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Mostrando entradas de febrero, 2016

Sin título.

Has hecho que floreciera el cerezo. Que de las manecillas del reloj brotaran hojas. Me soportas en tu fragilidad y sostengo la talla que aguarda nuestro encuentro, como explicar que has nacido de detrás de un muro que quizá ya había levantado alto y que ni siquiera a los pájaros dejaba anidar su primavera. Te he conocido en el momento exacto cuando el león observa tras la, y yo ya, en fin, esta tarde cuando tu tórax me reclamaba y ola trocada de lejanía. Caminando por esta ciudad que no es nuestra, me he dado cuenta que en lluvia sagrada me disloca tu libro. Quién te ha hablado de mí. La agorafobia, mi complejo de Electra y que un día escribí tus palabras: seré tu serpa y te guiaré por la montaña. Yo no estoy enamorada, tú tampoco, pero, no importa, el mar, también, duda que sepa que sea salado, Pasear por tu boca, con la lengua de la idiota esperanza , los gorriones y  los rincones secretos de tu corazón avellana.

El manual de la escuela de la mantis.

Se supone que debo hacer cien cosas al día. Mientras la pasta merodea dentro del agua hirviendo, ya vamos por la número veintidós. Con la pala de madera la remuevo y busco con los ojos como un raíl a su rueda, la sal, el orégano y el jengibre que tanto me gusta. Los spaguettis se rinden dentro de la boca... Si pudiera saldría corriendo por el barrio y un grito roto descolocaría hasta. Pero, el tenedor obedece al cerebro. Aunque esa amorfa mancha de tomate parezca la inicial de tu nombre. Es mejor, poner de nuevo la lavadora, lavar los cacharros con flujo frío para que el recuerdo no suba hacia la cabeza. Sí, será lo más oportuno autómata por los pasillos en lucha de fuego crucial. La verdad, qué hoy, he amanecido con mucha calma y hasta en la acción cincuenta me olvidé que habías regresado. Lástima, manché mi blusa, esa que nunca llegaste a ver, ahora, una tisana despejará la cuenca de mis ojos, pues, al leer el dominical poético me dieron an...

Prodigio

Somos jóvenes para ver la muerte de nuestros padres si ayer no éramos más que niñas de instituto. Demasiado, para perder el embrión que cobijó la cereza temprana y nos dio brazos y piernas para arañar la inevitable que siempre será "pronta" la excedencia de observar al árbol arrastrado por las maternas aguas. Morir. Aprender a vivir rápido. Perdonar. Abrazar. He llamado madre, para decir sólo que la quiero.

El adiós y sigo mi camino en otras tierras del norte.

Estimado navegante, usted, dijo que en la tesitura de mis marchas tejería en mi ausencia colchas de colores. Tal vez hemos querido vivir dentro de un lunes en ambos casos precipitación oportuna de hablar del viernes sin haber mediado entre ellos el tiempo necesario. Temeridad el anticipar un futuro, cuando desconocemos que vamos a cenar en el mismo día de presente. Reconozco que he sido como una mercenaria no dando opción alguna en la anatomía cerebral, consciente de que esas palabras iban a ser una explosión metálica, directa, anotando a su cabeza con un bazuca disipado a bocajarro en manchas golondrinas sobre la colcha, las paredes, el esbozo e iba a ser otro dibujo infantil entre mis dedos de ángel exter-mina-dor. (Huya, huya, huya, huya, huya, huya, huya, huya) Existe un estigma de la ortiga entre los pliegues del cuerpo, borre mi nombre, y huya de lo que soy. Un gramo de cocaína colocado sobre la punta de su nariz que desesperado querrá atrapar con...

Huye.

II Habías leído mi poema Flor de loto, y te deslumbraste por el mito de la geisha, nosotras no amamos, sólo sentimos, y viajamos extraviadas tras los barcos como las medusas. ¿Que animalística de océano? Hablaba de la Medusa, ensortijada que si te mira te convertirá en piedra. Huye, huye,  no me cuides,  no me hables, no pienses en mí. Es mejor así, antes de que al corazón le nazcan ramas le suture una hoja y el fruto pueda más que el calor de nuestros sexos. Perdóname.

