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Mostrando entradas de octubre, 2020

The birds

Si Hitchcock hubiese sobrevivido a los pájaros, mordaz, detrás de los cristales... Caen los pájaros ennegrecidos del humo,   y la vida se encoge de hombros en los pocos años que en la parte trasera del coche observaban el transcurrir sin ningún presentimiento de la virulencia de los átomos. Podíamos crear ejércitos de picos rompiendo lunas y cabinas bajo la oleada de esos seres que habitaban en las bodegas. Un viernes se hartaron y salieron al vuelo de los más endebles. Así es el mar en la tempestad  o un avión cayendo desde un millón de briks de altura. Los cuervos pintando de pluma la carretera en una venganza a la soberbia. Detrás de los cristales... Rodeados de un estruendo que convierte en una figura de cerumen. Durante la noche bajo el toque de queda y una cama coja. Tengo miedo niño en un cuerpo adulto. Los pájaros no duermen nunca.      

Test de velocidad

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Existen fábricas preparadas para medir  la resiliencia de los cachivaches y su reacción ante el devenir de cada lluvia, toque o caricia. De todas formas, no hace falta ser un gran científico para saber que una mousse o un trozo de roble es diferente y sin embargo ambos son personas. En salas de cortinas mostazas van ensayando con sus autómatas y muelles y botonaduras y ascensores la valía cuestionable de su peso con la cantidad de contactos. Los coches, las lavadoras y los rompetechos tienen un tiempo específico para soportar cada inclemencia. La cronología de los embistes. La protección de las manos. ¿Cuánto amor resiste una piedra?  ¿Arde un libro igual si es bueno o malo? ¿Puede amar quién ahogó su alma en un vaso de bourbon? Los entendidos azotan con ahínco cada respuesta y apuntan en cuadernos su índices inconexos. Y diseñan corazas para la futura carne. De un corazón de un " crash test dummy" que no siente el más mínimo remordimiento al colisionar con otro corazón. ...

Negra y lluviosa

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Al salir el sol, cambia la situación, los miedos azules con el cobalto  se regeneran meteoros, cuando desde el autobús observo el cielo y percibo que cada paso es una zanja entre nosotros. Quisiera que el amor fuese un fósil con la veteranía de los vinos y la gravedad de los objetos. Un nicho que yace entre el sostén y la armadura de un corazón de cuartillas y un comprimido para mitigar el golpe del martinete. Pero, la culpa procede del estatus que le doy a las causas, le pongo arteria a lo más mortecino: Vestir a los zombis con trajes de festejo y contar la mecha hacia una navidad que huele a carne podrida, a vacío de ducha, a perra abandonada en la estación de Repsol de la carretera 113. Dantesca oficina de albedríos cruzarse con la gente ataviada de guirnaldas para que este frío gripal se quede inmóvil como un alacrán a punto de rozar el infierno. Hay dolores que llegan a un punto que ya no pueden ser más que un desbordamiento de uno mismo. Dormir con la postura correcta. Toser ...

Fresno

No te parece otoñal la extrañeza con que miramos a la ciudad en según qué momentos; la búsqueda de luz, de buzones con bocas sonrientes besando la carta del suicida. Me acuerdo de su regio volumen jalde como un peón del exterminio de los que creíamos que las epístolas eran capaz  de unir y  de provocar  una sarta de palabras modistas para coser las velas más rotas de la tierra. Ocurre lo mismo... con las cabinas de teléfono uno observa donde existió la voz del cable en la acera que evoca su parafernalia. El corazón de siembra en todo aquel enigma que prodigioso me colmó de amor vociferio. Será cuestión de habituarnos a la desnudez de la calle. A los bozales de papel.  Ahora que no existen medios urbanos para el romanticismo de los caducos.  

Sconfitta

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Qué fortaleza es el deslumbramiento  en este agravio de respirar. "Post-it" del bache, malinterpretación de los ruidos. La música que procede de un piano de cola incapaz de sostener el agravio de los sordos que se atreven a verter palabras machihembradas en su soporte. Cuánto tiempo, rompiendo piedras, emulando la hazaña de golpearlas para que prendan tus niñas. No me siento culpable de esta barbarie de despropósitos. Ante tu cobardía, me acicalo el peinado y aprieto los dientes con la voz del tomillo. En la estación siento el frenesí del tren sin paradas. El vestigio de olvidar a quién descendió  y el espasmo.                                                             Sconfitta-William...

