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Mostrando entradas de 2014

Glaucoma letal.

He hecho una promesa, a fuego la he marcado sobre cada mentón  y aureola de pecho. No me vas a volver a ver jamás, lo he decidido, seré la foto de una revista de domingo, unos colores reunidos en la plaza del eco. Pero no, en persona, por mi palabra, por los planetas que giran dentro de los secadores y la lavadora con Plutón blanqueante. Qué aunque muera de pena, y esté en lecho de muerte. No volverán estos brazos a rondar esa herida que me mata, no, el hombro que sea carcoma, que el corazón se hiele y se convierta en minas de lápiz y cuarzo. No deseo, aunque martirice esta decisión y tenga que atar mis pies almenas en troncos de almendro. De rodillas a tu tierra. A tu faro. Al fuego de tus ojos. A tu mortífero perfume. A tu taza compartida. A tu burla parálisis. A la camilla sumisa. De cabeza a pies colgando. Qué no volverás jamás a verme.

Inventario.

Mis manos están resecas por el cartón de la mercancía pero, más árido es mi sueño, el llevar los labios rojos en memoria de mi abuela. O saber que la ropa con olor a chimenea me recuerda a Xisco, ese hombre que fue como un padre y que murió fuera de hospital, un domingo, en una semana de alucinaciones y malos presagios. Tengo la señal de tres partos en mi muslo derecho. Tengo la marca de tres golpes en mi muslo izquierdo y debajo de un seno. Y siempre acontecen imágenes, en un ritual devastador, nunca cesa el infierno insoportable del tener testimonio que en estragos nunca duerme. Si yo contara lo que he padecido nadie me creería, de tan inverosímil, de tanta crueldad. Vive dentro bajo la tierra de mis ojos, y yo quisiera saber por qué sobreviví. Y si algún día podré recurrir a la normalidad de los tomos de los libros, del agua hirviendo esperando arroz, o los peldaños que llevan a estatuas con sabor a cereza. Un jardín de flores perlas y un balancín. Es...

Sin título.

Todos llevamos en el bolso un revolver con la bala, un bulto a destiempo, un paso de cebra o seguir bebiendo para estrangular el hígado hasta que no quede ni una rima más de vida.

Sin título.

Tendré que hacer mil abdominales para reverberar la estúpida nada de tanto abeto y pose monolito; de escupir palabras como perdigones,y una que ya está hasta la vagina de sus sandeces, abreviatura o declinación versus cere-bus. Pace hermanos, harta de tanta impostura de no pedir las cosas por su nombre, ven quiero verte desnuda, e inventarse un alhijo de improperios, excusas quesos gigantes en un cebo para inodoros en beta. Pace hermanos, que el amor reine.

Yo no soy Sancho Panza.

El corazón en una bolsa de té duele, pero, no soy el calienta piernas de nadie antes del baile, ni la recoge pelotas frustrada que quiso ser corista de primera fila y ahora, barre las colillas de los cajeros automáticos. Soy Selene, soy Tramuntana, mar salado de costa sobre mero, y  valgo crines, amuletos, celta sombra y miles de farolillos en ríos de despedida. No merezco humillación alguna, si de esta maceración el agua se vuelve roja con sus frutos del bosque, pues, controlé la ira ganando el primer asalto, sopesé las palabras como la compra a granel en la balanza, y ni un gramo se excede. Vale la pena el tiempo. No padecer nada, si al caso que te han hecho un favor; sólo el empujón que venía tiempo sintiendo para poner los pies caminantes hacia sueños de poema. Que satisfacción ser besada, por un hombre que besa, que autoestima creciente que te abrigue  al amparo de la noche con sus brazos de montaña. Es el momento de la tierra. No aguardar más ...

Hace mucho viento.

Paradójicamente la capacidad para estar solo es la condición para la capacidad de amar.                     E. Fromm. "Requiero soledad, es decir, recuperación, retorno a mi mismo, respirar un aire libre ligero y lúcido." F.Nietzsche. Esta noche la ropa en los tendederos habla sin cesar, el viento que fluye dentro de sus costuras parece la lengua de los niños nerviosos. Con la plegable silla de mi espalda  desguazo palabras, como un mecano del trabajo a casa, en la búsqueda de cristales de coche con Garfield pegado con ventosas Luego, en medio del gres, veo la chica de brazo imperdible esperando que acabe de hablar un adherido a su móvil y al hombre con las manos en los bolsillos, cola del paje de una señora que no tiene zapatos y no anda descalza. Son los litigios diarios, estar en soledad impuesta fortalece, los lastres van secándose y libero elásticos que oprimían el sentido de mi cu...

