Social

Este racimo que pía

el acicalado pálpito

de una renuncia.

En una gasolinera.

Un pasillo con baldosas 

y un pie que golpea la silla.

Con urgencias.

El traqueteo de un golpe

y una vocal muda.

El reclamo a una poesía libre

que sirva para llenar cazos de leche

en esta sed de sueño

también de ideologías.

Colmar con pasos necesarios

para abrigar al menos un colibrí.

Y a millones de personas.

Sirve de algo está retahíla

de palabras que emulan

un tiro. Y sólo son una traca bajo el agua.

Resucitar a los que se fueron.

Y leer, sí, leer para volar

en pucheros de un mundo radial

y fosforescente

que reclama una identidad 

que entienda que existe tanta diversidad,

que las fronteras fueron un invento

de los que dividen el animal

para el sacrificio.

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