Dificultades para el reiniciado.

En esta promesa de seguir hacia delante desconozco la carcoma en que estado me dejará después de la lluvia. Minuto a minuto. Hombre de los zapatos bermellones no debo soñar con usted, pero, el techo se desploma y mi cadáver queda atrapado. La última vez que hicimos el amor, antes que a la albufera la ánade retornara. La última vez, fue la primera. Y siento la roída y me pregunto, si usted aún le resta en su cavidad el cedro u el olvido. Porque un silencio nunca dolió tanto.

Poema escrito en Italia. (Diciembre 2015)

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Tal cual una piel de lenguado, la envoltura que recubría su cuerpo en un bar de freiduría. No sabía, el tiempo que llevaba aguardando, pero, el clavel del florero, estaba marchito, dentro de un agua sin peces. Un súbito mareo, y el día de inicio de meta con la ilegible red de contactos por correspondencia como la hierba que siempre olerá después de la segadora. Y une indescifrables esas lunas de panel que venden el amor y no es más que un pretexto para ejercer el canibalismo. -Come-corazones. -Devora-sueños. -Machaca-dientes, que se atreven a sonreír a la esperanza. Una con la voluntad en el teleférico de alas postizas. No necesita traficar con su nombre, ni añadir un perfil explicando la búsqueda del hombre corona-tartas. Una se basta, sola. Sin la  necesidad que le magree las tetas un desconocido. El amor. El amor. El amor.

El criador adoptado.

Las instrucciones al uso  son las siguientes: Desparasitada probará la cicuta y no será tarea fácil, pues, de tinaja su corazón la fragua. Luego al animal abandonado, lo primero que se le debe hacer creer es que jamás el amo lo privará de su caricia, entonces, con el tiempo creará hábitos, y la pobre ánima buscará entre los coches el camino errado. Así son las cosas. Así él las ejecuta. Un tornero que con sus manos moldeará creando el hambre para que la depredadora despliegue  las alas en creación asesina. Nunca,  hubiera tenido  que poner el arma entre mis plumas.

El pecado orginal.

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¿Quién decidió? Acaso el almendro sabe o el avión que cruza el cielo dónde nos lleva. Las puertas que callan, los olmos cobijo. La llave que gira. Las piedras parlantes. El aire acondicionado  que sostiene el edificio tras la espalda. ¿Qué conversaciones engullirá en un rumor de resfriados  al corazón expuesto? No supuse, que su mano sería raíz. En un momento que ya la rasgadura  supuraba petróleo; ni sangre colmaba el fracaso continuo de tener  como amante a la soledad. Así, que agarre fuerte a esta sombra temerosa porque el tigre puede rugir en cualquier momento.

Barcelona 06/02.

https://salvela.wordpress.com/2016/02/22/mujeres-con-voz-lluisa-p-llado/ 

Bushido.

Estoy en un estanque rodeada de batracios,  libélulas y latas flotadores de refresco y has venido con la fuerza  a sacar la mandíbula del barrizal. Cuando me recoges sobre tu yoroi noto el latido de la caléndula y en cada caricia la vaina del wakizashi se troca algodón y lino, porque leo en cada paso el samurai que para mí yace desarmado y abre las puestas de su casa y remueve la miel para el sustento. He decir, que muerta de miedo en la habitada bajo la corteza, pero, tú, oki, de descomunal  "bushi no tamashii"   entre los libros, tu particular órbita de colocar las cosas. Estas cosquistando metro a metro,  montaña surco línea esta alimaña que del fuego huía.

Mi primer taller de Wislawa Szymbroska.

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 Para los que estáis por Málaga y alrededores, no os perdáis el Taller- charla que os dará una de nuestras "Mujeres con voz", Lluisa Lladó, sobre la figura de la poeta Wislawa Szymborska. Éste sábado 20 de febrero a las 20:00 horas. Calle Don Rodrigo  4 (Má laga).

