando amaneció  veinte años tenía. Llegué dos meses después del entierro de mi padre y ahora, de que sirve arrepentida la caza del reloj con una red de peluquera, eso es, la cadena asalariada que prisionera alarga la tarde. Llegas tarde y encuentras una nota; tu esposo se ha ido a la vendimia, el papel descolorido porque es tarde, arde, dear, estar de sala. Tan tarde de noche que mi cama estaba vacía. Lluïsa Lladó.

Sin título.

Los poetas nunca dejarán de honrar el oficio del mago, serradas las palabras en baúles con perforación intestinal; levitando la medida exacta de nuestros pesares; cartas en abanico con el sombrero de copa asfixiante liebre blanca ida de la realidad que pasa. Incomprensible social, académico o íntima. El público aplaude mirando a la prosa escotilla. Magos sí que convierten el agua en vino de fuente. Pero, siempre, triunfante la chica tetuda de la malla sonrisa rosa. Mientras en reverencia señalamos la puerta de salida. Ll.

Dragonfly

Una isla forma otra isla, siempre el torrente rompe la arena. Y te miras al espejo y eres tú, un balón de paciencia, de playa, y estás llena de caracolas, arterías, un estuario. Tu barriga es una albufera con dos libélulas por ojos y una parte de ti se duplica en campo, risa placentera, Miras y ha volado. Una niña y su llanto para formar volcánica el eje matriarcal. Te amo hija Lluïsa Anna. Lluïsa Lladó .DRAGONFLY

Sin título.

Tal vez sea poeta, por el trazo de tres episiotomías en un país que hay mujeres con guantes azules, recogiendo la escarcha de la sardina. Mujeres con envases de butano en escaleras sin bomberos, en línea de cajas apiladas al consumo, mientras existe, exista, sexista, insta, fustigación, alarma de esperma sobre sillas de varices inflamadas; la rotura de las aguas expulsando ovarios transgénicos, higiénico, trasmutación, acción, acción, religión, pisar las flores, al grito, en un paritorio de ofertas; una mujer con manos azules. Sillas de despacho con la piel de nuestros hijos. 83 voluntades sin firma.

Réplica.

No fue fácil desenredar la hiedra que crece salvaje dentro de mis vigas, he de decir con emicotono de Bridget Jones gibraltareña que muté a los abismos, ya se sabe, pues, que la sarna con sorna no pica, y él aparecía de entre los cascabeles pitonisos la imagen de Don Epicúreo, un santo de reformatorio, donde la castidad había vuelto a casa en un ejercicio hipócrita cuando no hacía ni dos meses que sus manos conchas abrigaban las estrías de mi pecho. Cuerpos que fueron dos ciudades, en mi caso, la de Los Países Bajos, unidos por un puente. II El autocontrol en un mandamiento, pero, a veces los gases lacrimógenos son demasiado ocurrentes y una aprende hacer el amor con las palmas invertidas, los sexos ya no se besan, pero, hay más peligro en unos dedos que en todo el equipo de gobierno con sus recortes presupuestarios. Entonces aprendí el lenguaje de los signos y a conformarme como los niños de primaria con los besos de un padre, para con el tiempo conocer ...

El efecto invernadero de la primavera.

I Sobre la piedra colocada la autopsia dejó florecer de mi pecho con fisura la granada dejando todos sus dientes al descubierto. II He resucitado. Oid las campanas, el aleteo de las revistas de moda, las aspiradoras que ahogan su estómago con el ácaro de las cosas. He resucitado. Dentro de este dolor inhabitable, dejo de ser gusano, cordel de cortina vieja, voy saliendo de esta salamandra piel, del guante que ha supuesto un amparo, estoy descosiendo las costuras para ser libre de nuevo, y que mis ojos vean más allá de las caracolas de sus despojos marítimos, rompiendo los hilos títeres, sacando su mano de mi espalda, estoy metamórfosica de cadáver para ser vida. He resucitado, y mis rodillas lo saben. III Voy a  dar un voto de confianza a mi desconsuelo y a la luz que procede del Turia. Voy a dar un consejo; soy rauda en mi destino, nómada y malabar onírica. Qué sepa, que daré puntada a esta oportunidad. He sido absuelta de cargo ...

