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Mostrando entradas de junio, 2019

Grazie

 Uno de los países que en los últimos años más me visita y lee es Italia, por ello he decidido escribir un poema corto en español y en italiano con la íntegra colaboración de mi amiga Moira Veronesi. Es un homenaje a un país que quiero y me acoge. "Trenialidad" Il treno invita a leggere storie attraverso i suoi finestrini. I cani non abbaiano. Le case  camminano. Vedi passare le scene come in un film muto. Il treno ti avvolge nelle sue immagini quotidiane. Solo stai scoprendo la vita che ti saluta con passione . Guarda avanti e ringrazia il viaggio . "Trenialidad" El tren invita a leer historias a través de sus ventanas. Los perros no ladran. Las casas caminan. Los actores protagonizan la estética muda del celuloide. El tren te engulle en su procesión orgánica. Sólo (con acento) hay que descubrir la vida que te saluda fogosa. Mirar hacia delante y agradecer el viaje.

Relato finalista del concuro de Ambito Cultural del Corte Inglés-Mayo 2019

 El día comenzó con el trance rutinario de las cafeteras de la felina espuma en los cazos.  Los coches, de metálicos corazones, saliendo de los aparcamientos, el primer niño solitario en la entrada de los colegios y la gente, con sus rostros de escayola, dibujando pasos por las calles.  Pero, ese día, algo hacía presentir que iba a ser todo distinto. Cuando el sol empezó su curiosa órbita e iluminó la carpa urbana. El cielo, no fue del habitual color azul, era de un verde que causaba asombro y temor.   Después del cambio en el firmamento de tonalidad vinieron las nubes hechas de hilos y la población alertada empezó a reaccionar de diferente modo: Los optimistas pensaban en una estrategia de Google y los pesimistas, en la revelación del fin del mundo.  El terror sobrevino cuando una enorme aguja de coser cayó sobre ellos atravesando el asfalto y comprobaron despavoridos, que su universo era el tapiz de la mujer que bordando contemplaba la imag...

Poesía visual

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Redención

Te has convertido de la ceniza un vergel. En la decisión. Una cima inaccesible de conquistar con las gaviotas que sobrevuelan la caricatura en el monte Himalaya de un alambre de turistas excéntricos. Cuánto he aprendido del desprendimiento.

Indepen-di-ente

La mujer a la deriva del embrión de tierra. Va creando. En la magnificiencia de la cumbre en el vertedero montículos de todas las palabras no dichas en los intentos de su masificación. La mujer crece en una península a-lejádose de tu corte. Luego, el mar cubrirá el único camino que comunicaba la lengua de la tráquea. Independiente. No eres el brazo raquítico de nadie. Tienes tus propios amaneceres y tardes de trigales. Libre islaque para llegar a tu                            arca no  basta la reiteración de la ola ola  ola ola                                                       ola ola ola                             ...

Hábitat II

II La piel rosácea de la quemadura denota una jornada laboral interminable en una discoteca de playa. El carisma (argentino) les convierte en caviar iraní "Beluga" para los explotadores. Con sus tatuajes parlantes que bordean las mesetas de los recuerdos infantiles. III Ella está acostubrada a viajes transoceánicos y se refugia en la trinchera de un collarín cervical malva. Un abrazo de mar deslucido por el detergente que huele a campos de Lavanda.

Hábitat

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Una pareja argentina y yo hemos compartido en el avión la fila número 15, son un chico y una chica, jóvenes como un poeta que diseña por primera vez una página en Instagram. La conversación me relaja. Su acento dulce de leche. Su vitalidad, contraste de los que han tenido que abandonar su brezo te enseña que la actitud es lo que cuenta en las intersecciones mundanas. Hemos adorado la luna que no distingue el ojo de buey que la mira. Creo que el corazón debería vivir fuera de nosotros. Para pertenecer a todas las ciudades y otorgar el derecho que la natura no niega al árbol. Enraizar.

Trenialidad

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El tren invita a leer historias a través de sus ventanas. Los perros no ladran. Las casas caminan. Los actores protagonizan la estética muda del celuloide. El tren te engulle en su procesión orgánica. Sólo (con acento) hay que descubrir  la vida que te saluda fogosa. Mirar hacia delante  y agradecer el viaje. Cracovia-2014

Herradura

Con los dientes destrozaría la cuerda para recuperar tu aliento, si tu cuerpo colgara de la rama. Haría un traspaso de mis piernas y brazos con el color que la vida facturó al plumaje lila del colibrí en el abismo, de cavar con la opción del que busca el agua para el azul. Sería loba en la cima. Y gusano en la caverna. Te recogería pétalo a hoja. Desde las coordenadas que empujan a los metros. De calles húmedas por operarios y microondas con la leche tibia del mundo que vira. Sanación de la herradura. Besando cada pie que te pisó en los edificios de la oscura realidad. En el sacrificio que sólo los que han dormido en los portales conocen. Como una manera de mediar entre los que habitan en el croquis de amar cuando más se ha padecido. Con tus ojos frente a los míos para matar a la cobardía. Y todo aquello que vendió nuestros órganos en el mercado del  abandono.

