Entradas

Mostrando entradas de agosto, 2020

Tigre

Cuando un mes en su abismo planta  un cúmulo de días, rosarios de fiesta y guillotinas de colores, una nota el desgaste de la armadura. Qué parodia, esta membrana que late estrábica y que tras las costillas esconde los nombres de ciudades y urinarios. Con dinero todo es más fácil puedes comprar un billete al infierno pero jamás escribir con la inocencia de un niño. Siempre he creído que la rotura nos hace invencibles como médicos que salvan vidas o que tristemente las pierden sobre el lecho de rosas de un quirófano. Pides a gritos el desfibrilador, la máquina que con su agudeza atraviesa las sábanas quirúrgicas, los enfermeros acariciando la piel de un fruto prohibido. Se te muere alguien, y te levantas con la música de un rapero goloso, porque tu corazón yace en la lejanía de las gaviotas. El destornillador clavado en el bazo. El cuerpo luchando a león o a liebre. Eres única dentro de tu especie de lupa. Glorificada muerta que cambia reptil para beber del rocío de las hojas. Comba...

Retorno pulmonar

Tengo suerte, porque yo no puedo escribir que estoy sola en la sala, me acompaña la voz de arranque de la poesía.  Ayer la distorsión errante del clima tronaba de un modo indecente quebrando árboles con el tronco negro... El incendio que corrosivo reivindica la constancia de los demonios para segar con las llamas aquellos nidos hartos de gente. Porque las entidades prenden viviendas, igual que lo hace el desbordamiento, el temblor de la tierra, el fuego lobo hurgando por el bosque la flama de su aullido. Un chorro de salfumán sobre las medias con la piel carmesí y los pájaros en manicomios. Yo no estoy sola en la sala. Pero...cuando en este oleaje impuro la hoja se vuelve cicuta. El amor es la única alimaña que sobrevive a la barbarie. Sin él, todos los terremotos, tifones y pirómanos hacen de la vida una humanidad de salas y salones con televisiones de pago mientras arden las cortinas y los ojos de tanto llorar. 

Valía Personal

  Tengo aún las piernas, recias de troncos. Y los brazos del cañaveral. Y las retinas de las más despiertas criaturas. Creo en cada acequia que piso buscando esa alquimia de llegar a un lugar concreto. Hay tanto amor en cada uña que crece para sujetar el don del campo. En el molar que mastica la frase que viaja sorbo hacia la tráquea. Que ha anegado los surcos de mi faz en un cántico indígena de los que moran en haciendas prendidas por el fuego. Los científicos buscan pócimas. Los mercaderes de sus telas vestir los barcos de la ignorancia. Y el amor que árbol rompe este cometa andar de mujer de madera de galeón, de garras de bar cuando el alcohol era mi único "folloamigo". De lanzas por extremidades, de mirar luna y patagónico. Donde el amor se presenta con un traje de carnero frente a un cuerpo que quiere viajar desnudo. Esta fortaleza que emana de mi sexo, el manto chamán desenterrado después de la guerrilla. Tanto amor que mueve el mar, los coches en la autopistas. Los tim...

Reseña "La complejidad de Electra" por la comunicadora y poeta Isabel Rezmo.

  https://la-poesia.es/poesia/la-complejidad-de-electra-lluisa-llado/#comment-6696   Reseña de mi libro, recientemente publicado, "La complejidad de Electra" de Ediciones Torremozas, escrita por la poeta y gestora Isabel Rezmo.

Nocturnidad y Alevosía

Imagen
  Muy ilusionada de compartir espacio a ritmo de una serie de preguntas y respuestas. Tengo curiosidad por saber cuáles...   
No hay mayor tristeza  que la pierna amputada tras un choque de trenes. O el vómito, de un cine clausurado de butacas granates. Mayor osa triste del cielo cuando un local precinta su garganta y los versos devorados por los roedores. Una pantalla ciega delante de la nada. Y los correturnos buscando el vagón de la mercancía. Una extremidad sajada, una sala muda de sangre y los bronquios como la arboleda en frente de una estación de servicio. El sonoro bajar de una barrera en plena ciudad de Marvel, en mitad de la vigilia de los guardianes que registran cualquier amago de ternura. Ahora cuando cruzo la calle. Y observo la entrada de lo que fue,  constelación de Orión (el cazador) y Pegaso, y un ladrillo custodia el crujir de la cinematografía. Un nudo cierra la vena. De astros del celuloide cuando el amor finge la acústica del derribo. Y "Libertad 8" se  muere entre los amasijos de  aquellos trozos de carne que purgan  el día en que fuimos libres cubas sin saberlo....

2º PROGRAMA ATENEO JAENERO

Imagen
Lola Fontecha, gestora y poeta concienciada, me incluye en el segundo programa Ateneo Jaenero: un encuentro radiofónico de cultura, sociedada y arte. A partir del minuto 50, aparezco con dos poemas leídos por mi persona de la publicación "La complejidad de Electra".

Decadencia

Trepo a la terraza, hiedra forja de pesadumbre, encaramiento de raíz sin la grava de los gatos. Con el luto de las cazuelas. De los chiquillos que han abandonado sus cunas. Y del garaje que ha perdido sus c o c h e s tras la riada. Cauce de agujeros, de dioses variopintos, dianas...en las dunas de los que excavan pozos.