Colirio y zumo de tomate.

I No sé si fue un sueño caminar por la vereda  después de la ventisca. Así, sentía sobre mi cuerpo, sus manos, como las pisadas de los niños sobre la nieve, dibujando hormigas blancas en la línea más recta que me lleva de mi cama a su cama. II ¿Fue un sueño? esa alud de color fango, a pesar de tener la hoja sagitada dentro de su pecho, el pétalo de roble que se ahogaba en la mudez y que sólo canturreaban los elfos que guarecidos en su prisión hacían espasmos ante los días que sacan de quicio a los portacelos y a las etiquetas de felicidades. III Tiene palabras en su corsé y deben brotar como la fuente, sinó la asfixia irremediablemente lo matará. Fluye consonante de vos. IV Mi regalo es mi presencia.  Hasta que consideres oportuno que me vaya  con la niebla gélida de los coches de patrulla acompasando mi caminata directriz. Tu cuerpo y el mío, el monte y el mar, en acto volcánico creando más muerte en mis huesos, naciendo dentro d...

Caminito de Belén

Las Novedades en Brooklyn son un fenómeno de masas, los vagones de los trenes se visten de color fantasma y el sector norte brinda con licor dulce con dedos abrigados por guantes tentáculos. Éste, es el más tranquilo, conversando con tres adolescentes japoneses con mi inglés de parvulario y su español de carta de vinos. Es creo que... Nochebuena o simplemente es noche, larga la travesía cruzamos pueblos, de películas, de vaqueros en blanco y negro. Sorbo un poco de tapicería azul  y cuento las estalactitas del techo. Este festival de papeles de regalo, se adorna con el bicho neutro del miedo a la muerte, caparazón de placer y apurar la melancolía; vestir de rojo nuestros sueños, tanto frío en los túneles con semáforos descuartizados y ratas pedigüeñas buscando canales de pago, los días que se visten de la añorada luz del verano, pero, hoy, he visto el brillo de la bola de plástico que cuelga de la naturaleza amputada, estaba en los ojos de las personas, en...

Fósforo

Si crecer es obediencia debo respetar su voto de silencio, ya sé que soy un balón metido en una pecera con las pobres carpas a punto de fenecer por pánico. Y me agradaría descubrir si este ovillo tiene Cabo de Hornos, pues, no entiendo esta opresión en el pecho con la invitación a un destierro de fiesta, estoy como una monja de York con la tensión rebaja, Ramón Llull a la vera de mi flexo, y el amago de mi fobia social por destemple. Yo quisiera no amarle que fuera como un bocadillo de anchoas, que cuando se termina, se barren las migas y bebiendo un trago de agua pasan las raspas y se ríe la vida por lata. Pero, no, esto dura infinito, y estoy aquí tejiendo una bufanda para la Estatua de la Libertad y su sombra. Porque el problema no es que le quiera es el alcance de la milla, la que preocupa. No puedo olvidar y encima con dos ovarios le pido un vaso de leche. No tengo miedo a vivir sin ti, deseo felicidad de focas, de océanos limpios, de niños con es...

Last love

Si los relojes coinciden  y los agujeros negros tienen tapas de aluminio, se crea la magnificencia del espacio y el tiempo, todos los pasos necesarios para que nos encontremos por casualidad en la cola de un cometa y hablemos estrellados contra la jarra de cerveza con el amarillo más sun de todas las cebadas. La culpa fue mutua, no se podía continuar, y temeroso dejas que juegue con el planeta corazón que se asoma por tu boca. Sabes que nada es igual, jactándose de amores furtivos escribes con las manecillas de los encuentros en las fases terceras. Cuando te quitas el traje atmósfera y yo, quedo ingrávida, flotando en el bar, se juntan los abrazos y me regalas pequeños trozos de luna con tu sonrisa. Me ves más tranquila. Conversas que este retiro voluntario de aprendizaje y meditación resulta beneficioso. Pero, al quitarme el oxígeno lloro, no soy un personaje de cómico, ni siquiera tengo rosa, ni zorro ni astro. Soy la cuchara volcada de la mes...