Mavioneta

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Dicen que la maniobra más peligrosa es el despegue, quizás el cuerpo crucificado se entrega al amor en ofrenda. El avión de la tierra se levanta en el cortejo enamorado con el desconocimiento... En el compás con el regreso de las ánades.

Cal do de sopo r

Cae el sopor con las manos abiertas en la ciudad de los árboles que enjutos caminan hacia el angosto. La gente se ha desprendido de la piel ropa en ráfagas que salvan el aliento en diminutos retratos de móvil. Con la espera del ruido, la gesta y el éxtasis. La lluvia parece el sueño de tu cuerpo que en ovillo ara la psicomotricidad del columpio amatorio. Prende el fósforo con la lengua eréctil. Y mis senos, flores salvajes de amianto, veranean sobre el torso de tu espalda como un trapo al mástil plástico. El olor de ti engrandece al poro del mar en la degradación de una bombona de butano, con nuestros miembros descosidos. Sentir que un milímetro es un arrecife hacia tu boca. Y acariciar la selva como un coche sin frenos esperando como un árbol la tormenta de septiembre. Porque el amor no cabe en un envase. Ni en un "reality" de Verona. Del querer por tus cuerdas: las raíces de tu corazón a la sed. Aunque ello suponga esperar el ruido, la gesta y ...

Alejandra

Nací el año de un infierno musical. Supongo que por eso me gusta mesurar el calor de los dispensadores antimosquitos y también, el de las baterías del móvil y los cargadores. Es un beso tenue del que busca refugio más allá de la esquina. De los pasillos de portal finiquitado De la pretensión al abrazo de abstinencia que miras desde la ventana esperando a que llegue con una nube nodriza la acuática caricia del membrillo. Tú eres fuerte. Porque vive en ti la fe lorquiana de abandonar el cedro por un amor de loco colocar. Y meterte en el subterfugio con las botas de hiedra. Ya que sabes que después de la porosidad la piel se acostumbra a la tibieza del corazón metálico porque eres demasiado prado para tan poca cosa. El fuego vive en pequeños seres de vinilo. La luz ya es otro menester y ese a veces se adquiere por correspondencia. Y vives rodeada de pequeños roedores de energía. En tu mundo de Apple.

Donación

Con los dientes destrozaría la cuerda para recuperar tu aliento, si tu cuerpo colgara de la rama. Haría un traspaso de mis piernas y brazos con el color que la vida facturó al plumaje lila del colibrí en el abismo, de cavar con la opción del que busca el agua para el azul. Sería loba en la cima. Y gusano en la caverna. Te recogería pétalo a hoja. Desde las coordenadas que empujan a los metros. De calles húmedas por operarios y microondas con la leche tibia del mundo que vira. Sanación de la herradura. Besando cada pie que te pisó en los edificios de la oscura realidad. En el sacrificio que sólo los que han dormido en los portales conocen. Como una manera de mediar entre los que habitan en el croquis de amar cuando más se ha padecido. Con tus ojos frente a los míos para matar a la cobardía. Y todo aquello que vendió nuestros órganos en el mercado del  abandono.

Vergüenza

Te prometo que voy a quererte el tiempo necesario que me interese. Jugaré con tu fe. Porque sólo conviene publicar al producto que sepa seguro que va a venderse en el zoco. Tiene que ser un objeto necesario para el individualismo cebra: Un papel higiénico, por ejemplo. La calidad es lo de menos. Lo que prevalece en la diana son los contactos. Agrima. Y que sea de un buen partido. Para qué precisamos al autor honesto. Si no tiene público. Tomaremos a un concursante que se exprese en el idioma que el público emplea. Y sentirá que es diferente cuando se haya extrapolado de la misma gradación. Del mago. Como la espuma de la cerveza que acaba de desaparecer.

