Calabacines fritos
Intento no hacer ruido como los gatos. Estoy en la cocina de espaldas a no sé qué denominación. Corto el calabacín con parsimonia. Y el sopor de la sartén inicia el viaje. Qué puedo hacer más para que la rectitud sea del agrado de las comas. Tú entras sigilosamente como un depredador frente a un gen con patas. Y me asustas con la alegría de las azucenas. Cuando estás comunicativo. Y la sonrisa circundante de vinagretas, presas del latido llama do corazón. En este terreno de sangre y espátulas. El amor se consagra. Y el calabacín se convierte en la dulce de todos los estands posibles de imaginar. Pero la normalidad es seca. Una costra. Un beso de muerto que mata. Yo contemplo la ruina, la adoro en arqueología del hombre. Y esta piedra que impide el vuelo del papel. Parece un hueso dentro de un plato de arroz sin novios. Un día de andén y tres de corrupta. Un andén , y tres corruptas. La impostura del cerdo. El calabacín humeante.