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Trianarts comparte un poema del libro El arca de Wislawa

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Rezagar

Sé que parezco un ciprés a tu vera, un árbol espeso con la sombra tan larga como un domingo laboral. Y que mi ímpetu asusta, nubarrones y tracas, a cualquier caballo sordo. En la cocina asientas la mirada con la réplica de las sillas para con tu humildad nogal decirme que mi voluntad corona el destino. Sé que convivir (con mis ocho tentáculos, los ojos de araña, el pasado de orquesta y el zumbido de mis estorninos) no es fácil. Para un hombre de raíz café y manos palmeras de nido, por arropar en su seno la vela rajada. Del barco que manejas y el peso del colibrí de la decisión mundana. Yo te admiro. Soy yo, la que te admira, y te venera. Porque sostienes mis sueños, y haces que el verde brote de mi esperanza. Me he convertido en un Centauro. En ti, y apropiada te cobijo. Árbol alto hasta el satélite 2467-Z. Pero no olvides Amor, de vaso, y hombro. Qué no hay árbol que resista sin la tierra, mina de pez. Tú, Amor, eres el espacio de una raíz que te pertenece...

Evidencias traumáticas

Evito el manual de instrucciones porque la calderilla no sirve para que ruede la máquina. En el desahogo. Escribo con la reserva, con el descaro. No hago balances ni plancho la palabra cien veces. El título de jardinero lo perdí en una apuesta de gallos y podo con la exactitud del ostracismo. Así que mi verso es libre. Libre de todas las consecuencias. Impura domino nada con ron altero cada ruido, poso y radiografía. El amor representado con la espera en la cola de Inditex un día de Black Friday no me convence, prefiero, el sentimiento de la agonía poética una gélida noche sin ángeles con un chico repartiendo las endorfinas del parado de larga duración.

Di luvio, luvio he dicho

Esta lluvia de humedad sobre la tersa piel de los coches, con la metáfora de un paraguas arácnido con su tetraplejia industrial. Me sirve para enmarcar el sentimiento del débil. El temporal lo ha desnudado de su tela y los medios escribirían de él sobre la consecuencia de no ser lo suficiente castillo para el viento. Es extraño observarlo solo en el contenedor cuando apenas hace un segundo protegía del agua y era asido con el cariño que los ratones amamantan a sus crías. Parece un poeta expuesto a la verdad. Un artefacto en un museo de arte moderno. Mojado la lluvia lo máximo que le puede acarrear es el óxido. En cambio en la naturaleza la rama amputada por la inclemencia aún con la mella y el descalabro puede enraizar en cualquier patio. No todos ante la decadencia tienen la misma móvil cobertura. El paraguas tarántula. La rama que a pesar de la herida puede fraguar sobre el asfalto. La vida de unos, la vida de otros.

Somnolencia

Existen noches de paredes de gotelé de paseos funerarios con la saga de los sonámbulos. Donde un sueño abre los grifos e inunda tu cama, la voz que te pesa, la cuerda que soga o sostén te balancea acróbata como un anzuelo del destino. Un sueño, de cartones de leche, de valeriana y de olas de tela. Que crees en él obcecada aunque los ojos en llamas ardan de espalda libro de lloro en un lavabo en una estación de fueloil. Aunque los puentes estén rotos, y el coche haya sido saqueado por los maleantes. Un sueño de espora alacrán, de agua en envase reciclado, de pausas frente a la ventana mientras los niños corren hacia Mercadona a comprar golosinas. Con los brazos de estuario y el corazón poeta, donde tú eres lo que debes igual que la flor que nace del vestido más bonito del mundo. A pesar de la lepra. De los dedos que te señalan, de los premios fallidos. En madrugadas de trajes leves y polillas en rincones de habitación. Sí, tengo un sueño. Que recorre con su...

Defecto óptico

La nieve resulta golosa a los ojos que de su punto crea camino. Pero, su ternura, para los patinadores sin experiencia, desemboca en un trago de contusión ósea. En el espejismo de infestar todos los escaparates, un microondas para el consumismo cíclico de masas de pan fletos en manos, de pajes arrastrando carritos de compra y cartas escritas con la tipografía de monopolios y duendes. En los libros hay una respiración oculta bajo sus hojas como un sol que nace dentro de nosotros porque ese gesto nos libera del colmillo que desgarra el bélico gen engendrado en tundras de colas y púas. No puedo hacer nada ante esta nieve que cae letra a letra borrando al pájaro del árbol, anocheciendo el recuerdo a su paso. La necesidad de hidratar el cuerpo leyendo. Como un bosque en Oslo y los telediarios, y las muñecas, y las colonias, y los cantantes de saldo. Con los repartidores de ofertas. La nieve con sus balas. Los libros dispuestos a ser amados. Entre la vista de u...

Linaje proscrito

Mi madre, ha comentado que la hija de la roca (madrina) está ingresada en un sanatorio. La locura que establece su código en cada gameto, la escalera del gen que corre óvulo tras la luz cal. El manicomio con brazos de mercurio con maquinaria aplastando del limón un "injugo" riachuelo. La bisabuela que pintó de alquitrán nuestras heces. La poesía que cobijó la demencia diluida en vasos lácteos. Antropomorfología de esta fresa que zarza-ingiere la lucidez del que no se atreve a proclamar la maldición y reza para alejar el oscuro pensamiento del demonio. 

Sumario

Enfermé este verano y la cortisona volvió a convertirse en una ama de llaves que permitía abrir los pulmones a un jardín de geranios. Luego el dragón me echó de su cueva y no hay madrugada que en sueños no llore que una madre te despoje de su vientre. Sé que los trenes al atravesar las vías mutilan pequeños insectos. Qué hay pájaros que olvidaron sus alas y viven descuartizados en cámaras frigoríficas. Cualquier acto implica una catástrofe y debo extrapolar este clavo que sostiene mi pena. Para expulsar esta tos muda y crecer en las afueras de un vertedero de palabras. Grito cada día con cada poema y me gusta dormir con dos pijamas para constituir este frío y tener la sensación de que la cárcel planta sus paredes en cualquier esquina de mi cabeza de chorlito. Me avergüenzan los piropos porque retruenan en el espejo las afirmaciones necrosis de que yo no era digna de nada ni de nadie. Por las mañanas me quito un pijama y aparece otro. Parezco una oruga...

Revival

Quién no tuvo de pequeño un pijama rojo con ribete azul, que llevaba un carácter bordado. Y era un kimono de poliéster, para el sueño. Quién no se detenía veinte segundos, veinte parpadeos, veinte suspiros, a mirar la manilla de la puerta que parecía que se abría a todos los espíritus. La primera hamburguesa procesada. Y las pupas con mercromina. Y el cassette de los Hombres G con su jersey amarillo y un Ford Fiesta. De colores conformamos los recuerdos. Hacemos punto de su estrategia. Y nos hace sentir que el otoño teje con madeja de envoltorio de Bimbo. Me acordé de sus nudos en la hebra. Y me hizo gracia que ese pijama pasó a la historia de los que luchamos siempre desde la inocencia de la capacidad, de la empatía, de la loción antipiojos y el olor a Nenuco con veinte años, veinte suspiros, veinte parpadeos, veinte y no más. Y el miedo en el pasillo y que siga lloviendo sin nosotros.

Reclusión

Una cortina con estampados cubre este ventanal de los ojos edificios. Aislamiento de la mirada cuarzos de gente lanzada en sus divanes y el viento que trajeado levanta la hojarasca artificial de la prensa. Este secreto a espaldas de la voz en un sofá de gente y la compañía de un televisor de agua. Con la piel de pijama y el cabello sin manos entre la división de un libro y una carretera. Por eso ante los avatares y el sarampión de la pena la ninfa se recluye con la decisión aparcada tras los cristales sin que nadie lo se pa y estambre. Flor de noche escritorio de poesía de nevera.

El estanco de la poesía

He lanzado un cigarrillo sobre tu losa. Sé que te gustará la idea. Y no he sido la única persona que en esta vigilia mestiza de miedos ha escogido para honrar tu cuerpo nube (la fugacidad es un cúmulo desvanecido en el cielo) tabaco junto a los candiles. Camino al bosque santo puestos custodian, ofreciendo cristales y cera, flores. Como un preludio a los árboles de pájaros y a un aroma capaz de erradicar el olor putrefacto de los inexistentes jarrones con agua. Lanzar un cigarro puede ser una osadía para un neumólogo e incluso un chiste al cáncer de pulmón que te arrebató el fin y el principio. Ayer me acordé de ti entre los que ya no están pero siguen guiando los recuerdos. Porque conozco vivos sin un hálito y muertos que desde la memoria te reconfortan en la psicosis. Una madre puede adoptarse. Una hija que respira ser un muerto. Una taza de leche igual que un poema. Por eso te he traído un cigarro porque la felicidad mata y sé que aunque lo hayas dejado, fuma...

