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Mostrando entradas de abril, 2019

Borroso

Caminas en círculo. Y me has arrastrado a tu desagüe. A tu agujero maldito. Y yo no sé cuánto tiempo permaneceré en esta argolla. De tiburón sin apéndice acorralando al plástico marino. De cuerpo de alma mala. Estoy asfixiada, de observar este giro de vértigo con peso. De ver cómo ignoras. De notar el abandono. De escuchar palabras huecas rellenas de caucho. De sentir el puntapié en el costado. De caer y no ver tu asistencia. De voltear en una órbita inexistente. De nadar ceros. De llorar a escondidas. De sentarme a la vera de un muerto. De llevar el puñal en medio del tórax. De contar el tedio en tu caspa. De comer con arcada. De silenciar el desprecio de las setas. De dormir sola. De amar a una fotografía. De aguantar tu egoísmo. De pisar la cólera de tus pasos. De volver a casa con nadie. De soñar con tus colmillos en mi cuello. De desparasitar la causa perdida. De comer compulsivamente mi pena. De escribir para forrar puertas. De lo que me estás ...

F

Has perdido una letra entre la jauría. Un percance similar a cuando te restriegas el ojo. Y cae la lentilla en una discoteca. Porque no es igual río, que son río, que Frío. Una letra cascote despedida en el impacto. Qué peligro extraviar la letra eje de una palabra. Del eco. De aquella misiva telegráfica. Río puede ser incluso una sílaba en el bosque que no encuentra el camino al albergue: serio, funerario,literario... Frío  con la "F" díscola, meteorito en órbita o con la imprecisa definición de persona de carácter efe que pide con la cabeza sumisa un abrazo. Qué más quisiera yo. La "f" en magisFtedio, en ménsFula, que va funambulista con su actuación sosteniendo su pérdida. F,f,f,f y f. Busca asociación indebida. Facultad, fresa, familia, feliz. Esa es la casa que quiero para mi duda. De letra oculta. De letra huida. De letra F-antasmagórica . Fin o no fin esa es la cuestión. El fin jamás debe justificar los intermedios. Fistór...

La mayor riqueza es el aire.

No tengo ninguna canción que regalarte, ni siquiera un estribillo o el título de un top ventas del 83. No existe entre nosotros la película de actores con gomina donde nos cogíamos de las manos. Ni cartas de amor en papel verde. Sujetando una espantosa quimera. De perfección edulcorada. Soy arribista del corazón que no tiene ni un portal donde cobijar la ternura. Y la música que puedo ofrecerte es el silencio del amor verdadero. Del cine la tos que hemos compartido. Y el olor a sudor. Y las heridas con yodo. No hay más que la realidad mundana de una mujer que poeta taladra el tuétano del tiempo. A veces cansada y dormida de que los recuerdos migren a fotos de tonalidad sepia. Piojos y cataplasmas. Pan duro y salas de espera. Créeme lobo errante. Prefiero una semana en la tierra que tanta falsedad bucólica. Porque no tengo canción. Pero  sé  el idioma  del ser humano. Y el amor lo cura todo. Hasta lo que no existió.

Stitch

Qué te parece si escribimos un apunte de la razón ida. De todos los trastos que unieron nuestra perra existencia. Del motivo de que un viernes a las siete de la tarde. Cayera en la dinámica de que tú eras el único hombre del boulevard. Y yo sujetara mi corazón como una raqueta sin pelota. Volvamos al río a nadar desnudos de espinas. Y a compartir la ciruela con su hueso para recordar la frescura de los transeúntes cuando chocan contra los autos. He recitado el poema y he sentido que eres un cabello puente de estaño. La letra sobre el escote. Guardando el equilibrio con la respiración primate. Para vernos con gafas nuevas. Y creer con los ojos de abril y soñar que mi pabellón  oye tu pecho y no el vacío de un colchón de espuma.

Orificios

En las urbes detrás de los edificios comerciales existen puertas para los empleados. En su apatía crecen a espaldas de la belleza blasfema. Y su piso cítrico compite con los extranjeros de la vida que a su tabaco fuman el descanso sin descanso. Aberturas de bolsas calientes a callejones de cafés de brandy. Que en su liturgia sirven de poro a los que en la rueda la fortuna ha hecho parche. Lúgubres. Catéter de oxígeno y de tierra en los ojos. La salida de los trabajadores contiene ángulos donde las cámaras no los avistan con sus lenguas. Los escritores en sus zulos. sin accesos acariciando el cigarro, embalaje de nuestra momia. Como el amor que pone cara de bisonte. Y te duelen los colmillos de nadar hasta el todo-dogo que nos ladra sin compasión. Y quisieras salir hacia la calle estrecha. Y fumar mirando al cielo. Y pensar que tengo un lugar para ser sustento del cronómetro. Y tener la paz en vez de la guerra constante de la  edificación sin nalgas...