Recital "Mujeres con voz" Barcelona (06/02/ 2016)

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  Fue una velada especial, hubo un trozo de matriz de cada rincón de esta tierra. No estábamos todas. Pero, muchas estaban con nosotros. Porque no se trata de las de ahora sino de las que fueron olvidadas en el trascurso de la historia. Gracias  Luisa López Gómez  y gracias compañeras.

Reseña de La Marquesa de seda.

http://elblogdemispoetas.blogspot.com.es/2016/02/lluisa-llado.html?spref=fb

El numerito.

U. Él. Aro. Vena. Cable. Tubería. Conducto individual, coagulo aguardando el deshielo. La frialdad de cada una de las fotografías, en humaredas que fisuran. ¿Por qué la tierra se resquebraja ante el sol? ¿Por qué en la espera la gota se convierte en un cristal? Cuando el cuerpo no llueve en caricia. Cuando el ojo, reclama al colirio. Cuando ando cu docu en nado. Una, presiente la primavera y las bestias de vez en cuando aún donde. despiertan de sus hoyos. O. Ya Red. Filo. Tú verías.

Lo suficiente.

He volado. Volado. Dentro de pájaros. Aviones. En tormentas que agitaban su cuerpo mientras  esperábamos que el silencio hablara con los vientos que zarandeaban las maletas metidas en corazones de ropa. He viajado. En atmósferas cerradas por la niebla como si un ángel fumador en la ventanilla con su humo cegara la esperanza sintiendo que no te mueves, y sin embargo, vuelas. Travesías entre azules de imprenta, en cadencia las apareadas aves migratorias bajo picos melosos de nieve. Amanece y trabado tu pecho escucha la tos, el sonido de un aviso que pronto aterrizaremos en área. En la noche, hacia rebaños de nubes he volado, sin pies ni alas, he volado, cree, y he sentido el vértigo, el mareo,  y he deseado vomitar la pena dentro de una bolsa. Conversaciones. El amor en el asiento 22 C. El olor metálico del aseo. Las piernas estiradas en pasillos angostos. Tú, pasajera,  descubres que volar para caídas  de un rosa. Una rosa qu...

Mascarada valentona.

Dices que miento, miento tanto como hablo, por eso, la confianza se trocó en un embudo sin agua. Mentirosa, decías mientras ordenabas cómo siempre útiles de cocina para levitar mi rostro. En cada poema en trance no cavilo  en ti, no pienso en tus manos, la corvina, la añoranza que escabullendo por el lavabo olvida con las ganas mordidas en surimi. Qué te quedes en el exilio. Qué no regreses. Qué te odio Qué no tiemblo al pensar que no me quieres. Qué reniego. Qué no te nombro. Qué no te espío  Qué no peino  la nada peinando tu crin plateado. Que todo ha sido una sesión económica de francesa aburguesada. Tienes razón. Soy una mentirosa. No te amo.

Se aleja el barco con los corazones separados.

Todo nuestro mundo se ha anegado, con una coraza de barco que ya no es de guerra, dejemos flotar el cabello de hilo rojo, de hilo amarillo, de hilo modulado negro dentro de esta cabina igual que anémonas que forman parte de su fetichismo. Bellos hipocampos de historias entrelazadas por un mismo cuerpo masculino. Creo, Sr. Churchill,  que lo que aguanté, pocas en un estado de raciocinio. Aunque podrá haber imitaciones fabricadas en China, o los cisnes aprender a volar, en ese espectáculo suyo de la risa prostituta del drama. Ahora, cuando regrese, ya no seré suya, la mesa, el edredón, las tazas, la toalla colocada, siempre, húmeda, como los frascos de aseo alejados de los dedos menudos como el que hubiese protegido el corazón dentro de ellos. Nada, muy a mi pesar, estará colocado con parsimonia porque los ojos ya no serán los mismos. Ni se imagina cuánto amé. Las veces  que admití mi condena por la opresión de los muertos que ...