Ramillete

Preparé un ramillete para depositar sobre el lecho azúcar de mis muertos. La música viraba y la vela con su envoltorio caramelo esperaba ansiosa la luz en esa inutilidad de no amar lo tangible y enaltecer a los ausentes. Pero sabía que aunque cruzara muchas calles, un mar cortaba la tierra donde yacen aquellos que de niña fueron un alcázar, desaparecido de arena. No podía tener más consuelo que recordar la belleza cerrando los ojos hasta que el temblor atravesara como la radioterapia la atmósfera. Y el camposanto tuviera la desfachatez para honrar a mi árbol de variz; de dejar crecer las malas hierbas en un jardín de rosas. Y ante la insolencia una nube tuviera ganas de llover a mares.

Frío

El frío humano emula la peor borrasca que puede sobrevenir en un hogar. La indiferencia a los pasteles. La alfombra limpia en la entrada del portal. Que no te visiten los sueños. Que la pecera sea un estanque. Sentirse solo. Como un árbol sintético en el hall de una clínica. El frío de la pausa. Del desapego. Hielo de sangre. Un corazón con la válvula en distinta temperatura. Tener frío, y no sentir tus manos. Sosteniendo la lluvia que entraña fluye dentro de las viviendas vacías. Dar luz, brasa, un poco de música a este quebrantamiento. De enchufe marañado. De cuerpo enfermo capaz de sobrevivir a la luna desplomándose. Soy lo suficiente, en la comisura. De una boca. Tus ojos gélidos. Tremenda estampa nevada. Este frío que mata. Y no quedan más vidas. Te necesito más que nunca. En esta ventisca o venda.

Meteorología

Recorres la mañana en el itinerario poético de acabar en la misma calle. Con el clima que se refleja en los peatones, ataviados de pétalos textiles. Esquimales de peluquería, bañistas de tirante y sandalia en una procesión petrolífera de no admitir que la regla (escritura) no existe. Para qué la manta. Y esconder la piel en un poliester. Si el corazón tiembla dentro de la semilla tortuga. Cruzada del asfalto con el convencimiento que la lluvia fosforescente saluda la acera de señoras con impermeables y niños con caras de naipe. La Avenida Valencia como la variz de un cuello con el murmullo de la gente, indistinta de prendas, llamas de un poema que atraviesa agridulce de los pies a la cabeza sin tener un abrigo de familia.

Gracias por estar conmigo y apoyarme

Sólo tú haces que la bruma sonría cuando sentados a la mesa me sostienes con tu índice. Tus manos que recogen bélicas, que juzgan con tus labios y que a los muertos reviven con absueltas las manchas que vuelan libremente. Porque no hay tribuna para la demencia del que ama sin compromiso. Comemos cada uno de nosotros como el soldado que ha derribado una casa. Sin la mención al perro que murió bajo las ruedas de un Fiat o de las cucarachas que anidan bajo las baldosas del bosque. En ese cambio de hora no existimos y somos la purga de la pena. Sostienes con tu índice la esfera del mundo para beber cubiertos de sal la conversión de las ciudades antorchas. Qué importa el nombre de Chernobyl. El ascensor detenido en el sexto. La flacidez del sistema. De la mesa a la cama. Si entregados el animal gris golpea. Y no precisa más alimento que la certidumbre abrasando las pupilas. El amor. Que muta lirio en cada poro.

Fin de obra

La travesía fue espantosa lidiando nuestro buque con embarcaciones llenas de cadáveres. Lunas flotantes de sarpullido con la marejada soberbia y los trapos adheridos al hueso. Me consolaba con un rezo de escuela. Cuántas veces puedo contar hasta quinientos y morder las uñas como un hongo dentro de la lengua. Luego llegó la calma y el hedor a muerte se disipó con las algas peinadas a las rocas. Un faro era el único dios presente en nuestro exilio. Y la piel el mapa de un enfermo bajo sus vendajes. Descendí las escalinatas de la historia y en el dique no hubo ningún ser que aguardase mi llegada. Eran hoyos sobre el asfalto. O tal vez las piernas de chapa que se astillaron con una espera fraudulenta. Parecía un banco en el puerto. Una lata de cerveza después de la ronda. Un monumento de escayola ante la voracidad de los que abrazaban a la fe después del naufragio. Lloré como lo hacen las hojas de los árboles después de la lluvia. E intentando borrar las imáge...

La pena con sobrero azul

Una espiga de mi pecho hurga cada poro abatido por las alas. En la acequia cerca de una factoría petroleoquímica de vertederos y carros de súper con el vacío de los cráneos. En esta niebla de ortiga de carne y un dolor metido en cada aro de vértebra. Tú que escribes obras de albañiles zafiros al moler el café con tus manos de cemento. Donde un abrazo puede salvar la vida y te acostumbras a la bulimia de las palabras de esta soledad fingida entre el papel y el punzón, como un cuerpo suicida después de saltar al río. Henchido de los dientes. Frío de noche. Amputado del amor que priva la dolencia. Por qué de cuántas maneras puede un alma morir. Para recordar que llevas sobre tu sobra una marca importada.

Doce

Admiro la imbatibilidad del cuponero de la O.N.C.E. que a pesar de las obras en el súper nunca movió sus bártulos y aguantó heroico grúas y polvorines. Este hombre árbol en su nido verde ha soportado el vacío de los compradores aunque su ceguera le privara de ver el coloso en llamas. El oído ha sido el sacrificio de una estampida presupuestaria para reformar unos bajos y hacerlos más modernos como el que cambia de abrigo. Por eso valoro el amor y la constancia, esas que todos observamos desde lejos porque sufrir es el canje. Así que entre las ruinas y el estropicio de mis poemas ofrezco "uno para hoy y tal vez nunca" con los ojos en órbitas celestes sin importar si expuesta en el exterior la suerte está echada de bruces. Y anclada en una demolición pienso que el amor vale la pena y el naipe. Por eso no me muevo. Y el poema construye sin salida una nueva zona de recreo. Inmóvil de fe ciénega.

La nana para el hombre que no puede dormir

El duende nocturno con su manto de caricias, sobre tu lecho para dormir bendito. La lluvia dibujando hacia el oído el riachuelo que pisaba descalza tu niñez de los nidos de guijarros. El vaivén de la ensoñación con la fase REM de tilde para que cada músculo sea una hebra frente a la brisa de la boca de los metros. Esta nana que te escribo con el hervor de todos los pétalos. Esta furia de delicada plenitud abriendo espacios a tu vigilia. Del canto para que tu fatiga remita como olas de toldos contra la marea de los azulejos. Duerme hombre. Cáliz y girasoles. Duerme hombre. Romero y sal. Con esta nana de luna.

Existen ciudades con pájaros al amanecer

Amanece necio el día en esta ciudad que me enamoró, porque al despertar los pájaros afilando sus cuerdas trinan como una lluvia acústica a techos y aleros. El café aguado y los dioses que descansan, al dormir aún la política en sábanas estériles. Y algún perro paseando a su dueño legañoso después de la incontinencia. Esta tierra me gusta. Así, sin más retortijones de frase. Castellón me ha dado la calma morfina a pesar de las bestias que circunvalan cada rótula, codo y vértebra de mi cuerpo. Planicie naranja, cuna de la hija abandonada por su madre. Flauta de la tos y guitarra de feria. Aunque la pólvora me haga estornudar y eche de menos el azul y mis tripas mancas. Se oyen los pájaros y a veces me pregunto que si es un buen lugar para yacer después de la carta de ajuste. Porque no respirar donde te repudiaron. Es el réquiem mijo en la espina de una garganta. Y aunque sea una falacia por un segundo pienso que existe mi casa y me abrazan mis hijos con el ...

Hermetismo

Deambulo por el laberinto que se forma entre los espacios de las palabras. Y en su recorrido un gabinete de hechos pueden hacer que frene o acelere. Las ventanas bostezan. Y la calle parece un leopardo que según la disposición de las farolas dan color a su pelaje felino. Viernes de vueltas de faldas y un transeúnte. Televisiones que conforman una galaxia de edificios con gas ciudad intentando topar la senda que guíe a la salida. En este mundo de lunas y ludópatas, para descubrir que quizás habitar el verso, aunque ignoremos la dirección correcta, es un vicio. Y confesar no exculpa de cerrar los puños al entrar en otra sala. Y terminar el poema con vistas al Mercadona sentada en un banquillo para ser juzgada por los árboles que apuestan sus hojas. Los cristales de los coches, reflejo del ayer para repetir la ruta. Y subir donde se baja como un yoyó hiperactivo para alimentar al ego Y ser un poeta con cabeza taurina privando la libertad de su alma. En un ...

