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Mostrando entradas de agosto, 2019

Furtiva

Bitácora de Granada: Furtiva. Tengo el espíritu de la huída pues soy de las piernas esclava. No puedo sostener la calavera que agita dentro del músculo del nuevo jaguar que nacerá en cada viaje, café y transhumancia. Felina. Coyote loco de hilos atravesando la ciudad el día que los asesinos de los ojos tristes aguardaban en Brooklyn una chimenea de desenlaces.

Polilla

Bitácora de Granada: Polilla. El azafrán se ha colado en tu pelo y los labios añoran la sangre, carmín camuflaje del frenesí. Necesitas estímulos, te parieron depredador en un campo de zanahorias y la luna al estar lejos de las coordenadas de las escaleras del Póquer; la pospones para otra estación de autobuses. Nómada que te trocas de arena-jengibre y vuela la palabra hacia la glotis del desvarío, que dicta: "Siempre acudo al encuentro, Poesía. Con las manos de limo y la rótula saltimbanqui, con los ojos centelleantes de alfabeto. Los ovarios leones. La tez más cebra. El corazón de un mono, imposible de detener en su acrobacia".

El aliento

Bitácora de Granada: El aliento. Siempre encuentras personas gentiles dentro de la jauría. Y no sé cómo ocurre? Pero, son un hálito de regaliz que cubre de palomas el tejado de tu cabeza.

Litrenarios

Bitácora de Granada: Luz. Los soles que he visto, ciegos frutos del ocaso, como una fiel escudera han guiado la constelación. Del centro humano de mis paisajes hacia el retorno de la costa lumbar para descubrir la levedad de las maletas y de las bolsas, en este tren antílope con un desagüe azul de zafiro de feria. De Pato WC. Con su traqueteo marítimo sobre la nuez raíz y el poema cazador olfateando el eco para descubrir el nombre en el vagón número siete, entre Antequera y el aullido del río Genil. Para arrimar a la entraña que la víscera no puede evitar ser bisturí de apéndices. "Litrenarios".

Canje

Quería salir de Iberia mas el cansancio era agudo drama asmático y decidí que las forjas fuesen cuerdas livianas en las sombras. Praga me llamaba a gritos y la escuchaba desde el sofá de mi comedor. Pero el cansancio ha acampado en mi pecho. Y el sino ha deseado un canje de divinidad monacal. Granada del morbo inexistente ha sido una fuente de emociones, bolas de carne y recordatorios. Con tiendas que antes no existían de marcas  olímpicas y un silencio de histeria. Belleza hemorrágica y sobre todo buena gente y paz.

Calmal

No sé si el alma existe pero te aseguro que le he visto los ojos. Tu cuerpo en el mar sumergido con la luz atrapada como un eco de color plástico. El cabello oscuro de sal de camino de ola, contraste de piel de hombre que faro deslumbraba el trozo de alma que aún me queda a pesar de los cortes de cuchillo. El tiempo detuvo la brisa que presa nadaba en un recuerdo de faro y espina. De amor contracorriente de las latas que han oxidado en caladeros. De botellas desnudas de bocas. En un instante que nubló al poema. Para que no se empape de olvido. Del olvido de las dunas. Porque he visto la universalizada de los peces. La negrura del agua. Frente al sexo. Y la belleza. Del que abre su corazón al náufrago.

Verde

La tormenta despierta a la noche, matriz desangrada que vomita todas las verdades de los que te dieron la vida. Y en taxidermia te secan el corazón. La lluvia con su esquizofrenia que vuelve lo que ha sido un cielo en una bolsa de electricidad crioniza el estado gravitatorio de los cuerpos en camas revueltas Y en sofás. Y en rostros tras los cristales ante la ira de la madre naturaleza. Y tű qué puedes hacer de tu raza. Amplificar el rayo de los que expulsan de su techo. Para calar cada milímetro de tela. Y ser pulpo en el canal improvisado de la calle. Con las cucarachas corriendo. Con las crías de ratón sobre bricks de leche vacíos. La tierra borracha. Al relámpago que quiebra el árbol. Los caminos pletóricos de agua como el amor de antaño por la devastada vena. Y tengo miedo umbilical . Porque existen casas de papel. Y animales con las alas trémulas. Porque somos diminutas y vivimos con la inconsciencia del todo. Despertar con la inusitada violen...