GatoPotaG

El amor es un pájaro bobo, ¿qué afirmo? no, un pájaro no, es un gato, un gato bobo que va de un lugar a otro de la casa, sin saber exacto donde frenar. El gato es como un enamorado en gabinete de crisis, se enzarza en la búsqueda cada uno con su correspondencia, el primero: desea atrapar con anhelo su propia cola, el segundo: unos brazos que no le corresponden; cuanto más estira la garra más se aleja el apéndice de sus deseos litios. Es la hora de dar vueltas, girar acaloradamente en caza de uno mismo, porque en dicha hazaña uno está más solo que un pacifista en la proa de un atunero japonés. Podrá el amante hacer una inversión surrealista de bombones, flores y relicarios, igual que yo en juguetes, parámetros gatunos y cassete de música relajante para felinos que el gato versus enamorado ve una greña, un descosido, pelusa o borla descompuesta y cree que se encuentra ante un regimiento de salmones en carpaccio. Imposible dar entender lo que no se puede al...

Objetor de conciencias

¿Parece espumillón, verdad? Puso una estrella dentro de la boca y en cada lóbulo dos figuras colgantes. Engarzadas dos bolas navideñas entre los dedos. Caminar no puede, pues, tiene los pies metidos en un tiesto de poliuretano ¿Qué soy en su vida? ¿Qué ser? Un objeto decorativo, un rótulo luminoso, como la flecha que indica la huida a la gasolinera. Todas las luces de las vigas. Viviendo una falacia en una inamovible bombilla que pasa la pelota de la electricidad. Y los pies, sí, metidos en la maceta de sus ojos.

Esto no lo cura un antigripal.

Nunca de la cuchara dudé, que eras el tenedor, el zapato izquierdo de mi diestro, la oreja roja de la oreja que no escucha, el latido de mi tos, y el resfriado de la anatomía cardíaca. Eres y serás para el fin de mis desdichas todos esos salvajes juncos que mecen cuando aman escondidos los amantes entre sus piernas. Me acordaré tantas veces de ti, cuando truene mayormente, cuando la lluvia patine sobre los tejados, las antenas móviles de los paraguas recibiendo la señal perdida de mi nueva actitud frente a tu inicio de fuga. Si sabes que soy sodio adherido a la soledad levitada, por qué no llenas un dedal de este desquite de nube y te atreves a beber de la vida. Queda tan poco tiempo. Sabes lo que voy a demandarte. Lo sabes tan bien, como las americanas que son sacudidas antes de fin de año, el verano de los locales en invierno con los grados tímidos en vaso tubo y un acordeón en respiración asistida. Fingiré que no te amo, y me despedazaré para los per...

La verdad.

Yo, no soy yo. Yo soy lo que tú me hiciste: la escoria, la piel de la anaconda. Con diecinueve años cambiaste mis bragas de algodón por puntilla noir. Y aprendí en tu cátedra a llorar con espanto, a llorar y orquestada a llorar en silencio. Bajo presión yugular el prohibido cautiverio que convirtió lo anormal en lo necesario. Amar de la rosa la espina. Incomunicado faro, en medio del Gobi, escupiste con cincel a la Hidra, sin saber, que la obra fue peor que tu docencia. Ahora que he muerto y he resucitado, percaté que yo, no soy yo, que era lo que tú me hiciste. Mi cadáver vara por las esquinas de la casa Ahora, que no hay ninguna duda interrogativa, sé que Estocolmo será la cobertura de riesgo, pero, empiezo a desear manteles margaritas, que yo vuelvo a ser yo, y no el delfín que hiciste creer que era una orca asesina.

Sin título.

Cuando descubre que el amor de una vida deja de ser amor deja de ser vida uno nota la escarlatina  de las palabras un taciturno césped de jardinera de autopista a las afueras con la prostitución una barriga que cuelga después del parto con entuertos frente al vacío se nota un país derrotado ya que el alma eso que dicen que pesa lo que una hoja de María no habita en el pecho ni siquiera en el piso de la tercera o cuarta costilla está en el ombligo cerca de las vísceras y en la cara de un hombre recién contratado. Isla del devasto. Volver a buscar o morir. Por qué dejar de amar, también, duele.