El duelo de los sauces verdes.

He vaciado los bolsillos con la intención de encontrar la llave para abrir el corazón de las personas que comparten mi sangre en un cubo de Kubrick, que por muchas vueltas de que disponga el artilugio la cara azul del consuelo no se observa. Una llave que en vez de abrir aprieta el diálogo en un "no" rotundo. Tú que planchas los montes. Y saltas las acequias al esquivo. Que eres capaz de cortar con una mano el horizonte y huir simplemente cerrando la vista. Te has dado la vuelta entera. La piel al revés desafiando a la lluvia. Porque jamás llueve del barro al limbo. Ni las vértebras ven el color de la butaca en que se acomodan. En esta araña que rodea con su cable negro. Capaz de oler mi pesar y no entender ni con Google Traductor que el rencor aniquila y que de su semillero noches de insomnio nacen con fantasmas sonámbulos. Todo lo material tiene una cerradura. En cambio, los niños no volverán a ser niños. Ni recuperaremos los otoños sin aparcam...

Secuelas

Las excavaciones no se tratan de recobrar a la vida antiguos amores. Su misión es similar a la de una manzana y un gusano. Siempre gana la flexibilidad. El hambre frente a la irresistible estática. Por esta razón cuando en tardes de domingo agujereo el papel con la poesía, no distingo si una víctima adolece en mis escritos con su cuerpo silueteado por la tiza; o llueve en el cajón o se asemeja a un flujo vaginal que mi cerebro supura. Entre un vergel de tendones Y libros neonatales que sobre mi torso dormirán en la noche de los demonios. Arañar la tierra con manos campesinas hasta la uve de los que escribimos para respirar bajo el agua.

Muecología

Los domingos por la mañana saco a pasear mis bolsas hartas de plásticos, que se estrellan en el contenedor del reciclaje. Minuciosamente los separo y creo que con el lanzamiento éstos deberían llevar una palabra, un título. El algo de no sé qué... Son semillas contemporáneas de tardes de café con el sol a rayas tras la ventana. De botellas dispares que han regido un minuto de la vida. El tiempo que sí se quema... Olvido en su maraña de tanque para que en una planta industrial de monos verdes los trituren con resonancia de música. Esta tarde me quedé mirando un brick de leche por si podía escuchar las voces que en un ayer bebieron de su matriz. Parece la búsqueda de un latido muerto. E imagino una casa de macetas y ángeles colgados de los armarios de su extracto aluminio. Prefiero elegir el amor de una sala donde servían  primero a los débiles y luego a los de bondadosa luz con niños y caniche. Porque de mis materiales el silencio ha hecho mella y ya...

Completo por explotación

Repites en exceso el vestido de aligerar las causas. Tienes un corazón de fogueo y la poesía que lavada en agua caliente puede sonar a trompeta los jueves. Y los viernes a violín. Tú quieres asistir a todos los acentos de presentación y plancha pero no puedes ni subida a un trono honrar a aquellos que siempre te han valorado. Y hasta a su modo querido. Qué no es un amante, pero, suena a triángulo. Las horas se convierten en espuma de pelo. Y la noche cada día alarga su kimono negro con un otoño que parece el asador de pollos del Evaristo Club Bar. Perdonad mi silencio el cansancio tiene la lengua corta. Y no puedo estirar la piedra que condiciona mi holgura. Tal vez el amor zapato en estanque. Con la ternura anticuada del que trabaja. Y estudia como una mema estadística. Los pies de pasta. De dientes de hoja. Y una voz rompiendo la calle en un coche red y lento igual que un poeta sin viagra: -El afilador ha llegado a la ciudad.

Mella

La gente camina en dirección a la vega. Allí ocurren extrañas cosas mueren los que no deberían y los alacranes acuden al cine a orinar con los pantalones opuestos. Debería hablar de plumas Y de olas, y de la falta a cuadros. Pero surge la preocupación como un diente mal colocado en la encía. La demagogia, del ideal chapado en oro. y se contorsiona por mi pecho como un gusano. Ya sé que debería escribir de tigres atropellados por las bicicletas y los falsos sueños. Pero en mi estado de urogallo puedo buscar apeadero de corral que narrar desde la mano femenina, es tanto para unos y otros la gratuita publicidad de un avance que nos ha dejado en la mismo butaca porque aún sigue habiendo por un grano de arroz setenta alubias en la foto de diez.

Nostalgia

El inicio de y del alfabeto como un sol que levanta su tumor al cielo para que los campos se empachen de vida. Con el cuerpo en desplome constante guardando añoranza en un pañuelo sucio entre las costillas, con la función "cataplásmica" de cerrar la brecha a las palabras que perforan cuando la buena cara o la cara buena muestran al paisaje las ganas de sonreír de un pájaro. En la mamografía presionan el tejido de la intensidad. Te administran cápsulas con todas las letras para crear espacios de aire. De sentimientos que no aparecen en la sección de radiología de un centro. El equilibrio y la mecha de ser una piel que habla. Con la certeza de que el amor es el principio, pero extraviado el tiempo en GPRS, te mueres sin beber ni fumar con la ausencia de todos los que amamos con el mismo olor a bosque. El sol alza su cabeza y vuelves a abrazar la almohada. El amor para el final.

Biamantes

Giro la "anreip" izquierda sobre la rodilla. Hasta el fotograma en que se descoloca con el calambre que la devuelve a su lugar de origen. La pierna "adreiuqzi" sonríe observando mi aburrimiento. Puede ser su hábitat la sala de espera de un médico. O un viaje en tren. Las extremidades hablan a su modo como un pensamiento atrapado. En una playa desnudas vendimiando a la arena serían felices. Una tiene más fuerza. La otra dispone del equilibrio necesario para iniciar el camino. Y aunque a veces no se ponen de acuerdo pierna y "anreip" conviven irónicamente pues cada una sostiene el entendimiento y el corazón.

Daños raboterales

La ropa del tendedero emana el olor del cigarro de la vecina. Y últimamente fuma más de lo habitual porque el suavizante de melocotón se queda en un hueso reluciente y la fragancia huele a estanco o a una noche de discoteca escrita en la tela, eso sí, sin bailes ni cubatas. A veces creemos que un leve gesto no produce una consecuencia. Puede ser como el tabaquismo de ventana. Que ante la prohibición fuma igual que un extractor humano. Sus problemas me generan un problema. Su "smoking-break" de relax es "my war". A veces creemos que un leve gesto no produce una consecuencia. La imagen de aquel divismo que ni te mira cuando le hablas. De la leche con el poso del cacao. De un beso en medio de la lluvia. Por eso leer no cae en balde. Ni acariciar lo intangible. Ni decir con el plato caliente en la mesa: Qué te quiero. Aunque el corazón huela a fritanga. Y no distingamos lo que nos da la paz de la guerra.

Gilituerta

A veces tengo un cansancio extremo y pinto almohadas en la arena. No entiendo las aves sin plumas. Ni a esa mujer que mira falsa e impide el desarrollo del talento. Yo cogería unas tijeras para recortar su mundo del mío. Con tanta voz de serrucho. Y silbato cruel carente de la reserva de una buena gerencia. Pero en este país se contabilizan más políticos que colegios y cerdas con trajes de pegamento. Vender el amor por un trozo de isla. Machacar como una mandíbula el espíritu de lucha. Maldigo necia fascista con música de Rosalía tu pose de verdulera para con mis patatas construir un muro a tu ciudad de pedos. He conocido ratas más dignas y enfermedades de pústula menos hirientes. No soy nadie pero tú no eres más que un ticket de autobús en un charco. Creo firmemente en el karma. Es el consuelo de los ingenuos de la lámpara.

Mercenaria

He conocido buenas personas con faz de ángel demoníaco que te llevan a la luna con su lengua y demuestran que su corazón late el motor de una lancha que atraviesa el estrecho con árboles sin tierra. Viven en un continuo convencimiento de belleza histriónica orinando a través de su ego. Carecen de empatía igual que un plato de macarrones sin tomate. Les hablas y no te escuchan. Con su veredicto hacia los demás de baile de números sin olfatear el cetrino sudor de su falta de humanidad. Este tipo de personas mercenarias coleccionan cráneos de niños y mandan a callar todo aquel juez que realmente detectan que detrás de su fachada sólo existe la carcoma. Vete ya a tu recinto. Dudo que ames lo que se ha otorgado por divinidad de chicle. Porque cuando alguien miente se traga la glotis del prójimo por eso tienen las tiroides hechas de plástico de sillón. Qué asco y repugnancia.