Basta

Te sientes como aquel huésped  que ha perdido su cartera en el desierto de Nevada. Metida en un formato oculto por las cortinas del terciopelo vino subes las paredes estrellando tu nostalgia. Hierve el aire tras los ventiladores  y la botella del frigobar se ha convertido en una boca falta de palabras. Golpearte contra el pilar del papel mural. Insertar el daño en una cuenta que te ahoga letalmente con collares de animales sujetos. Sentir la pérdida de los koalas en los eucaliptus rojos. Atorar las alas para un despegue de lagunas. Un habitante de tierras de melaza. Harto  de la leche agria, de los escollos en las curvilíneas. Un hidrogel que seca alcalino sobre las pieles del hipotálamo. Señal de hueso, molusco de vivero. Nariz en un contexto de descuadres y notas. Agua y saber que hay que soportar lo justo. Para exclamar: -"Basta". Y pegar una coz en todos los hirientes ojales. De los que amamos con el órgano fuera del metal y la falsedad.

Tardes de verano en el sur

 Esta quietud de verdugo,  el hedor del mes de agosto humectando los cañaverales. Oídos de tarde y el circuito de una avispa. Una moto acaba de atravesar el silencio. (La calle que con el estruendo ha vitrificado un espacio) Todo en paz  "de alto el fuego" y los buzos atrapados  en sus cornisas.

El desarrollo y su colateralidad

 Si las paredes hablaran, con el vértigo del azulejo nazarí achicando a los muros. Sé que las palabras de la niñez descubrirían paraguas de tréboles. Las plantas sumisas a su corro  y el terrazo que guarda el troquel de las huellas de las leyes del crecimiento. En este lugar, los patios simbolizan el edén a pies del horno. Con sus canales de aire, hervideros de la infancia, y hoy el núcleo de todos aquellos que volaron con la salamandra y sus secuaces.

Cítrica y curativa

 Un limonero, es un árbol cítrico, pero, aquí es la tierra que vigía a una familia. Con sus colores limas y de fango, cubre la apertura de una galería  hacia la azotea. Sus frutos de tiritonas bombardean el cielo cuando levanto la mirada. A veces algo tan frágil como una espina es capaz de soportar el yunke, Una persona, que une al navío con el noray. Que lucha contra el eje. La argamasa. La cera. La matriarca.

Embudos y herramientas.

Esta noche, un poema de amor ha llegado al hogar. Viajó un océano. Y con su coraza amansó a los trigales. Esta maleta de palabras. Con un guardarropa de querer y estufa, que te lleva siempre en la esquina de cada pliegue. Y no imagina un combate sin el apoyo aéreo de tus ojos. Estás en los marcos y en las azoteas, haciendo la guardia gato del que ama. No necesita el canje de un armadillo, ni tules que engalanen el cabello. Me bastan las horas de tu pez. Tu caminar de guía. El silencio que cruza hiriente entre los soldados. Cruzar a nado la ciudad con un velero de cansancios víricos. Habitante de un búnker para adornar de flores tu pecho. y traer el descanso con olor a sopa de madre. Soy una espiga y podemos nacer en cualquier bar de carretera. Porque el amor, también, envejece y habla, y grita y araña hasta dejar sordas a las paredes. Podemos empezar pintando un sol en cualquier parte. Liberar los grilletes y escuchar a los transistores de antaño. A los viejos rockeros y el paso de las...

Tuercas y fanfarria

Siempre he admirado el trabajo de los mecánicos,  con sus dedos tiznados, son pequeños dioses, capaces de dar la vida a un artefacto.  Un amasijo.  Un metal con alas.  Ellos superan el papel de los poetas.  Nosotros, el plagio a la naturaleza,  copiamos lo que el ecosistema  nos dicta. Sismógrafos de las piedras.  Oyentes del mar.  Y traductores de más de mil lenguas de pájaro. En cambio, el mecánico de la noche  aprieta la pieza hexagonal  y con líquidos varios, activa un corazón con ruedas.  Va de un lugar a otro. Viaja.  E inventa sueños de personas  con abrazos de verdad y paisajes.  Qué puedo ofrecer yo con la verborrea del entorno.  Las estrellas no brillan.  Y los caminos andan inmóviles.  Pasé frente a un taller, y allí vi a un señor explicando a otro el entresijo de un amortiguador.  Y de repente, se me ocurrió la idea de escribir una oda a su gremio.  A los reparadores de la cha...

La microscopia de Godzilla

Nací en un mundo libre de virus, con campos de ranas y pipas en los "muretes" de la costa. Siempre quise para mis hijos el azul turquesa y el verde pinar para que sus pies niños crecieran aletas. Jamás, solicité que el miedo reinara en los columpios ni que las pústulas dejaran vocales en su piel de pájaros. Yo he amasado hierros para vuestras vigas. Y he rezado a los nueve planetas. Dentro y fuera del delfín que os dio la vida en un pequeño océano de lumbre. En la niñez la escuela no invertía en cálculos porque prefería la doctrina de bordar estrellas en linos. Tal vez la regla golpeada sin tregua sobre las manos, me hizo respirar más fuerte. Yo que nunca deseé para mis hijos ni plagas ni infiernos. ...