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Mostrando entradas de agosto, 2017

Simone ou est?

Las hembras poetas no somos muñecas recortables, a nosotras se nos han adjudicado por decreto el patetismo de las sirenas y otras locuciones latinas, se nos ha negado la entrada a la disco y tenemos que alardear con mayores piruetas. Que si me pongo de luna. Que si el zafiro me parte. Que si debemos membrillo. No puedes ser la muerta en la obra, pues, el menester acorde a nuestras precedentes femeninas es llenarnos la boca de capullos y abonar con flores nuestros poemas. Cuando somos guerra y nos hicieron creer que las princesas riman con vertedero. Hasta cuándo de encadenar el verso y decir que el combate no entiende al pulso. Escritoras que con cola de pez fueron la cena a tantos siglos de silencio. Ladro y escribo. Mi oficio es el poeta para el hambre, cuál es el suyo...

VHS

Carecemos de argumentaciones y sin embargo los árboles de hojas querellan unos con otros, como luces en consulta, lápices sin mina, en que nos ronda el pánico y dentro de coches en la autopista, los descampados albergan las manos que crecen entre las branquias. Cada día muere, y en su liturgia guarecemos la sonrisa dentro de una caja de márfil. Mudas barbillas cosiendo la noche de estrellas. Cuántos emigraron tras el muro, apolillados durmiendo de pie, acallaron la palabra por un sustento. El maquinista, el minero, la mujer de cola de caballo, el estudiante enrarecido de amianto y otros fósiles. El que duerma donde nació, el que muera donde la primera ola, que lance la primera piedra. Porque con tanta carga. El río se llenó de guijarros.

Cirrosis

Cazar nubes, y guardarlas en adobo. Son así los pequeños deseos. Salar con las lágrimas al sol, y tricotar el verso para alcanzar el abrazo, la bufanda amarilla de muecas. De lengua de boca. De posadera sobre la hierba. De libro sin tomo. De cuerpo sin latido. Cómo tanta fe puede albergar este tórax y rendir tributo al mármol. A la lápida esculpida de una jaula sin puertas. Cazar nubes y depositar sus cabezas como trofeos en las paredes de la calle. Nubes anestesia, nubes rechonchas, nubes de oxidación, de llaveros y de barrigas. Nube que tapa al sol...Merece tanto escarnio si al final detrás de las piedras ni las arañas, ni los escorpiones, ni las larvas, habitan. Nube. Tras nube. Un día me perderás y te darás cuenta de que no era una nube. Una alucinación. Era yo y todo un cielo de artificio para la grava y poco más. Lluïsa Lladó.

H

La belleza en tiempo de locura, con las máquinas apretando los sueños como si de una tuerca se tratara en el centro de nuestra frente, aliviando el dolor con fármacos, para mentir a la indigencia de un bienestar con truco, el número primo de la amistad indivisible, la educación de saldo, los soldados tras los cristales, los niños, los gatos, los abuelos, ollas incendiarias en las noches de frío, y el silencio, ante el deshielo de una colina que nos separa. Siempre he pensado que los ojos del animal herido, frente a la reja que lo separa del mundo. Encierran el odio de las flores. Ll.Ll.

Aprender a bailar.

Tengo los brazos de fuego de la peregrinacion, y en este encuentro, he sopesado cada uno de los arrecifes. Serà menester u oficio a que desempenyar de martillo duele tanto como ser el clavo, y en ocasiones la receta no funciona. Tal vez la pasion siempre presente litigios con lo inerte, la falta de destreza de los pies en el baile pero el amante en su discurso, debe recordar que una palabra vil quedara inscrita en los muros de estas ruinas. Y existen diferencias, lesiones en los tobillos, indiscretas torceduras, malignas metidas de pata. Un soso altavoz que los danzarines de la experiencia descubriran en multitud de ensayos. Caminando sobre adoquines, y capiteles sintiendo que los ojos luna trasmiten la embriaguez de una urbe poderosa, para otorgar a los suyos el peso de lo necesario. Roma, como un hotel de carretera, afinando las notas del desconcierto. Y una apuesta, y la luz entre las rendijas del aseo. Que ganar supuso caer en infinidad de veces. Que todo...

Centuriona.