Dana

Si en esta noche de frío los restos náufragos de Dana decoran de lluvia los cristales y arquean los árboles. Quédate en este brazo de mar que ampara el amor más puro de huracán sediento de tierra. De piel que ansía el antídoto de danzas africanas en el viento que nos anuda. Estremezco de ti. De tu furia que rompe a la noche en el verdor de los amantes tras el temblor de las hojas. El mecer de los coches húmedos. Las pecas lumínicas de la borrasca. que recoge tu cuerpo igual que un fruto arrancado de su rama. Caricia de seres que hipnóticos de los torrentes álgidos del sexo, desbordantes desnudeces, en la violencia de la naturaleza frente al ecosistema del cemento laborioso. A dos moléculas que se aman con el jucio final de la música del abrigo a ti, animal nocturno, perdido por la lascivia de los temporales. Si esta noche el nombre de una mujer nos revienta los tímpanos. Quédate con el pájaro y bebe de este trance que hace frío.

Siniestros

Hace días que aquel piso de ojos abiertos sufrió un aparatoso incendio. Con su boca llena de caries y de sus habitantes que rondan la esquela de sus recuerdos con la ausencia. En el chaflán de una finca como un agujero en medio de la comunidad con sus bostezos fantasmagóricos a una calle de jardines. Me detengo unos segundos y miro los restos que el humo cierran al fuego callado. No sé que ocurrió ni la causa de que nadie pinte de azul las paredes. Sin apliques la luz del día intercambia con la oscuridad un consenso. Plásticos bolsos y cartón por el viento matarife despedazado. Ese piso peculiar. Mirando desde su mina a la gente que como yo observa su tragedia. Intento meter las voces y las fotos y las flores y la melamina en este poema. Dar agua a la imagen y a la sequía de la llama muerta. Supongo que el amor de otros visto por una incauta de la palabra es un inmueble con un piso quemado. El problema consiste en todo aquel héroe que sustenta un infiern...

El dragón de jade

La calle viste de jade a la oscuridad que se cobija como un gato enamorado entre los coches. Tal vez si no fuese poeta y el destino cepa hubiese sido en alguna copa nadaría mi ánima para ser bebida existencia por la tuya. En reloj de corazón. Del día que igual que un eclipse cumples años como un lunar próximo de los viajes en coche, de los cuerpos reflejados en la tele. De la plenitud que amaneces cada día. Por eso te bendigo. Y pinto de zafiro el cielo. Tal vez si fuera lluvia. Besaría la puerta de tu mañana. Las felicidades que nacen en los huertos. Si fuera cocinera, ministra y astronauta. Pero solo tengo flores letras. Y mi mejor deseo para ti. En este geranio que sonríe.

Homenajes

No deberíamos recordar lo muerto más que lo vivo acicalar el poema con excesos plásticos que contaminan a los peces motes en el riego del cerebro de cromos libros. Coge el imperativo verbal y lee la antología como un amante de pago y no olvides a las mujeres que escribieron con la sangre de su tambor en bordado de toallas. A los niños que no van a la escuela y que jamás del abecedario columpian. Porque creamos un mundo en cada ciudad. Y de lo que comemos se cría. La soberbia lingüística  y las fábricas de niños que escriben. Un pez de bolso nada de-lante de tu retina y zafia intentas con tus manos atraparlo para ser digerido. La política acuática. Los poemas de autoayuda. El miedo del anonimato con la bendición al muerto del hostigado aplauso. Al amor, al desconocimiento dentro de una ballena. Lee a mares y a ríos. Ganancia de la libertad pensante.

Hay un fantasma que te mereces cada día de obsequio

Si pienso en ti no te quepa la menor duda. Pues en lo no terrenal existes y me complacen tus viajes astrales. Te observo desde la mirilla y reverbero en mi taza de café la pornografía poética que nos ampara. La verdad, ignoro lo qué sucedió. La marcha con el cuervo hizo que llorara tu muerte. Por esta razón cuando el regreso hizo que las calles olieran a ti, azahar y tinta. No podía creerlo. Y aún pienso que es un fantasma el que abre la puerta de su celda y me invita a formar parte del sacrificio. Ahora el amor es distinto y desconfiado porque te vendes al mejor postor y francamente demasiado similares somos. Yo. Te pienso cada día. Y admiro tu capacidad transhumante. Tal vez no sea capaz de decirte lo que mis labios te besan y temo el abandono de antaño. Estoy muerta desde ese jueves. Y tú lo sabes... Vivo errante cobaya y como una vieja escoba barro tu alegría porque no te deseo mal y deseo el reconocimiento que te mereces en este inframundo en ...

Ave cesárea

A veces cuando cruzo la puerta y voy hacia el ascensor como una rama de romero en una autopista. Mi espalda, las posaderas, el crujir de la chancla y un cabello que volátil se despeña contra el piso. Gritan que te aman. Porque el amor se demuestra en las retiradas del chasis. Para que el otro ser de su vientre tenga el árbol. Sé que mis alas en una caja de cerillas molestarían a cualquier Romeo. Y que el ruido es mi vecina y que con unos alicates voy pinzando los pasillos de gotelé, tu nariz navaja, la casa niña de los libros. Y convivir con una tragedia no es fácil, pues, lloro a raudales y mi familia cabe en una moneda. Por eso y a veces. Cuando la nieve cubre tu rostro y habla el hombre muerto. Mi amor de sapo que sólo sabe en inglés nombrar "candy" coge su Troya trolley con sus cadáveres de fresa y la piel de lince y vuelve a su cohete volador. Porque te amo y no sé cómo demostrar que mis pájaros de selva han crecido en ciprés y han aprendido ...

Pongamos que hablo de Septiembre

Septiembre no viene solo le acompañan el catálogo de Ikea, los aniversarios no resueltos. Las playas en amnistía y los estómagos de la noche con Almax Forte. Es un mes caudaloso de vueltas sin partitura y maternidad en la memoria. Tal vez en un septiembre fui esposa, madre y nada. Un adoquine de las vides dispuestas a ser las carcajadas del vino. Septiembre me recuerda a mi tierra. A las alforjas que lleva el asno de mi branquia. El amor cauto que te profeso como una luna que mira desde la cocina y respeta el silencio de tu viento. El día que acorta su lengua. Los racimos de los que amo en música de móvil: para un ciclo nuevo de león que espera delante de su maceta que nazcas Otoño. Porque me da miedo morir con la desnudez de tu mano lejos. Septiembre. Debería llamarse: Empezar, en te quiero lo suficiente para esperar delante del lobo, añoranza y también amuleto. El calor se larga con la publicidad. En mi mes preferido que te dará el fruto de la gente. S...

Hito de pecho

Estas tibias, los huesos de cada caída, descarnadas de la inmunidad pacífica. Duelen cuando el asfalto al pisar la huella forma un poso. Un ticket de la emoción  con la numerofobia del que puede caminar en sueños. Y no precisa de Smarphone ni de sandalias de avenidas con grandes buques inmobiliarios. Acaso no observa el pájaro que habita en mi boca que trina con lengua almatruz el amor del deshuese. Como una aceituna sobre la tierra. Una palabra de arriero oculta bajo el sol del mediodía. Que río me torno cuando llueve y las cañas errantes crucifican los caminos. Los centros comerciales de monumentos de tinte azafrán Con tu amor como un clavo aromático punzón que aguanta la cadera. Porque el amor tiene su taquilla y yo soy de aire. Pero tus ojos amarillos hablan de flores muertas. Y no tengo más familia que tu enfermedad y mi locura.

Bronquitis

El pecho se encharca de residuos del mar. Y noto como todas las embarcaciones atoran el túnel al oxígeno. Cantar no sé y escribir me distrae de las nuevas series de invierno que anuncia una televisión de pago. Puede, acaso el amor comprarse en una timba. Arañar la piel hasta eliminar los antros que tus pies de plomo adornaban con tu indiscutible belleza gris. Siempre has sabido que soy una pobre bailarina sin ritmo. Que bebe con la boca del brick. Que mueve la cama hacia la puerta. Que tiene un caimán dentro de su riego sanguíneo que no entiende el desprecio ni la apatía. Si los cinco continentes guían mi router  y el bosque de alimañas se alimenta del verdadero amor que siente mi ahogo. Dejemos los cuerpos sobre el lago flotar. Aguardando la comunicación de los móviles. Con mi luz en tu pupila de matasanos, de fiera y de urraca. Qué pocas vidas quedan por renta y yo en este árbol me columpio arácnida viendo el veneno amanecer de la tregua. Esta asmáti...

Furtiva

Bitácora de Granada: Furtiva. Tengo el espíritu de la huída pues soy de las piernas esclava. No puedo sostener la calavera que agita dentro del músculo del nuevo jaguar que nacerá en cada viaje, café y transhumancia. Felina. Coyote loco de hilos atravesando la ciudad el día que los asesinos de los ojos tristes aguardaban en Brooklyn una chimenea de desenlaces.