Extrañezas en el fondo de la lata.

I El trasvase vaso beso vaso beso. Pongamos que hablo de Varsovia. II Añoro la delicada cadena que caía del techo y me balanceaba, ahora, que todo está en estado gravitatorio, hay una idea que ronda y no encuentra salida, hay demasiados coches que aglomerados hacen chapa en cada señal. Dónde ha ido a parar la cadencia de esa mirada que incitaba a atravesar el puente de la locura, a ser un jacinto podado y metido en un corcho. Todo tiene un precio, eso me lo enseñó la maldad de la vida. Soy una persona que coge frío en las manos, que toma el autobús los días de lluvia, normal fotografía de peluquería duermo cara a la soledad y tengo un gato negro, cosas brujas que tiene la estadística,  tampoco, olvido poner la escoba detrás de la puerta, como hacía mi abuela, y mi bisabuela, y supongo que mis ancestros en carreteras sin asfalto. Insano modo de curarnos, golpeando absortos los nudillos a la existencia de trenes, que nunca paran de viajar ...

Esponja marina.

Me he quedado toda tu tristeza envuelta en una bata polar después del café de tiempos pisados. Soy una osa que ha perdido sus cachorros, que bebe Coca Cola para arrimar el frío con ginebra, y se apodera de toda tu pena para liberarte. Es el problema de la empatía, de los años que te amé en desuso. Hablas aún de tu padre en presente, no eres real de todo lo transcurrido. Yo ya no te amo, se me fue el amor por el canal del parto. Naciendo una porción de nosotros no mismos. Hoy te afeitaste, no querías que te viera gastado como un billetero de ferrocarriles, hemos sorbido de la taza los momentos que ya ni siquiera sabemos qué comentar. Te refugias en la sección de deportes, buscar la lotería  y murmuras la mala racha. Tu brazo se ha quedado con la tensión de todos los veranos. Y te doy instrucciones de cómo afrontar el estado gaseoso de la muerte.  Me he llenado de tu sufrimiento para que aligeres en nuestros peajes divergentes. Tu rostro...

Tempus fugit

La ciudad de Valencia se parece a esa mujer que he encontrado en todas las ciudades que he vivido. Palma, siempre, seduce en algún ángulo gótico. o, en la gente autómata que acelera el paso a medida que crece la noche. Las luces son bisexuales les gusta besarse con los faros de los carros, sé que puedo parecer inquieta, estoy, por la mañana en una silla por la tarde en el sofá, con la corta o larga de todas las distancias. Una hora desde Castellón. En  tres horas llego a Mallorca. El atlas estaba lleno de viajes a boli. Tengo una trucha saltimbanqui en mi intestino canoa, la propulsión de la anca de rana, soy la ardi-lladó que brinca de semáforo en semáforo. Pero, desconozco  el tempus fugit o  el kilometraje. A cuánto de la verdad. A cuánto del poema. A cuánto del amor.

Rosas y puñales.

I Mi pasado tiene olor. II Tengo el olfato fino, soy capaz de detectar el tabaco de la vecina del tercero que fuma sentada en la galería con las ideas cerradas. III El olor a Maderas de Oriente. El olor a Heno de Pravia. El olor de colonia infantil. El olor de hierba recién cortada. El olor de las sábanas tibias. El olor... IV El olor del puro. El olor de whisky El olor de Brummel. El olor de la sangre. El olor de hospital. El fétido  olor de la tristeza.

Yo soy de Barriguitas y tú de Barbie.

Por ti, no me haré una rinoplastia, ni adoptaré la dieta acelga, paso, de estar enclaustrada estudiando la enciclopedia so-pena de destierro y tener lacayos, y una institutriz  que me prohíba lamer la cuchara. Por ti, no renunciaré a mis estudios universitarios que me pagué vendiendo hamburguesas, ni me vestirán de Nancy. Seré libre, con ropa de mercado y sacaré la  lengua a todos los autobuses que pasen destino Algeciras. Me da igual tu alcurnia, soy feliz flower con mis manos gastadas y unos tejanos que han lavado un par de aventuras amorosas. No soy virgen y si esperas a qué lo sea demuestra que tú también lo eres. Soy selva. Y tú quieres talar todos mi árboles. Por ti y por mí. Esta historia no estaba hecha  ni cruda. No dejes que se queden con tus hijos si un día decides el divorcio, ven y lleva chanclas de playa, hermana,  en todo los reales y su pavo.

