Desembocadura
El caos de una mentira,
el desamparo y la incomunicación.
Sopla este halo de tristeza
en el rostro gris de la gente.
La palabra rastrillo que arrastra
cada uno de los pilares
de la sociedad actual.
En los entierros habrá mítines
y el cinismo económico
del que, en una balanza de vida,
contabiliza lo colateral con la bolsa.
Cerrar el establecimiento por duelo.
Tirar al fango la vianda
por solidaridad con el hermano, la hermana,
"hermanismo" de la marea de los que
subsisten en una sociedad
que te encarrila a trabajar para el viaje
de los elementos:
la sororidad humana.
Aquí el agua no ha arrimado.
Mis papeles están secos casi como este corazón de estuco.
Y, aún, pondrán fecha a los nuevos caminos.
Y los niños no podrán ir a la escuela.
Ni los ancianos a su último hogar de retiro.
Las mujeres volverán a estar más expuestas
que nunca en este enjambre de muertes
y suciedad lodosa.
Un cuerpo, sin piel, en la desembocadura del río
mientras celebran conciertos
o son incapaces de cerrar un evento
por falta de encías.
¿Cómo apiadarse del que obvia lo extraño en su beneficio?
Bebés, perros, infancias, hombres, mujeres, ratones y ramas y ramas y ramas y troncos
frente al logaritmo del enfrentamiento civil.
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