Fausto

Un perro merodea nuestra casa con su tez de grafito. Y su boca llena de anzuelos. Araña el portal. Hasta trepar con su dentadura al epicentro para roer el vocablo. No le tengo miedo. He visto innumerables veces dicho monstruo fagocitar a la fe colgada del pomo. Que no teme a la hoguera de los hombres del porche. Ni a la coz de la mesa. Ni la sal derramada por el fregadero. Un perro sádico de corazón negro que guía al amo a la autodestrucción más contemplativa. Toma el hueso roto de mi muro. Rompeolas nuez de eslora. El perro mira al cuervo malaquita que reposa en la ventana. "No tengo miedo de ti, abominable mancha con hocico" El pájaro vence contra todo pronóstico. Vence.

Homenaje a la docencia

Los niños del aula han conocido a un poeta. El poeta que no es un marciano, aunque  su forma de expresar es aritmética. Ellos con sus ojos han oído la tergiversación de la frase. La poeta sin "ufo" que les ha narrado la escalera de Lorca. Y otros bártulos del oficio. El ojo de buey de nuestro platillo que mira a la ciudad desde una "butacanclaje". Y llueve neones desde la azotea. Con la necesidad de gritar a la luz. El rugido del motor de la música. La poeta y los niños. En un cuadrado de universo. Con la imperiosa enseñanza que los libere de los ataques alienígenas. Para inventar palabras que salven al mundo de las personas sin corazón con la capa-cidad del desconocimiento. La poeta con su traje de tres cabezas. Dedicado a  Jose Sanchis Mezquita por su gran labor. Y a todas las personas que siguen la senda de la enseñanza y la escritura.

Burguer paper

El negocio fue tan fácil como decir que aquellas hamburguesas eran especiales. Encarecer su precio por la cara a 9 euros la unidad. De carne picada de cerdo y de ternera. Fue tan elocuente como cobrar por lo común una barbaridad imberbe. Amontonar palabras con grasa. Del sustantivo amor. Con el vehículo del verbo. En una mezcladora industrial con el aliciente de una fórmula secreta. Y vegetales cultivados con estiércol biográfico. Mezclar, picar, emulsionar, triturar majar, moler, crear una croqueta perfecta. Y enseñar bellas fotos de animales en el campo verde. El producto de masas inodoro. De consumo rápido resto con. Una hamburguesa normal con un precio desorbitado. Y una tapa de pan tan deliciosa... Y vender el ágape en un local de cinco estrellas con el anuncio del libro del año. "La revelación de la poesía".

Credo

Crecí al amparo de una educación "archibeata". Me enseñaron a amar al prójimo indistintamente Y soy capaz capataz de compartir el pan de mi cuerpo. No siento ningún serrucho que coarte la libertad del sujeto pasivo. Es tan fácil hacer feliz que nos complicamos en un pez segundo a vapulear al externo. En una sábana de Superman y manchas de pecado tan evidentes, que por amar en polifonía no voy a avergonzar. Ellas en el coro, monjil extenuación del momento, cantaban "amad y seréis amadas. Compartid y multiplicidad" Mientras voy a regir el predicado de las ínfimas lecciones. Acariciar animales. Comer con las manos. Sentir tu sexo.

Otro día de rain sin Prince.

He visto un gato encima de una maleta. Y he leído la biografía de María Zambrano. Cuatro días de asedio, de encierro a causa de una adversa meteorología. Dan para muchos fenómenos. Que si pescan almas, adoptando poses o pises... Qué si un señor muerto revivió con Google. Que ru bín. Que so de tabla. Que loi de leído. Y tú en la efervescencia Y el moco en la laringe. Has consumido un número par de días en trabajos tediosos. Silencio sepulcral como diría el poeta de zarzillo. Con el pijama de Primark pidiendo el sol a pan. Y celebrando tu derrocamiento. De árbol billar en agujero con la bola blanca dando brasa a un arco iris ausente en el gris perpetuo de esta borrasca gallinácea. Has descansado. Te hacía falta... Como un animal de hibernación. Y has escrito un  poemario.

