DOS Y CUATRO
Poseo una mala corazonada de que la oropéndola revolotea el nido. Será la nube con forma de minino, el hedor de su apnea, y el insomnio mal adherido a las sábanas. Alucinaciones desquiciadas de las mías, de este cerebro que lleva palillos y un tapón de corcho por cabeza formando una mula sin paisaje. Porque si fuese así empezaría la carrera de las veinticuatro horas: 24 horas de catarsis. 24 horas de espera. 24 horas en remojo. ...