Polilla

Bitácora de Granada: Polilla. El azafrán se ha colado en tu pelo y los labios añoran la sangre, carmín camuflaje del frenesí. Necesitas estímulos, te parieron depredador en un campo de zanahorias y la luna al estar lejos de las coordenadas de las escaleras del Póquer; la pospones para otra estación de autobuses. Nómada que te trocas de arena-jengibre y vuela la palabra hacia la glotis del desvarío, que dicta: "Siempre acudo al encuentro, Poesía. Con las manos de limo y la rótula saltimbanqui, con los ojos centelleantes de alfabeto. Los ovarios leones. La tez más cebra. El corazón de un mono, imposible de detener en su acrobacia".

El aliento

Bitácora de Granada: El aliento. Siempre encuentras personas gentiles dentro de la jauría. Y no sé cómo ocurre? Pero, son un hálito de regaliz que cubre de palomas el tejado de tu cabeza.

Litrenarios

Bitácora de Granada: Luz. Los soles que he visto, ciegos frutos del ocaso, como una fiel escudera han guiado la constelación. Del centro humano de mis paisajes hacia el retorno de la costa lumbar para descubrir la levedad de las maletas y de las bolsas, en este tren antílope con un desagüe azul de zafiro de feria. De Pato WC. Con su traqueteo marítimo sobre la nuez raíz y el poema cazador olfateando el eco para descubrir el nombre en el vagón número siete, entre Antequera y el aullido del río Genil. Para arrimar a la entraña que la víscera no puede evitar ser bisturí de apéndices. "Litrenarios".

Canje

Quería salir de Iberia mas el cansancio era agudo drama asmático y decidí que las forjas fuesen cuerdas livianas en las sombras. Praga me llamaba a gritos y la escuchaba desde el sofá de mi comedor. Pero el cansancio ha acampado en mi pecho. Y el sino ha deseado un canje de divinidad monacal. Granada del morbo inexistente ha sido una fuente de emociones, bolas de carne y recordatorios. Con tiendas que antes no existían de marcas  olímpicas y un silencio de histeria. Belleza hemorrágica y sobre todo buena gente y paz.

Calmal

No sé si el alma existe pero te aseguro que le he visto los ojos. Tu cuerpo en el mar sumergido con la luz atrapada como un eco de color plástico. El cabello oscuro de sal de camino de ola, contraste de piel de hombre que faro deslumbraba el trozo de alma que aún me queda a pesar de los cortes de cuchillo. El tiempo detuvo la brisa que presa nadaba en un recuerdo de faro y espina. De amor contracorriente de las latas que han oxidado en caladeros. De botellas desnudas de bocas. En un instante que nubló al poema. Para que no se empape de olvido. Del olvido de las dunas. Porque he visto la universalizada de los peces. La negrura del agua. Frente al sexo. Y la belleza. Del que abre su corazón al náufrago.

Verde

La tormenta despierta a la noche, matriz desangrada que vomita todas las verdades de los que te dieron la vida. Y en taxidermia te secan el corazón. La lluvia con su esquizofrenia que vuelve lo que ha sido un cielo en una bolsa de electricidad crioniza el estado gravitatorio de los cuerpos en camas revueltas Y en sofás. Y en rostros tras los cristales ante la ira de la madre naturaleza. Y tű qué puedes hacer de tu raza. Amplificar el rayo de los que expulsan de su techo. Para calar cada milímetro de tela. Y ser pulpo en el canal improvisado de la calle. Con las cucarachas corriendo. Con las crías de ratón sobre bricks de leche vacíos. La tierra borracha. Al relámpago que quiebra el árbol. Los caminos pletóricos de agua como el amor de antaño por la devastada vena. Y tengo miedo umbilical . Porque existen casas de papel. Y animales con las alas trémulas. Porque somos diminutas y vivimos con la inconsciencia del todo. Despertar con la inusitada violen...

Luces de neón

Las casualidades no existen Y siempre habrá algún logo bobo que recuerde la noche de la invención del fuego, del vecino del quinto "inagenciable". Y de toda esa comparsa inútil de instantáneas. Porque los genitales se depilan para otros destinos, festines de caña de azúcar, que no son ninguna cavidad de mi cuerpo. Y el poso amargo de tu cara haciendo estrabismo a la verdad más infame. De nuevo usada. Con una maleta de mi mano como si fuera un niño perdido de plástico asiendo mi fatiga. Y callo y miro la televisión. La cortina rota. El polvo. El horizontal medio que tiene el paisaje de ofender la bondad de los unicornios. En este brote asmático macerando tus bronquios. Y las ganas de vivir con zapatos viejos. Preguntado el gilipollismo de los que te aman por conveniencia o escudo platero de anomalías varias. En esta guerra congelada. Que no sé cuánto tiempo tendré en el plato bajo la atenta mirada del foco. Porque te quiero aún estoy sostenien...

Opot

El estallido del topo, expuesto a la luz pública. En medio del desierto de las Vegas con restos de rodajes y el último coche saludando al horizonte con el humo del desierto en sus neumáticos. Un topo-signo como un polluelo lejos de su madriguera y con el corazón como una máquina expendedora de tabaco. Supongo que aprendería a sobrevivir que buscaría el primer hueco entre las costillas y el páncreas, entre la noche y la calavera, entre su pelaje e invidencia. Y abrasaría el recuerdo de la profundidad para inventar el túnel. Por qué un topo y no un perro, un armadillo o un tigre. No lo sé. Imaginé el topo con su nariz estrellada por el miedo que supone salir de nuestra zona de confort. Habitando el subterráneo. Bajo el faro del cielo. Trémulo pero con la necesidad de mutar para no terminar como una brasa de camping. Un tipo Fénix. Sin el lecho de tierra. Rezando en el idioma de los animales.

H2O

Los taxis no son los de antes con sus oratorias saturadas por centralitas y móviles. Las tramas vecinas de novelas, de una consulta terapéutica han pasado a la historia. Los cines con butacas ergonómicas, las barritas de proteínas, los festivos laborales, la luz de gas, los pájaros con nidos de plástico, la fruta cortada, el despliegue del ahorro temporal para qué literariamente: Conversaciones, música de zapatos, silicona y poliestireno... Llegar, descalzarse, tomar un sorbo de agua. Sentar tu chasis con la expectativa de un libro. Y un beso tuyo. Tal vez sean procesados inútiles pero la gota de agua en una tierra árida si topa con la semilla es la respuesta correcta al acertijo de la existencia. Hacer las cosas productivas del alma para crear y no aniquilar. Paralelamente. Paracaídas. Paracetamol. Para uno mismo en beneficio de la vida.

Los hijos de Sabina ilegales

He leído un libro regalo y me he quedado atontada porque francamente muy bueno no es. Qué daño ha hecho el Santo Sabina. Y que pocos poetas, mamados del Realismo Sucio y de la Generación Beat, lo saben describir. Este buen hombre, a pesar de las condecoraciones, desfila una serie de acontecimientos muy habituales en este género. Prostitución con nombres de flor. Mesitas de noche con las marcas de los vasos de whisky barato emulando a las siete lunas de Júpiter. Guitarra sin cuerdas para usar en la puerta de los supermercados para solicitar a las chicas rubias amor. El rollo, en voz femenina, de que con unos calzoncillos de lunares, se hizo un relicario sería lapidado en el estante de la poética como hortero. Pero nosotras debemos con un algodón anestesiar nuestros versos adversos. Macho me encantaron tus tropelías ludópatas y dignas de Julio Iglesias pero fingí el orgasmo en tu libro... No todo vende ni convence en la cama. La lectura.

Rojo y blanco

Creo que el salvavidas ha aparecido en el momento más oportuno. He visto tus últimos reportajes y me he quedado espeluznada de la soledad más demacrada en tus ojos. Siempre la locura cometa que te caracteriza es chispeante, pero considero que llega al límite del chiste hiriente. Y que en particular tu desequilibrio a mi interior le da un miedo atroz. El amor de madre es peligroso cuando convierten a un hijo en una marioneta. O quizás es el amor universal de ampararte en su séquito. Porque eres débil y hermoso. No sé si desde niño cuando tu padre rompía los troncos con las manos. O desde aquel accidente que te dejó en la carretera. Con una bicicleta que fue una pluma de pato. Y una conmoción cerebral qué te despertó niño. Cuídate mucho amigo hermano. Sabes que debes controlar a Sátiro. Y tendrás de nuevo la seguridad de una luz en tu caja de música. Cómo el día que descubriste, también descolocado, que era capaz de amar a más de un ser.