Fuera de servicio

Cofrade pendiente subes ocho pisos de tirachinas, con el ascensor maltrecho. En una escalada de rellanos con macetas amorfas y una ventana que hipócrita se abre a un híbrido de tapia. Y cielo. Con el aire comprimido. Y el asma como un conejo maldito haciendo Pascua a mi respiración de tic. Uno piensa que el amor  es sublime. Qué no agota el peldaño Y que el oxígeno caerá en una hoja traviesa a taponar la boca, la cara, el cuello. Qué  un octavo sin ascensor es una excursión al campo. Y que volar se queda como un despropósito de abeja. Cuesta tanto el clímax de la ascensión  a la guarida. Qué mejor quedarse arriba con las cigüeñas. Y aprendamos a amar que bajar, también, cansa. Y creo que merecemos la probabilidad de respetar y aprender de las roturas mecánicas.

Reseña de Revista de Letras por el crítico literario Jesús Cárdenas

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http://revistadeletras.net/lluisa-llado-conexion-wislawa/

La mujer silla.

El cielo anida en una botella  de humo, esta noche simplificada por la lluvia que ludópata sacia los bebederos a su antojo. En esta  silla con los pies y las manos, en la exposición trágica de que soy esta silla propiamente. El aire se deja respirar. Y parece una nube la lejanía de este paraje. De ciudad fornificada. De luna vómito. De querer soltar y arder bajo el lienzo cosido de la hoja que rezuma en los charcos cantarines. Se muere la gente. Se escribe y se amputa la peligrosa tarea de la inmovilidad de los que reposan. Bajo este volcán de lava-bala, trance-trenza, cobijo de hormigas. Con los  miembros de madera atada al hierro de sus clavos. Y observar el ave insomne que nada en esta tormenta de disfagia. Como un sacrificio poético de fruta en los naranjos de plástico. Y en esta silla insigne: tablero y trono. De la ansiedad que mi cuerpo explora con el entumecimiento del árbol de la mujer que s a n g r a en una silla incapaz.

Quemadores

Cuando queman las bibliotecas. Cuando arden los contenedores. Cuando un colegio báltico es masacrado. Cuando los misiles explotan los viaductos. Cuando el coche con su deflagración es la pira de una familia de Albacete. Y una bomba estalla. Y el sol bebe de la tierra, el fuego contrayente del averno. También duele. Y deja en la piel una estúpida cicatriz. En una alegoría de la libertad.

Ardilla

Vive el muerto y el vivo muere en altavoces de megafonías aéreas. Para contemplar un documental que narra la destrucción del mundo. Dentro de billones, de billones, de billones. Un párpado que se cierra. Un fósforo prendido. El piloto del termo. No existirá más que la tenebrosidad. Dará igual que París arda. Y que las campañas electorales sean despropósitos. Las estrellas eclosionarán. Y la luz se convertirá en ceniza. Un gran incendio para concebir el mutismo. El universo en llamas. Y después la magnificencia de la nada. Negro. Mudo. Ingrávido. Y como siempre la ganadora la poesía.

Dis-ocurrencias

Como un talismán que protege mi cuenta: 1, 2, 3, 4, 5. Él se ha encomendado a mi persona como un santo protector. Una cápsula de penicilina. La codera de un participante de Croosfit. Yo no sé si la misiva la redactó un grupito de querubines o teleoperadores. O un grupo parlamentario. Facebook protege con su ala divina me guía y spam dice y spam muere.

Un libro de poesía

La televisión emite la luz tenue del despertar de los pájaros, cuando una gran bola de fuego se escurre de las sombras. Están anunciando series y miniseries. Como en una churrería dispensan falos azucarados. Tal vez deba con. altivez "taminar". Y hacer acopio del canal que cuenta historias que puedo leer en los libros libres. Libra zodiacal y cuarto. Necesito seriamente poner en mi haber 700 capítulos de "blood" y actores que igual que poetas jadean durante tres minutos la misma palabra. Supongo que por ello, repito descarada: Murciélago. Murciélago. Murciélago. Hasta que ambos respiramos y nos atiende por teléfono una chica de dientes de castor. Para tomar el  pedido de hamburguesas, tubérculos y pizza. La luz que ciega. El pienso por el canal del estómago. No existe el movimiento. Vota, vota, vota. No te quedes embobada mirando al héroe de turno que nunca leyó un libro de poesía.