(X) Ocho de macho.

No soy un árbol. El árbol de las afueras, con falta de riego por el consistorio. El árbol arácnido, palo cetrino, donde atan a los perros estrangulando las arterias. El árbol, no soy. El árbol que con tu lengua vaina es cuerpo tatuado en corazón sin latido y tu letra y otra letra que no es la mía. No, el árbol, de letrina para la satisfacción urea del ego masculino con los faldones apestados de tanta inclemencia pesticida. Mira. Bien alto. Soy ballesta. Soy flecha, Soy antorcha. Y no el árbol puerco de corteza tierra donde colgarán los pies, tu raíz de ahorcado.

El membrillo más salado

De las manos espigas, del trigo de tu simiente nace la caricia cerrada, como una ola huérfana que se acerca a la frontera mas, quién se resiste si el músculo ha sido prensado por la maza, y que tu piel se desvanece harina para conformar el pan de la boca, me adiestro en postura, para lamer con las yemas, las esporas invisibles. Que tiene cegado en horno, y yo que todo lo sé, callo águila, muero noche, para ver bajar por la escalera con el olor de la corteza sintiendo la mantequilla lacerada, levadura incierta para sentirte mío; vestidos ambos mirando al desnudo. Amasar el alimento, que tú entregas, acurrucando cada hilo descubro la vianda. Aquí, con tres ovillos que abrazos reposan sobrecamas de distintos lados. Estrellas de la constelación ferroviaria.

El autocontrol de Ami Mizuno

"Soy una guerrera que lucha por el amor y el conocimiento. ¡Soy Guerrero Mercurio, y te castigaré en el nombre de Mercurio!" Sailor Mercury. La encimera destornillada animosa instaba a pecar. -Anda por qué no la empotras contra mis mandos, le subes la falda de polipiel y ella que desate los quince nudos de tu seguridad vial para hacer un guiso de pueblo sobre mis fogones. Pero, ellos sumergidos en la conversación banal anillando tapones como en una ofrenda. Rígidos, eran contemplados por los ojos de las garrafas y se quedaban beneplácitos auditores de lo que aleteaban todas las puertas: Quedaros quietos, vais por el buen camino, vosotros, que mamasteis las ubres de la muerte, que os azotaron con ramas de los árboles espinosos del desierto. Dejad que la sangre del escorpión, se vuelva en ambrosía, dejad que la calavera tatuada en vuestra paletilla se torne pista de tenis, y que esta habitación tiemble al ritmo del peatón rojo de las retinas...

Cala mares en su tinta.

El infortunio fue del inicio. Si hubiese habido vistas al Sena con un pensamiento en un envase vacío de mermelada. Y no, un encuentro postizo Buñuel, hilarante y descabellado. Pero si, las colas de los peces fueron mordidas, los anteojos vieron fuga y todo se consumió en malentendidos, egoísmo maniquí, cruce de cervatillos con alimañas, lenguas de gusanos afiladas rayando papel; no estaría aquí llenando de serrín las muñecas, como una cocina que adorna a la mujer, que lava las puntas de los calamares y tiñe el fregadero de las palabras no escritas. En Minnesota llueve en español quedando nubes azabaches y los cuerpos cuelgan de otra alcayata. Sabed  le digo que con mis manos sosteniendo la avalancha que aviva el fuego mi pena se ha dormido. Qué me alegro que todo empezara en alud, consecuencia de tragedia, porque aunque separados somos más felices que nunca, hermano de boceto, proyección de una nueva vida. Siempre te querré.

Déjà vu

La melodía del clarinete  en esta tarde de primeros, primero de incierto, de camino, primero de botón, atravesando el tabique basal en un zumbido de ocas que ya no juegan. Estas construcciones livianas que hacen que sienta al músico a mi vera, sentado en un sofá  que navega en plan serie sajona, sin té, ni pastas dentífricas que apuren una sonrisa. Qué el error de nuestro amor, fue en el comienzo.