Equipo de salvamomento

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En Santander había en un caladero socorristas que entrenaban. En la mediación gélida, a perros lanudos a sostener suicidas como la estrella que engancha el cielo. La marejadilla no achantaba ni a los mirones que copiosos aplaudían el espectáculo. "Un perro es capaz de salvar la vida". Con la educación veleta que no regatea la técnica del héroe en el instinto que cuece, igual que un bombero de estriptis en una despedida de solteras frente al volumen instinto capaz de socorrer al ahogado. Supongo que somos perros de agua que a través de la regata nos guarecemos de la ingratitud pinácula, del desdén, del hipertiroidismo de flotar a la deriva. El can salta. Y con pericia te prende en la solución salina. El alma tiende loba o hiena a lanzarse al vacío de platos y a veces te auxilia quién menos te lo espera.

Verano

Existe una hora de peligro en la cual el sueño se lanza horizontal a la noche. Y te quedas de náuseas contraídas en posición fetal hurgando en la pared la luna               que nunca osa a saludar el silencio. Algunos muebles en dilatación y ruidos de verano de domingo en puertas de la jauja. Con tus duendes paralíticos. Y hadas saliendo de la reunión de los astenios que beben a escondidas el vino que la vida ha deportado. Anude de la soledad con dramas como estaciones de tren. Y las piernas cortas que se quedan con el rastro de las hormigas. Un tiempo de chupitos y el atrevimiento de escribir la nota poética de tacones escuadras, de bragas con el elástico fofo de un libro llamado "odio". Nunca llega a descender de mi guerra en la parada. Se queda quieta como un búho con el cuello roto de los que se cuestionan. El beber de la ciénaga para morir de sed. Un poema con cantos de pájaros. Con la creencia del que reniega ve...

Bruma

Paseas al lado de anguilas que muerden la manzana de tu pena. Pena de maíz quemado. De leche agria cuajando las esquinas de los senos. Que contienen el plomo de tu congoja en la tóxica conjetura almendra para tallar balas que tirotean el revés del tejido hasta convertirse en un colador de agua. Has sentido alguna vez la esperanza. Traducida en un eco de posibilidades. La voluntad de lana y lepra. El esperpento de los que miran al cielo buscando el dolor melocotón de lluvia que no llueve. Mayo de guateque con los silencios de los cuchillos dibujando heridas de peces moribundos. Supongo, que fenecer para unos es matarte en vida. Atropellada bajo las ramas. Y el cuentakilómetros de un corazón perro guía. Ver un sofá en llamaradas, la espuma chorreando el llanto de un pescador. De una madre vestida de reloj atmosférico detrás de la niebla.

Correcaminos

Hay palabras tan hermosas que pierden el sentido. Idas recorren los silencios de los útiles. Y se quedan como una montura de caballo sin jinete. Tal vez su galana parezca un frasco de Lexatin que ingerida florezca en ojos botellas y respiración neumática. Qué cura más extraña la terapia de un nombre. No son más que reja de forja con entuertos. La dosis para el débil que flota en medio de la piscina en un hotel en Benidorm. Un nido de chatarra, de tapones y ramos azules. Que bien suministrada con la lengua y una boca avestruz convierte la cima ridículamente en meseta. "Amor, estoy contigo" "Nunca te dejaré en el combate" "Ven, este abrazo de trigo no se compra pero tiene el oro más estúpido del Boulevard " Palabrería poética pero que el ser humano precisa como un suero loco que inyecta una razón a esta carne de agua. Y de sequía.

Juny

La madre de Junio. Los pasteles revueltos.                 El sol bochornoso en medio         de la quietud del                  gozo. Las playas descuartizadas. El bus obús y la cuestión del sol, circulo amarillo-toro con boquilla y estuche de plataforma. Niños descalzos colegios desnudos sedimentos de palomas en el reflejo del charco gente lila en el bar cometas primerizas lorzas doradas y sardinas de lata pasajes e Internet en la saturación de los ángeles. Barrigas preñadas, besos con sabor a café, fe de primero de mes, pagos y piojos, fiesta sin Ford. Guateques, birras, Rock. Junio, Junio, Junio. I love you.

La herradura

He abierto la caja de herramientas, con el intento de hallar un abalorio que pueda sostener fuerte en los muros las caricias, los besos de tornillo para el destornillado humor de los amantes. Sin risas no hay patos en el W.C. Y los laboratorios de bata blanca a negrura abatida conocen tantos tipos de muerte para una sola muerte. De lunas inservibles. De útiles con el óxido de la espera. Que su nombre no importa. Decirte es un verso demasiado trillado. No tengo más que unos alicates que no vuelan. Y esta sonrisa que pega en pocos segundos de contacto la pesadez de inventar caminos. Busco entre las llaves. La lata cortante de tu lengua. Los clavos. Las chinches. La leche. Una construcción que sirva como casa de maletas. No me importa el excedente de cartón. Las pausas del taladro ante la injusticia divina. Te quiero. Como un golpe de martillo lleno de peces. Del mercurio planeta que deforma al órgano. De latir. De amar. Sin protección alguna. En esta caja ...