Tempus fugit

Nos vamos haciendo mayores. Y no disponemos de tiempo. Demasiados coches en doble fila antes de llegar al saludo. Palabras saltando obstáculos. Y piedras que van llenando nuestras bolsas de un tiempo que los ojos jamás retienen. El teléfono comunica. Las cartas no están de moda. Y las vías se separan como pieles incendiarias. Por eso animo al enemigo del espejo a decir los adjetivos que hacen cola en los supermercados. Y abrazar a la madreselva, a la humanidad. Y ser libre ante la incoherencia del estrés, de los barbitúricos. Del deceso. De esta tristeza púa que perfora, en la noche de las costillas reas, al corazón. Vive, ríe, perdona. Y nos convierte en erizos de espinas.

Semana de la literatura en el Colegio Consolación de Villarreal

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Gracias por hacerme partícipe del amor a las letras. Una experiencia maravillosa compartir mi mundo poético con los niños del Colegio Consolació de Villarreal. Gracias Jose Sanchis Mezquita y a  todo el equipo educativo y gestor.

La enfermera enferma

Recuerdo cuando encontramos el ahorcamiento de la salud en el recibidor de la casa. Los cristales se tornaron carbones silenciosos de la pena. Fueron combates con los puños golpeando al cielo. Y las aves con el trino seco por las cuerdas de noches de "gas-as" corticoides. Ahora que los naranjos han hilado de flores sus vientres Y tu compañía me habla de selva anárquica. Bendigo la sal. del nudo. Tus lazos adversos. Y siento que en esa guerra descubrí que el amor viste del cansancio perenne de la raíz en el limo. Porque amar en vísperas de fiesta. Son estampas "dé-cines", de chicles rosas y talco.  Y no de personas que sostienen la cuña del pudor de los árboles con los ojos contando cada puto "goto" caída del suero.

Sólo falta un chasquido de dedos

En qué momento cayó el instrumento en silencios de pentagramas alambres Porque habla la urraca dominó desde el árbol y los coches son puntos en esta habitación de bario. De damero. Donde irremediablemente visiono la huida. Porque puede callar la boca. Los ojos siliconarse con el tedio. Estrechar la tráquea en consonantes sin trapos. De palabras aplastadas por la espera. Que va menguando la luna anula de no poder resucitar al cadáver. Me duele el sufrimiento en la costilla. Y con mis manos construyo el corazón que no late al no ser ni dios ni nadie. Pero en esta retícula apasionada no existe peor mutismo que el de los cuerpos. Cuando uno es enamorada putrefacción. Y el otro un pentagrama alambre que ni te abraza.

Hilaridad

Observa este cordel que parece de un roble la cintura, es capaz de aguantar: Siete casas. Ocho mulas. Mil máscaras. Pero es una falacia porque su médula está podrida de musgo y de virus informáticos. El estornudo de un niño lo puede tajar en cualquier estío. Y la masacre puede acontecer a pesar de ocultar la vista con las manos. Y ese otro hilo, famélica llama, que parece el resultado de un encefalograma de un ángel. Raquítico como un meñique soporta la gravedad del corazón cansado como una delgada lombriz de madera roja. Y piensas que cualquier ave puede truncar su matriz. Ese hilo de araña. De camisa de taller clandestino en Vietnam. De saliva a punto de estrellarse sin cielo. Es poderoso e invencible. Porque la fe vive en su desguace. Y soporta el abandono y el desprecio de un millón, de dos millones, de tres millones de maldades corporativas. El amor parece una cuerda de galgo.

El nuevo juguetito

"Tenemos chica nueva en la oficina" canturreaba mientras limpiaba con lejía los últimos besos. Eso sí que es un buen entretenimiento, el borrar con la esponja el olor que desprenden los bosques japoneses. Uno se ducha y olvida. Y se mofa de la lucidez humana. Los asesinos en serie, suelen cometer esos actos impios. Te degüellan mientras se camuflan de océano, y mastican el nuevo bocado de sushi que ha traído el chico de la moto, con la parsimonia de los leones en el zoo cuando les lanzan el pienso del Carrefour. Pero una que de detective tiene un karma y tres reencarnaciones, sabe que hay titanes sin escrúpulos, capaz de liquidar la amistad por la arrogancia de un estreno "armatorio". Mi madre, siempre me ha avisado. No te enamores de homicidas. Busca entre tantos lobos tu camino que el personaje que abandona una vez lo hace mil primaveras... Y yo quiero a mi lobo bobo de pelo. Y me alejo del leñador disfrazado de cordero. Porque tanto aséptico me ir...