Lecciones de costura

He aprendido del desconfiado que conversa con su propio espejo, qué los abrazos no se computan. Y quién del tiempo hace balance en la contabilidad absurda de los caballos, tal vez, es mejor que viva en su número montado para yo seguir cazando estrellas que no se venden, pero, que de la fe un estandarte hacen. Mientras la fuerza en estas piernas, cruzaré a nado desiertos y escalaré hospitales. No puedo ofrecer más que la pureza del corazón que el diablo busca. Un pan duro con un toque de sal frente al bogavante que murió en agua hervida. Un tronar de rata previo a la riada dantesca. Un latido en alto que vocea: "Todo lo que tengo me cabe en un dedal"

Sombras, sombreros y sombrillas.

En los campos la noche se acuesta en las horas bajas. Con la compresión del alien-tórrido y los edificios de maquillajes, de la fotografía que expuesta trae el Lexatin a la luz solar, de aquellos moradores de la calle que han buscado la protección de los toldos. El cobijo es un bien necesario, lo necesita el ser para saber que a salvo duerme. Nadie está exento de la caricia colágeno ni de la barra de pan con queso hecha cuatro piezas para la boca de los niños. Compartir las palmeras que nos nacen del alma. En ese clon digital de nosotros y nuestros reflejos. En la ciudad sudorípara de oficio de serpiente que anuda los tobillos o te abraza con su fría sangre. Al compartir y no dividir. Que recibir para cobrar. Del callar para no escuchar. En un delirio jardín quemándose a la tres de la tarde. La oscuridad también bendice al carbonizado que deshuesa el sentimiento de los oasis. Se pone de pie y tapa con su cuerpo al necesitado.

Tornado

La belleza, en la muerte de las cosas y en los cataclismos, tiene la posibilidad de que podamos obtener de la nada la benigna experiencia. Por eso cuando en la conjunción de los soles. Y en la pesadumbre más absoluta. La luz va quebrando la tela. Conoces historias de personas en el oleaje diario de las habitaciones. El caballero cano que duerme junto al marco de su esposa pájaro en la mesita de noche. Fue la lluvia necesaria que ansiaba el poro. La energía que lloré con la sed del elefante en la sequía. A veces la gente se siente sola. Y cruza su voz con mi cansancio altruista. La destrucción que brota de lo indescriptible, que como una pomada alivia. -"Ser sensible te hará sufrir demasiado". Qué razón posee. Mientras coloco peluches en fila de niños que aún creen en la magia. Sí, hay belleza después de la muerte.

Amistad

En la guerra sucede que los combatientes reconocemos la amistad entre los muertos. En las trincheras siempre la locura del día a día deriva que irremediablemente confiemos en soldados afines: Mi copiloto en este infierno nació en Chequia. El sonido de las bombas, el reguero de sangre menstrual y las canciones negras del algodón han creado un vínculo cercano de fraternidad  en la leprosería. Siempre un francotirador protegerá la espalda mientras las bengalas iluminan la cara de los niños. Y saldrá del trance malherido el miliciano para regresar a casa sin piernas. Y una medalla de consolación. En este mes de julio con el laberinto del bosque frondoso encontrar un amigo ha sido determinante. Te da pena cuando se marcha con el canto del aeroplano. Pero sabes con la certeza de la eternidad de una serie bélica que el viento acompañará la hermandad de los apátridas.

Absurdo

Ayer vi la película Tokio blues. Y hubo instantes con planos tan insulsos que podía bajar la basura y dar una vuelta a la manzana. Los personajes quedaban congelados en la pantalla y la clásica música ensordecedora con pretensión wagneriana de postal, hacía que una obra fuese una pared maestra. En los días de exterminio La felicidad rezuma con mi mano en una bolsa de ganchitos y la sintonía de un capítulo de humor de Mota. No tienes ganas de pensar. Sólo consumir el instante primario que te libere del tedio. Supongo que así fabrican la hipersensibilidad.

Zuecos

La muchacha se ha quitado los zuecos, puños de plástico que amparan: La carne henchida. Los pies del ahogado después de caer de una patera y flotar doce horas laborales. Las uñas que parecen cáscaras de legumbres, la debilidad humana: traducción de la fortaleza y el coraje que deberían tener alas para la vendimia de los pisapapeles.

47 grados

En un caldero flotamos. Nos han convertido en vegetales de nuestras sobras que guisan en un cocido. De cada tallo, vulva, desgracia sacan el jugo verde del matasellos. En el autobús el calor hornea las moscas que se pegan en los cristales.

Escarnio

Si cada cardenal que decora las piernas hablara de su misa difunta. Y el sudor de los pliegues del rocío humano. Calles de venas dolientes y níveas. Que con Trombocid maduran en el alivio convertido en una ola de orilla. No puedes ver el mar. Ni pisar la arena de jengibre Pero la brisa "medical" agradece la soledad de la redención. Mil flagelaciones. Sobre la tarta de fresa. Pringue. Y ganas de llorar.

Música para animales

Estar agachado un millar de veces como señal de reverencia al dinero. Los caballos pasean sin herradura y usan a las personas que tienen mapas arañados en los muslos. La carga se sintetiza como una tecla de música electrónica para el entumecimiento de los brazos. La sequedad de la boca. La vejiga pletórica. Y no poder ni orinar. Bajo un árbol de grillos. Co-mo-co-mo-co-mo.

Butaca con vistas al dolor.

En la selva no hay salida de emergencia. Los monos matan a las mariposas. Y la ley del más fuerte amperio. La mentira es la bala habitual. Y todos los depredadores miran con anteojos de piel de serpiente. Tengo temor al escuchar el tintineo de la araña asesina. Pero en el boxeo nacen las orquídeas. Y cruzaré los rápidos en esta canoa con la verdad por remos de piedras de remolinos de cadáveres tullidos de noche vestida de agua. Este hedor insoportable que cierra la aduana. Un día extra en la montaña rusa: Supone una victoria para alguien sentado en un sillón de perro.

Éxtasis

El agua se consume a mares porque somos peces flotantes que limpian la porquería ajenjo. El tiempo regula el aire, comprimido de lo imposible. Las vértebras se convierten en una espalda plegable de calmantes y cervezas. Esta noche tengo el cuerpo roto. De no dormir. De abusar de la cafeína. De ingerir masivamente pociones que alivian el hueso y el músculo. No puedo caminar en la cuerda del funambulista sin caer en la cuenta de que acabaría borracha sin hotel.

Nadación

Aquí caben todas las mujeres del mundo en un racimo de butacas. De continentes. De mutilaciones. De ladridos. De corazón con resina. Hablando el idioma de los náufragos. Seguimos hacia la costa sosteniendo el sudor, la fatiga y la dignidad.

Faro

Tenemos el color del ala de la mosca en nuestros tejidos. Y la extenuación del botón que soporta el látigo continuo. Una llega al inalcanzable baremo del dolor Engullidas dentro del estómago de un autobús con el calor del desierto Y los cuerpos, escancia del zumo, sin límite. No sabes cómo estás de pie todavía.

Cocó canal

La señora Coco sonríe con todo el marfil de cien elefantes. Se siente muy bien. Ha llegado a donde otros jamás osarán. Un pasaje de avión, un precario contrato de trabajo y cuatros palabras en español y en inglés. Se siente muy bien. Y ha pedido que la retraten con su uniforme de guerra detrás del autocar que cada día nos conduce al infierno. Ella hoy se ha graduado con los honores. De los pájaros de África. Las señoras de blanco la miramos estupefactas con nuestros dientes amarillos.

Nido en la palmera

Al polluelo del asfalto le falta aún una semana para volar con paracaídas. Las mujeres de yeso buscan al pájaro para descansarlo sobre el verde de una muerte asegurada. El nido en otro planeta. Los gatos con gula. Las hormigas afilando sus tijeras. Nuestros ojos que no lloran tampoco saben volar apenas una semana del cielo.

Tala

Los operarios han exterminado el bosque guirnalda que abrazaba a la escuela. Cuando presencié la marabunta de troncos paralíticos, en desorden humano. Una mierda de tristeza invadió mi tórax ante la tala de los árboles, gigantes sin cabeza, que en la noches de viento esparcían su semilla entre los coches de metal los gatos los contenidos de basura la acera. Desde su perspectiva sus hojas parecían cascabeles y su tez la cripta de viejos amores; ahora silenciados por la mano mecánica en una imagen de guerra. Después observé su mal. Estaban podridos por un extraño virus himenóptero que copaba la madera como una cerilla en el agua. Hubo que exterminar a la belleza infectada que vivía dentro de nosotros. La sombra no existe.

Todas las mujeres explotadas del mundo son maquilas.

Existen debajo de las ciudades ciudades de cloacas donde en ellas las personas son números de contadores de luz. A veces las maquilas exponen su cuerpo al agravio del placebo embotellado hacia mares subterráneos. Para quién brinda con cava del calcio del hueso obrero y se compra vestidos de lentejuelas con la sed morada de la piel en desuso. Siempre habrá princesas que no saben que hay mujeres que cuando tienen la regla no tienen ni compresas. Viven de sus fantasías. Mientras otras blasfemamos la incontinencia de la cadena de montaje anudada al cuello. Y no tenemos marido ni casa en Torremolinos. Somos las víboras feas de las que trabajan como granos de arroz pisoteados por la idiotez de los que compran la vida por un reloj de marca. Las diez.