Disturbios

No fue el chaleco rojo, ni que tras la careta de buceo sus ojos se asemejaran diminutos, incluso, antes de sumergirse con la bombona al lago con el inquieto derecho  mirando a la puerta de astilleros. Van pasando ahorcadas las clavijas de todos los árboles sacrificados por la gula de adorar y machacar la vida clorofila. No me gustan las fiestas, y correría como la llama que iluminará todos los comedores sociales, porque sueño en un mundo que no coma sin hambre, y que saque del mar las cortezas para los necesitados. Pero, mi diana es el corazón, y con mi pértiga poco alcanzo, salto y apenas llego a la bombilla para cambiar el rumbo de las cosas. Esa fuerza cósmica envasada en cada ligamento estaba insertada así, códice  de la injusticia en él; salvaba cualquier elemento que formara parte del sistema. Y sobre el sofá gris cuando contó la historia de los caracoles porque yo hacía lo mismo, y apenas hacía dos días que había liberado al que salvé d...

Poliquímica

Sin duda, erré en la profesión tendría que haber sido anestesista y colocar oxígeno en la Moncloa-ca. o mejor, aún, químico, sí, un monstruoso científico con bata blanca, con cien ayudantes con bata blanca y dos guardaespaldas en la entrada de mi guarida. Ellos, por supuesto, con pasamontes de punto y metralletas con nombre de vodka. En un laboratorio fabricando pastillas de colores, para repatirlas por la calle, calle usted, señor caballeriza y ... La azul es la dislexia, soñarás con príncipes sin cabeza, la verde, oh la verde, creerás que eres el increíble Hulk y te irás de plató en plató mirando catálogos de deportivos italianos, el rojo, la roja, la de la estampación de la sangre del pueblo que agónico hace transfusiones. Me haré millorario, y venderé política encapsulada en la puerta de los restaurantes, en los clubs de golf y alterne, en la salida de las cárceles. Traficante de metásfora, alegorsis, hipérbolen, epiteto sexual estimulando e...

La humildad.

Era época de cambio de armarios, estirar las mantas, desdoblar las perchas y girar los bolsillos para el lavado. Y allí, menudo a la resistencia un billete color pañuelo. Cinco euros no salvan una vida. Pero, la sonríen. Así, tu llegada fue.

Divagaciones...

Era otoño y los botones ya habían emigrado a la desnudez de Noviembre, las cúpulas errantes de Venus. Pero, tus brazos avistaron el tejido y cruzaste la hemorragia del abandono Abrochaste la camisa con cada una de tus manos Y no sentí el frío de las prendas que sin cuerpo cuelgan de los percheros de los almacenes En la camisa, tus manos, para cerrar cada abertura con el pájaro de invierno. Un beso al abrigo de nidos en sótanos con humedades de cremalleras rotas. Para cada una de nuestras aberturas. El adiós.

El tiempo y sus golondrinas negras.

La primera vez que desde mis veintisiete años, noto tu cansancio. Ha muerto, tu padre. Y expresas: - Luisa, no, no estoy bien. El tono de una rama se ha colado entre la llanta y el neumático. -Ha muerto, Luisa. Hiela y un gato duerme miocardio entre los amasijos del tórax, y confiesas. -No estoy entero, me cuesta respirar. Te duelen la cervicales, y sientes como si hubiesen brotado  dentro de tu torso cien carbones florales. Tú lloras poco, y ahora el llanto va bordeando el estuario. Y con... tú no estoy bien, Luisa. Me escribes al oído: tengo miedo, siento frío, estoy perdido. Miles de contiendas acontecieron en nuestra existencia, y jamás he visto al torreón vencido. -No, no estoy bien. El brazo derecho se ha atrofiado, de repente, y yo te ruego la calma de los dos continentes que nacieron en hijo. Fuimos socios más que esponsales, amigo, te recomiendo una píldora para sanar el sueño de no poder dormir desde hace varias lunas. ...