Milán

Ser poeta no sirve para del corazón borrar el nombre. De las cosas que nos hacen daño. Sobre todo si una vez fueron remedio y vacuna. Escribir hasta convertirme en una cebolla y caer en el charco aparatoso como las palomas que tienen protuberancias. Con sus plumas del color del desahucio. Y que beben la contaminación de la carretera. En un engaño de ciudad. La de un farsante de pájaro. El creer que el agua benigna, la fuente de un mal bicho, nacía del manantial. El infierno se manifiesta. Y las corrientes dejan fritas a las moscas. No tener miedo y sin embargo temblar de sino. Morir de sequía. Y esperar el tumor de tranvías agasajados de lociones solares. En este violín que mira la noche. Y los ruidos de casas abiertas al hueso. De un mar que no piensa. Y un poema que se clava en la garganta. Si la vida era un desierto. Por qué diste de beber. Por qué pintaste la dalia que sagrada luce el cristal de los alcohólicos que ya no bebemos ni una gota de ...

Mejilla de noche

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Me besas en la mejilla como un pasajero en lista de espera. Impertérrito perro de cal. Y mi boca se queda pelusa en un teatro sin butacas. Si supieras las veces que te he sido infiel tus dientes de hiena serían estalactitas de iguanas que con la cobardía genética cubriría de epílogos las historias del bar. Con el albañil el día que se rompió la luna. Con el carnicero la noche que dejamos en la nevera el pescado desangelado. Con la chica de tus películas perno, esas que visionas cuando duermen las suegras. Con tu hermano. Con tu monstruo favorito. Vil y despiadado prospecto a la mesura de tus maniobras de intermedio. Peor que el ricino de uva. La piel de las tiras. La sal de mi lengua que tiene restos del sexo de los actores de cine que habitan en el televisor.

Adicciones

Le he visto en los ojos al muchacho la luz de una cerilla frente a un bidón en una expendedora. Iba tan colocado que de sus estantes ideas locas caían con el sonido de la granizada. Lo habían pillado antes de cometer el delito en el momento que su madre lo trajo al mundo. "Serás el corcho de las cañas. La carne envenenada del rebaño". Con el tatuaje-cosecha de su trance con la malicia de los transeúntes. Parecería un zombie sin audiencia justa. Un títere de este poema de consumo. Yo, le hubiera agarrado del corazón y de un soplo hubiese aireado el hierro que tajo le cuelga de la garganta. "Oye amigo, ven y respira de mi boca" Escuché sus latidos. El miedo drogadicto del poema suicida. Y mi abrazo agitó las alas con el parpadeo del semáforo. El amor que nos vuelve majaretas. Asesinos ladrones. Mercenarios de un algo a cambio de la dosis. "Entiendo tu ladrido de niñez, quisiera salvarte pero el fuego ha incendiado la gasoliner...

Ráfaga

Sujetas al poema por las extremidades. Si te quema quizás hayas logrado la medianía la intención de hurgar dentro de algún mutante. Unas palabras como el amor más trigo que colman la ansiedad de este despertar de bocina. Con la taquicardia, en reguero de estrellas y una cama como una roca anuncio de la marea. Yo creo en las personas. Y en el color verde del campo. En sabor escama de la sal y el vuelo de las tortugas. Creo en el amor de farol aquel que ilumina la calle de los vinos. Y no truca el beso por infamia. De perros con la cuerdas vocales seccionadas. De ropa de ácaros. De frío en el infierno. De muchos trenes. Prefiero el colibrí de la paciencia con la galleta que se disuelve mortaja de leche. La moto que frena justo antes de atropellar a la palabra. El desprecio gato de un pez frente a los asesinos. Y te pregunto y te vuelves oruga. Hiena reflejo ante esta tripa de alga. Y me repito que yo sé perdonar. Que la luz no ha llegado y la cegue...

El arca de Wislawa y las bibliotecas

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Nunca imaginé la repercusión del libro, El arca de Wislawa de Ediciones Torremozas. Y la verdad que hay días que las cosas vienen contracorriente y la fatiga de apostar por aquello que es más espiritual que tangible te lleva a cuestionar el camino elegido. Soy sencilla y pienso que escribir dignifica al ser humano. Tal vez no viaje jamás a los EEUU, pero allí están dos ejemplares de mi último poemario en las bibliotecas principales de Washington y Nueva York junto a otro en la Biblioteca Nacional de Madrid.   La posibilidad de qué exista un ser que pueda leerlo y sentir mis montañas rusas y la conexión Wislawa Szymborska me hacen sentir que hoy aún no me rindo...