Luces de neón

Las casualidades no existen Y siempre habrá algún logo bobo que recuerde la noche de la invención del fuego, del vecino del quinto "inagenciable". Y de toda esa comparsa inútil de instantáneas. Porque los genitales se depilan para otros destinos, festines de caña de azúcar, que no son ninguna cavidad de mi cuerpo. Y el poso amargo de tu cara haciendo estrabismo a la verdad más infame. De nuevo usada. Con una maleta de mi mano como si fuera un niño perdido de plástico asiendo mi fatiga. Y callo y miro la televisión. La cortina rota. El polvo. El horizontal medio que tiene el paisaje de ofender la bondad de los unicornios. En este brote asmático macerando tus bronquios. Y las ganas de vivir con zapatos viejos. Preguntado el gilipollismo de los que te aman por conveniencia o escudo platero de anomalías varias. En esta guerra congelada. Que no sé cuánto tiempo tendré en el plato bajo la atenta mirada del foco. Porque te quiero aún estoy sostenien...

Opot

El estallido del topo, expuesto a la luz pública. En medio del desierto de las Vegas con restos de rodajes y el último coche saludando al horizonte con el humo del desierto en sus neumáticos. Un topo-signo como un polluelo lejos de su madriguera y con el corazón como una máquina expendedora de tabaco. Supongo que aprendería a sobrevivir que buscaría el primer hueco entre las costillas y el páncreas, entre la noche y la calavera, entre su pelaje e invidencia. Y abrasaría el recuerdo de la profundidad para inventar el túnel. Por qué un topo y no un perro, un armadillo o un tigre. No lo sé. Imaginé el topo con su nariz estrellada por el miedo que supone salir de nuestra zona de confort. Habitando el subterráneo. Bajo el faro del cielo. Trémulo pero con la necesidad de mutar para no terminar como una brasa de camping. Un tipo Fénix. Sin el lecho de tierra. Rezando en el idioma de los animales.

H2O

Los taxis no son los de antes con sus oratorias saturadas por centralitas y móviles. Las tramas vecinas de novelas, de una consulta terapéutica han pasado a la historia. Los cines con butacas ergonómicas, las barritas de proteínas, los festivos laborales, la luz de gas, los pájaros con nidos de plástico, la fruta cortada, el despliegue del ahorro temporal para qué literariamente: Conversaciones, música de zapatos, silicona y poliestireno... Llegar, descalzarse, tomar un sorbo de agua. Sentar tu chasis con la expectativa de un libro. Y un beso tuyo. Tal vez sean procesados inútiles pero la gota de agua en una tierra árida si topa con la semilla es la respuesta correcta al acertijo de la existencia. Hacer las cosas productivas del alma para crear y no aniquilar. Paralelamente. Paracaídas. Paracetamol. Para uno mismo en beneficio de la vida.

Los hijos de Sabina ilegales

He leído un libro regalo y me he quedado atontada porque francamente muy bueno no es. Qué daño ha hecho el Santo Sabina. Y que pocos poetas, mamados del Realismo Sucio y de la Generación Beat, lo saben describir. Este buen hombre, a pesar de las condecoraciones, desfila una serie de acontecimientos muy habituales en este género. Prostitución con nombres de flor. Mesitas de noche con las marcas de los vasos de whisky barato emulando a las siete lunas de Júpiter. Guitarra sin cuerdas para usar en la puerta de los supermercados para solicitar a las chicas rubias amor. El rollo, en voz femenina, de que con unos calzoncillos de lunares, se hizo un relicario sería lapidado en el estante de la poética como hortero. Pero nosotras debemos con un algodón anestesiar nuestros versos adversos. Macho me encantaron tus tropelías ludópatas y dignas de Julio Iglesias pero fingí el orgasmo en tu libro... No todo vende ni convence en la cama. La lectura.