Blanquilla aspartana.

Inimaginable el dolor cuando se diluye en sacarina, poco a poco duele menos, y aunque la boca tiene hambruna, la lengua: sed, y los ojos buscan su campo. Una guarda el recato dentro de pañuelos de celulosa, lo envuelve, y nota cómo la humedad adormece el cuerpo hasta el despertar  del día siguiente. En forma de placebo el recuerdo supura el comprimido blanco que parece azúcar, pero, es una gran mentira.

Cerrado por vacaciones.

Por qué martilleas la puerta si acomodar tu posesivo está fuera de plazo. Para qué atormentar esta isla de entre las aletas. Deja el silencio que madure entre nosotros en un arbusto de clavos. Se ha constatado en planetas que hacen un collar para una viuda. Te fuiste sin promesas y me dejaste libre, tío vivo, que viras entre cuerpos de porcelana y espuma. Nada quedó en la sonoridad, sólo un portazo y las manos abiertas. Para qué servía el amor de ladrillo, con su toc-toc enfermizo llenando de yagas mi víscera. Empecé una nueva playa, y la sonrisa surge de las caracolas, para qué, golpea el mazo si no va a cruzar la cáscara. Déjeme en paz buen enterrador, tiene aforo limitado entre las flores novias. Soy libre y este amor que me mira de reojo me salvará la vida.

Central-teo.

Las raíces padecen en el previo instante de su oscuridad, con la coraza de vidrio atendiendo la tizna, con el cráneo de transparencias en cúpula de sentimientos, expuestas a la doble intencionalidad de iluminar las ideas. Luego en su rosca de abrazo distanciándose de la lámpara recoges la elíptica de todas las habitaciones que has alumbrado durante tu vida. En palabras incandescentes, en motas, en insectos de alas de papel cebolla. El cuerpo araña, el objeto público de insertar hasta el último momento de vatio. Tú y yo éramos eléctrica. Éramos filamento, y ahora alejados el fundido visceral ya no sirve. No sirve, para encender. Para observar. Se queda en un acto de postura semi terráquea este relámpago de Edison que hormiguea hasta el cerebro en recambio, foco o foca. Sabes, ya nada será como antes ni las bombillas que se alimentaron de nuestras desnudeces.

El guiso.

El hastío ha cocinado el amor en un puchero de anguilas. Poco importa ya, que su epifanía sea en norte o sur de Europa, con la ventaja de poseer una cama con medidas de océano. En la noche púa, en quinqué pausado, en marquesina de se da al antojo de la testosterona cruel de un cascanueces que se siente acariciado en ese improperio que limitaba el exilio del confort para dormir bajo la sombra de los cuellos, en verjas altas igual que montes en fotos y saltar la valla, y huir con ellos, los sin papeles, los muertos de hambre, los asesinados por un amor feudo con las piernas llenas de heridas. En busca de la libertad, lejos de ti.

La lista de la compra.

Acaso peinaba este pelo chico para otras manos, maestro inconfeso en dalias dormidas bajo tejados de murciélagos. Un menester de libro memorizando entre las palmas la pelvis en vocales abiertas, de corriente de carritos prensados en fila, y el verde hierba con el color otoño por las fumigaciones. Me embalsamo en botella, y ninfa de gata  he sido  por la continuidad de la glorieta que igual que un llavero fue virando hasta perder el ojo de la cerradura. Desembarco por los acontecimientos de civiles guerras de un trato que llegó al carril. Y en vagón, lleno de carbono, de papeles, de dientes de ajos. Por fin, noto libre me de usted por los días que no vendrán. Ni en viernes. Ni nunca.

Los dos izquierdos.

El silencio en mesa, en la puerta cerrada  tras la costura de la cazadora. Y qué ocurrirá cuándo ya no sea usted mi muso, tal vez recuerde el falso juramento y las serpientes dibujarán en la arena el paso de los interrogantes. Las gaviotas en los patios de los colegios asustando a los niños. Las palomas con alas de jota en una embutido colesterol aguardando la miga tras la miga, en una pan de trozos que no termina de satisfacer el buche. Cuando no sea mi muso. Reiremos juntos. Tú con una. Y yo con otro.