El mal burgués

Qué debe sentir una mujer en la guerra, con su familia desaparecida. Con su casa hecha ralladura. Me lo imagino...con su piel por saco. Y los ojos entre los dedos para negar la realidad de los francotiradores. Los perros muertos. El pozo ahogado de cadáveres. El vientre como una sábana retorcida purgando la hora de la sangre. Creo que siente que todo tiene un fin. Que los pies se han convertido en cera. Que el amor de tu vecino por un mendrugo ahora se ha transformado en una serpiente. Una mujer que ha sido arrastrada por su propio pelo. Que huye por el bosque en busca de la frontera. Y que hace nudos con sus miembros para que la hemorragia de la memoria no vaya manchando el camino y los saqueadores la encuentren. Estoy escondida bajo un coche. Mientras los gritos han perforado las ruedas. No quiero salir de este falso cobijo. Enmarañada a un motor que emite el calor de una cerilla. Tenemos las dos el cansancio acumulado en las alas. Y la determinación que...

Desesperación

Qué me cuidaras fue lo que hizo que me enamorara de ti. Siempre arrastrando mis lesiones por el mundo, reportando la piel para contrarrestar el helor. Y ahora vienes con una antorcha a incendiar el nido. Que puedo hacer sobre esta ceniza que me ha dejado paralítica en el sofá. Viendo una persona que no conozco con el tedio de las termitas saciadas de morder la misma madera. Un monstruo infantil que ha salido del libro de los muertos. No te reconozco, yo que te he enseñado cada uno de mis cadáveres. Qué has sanado el hueso para romperlo con el abatimiento de las bestias. Yo que confié en tu persona y te mostré los caminos de hoyos. La pena que recubría cada palabra. Nunca pensé de tu abandono. Que construyeras un castillo conmigo en la parte exterior de la verdad. Creí qué éramos viento, lluvia y peaje. Qué nuestros pasados y rarezas nos habían unido como una resina suspirando entre la costra. Llevo un par de días enferma como Ofelia con las tripas devo...

Yo creo.

Yo creo que fallecemos en varios asaltos. Morimos cuando la persona amada nos ignora. En una muerte agónica. Cuando le hablas y no te contesta. Cuando esperas y no responde. Entonces sientes un dolor cancerígeno. Que te oprime contra la cama. E impide respirar con la hemofilia que mancha la ropa. Percibes como un yo tuyo, y nada más de nadie, se desintegra y perece como un pescado en la orilla de la noche Notas un sufrimiento tan divo. Un mal que duele triple. Sabes con tristeza que un día ese corazón habrá mudado por otro corazón. Y ya no sentirás más que la paz después del terremoto. Pero entre el proceso del asesinato y la nada, uno muere sin remedio alguno.

Solfeo

Créeme sofá de dos plazas sé lo que sientes cuando te dejan en un descampado. O te arrinconan en un garaje para ser el juego de las arañas. La tapicería con las brechas de los días de los besos con la espuma que de tanto ceder se ha convertido en un roedor aplastado y mudo. Créeme sofá, que sé lo que significa que te oculten, bajo telas de relieve. Para lucir hecho órganos en el contenedor de la periferia. Tener la espalda de silla. En tu oficio de proteger del cansancio y de la enfermedad. Con quemaduras de cigarro. Con el cupo marcado del aborrecer. Ponerte en el lugar del otro para soportar el peso existencial. Créeme sofá de dos plazas. Qué no tienes piernas para salir del incendio. Yo huyo, tú te quedas quieto. Y esta noche los bomberos han dejado el móvil en casa.

Avisa

Tenía una extraña forma de querer como lo hacen las avispas al árbol. Si en sus baldas nido las flores. El bicho te acurrucaba entre su aguijón y sus ralladuras. Y cantaba silbidos que hacían recordar la caricia de una madre a un niño. Parecía que era capaz con el estigma alado de los insectos, competir con las nubes Y proteger del sol. Y guarecer tu escuálido de la lluvia. Pero sin flores. El dinero de las plantas. La avispada nave no hace pactos de ternura. Suele clavar su espina. Y te deja sacrificada en un andén de autobuses. Esperando que el sol queme. Que la lluvia te ahogue. Y te miras al espejo de la marquesina para apreciar que hay larvas con el color de la naturaleza. Una azucena no es un gusano. Y las avispas se venden al mejor postor.