Rojo y blanco

Creo que el salvavidas ha aparecido en el momento más oportuno. He visto tus últimos reportajes y me he quedado espeluznada de la soledad más demacrada en tus ojos. Siempre la locura cometa que te caracteriza es chispeante, pero considero que llega al límite del chiste hiriente. Y que en particular tu desequilibrio a mi interior le da un miedo atroz. El amor de madre es peligroso cuando convierten a un hijo en una marioneta. O quizás es el amor universal de ampararte en su séquito. Porque eres débil y hermoso. No sé si desde niño cuando tu padre rompía los troncos con las manos. O desde aquel accidente que te dejó en la carretera. Con una bicicleta que fue una pluma de pato. Y una conmoción cerebral qué te despertó niño. Cuídate mucho amigo hermano. Sabes que debes controlar a Sátiro. Y tendrás de nuevo la seguridad de una luz en tu caja de música. Cómo el día que descubriste, también descolocado, que era capaz de amar a más de un ser.

Lecciones de costura

He aprendido del desconfiado que conversa con su propio espejo, qué los abrazos no se computan. Y quién del tiempo hace balance en la contabilidad absurda de los caballos, tal vez, es mejor que viva en su número montado para yo seguir cazando estrellas que no se venden, pero, que de la fe un estandarte hacen. Mientras la fuerza en estas piernas, cruzaré a nado desiertos y escalaré hospitales. No puedo ofrecer más que la pureza del corazón que el diablo busca. Un pan duro con un toque de sal frente al bogavante que murió en agua hervida. Un tronar de rata previo a la riada dantesca. Un latido en alto que vocea: "Todo lo que tengo me cabe en un dedal"

Sombras, sombreros y sombrillas.

En los campos la noche se acuesta en las horas bajas. Con la compresión del alien-tórrido y los edificios de maquillajes, de la fotografía que expuesta trae el Lexatin a la luz solar, de aquellos moradores de la calle que han buscado la protección de los toldos. El cobijo es un bien necesario, lo necesita el ser para saber que a salvo duerme. Nadie está exento de la caricia colágeno ni de la barra de pan con queso hecha cuatro piezas para la boca de los niños. Compartir las palmeras que nos nacen del alma. En ese clon digital de nosotros y nuestros reflejos. En la ciudad sudorípara de oficio de serpiente que anuda los tobillos o te abraza con su fría sangre. Al compartir y no dividir. Que recibir para cobrar. Del callar para no escuchar. En un delirio jardín quemándose a la tres de la tarde. La oscuridad también bendice al carbonizado que deshuesa el sentimiento de los oasis. Se pone de pie y tapa con su cuerpo al necesitado.

Tornado

La belleza, en la muerte de las cosas y en los cataclismos, tiene la posibilidad de que podamos obtener de la nada la benigna experiencia. Por eso cuando en la conjunción de los soles. Y en la pesadumbre más absoluta. La luz va quebrando la tela. Conoces historias de personas en el oleaje diario de las habitaciones. El caballero cano que duerme junto al marco de su esposa pájaro en la mesita de noche. Fue la lluvia necesaria que ansiaba el poro. La energía que lloré con la sed del elefante en la sequía. A veces la gente se siente sola. Y cruza su voz con mi cansancio altruista. La destrucción que brota de lo indescriptible, que como una pomada alivia. -"Ser sensible te hará sufrir demasiado". Qué razón posee. Mientras coloco peluches en fila de niños que aún creen en la magia. Sí, hay belleza después de la muerte.