En Roma  los taxistas cantan operetas mientras conducen, y las piedras sostienen a las mismas piedras que otras manos dispusieron entre amos y esclavos, entre uva y ricino. La cosmopolita ciudad, que contrasta con la humedad veneciana, porque aqui el fragor del sol te cuece, te cuece cada uno de los filamentos hasta convertirte en estatua. Cae la solana y en la deseperacion nos guarecemos en la sombra proyectada de las farolas, sorteando carromatos que ofrecen bebida a precio de ruedas. Pero, Roma, ardiendo, y de fisuras te da de comer de su buche, alimentada loba que nos estimula, como gladiadores en sesiones de rayos ultravioleta a morder la arena, y a descubrir que el amor es el primer latido que acontece enredado de hiedra. El coliseo abarrotado. Y aun escucho la jarana del martir. Para acabar llena de vida despues de dar muerte al verano. Lluisa Llado.

Lánguida

Algunas personas nacieron para volar, son libélulas que ejercen de ave rapaz en los estanques. Observan la quietud de los árboles como los peatones entre señales de tráfico y edificios petrificados en cadenas montañosas. La tristeza les hace crecer alas, y cazan sin la necesidad de aterrizar en tierra. Soñar diría el maestro, la imaginación de cantera. A la libélula la tristeza le hace crecer alas, y vuela, y caza al vuelo. Sabe que una burbuja en una ola no significa el mar. Para qué la fe nómada. En gente. En diversidad de albufera. El coleteo y el zumbido de las máquinas. El color trasvestido de sus extremidades. No te engañes parece una ninfa pero es un código de barras de ronda y depreda como todas las personas que les fue robado el corazón con una cuchara.

Alicates

Cuando uno marcha un bulo puede resultar un bonito vestido, la añoranza que lleva estampada la elocuencia. De que en mi caso si que le echaremos de menos, las múltiples personalidades, mi cicatriz, la cuenca de los ojos. La mano que huele a su sexo, mi sexo que muerde y maulla. En pintar de rojo los labios a la tristeza, en llenar de agua lo diques, los barreños en tarde de verano y separar dos cuerpos como un muñeco que le arrancan su cabeza. En campos de regadío, poner cemento a los zapatos. En soltar la cometa y aguardar disfrazada de gata, qué los pájaros no se coman las vísceras y que la espera sea azucarada. Como una gata sin alicates en la primera acera hacia el infierno.

Sol

Esta noche he soñado que compraba una casa. Y lo que más me impresionó fue que desde el balcón, el mar con un enorme sol lucía y fue tan grata la sorpresa que sentí un gran alivio y una paz de dormida. Qué hace muchísimo tiempo no sé si existe.

Corazón de alabastro

Imagen
La fricción de lo importante, salinos cuerpos amados mármoles de rúbricas de todo lo que en el ayer fue recibido, la donosura del temblor ante la sustracción del primer beso. Y una jauría de lo anónimo que entre muslos recorre la vereda del ciego sin bastión. Tus manos sujetando la escultura como un abismo que precede a una forma, el trote, el látigo del sustento a que un hombre y una mujer ocultos tras las sábanas enciendan la chispa del motor de un coche. Como dos mendrugos al azote de las palomas. El sueño de volar,Begemott.

Descubrimiento

https://www.instagram.com/p/BXS7c6sDHrT/?r=wa1 Gracias Elixir Poètic.

Respetar la memoria de los muertos.

Nunca fue fácil caminar con las piernas rotas, caminar de lado con una cicatriz en la cintura, que el dragón viviera en el espejo y que el miedo fuese un ancla que me hiciera bucear en un delfinario público. El legrado de los hijos, el dinero como la excusa más fácil para sabotear y  meter la larva del pesar en cada bocado de manzana. Tal vez la necrosis acompañe a la médula, y las rodillas sean los ojos del cansancio. Tal vez me haya tumbado de nuevo con la boca roja de vino y la posición fetal del que espera la guillotina. El derrumbe, la ira de los dioses, el veredicto, la sorna, el telediario de la sobremesa de los que comen sin dientes. El error, pero, le aseguro que saldré de la colmena y volveré a caminar, entre los trigales, y miraré los golpes que nunca se fueron y lloraré plata y me volveré de aire y por fin seré libre, y libre seré y usted no podrá hacerme daño porque aunque esté sin fuerzas, siempre, con el estigma de la batalla, siempre caminaré bajo el trueno.