Sin titulo.

Un hombre con un libro de poemas florece una rosa de tallo, y alguien que en su osadía desea llenar la pupila de una preferencia astral (cielo). Le miraba mimosa, como un hinojo marino observando el llaüt entre aguas. Dentro de la timidez de un corpiño de no saber si era una cita o un compromiso de lluvia. Especial soneto, de la primera vez, en cuatro años de un valiente atravesando el umbral. Pues y solamente con su retórica la iba descolocando. Quién no cederá ante los versos de Pacheco o ese áurea que atrae ortiga. Y pícara observó la gota de cal del escaparate y los ojos en plano cenital observaron la nuca, las alas del ángel exterminador entre campos de manzanillas. Porque lo que unió Buñuel que no lo separe el hombre. Y lanzó los dados mientras el sushi rodaba por la lengua acordándose del reo.

Clasista.

Cuando el ogro duerme ella sale a pasear al jardín, él, confiado de su escuela deja los portones abiertos. Sabe que a pesar de las rosas en aproximación obsoleta, bien adoctrinada, jamás cruzará la línea. Al principio pesaban los candados asfixiando el tórax, luego, la costumbre en picos de gallo encogiendo el estómago y el síndrome de Estocolmo paciendo en el aparato digestivo. Qué contento está el ausente que con paso gigante ha cruzado la montaña. Confiado, cree que yacerá la hierba perfumando su lecho. Ahora y nunca.

Ido y vuelto.

Cuando regrese marche, con la respiración honda Pues, la ciudad huele a hembra. Y será la última vez que estemos cerca de alambre despedida de. Adiós, buen viaje.

Bitácora de Barcelona.

Barcelona se descubrió con un cielo londinense, cierta inestabilidad atmósfera y la súbita descompensada del calor al frío. Eso, ocurre, o sucede, cuando el corazón ha amado en exceso. Notas, como se comprime y duele, del incendio al olvido. Ll.Ll

Ésto no es un poema.

El futuro pertenece a un retroceso de la sociedad que se ha transformado en una devoradora de imágenes. Es en la población más joven y prueba de ello es compartir aula con una generación de finales de los años noventa. Donde su consumo de imágenes, y estímulos visuales son constantes. Esa fluidez ininterrumpida desconozco que secuelas pueden acontecer. Lo único dentro de mi modesta observación es que la palabra queda relegada a un plano que desembocará en arcaico. A través de la comunicación del píxel, de  la fotografía, de la imagen en movimiento, el cerebro capta un mensaje alejado del lingüístico siendo un idioma propio capaz de ser comprendido en diferentes culturas. La imagen es un medio seguro para la ensoñación, y no me refiero al entretenimiento sino a una ludopatía sensorial que anula áreas del pensamiento obligadas para la libertad del ser humano. Sinceramente el mañana se digitaliza. Y ellos, los jóvenes hacen uso de lo visual de un modo constante. La publicidad al ser...

Después del arco bilis sale el sol.

Y después de la ira. ¿Qué nos queda? De la lluvia ácida sobre la lengua. Después, el vacío, la sensación ridícula  de la contenida llama debajo del metal. De la peor, en que no nacen golondrinas de alones cuadrados, ni partituras de bohemia. Me queda un cadáver entre el esófago y el alma parida en páncreas. Me queda  el cráter de la viruela en la última caricia, los garbanzos secos en latas con óxido recordando su sombra. De la ira, no nace nada bueno porque no es tormenta  sino un cirro sis-temático dentro de un cuento para adultos. Ya es hora de la pirata, de reconocer que ha ganado,  que paralítico el viento no cabe en un tubo de escape. ¿Sentirá algo la piedra, los electrodos, músicos ambulantes para el barbecho de mi vértigo? Después de la ira, tal vez, exista algún médium para conversar con el niño vivo dentro de un hombre muerto. II Le deseo una buena estancia entre carnes que no olerán a naranjo, y que cada palabra sea fé...