Sinceridad

Pido disculpas por mi modo de desalmar las cosas. Por la mirada perdida en un bazar de Arizona con la puerta del frigorífico abierta a una dimensión ignorante. Y tu voz réplica zarandeando al espacio-tiempo con la garra huraña y mi cuerpo entre la cocina con vistas al vecindario y unas parrillas que blancas despiden la frialdad de un electrodo. Disculpas por mi alarmante, la colocación inoportuna. El abrazo no resuelto de la niñez. Y toda la artillería que los idos hacemos acopio. Barrer el trauma hasta acumular un monte. Por la habitabilidad de mis fobias. Y el goce cangrejo de ir de un lugar a otro. Pero, pienso, con aguja y vinagre. Qué el amor de las piedras más negras. Es el más preciado. Porque amar también se aprende. Y en la vacante tuve que leer de los libros. Así que te entrego este carbón. Qué contiene la honestidad más pura. Mi diamante creció del desgaste. Y en mis dedos existen cortes extranjeros igual que una puerta reabierta entre el m...

Society

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El 5 de julio fuimos hadas madrinas del relatario La Virgulilla, Ediciones Unaria, de escritores llenos de ilusión, imaginación y talento; Rosario Raro como prologuista y servidora como epiloguista fuimos felices con compañeros ya con muchos libros en su haber y otros que pletóricos de felicidad publicaban por primera vez.

Mensaje en la botella

Este vagón andante de la figura. En las visitas a transitorios. Una ecualiaza la sagrada y el embiste de aquellos fotogramas que se reproducen cual flores en nuestra corteza cerebral y naranja. El vaso con un danzarín de hielo. La arena sobrevolando las toallas con eslogan. La espina después de ser hambre. Los niños del patio. La presuridad del cuerpo cálido bajo la ducha en la barca bañera. La fruta en el árbol, sazón del pájaro. El beso sobe de sudor. La naftalina y el paracetamol nadando en un estómago vacío. El olor de lo inabarcable en el sedimento líquido manjar del batracio saltimbanqui. Un cosmos irreal de necedades en la fortaleza de la heroína repitiendo la lujuria de la palabra en la frase: No estás sola. Tus demonios delfines habitan en tu alcázar. En piscinas quemaduras. Las llamas son azules. Y el agua es la que realmente arde en las inmediaciones. El infierno con buques que perforan. Pero tú: mitad pez, mitad poeta sobrevivirás. Igual que ...

Recortes

El amor está hecho de retales. Un poquito de fieltro. Un mucho de lona. Trozos de vida, que cuajan en este abrazo humano las creencias. Que este hombro tuyo no es mío, ni la mano sagrada que mece tu pelo de nadie o de algo. Quisiera que de este insano devaneo, fuera la besada antes de que la noche sorprenda a las luciérnagas. Que el amor lo inventó un malnacido. Y lo ponen en venta los poetas en su tribuna. Que de tu espalda nace mi oasis. Y que soy un agujero negro de costas. Mas no olvides que de cada lámina de saliva embebe trozos de mujer y de hombre con las historias de los bares enjambres de metros. Alfiler, hilo y dedal del querer del bueno. Como son los que sobrevivieron a otros amores y que de sus amputaciones salieron cojos, llenos de gracia. Contigo poema y cebolla.

Escoria

El aliento del mes de julio se cuela por todas las rendijas en el horno del corazón con galletas. De todos aquellos que osan a mediar en su verdad absoluta. Que te tratan de mosca. De insecto que ronda la estancia. Y lo peor aún, es que juzgan de la manera más perniciosa la forma de cavilar del otro. Se creen que no puede haber ciudades bajo el océano o que las estrellas son bombillas colgadas de las tribunas. Que mezquindad la de aquel que piensa que el respeto es largar del afluente cuando se tiene sed. Una ya tiene demasiadas resacas para los eternos niños que de su espejo dejan a Narciso como a un cardo. Sabe bien a pesar del cansancio del crujir de la espalda del olor a lejía en las manos de la incomodidad vestida de crápula que la perversión yace en jardines de algodón azul. Qué lástima que eres de las que perdonan y levantan el moho con las uñas. Qué prefieres morir antes de disparar. Qué nadas en el barro. Qué cuando sueñas inventas vacunas para las ...

Grazie

 Uno de los países que en los últimos años más me visita y lee es Italia, por ello he decidido escribir un poema corto en español y en italiano con la íntegra colaboración de mi amiga Moira Veronesi. Es un homenaje a un país que quiero y me acoge. "Trenialidad" Il treno invita a leggere storie attraverso i suoi finestrini. I cani non abbaiano. Le case  camminano. Vedi passare le scene come in un film muto. Il treno ti avvolge nelle sue immagini quotidiane. Solo stai scoprendo la vita che ti saluta con passione . Guarda avanti e ringrazia il viaggio . "Trenialidad" El tren invita a leer historias a través de sus ventanas. Los perros no ladran. Las casas caminan. Los actores protagonizan la estética muda del celuloide. El tren te engulle en su procesión orgánica. Sólo (con acento) hay que descubrir la vida que te saluda fogosa. Mirar hacia delante y agradecer el viaje.

Relato finalista del concuro de Ambito Cultural del Corte Inglés-Mayo 2019

 El día comenzó con el trance rutinario de las cafeteras de la felina espuma en los cazos.  Los coches, de metálicos corazones, saliendo de los aparcamientos, el primer niño solitario en la entrada de los colegios y la gente, con sus rostros de escayola, dibujando pasos por las calles.  Pero, ese día, algo hacía presentir que iba a ser todo distinto. Cuando el sol empezó su curiosa órbita e iluminó la carpa urbana. El cielo, no fue del habitual color azul, era de un verde que causaba asombro y temor.   Después del cambio en el firmamento de tonalidad vinieron las nubes hechas de hilos y la población alertada empezó a reaccionar de diferente modo: Los optimistas pensaban en una estrategia de Google y los pesimistas, en la revelación del fin del mundo.  El terror sobrevino cuando una enorme aguja de coser cayó sobre ellos atravesando el asfalto y comprobaron despavoridos, que su universo era el tapiz de la mujer que bordando contemplaba la imag...

Poesía visual

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Redención

Te has convertido de la ceniza un vergel. En la decisión. Una cima inaccesible de conquistar con las gaviotas que sobrevuelan la caricatura en el monte Himalaya de un alambre de turistas excéntricos. Cuánto he aprendido del desprendimiento.

Indepen-di-ente

La mujer a la deriva del embrión de tierra. Va creando. En la magnificiencia de la cumbre en el vertedero montículos de todas las palabras no dichas en los intentos de su masificación. La mujer crece en una península a-lejádose de tu corte. Luego, el mar cubrirá el único camino que comunicaba la lengua de la tráquea. Independiente. No eres el brazo raquítico de nadie. Tienes tus propios amaneceres y tardes de trigales. Libre islaque para llegar a tu                            arca no  basta la reiteración de la ola ola  ola ola                                                       ola ola ola                             ...

Hábitat II

II La piel rosácea de la quemadura denota una jornada laboral interminable en una discoteca de playa. El carisma (argentino) les convierte en caviar iraní "Beluga" para los explotadores. Con sus tatuajes parlantes que bordean las mesetas de los recuerdos infantiles. III Ella está acostubrada a viajes transoceánicos y se refugia en la trinchera de un collarín cervical malva. Un abrazo de mar deslucido por el detergente que huele a campos de Lavanda.

Hábitat

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Una pareja argentina y yo hemos compartido en el avión la fila número 15, son un chico y una chica, jóvenes como un poeta que diseña por primera vez una página en Instagram. La conversación me relaja. Su acento dulce de leche. Su vitalidad, contraste de los que han tenido que abandonar su brezo te enseña que la actitud es lo que cuenta en las intersecciones mundanas. Hemos adorado la luna que no distingue el ojo de buey que la mira. Creo que el corazón debería vivir fuera de nosotros. Para pertenecer a todas las ciudades y otorgar el derecho que la natura no niega al árbol. Enraizar.