La fortaleza

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La tos de un coche saquea el álamo de aquellos templos que, de hormigón ,observan un nuevo día. Los colores van tomando la forma de los "astros-nautas" y la fe, vestida de topos y aguadulce, golpea con ahínco a tu puerta. Ya sé, que soy una obstinada que ni los insectos sin alas, ángeles de los desaparecidos, menguan este amor de sigla. Cómo quedar impasible al desbordamiento de tu río, al olor de buzo, a la autodestrucción del ser, a paso de cuchilla, tenedor y platero. Que mis poemas cruzan la calle hacia la senda de luz de tu desplome.  Y golpeo con vehemencia hasta que se caen las manos de pena, las uñas lloran, mi corazón reblandece...para que abras y no arrastres   la lacra que a todos nos guía al matadero. No quiero llegar sola a la marea, quiero que rompas la colina y quemes las sábanas fantasmas que arropan tu ciprés. Quiero, que abras la puerta.     Edvar Munch, "Le jour d´àpres"(1894-1895)  

Y no estás solo

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Hermético a la vida como una cremallera de traje. Te vuelves pájaro. Un ojo de legaña que irritado huye con el humo coral. Entonces, me echas de tu vértigo y permanezco muda delante de una forma fronteriza. Quisiera que el amanecer pertenezca a tu... y manar la geografía de los cuerpos en una extraña pila que sane tu mente y el corazón de un malherido convencimiento. Recoger los cachorros para mecer los miedos, y demostrar que en tu abismo no estás solo. Existe mi riego "fluctuador". La parada del bus antes del desierto. Una almendra sobre la lengua. Existe. Sí, y no estás solo.                                                      Odilon Redon "Closed-Eyes" (1890)

El abandono de los cláxones.

Me gustaría creer en el amor y que esta necesidad no fuese un coche ancla de sus ruedas. No escuchar el instinto que guía hacia el dique, que ve su corazón de tripa vaca y que sabe muy bien que soy un libro entre sus manos de tiempo, de hilo, de pluma. La llama de una cerilla que ronda el petróleo color de las galerías que cada día perforamos en nuestras propias carnes. Un día me suplica, otro me trata como un envoltorio de un pastel al peso. Un día me niega, otro prescinde de mi esplendor. Y topo con el vinagre y su rostro. La vida espartana que estoy sufriendo. Y las ganas de vencer al monstruo. Pero, estoy perdiendo fuelle. Y me voy a bajar del coche porque con migas,  con la conveniencia de tu organigrama yo no puedo.

Gilinecesidades

Existen silencios papilomas que se enquistan en la faringe, aguaceros de monarcas de sofá y panorámicas digitales. Ellos escupen serrín y no soportan el bien de los demás. Desde su colchón salvan el mundo atreviéndose a juzgar a quien le ha perdonado. No importó la escasez, una dirección a donde las palabras tuvieran cobijo cuando los terremotos laceraron mi corazón rana y la muerte de un animal asoló los desiertos de Almería y no los de las Vegas. Hipócrita amistad ofrecida la del tunante que construye ofensas a la gente que trabaja con las manos, la que limpia letrinas si hace falta para que el pan y el nido tengan el pilar para proteger al copo de la intemperie. Que de noche golpeada estudia mientras otros sacan lustre a su corona y te venden por el primer mejillón de la pescadería.    

Remedios caseros

Naciste con una giba, la protuberancia, el eco  que replicaba cuando tu deformidad caía estrepitosa sobre el otoño más medievo. Pestes acuáticas y juglares en un postín de divisiones. ¿Cómo deliberar a la rosa su inyección de bótox? ¿Cómo calmar el "llantón" de manila de un pueblo que olvida sus guerras? La joroba poética que oye el hálito en la cruzada de atizar a las liendres que aprovechan los mares revueltos. La electricidad frente al frío. La piedad del cómplice de asesinato. Una tos cortada con jarabe y un niño sin boca. Si vivieran Miguel, León o Federico, ¿qué plegaria administrarían en las farmacias? Al enfermo en la litera. Al parado de larga duración.    

Firma del libro "La complejidad de Electra"

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 El día 23 de septiembre, tuve el placer de compartir momentos entrañables y llenos de cariño y respeto. Fue la firma del libro de "La compejidad de Electra" de Ediciones Torremozas, en la emblemática Librería Argot, respetando las medidas de seguridad sanitarias, fueron muchas las personas que se acercaron de una manera fluida y constante. También hubo otras que aunque no pudieron personarse dejaron su presencia con mensajes y acciones. Gracias de corazón, en estos tiempos tan difíciles para la cultura, porque cualquier evento por sencillo que sea, es un símbolo de resistencia. Pienso...que cualquier libro, sea del género que sea, es un alpinista que debe sortear muchos obstáculos antes de coronar una cima, no hace falta que su cumbre implique éxito o fama, sólo el gesto de que un libro pueda ser leído es un acto de fe, de combate, de lucha contra la ceguera digital y una parte de la sociedad que aún considera que cualquier manifestación artística denota esnobismo y un bien ...