El duelo

I Me lo advirtieron  y no hice caso, del desprendimiento de la rutina que él descarnaba al hilo músculo del corazón  deshuesado. Me lo advirtieron. Y aún así sujeté sus dedos con mis palabras empuñando de ópera igual que la libélula. Muriendo por el desdén calle abajo recordé el aviso. Pero, los barcos ya no auxiliaron de sus mandíbulas. Con antorchas erigían el camino mientras los escualos repartían el botín de mi pena. II De él sus manos de ángel. De él su cuerpo de demonio. III -No ve la trompa, las orejas, los colmillos, su volumen. Mas perpleja observo sólo un objecto. Esta matemática  del camino largo o el atajo, de la imagen y su contorno, de la oración y su autopsia, hacer el amor o follar, no, no procede de la misma etimología. No, no es lo mismo,  amor que amistad,  elefante y sombrero.

Cada uno tiene lo que desea.

Qué sabe del amor un albornoz blanco de restos fluidos, que puede morar en perfecta paradoja amar y no amar, ver ciego y escuchar sorda, si el corazón palpita tan tribal que niego las falacias que proceden de la campanilla Si ha de yacer con otras, a mí, contratiempo no impera, deje, pues, el silencio de la campestre que hable de rocío, de muelles de colchón, de cuerpos imanes magnetófonos que irradian este acertijo con años callicidas. Vaya con quien plazca, pero, respete la decisión que he tomado, mártir no me dé en prenda, no urgue en mi herida como un troyano informático; no me subaste y  busque macho que apacigüe el caldero con su cocido. Soy libre para decidir. Igual que usted lo es para no amarme. Deje esta burbuja de creacionismo en su adoración de hombre, de noche, de día. Que ha hecho que el mar volviera a sentirse mujer.

El purgatorio.

El ilícito trato cortesano de una mujer arrojada al lobo bosque de un doblón de una sola cara. Y aquí a las puertas de la mazmorra con un ojo de cristal en el bolsillo, usted, le pone la tarifa a mi labio vaginal. ¿Qué conoce de los bocadillos precintados en estantes de saldo y espada? Sapo lagrimoso que cuaja el área, de un estanque camastro, de enaguas que despojada la colocan como a una pobre muñeca polaca cerca del contenedor para disposición de la liendre y su atributo genital. !Qué pase el siguiente, a la fornicación ociosa¡ Sorber la sangre atemorizando a los huracanes, creciendo el color del betún entre los dientes por sus palabras de mierda. Me deja justo en el borde del vaso con la incertidumbre de. Si bebiendo lejía borraré sus glorias. Si cortando con un serrucho manos, lengua y pies liberarme de su mentira, del sexo que me enhebra en hilo, y cose, y cose, y canta. Le he dicho que le amo asomando mis pechos...

María Marí Juan y Antonio Lladó Morey, abuelos queridos.

Esta noche tuve un sueño muy hermoso, ya sé, que puede parecer una frase prefabricada, igual que esos vestidos que cuelgan en góndolas y hay cien hechos Mis abuelos habían regresado de un viaje largo, eran joviales con la energía suficiente del témpano crisálida de cueva, para decirme que estaban de visita. Cuando ellos murieron, no pude despedirme. La ambulancia de la voz aguda. Y verla postrada en su lecho con una lágrima de trementina que iba arañando su rostro dormido, presintiendo la sombra infantil. Había normas, no pude besarla ni abrazar su cuerpo de huesos perforados por la morfina. Con mi abuelo, las cosas no mejoraron, cruzó un semáforo y la ambulancia de coche féretro se lo llevó al río de las almas del desguace. Los he visto, y eran cuerpos tangibles, no habían fallecido y sin embargo yo ya era vieja, me decían "no hemos muertos, sólo estábamos de viaje" arropándome la sonrisa en una luna que afilada atravesaba mi incredulidad. No ...