Cabeza de ajo

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La luna, que tuerca mal parida, dispuesta en la noche a enfocar nuestros descalabros. Se mete en el canal y se "pixela" a través de su reflejo, como la cabeza de un ahogado parapléjico incapaz de contar los peces que faltan hasta el día. Sé que las hierbas curan y matan y que los leopardos visten las manchas que nuestros ojos imponen. Qué reír llorando es oficioso. Y que este cansancio de incertidumbre pasea por la casa desnudo. Y si buscara al muerto que cobija este satélite de talco. Y pudiera hablar lo que una ilusión óptica ofrece a los turistas desde el puente. Venerar a más de un tórax no es peor que ignorar el Amor. Paciente cadáver que flota y no es Venecia. Luna de glorieta y del color del espárrago. Qué sabe lo que ha sucedido entre nosotros.

La rosa negra

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Puede la poesía narrar la extremaunción. Donde las ciudades tienen señales de tráfico con el imperativo: Alto. Y en las manos, embriones hambrientos que cuajan con sus cabezas sin apóstoles. El contenedor de la pérdida, custodiado por gaviotas de necias tonalidades. De niños que fuman con juegos de ruedas. Y la rima acaba de matar con dos tiros la luz de cinco dedos que estrella este barrio. Cerca de las olas que impiden andar hacia la verdad desprovista de tanques que rompen las casas de la niñez en pedazos de lluvia. Sosteniendo previsibles el poema-moneda, limosna del leproso, alivio del loco. Comisura voraz del tiempo en que tú y yo fuimos, fuimos, fuimos. Tras la ráfaga epistolar a balazos. Felices muertos.

Necesidad de oficio

Una cree que está en la opción de cambiar las normas. Cuando ogros engominados salen del cuento. Y parecen enanos dispuestos a perdonar los agravios que ellos mismos confeccionaron en la corteza de los árboles. Una cree que el demonio sin cuernos no es malo. Y que los ángeles con alas vuelan en ascensores de aluminio. Pero nunca acabas de aprender el estribillo de la burla de que las plantas trepadoras no cambian. Ellas se enredan esperando la oportuna gota limón del caos. Te dejan tirada en calles lúgubres. Te abandonan en rampas sin freno. Te taladran caricias y de gratis no hacen nada. Ni siquiera el ridículo mordaz de los cortos de la ira. Qué perdonan lo inadmisible. Y vuelven a la trampa de las manzanas más deliciosas de la tierra.

El tío vivo

Cuando cogió su deportivo y derrapó rubricando el asfalto gris, supe que de nuevo se despedía sin palabras. Atrás quedaban la habitación rosa, los juegos acrobáticos de nuestras desnudeces sobre un colchón de polígono, en ese motel descafeinado de Iowa, iluminado con un rótulo tartamudo y el reclamo de una piscina seca. Yo a él le quería, pero siempre del modo más cobarde para salvaguardar al corazón de las innumerables ocasiones en que había desaparecido de mi vida. Pero en esta ocasión, el encuentro fue absurdo, una temeridad por mi parte, ya que en el tiempo que él anduvo ausente con las hilanderas. Yo me desposé con un mafioso que si averiguaba el juego de cama en que andaba metida tatuaría con su navaja el ángel del infierno en mi rostro. Así que sonreí entre las llamaradas del ocaso y maldecí mil veces su nombre, el templo de su chasis y la perfidia automovilística con que había decidido terminar esa relación antinatural donde los momentos de unión eran comp...

La piedra mágica

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Naces de la vertiente de los perdedores en el reguero de la corriente helada la que notas como se impregna de ti entre los arrecifes de tus piernas. Te sientes un poco crónica, un adefesio cromático de sin quehaceres tenues, buscas la amistad en donde se cree que el interés es tu estandarte y te haces a un lado, tan a estribor que caes de la eslora y realmente cuando cortan la "fota", la punta de la arista, te importa un rábano. Tú, poeta, de suburbio. de la entereza de estas manos de trabajadora por turnos. Sabes que Ítala no existe. Qué la pose es un soneto malabar y que la buena intención guía tu cansancio. He mirado al mar moto. Al mar cuervo, al mar poliedro. Y presiento este desgaste de gente que no vale más que un segundo. Y los siglos aparecen en oraciones de difuntos. Nunca he deseado el mal a nadie. Sólo me alejo. y de la piedra que me lanzaron hago un sendero bellota para alejarme de los que no quieren. Así ya no tendrán que igno...