Trenialidad

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El tren invita a leer historias a través de sus ventanas. Los perros no ladran. Las casas caminan. Los actores protagonizan la estética muda del celuloide. El tren te engulle en su procesión orgánica. Sólo (con acento) hay que descubrir  la vida que te saluda fogosa. Mirar hacia delante  y agradecer el viaje. Cracovia-2014

Herradura

Con los dientes destrozaría la cuerda para recuperar tu aliento, si tu cuerpo colgara de la rama. Haría un traspaso de mis piernas y brazos con el color que la vida facturó al plumaje lila del colibrí en el abismo, de cavar con la opción del que busca el agua para el azul. Sería loba en la cima. Y gusano en la caverna. Te recogería pétalo a hoja. Desde las coordenadas que empujan a los metros. De calles húmedas por operarios y microondas con la leche tibia del mundo que vira. Sanación de la herradura. Besando cada pie que te pisó en los edificios de la oscura realidad. En el sacrificio que sólo los que han dormido en los portales conocen. Como una manera de mediar entre los que habitan en el croquis de amar cuando más se ha padecido. Con tus ojos frente a los míos para matar a la cobardía. Y todo aquello que vendió nuestros órganos en el mercado del  abandono.

Mavioneta

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Dicen que la maniobra más peligrosa es el despegue, quizás el cuerpo crucificado se entrega al amor en ofrenda. El avión de la tierra se levanta en el cortejo enamorado con el desconocimiento... En el compás con el regreso de las ánades.

Cal do de sopo r

Cae el sopor con las manos abiertas en la ciudad de los árboles que enjutos caminan hacia el angosto. La gente se ha desprendido de la piel ropa en ráfagas que salvan el aliento en diminutos retratos de móvil. Con la espera del ruido, la gesta y el éxtasis. La lluvia parece el sueño de tu cuerpo que en ovillo ara la psicomotricidad del columpio amatorio. Prende el fósforo con la lengua eréctil. Y mis senos, flores salvajes de amianto, veranean sobre el torso de tu espalda como un trapo al mástil plástico. El olor de ti engrandece al poro del mar en la degradación de una bombona de butano, con nuestros miembros descosidos. Sentir que un milímetro es un arrecife hacia tu boca. Y acariciar la selva como un coche sin frenos esperando como un árbol la tormenta de septiembre. Porque el amor no cabe en un envase. Ni en un "reality" de Verona. Del querer por tus cuerdas: las raíces de tu corazón a la sed. Aunque ello suponga esperar el ruido, la gesta y ...

Alejandra

Nací el año de un infierno musical. Supongo que por eso me gusta mesurar el calor de los dispensadores antimosquitos y también, el de las baterías del móvil y los cargadores. Es un beso tenue del que busca refugio más allá de la esquina. De los pasillos de portal finiquitado De la pretensión al abrazo de abstinencia que miras desde la ventana esperando a que llegue con una nube nodriza la acuática caricia del membrillo. Tú eres fuerte. Porque vive en ti la fe lorquiana de abandonar el cedro por un amor de loco colocar. Y meterte en el subterfugio con las botas de hiedra. Ya que sabes que después de la porosidad la piel se acostumbra a la tibieza del corazón metálico porque eres demasiado prado para tan poca cosa. El fuego vive en pequeños seres de vinilo. La luz ya es otro menester y ese a veces se adquiere por correspondencia. Y vives rodeada de pequeños roedores de energía. En tu mundo de Apple.

Donación

Con los dientes destrozaría la cuerda para recuperar tu aliento, si tu cuerpo colgara de la rama. Haría un traspaso de mis piernas y brazos con el color que la vida facturó al plumaje lila del colibrí en el abismo, de cavar con la opción del que busca el agua para el azul. Sería loba en la cima. Y gusano en la caverna. Te recogería pétalo a hoja. Desde las coordenadas que empujan a los metros. De calles húmedas por operarios y microondas con la leche tibia del mundo que vira. Sanación de la herradura. Besando cada pie que te pisó en los edificios de la oscura realidad. En el sacrificio que sólo los que han dormido en los portales conocen. Como una manera de mediar entre los que habitan en el croquis de amar cuando más se ha padecido. Con tus ojos frente a los míos para matar a la cobardía. Y todo aquello que vendió nuestros órganos en el mercado del  abandono.

Vergüenza

Te prometo que voy a quererte el tiempo necesario que me interese. Jugaré con tu fe. Porque sólo conviene publicar al producto que sepa seguro que va a venderse en el zoco. Tiene que ser un objeto necesario para el individualismo cebra: Un papel higiénico, por ejemplo. La calidad es lo de menos. Lo que prevalece en la diana son los contactos. Agrima. Y que sea de un buen partido. Para qué precisamos al autor honesto. Si no tiene público. Tomaremos a un concursante que se exprese en el idioma que el público emplea. Y sentirá que es diferente cuando se haya extrapolado de la misma gradación. Del mago. Como la espuma de la cerveza que acaba de desaparecer.

Equipo de salvamomento

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En Santander había en un caladero socorristas que entrenaban. En la mediación gélida, a perros lanudos a sostener suicidas como la estrella que engancha el cielo. La marejadilla no achantaba ni a los mirones que copiosos aplaudían el espectáculo. "Un perro es capaz de salvar la vida". Con la educación veleta que no regatea la técnica del héroe en el instinto que cuece, igual que un bombero de estriptis en una despedida de solteras frente al volumen instinto capaz de socorrer al ahogado. Supongo que somos perros de agua que a través de la regata nos guarecemos de la ingratitud pinácula, del desdén, del hipertiroidismo de flotar a la deriva. El can salta. Y con pericia te prende en la solución salina. El alma tiende loba o hiena a lanzarse al vacío de platos y a veces te auxilia quién menos te lo espera.

Verano

Existe una hora de peligro en la cual el sueño se lanza horizontal a la noche. Y te quedas de náuseas contraídas en posición fetal hurgando en la pared la luna               que nunca osa a saludar el silencio. Algunos muebles en dilatación y ruidos de verano de domingo en puertas de la jauja. Con tus duendes paralíticos. Y hadas saliendo de la reunión de los astenios que beben a escondidas el vino que la vida ha deportado. Anude de la soledad con dramas como estaciones de tren. Y las piernas cortas que se quedan con el rastro de las hormigas. Un tiempo de chupitos y el atrevimiento de escribir la nota poética de tacones escuadras, de bragas con el elástico fofo de un libro llamado "odio". Nunca llega a descender de mi guerra en la parada. Se queda quieta como un búho con el cuello roto de los que se cuestionan. El beber de la ciénaga para morir de sed. Un poema con cantos de pájaros. Con la creencia del que reniega ve...

Bruma

Paseas al lado de anguilas que muerden la manzana de tu pena. Pena de maíz quemado. De leche agria cuajando las esquinas de los senos. Que contienen el plomo de tu congoja en la tóxica conjetura almendra para tallar balas que tirotean el revés del tejido hasta convertirse en un colador de agua. Has sentido alguna vez la esperanza. Traducida en un eco de posibilidades. La voluntad de lana y lepra. El esperpento de los que miran al cielo buscando el dolor melocotón de lluvia que no llueve. Mayo de guateque con los silencios de los cuchillos dibujando heridas de peces moribundos. Supongo, que fenecer para unos es matarte en vida. Atropellada bajo las ramas. Y el cuentakilómetros de un corazón perro guía. Ver un sofá en llamaradas, la espuma chorreando el llanto de un pescador. De una madre vestida de reloj atmosférico detrás de la niebla.

Correcaminos

Hay palabras tan hermosas que pierden el sentido. Idas recorren los silencios de los útiles. Y se quedan como una montura de caballo sin jinete. Tal vez su galana parezca un frasco de Lexatin que ingerida florezca en ojos botellas y respiración neumática. Qué cura más extraña la terapia de un nombre. No son más que reja de forja con entuertos. La dosis para el débil que flota en medio de la piscina en un hotel en Benidorm. Un nido de chatarra, de tapones y ramos azules. Que bien suministrada con la lengua y una boca avestruz convierte la cima ridículamente en meseta. "Amor, estoy contigo" "Nunca te dejaré en el combate" "Ven, este abrazo de trigo no se compra pero tiene el oro más estúpido del Boulevard " Palabrería poética pero que el ser humano precisa como un suero loco que inyecta una razón a esta carne de agua. Y de sequía.

Juny

La madre de Junio. Los pasteles revueltos.                 El sol bochornoso en medio         de la quietud del                  gozo. Las playas descuartizadas. El bus obús y la cuestión del sol, circulo amarillo-toro con boquilla y estuche de plataforma. Niños descalzos colegios desnudos sedimentos de palomas en el reflejo del charco gente lila en el bar cometas primerizas lorzas doradas y sardinas de lata pasajes e Internet en la saturación de los ángeles. Barrigas preñadas, besos con sabor a café, fe de primero de mes, pagos y piojos, fiesta sin Ford. Guateques, birras, Rock. Junio, Junio, Junio. I love you.

La herradura

He abierto la caja de herramientas, con el intento de hallar un abalorio que pueda sostener fuerte en los muros las caricias, los besos de tornillo para el destornillado humor de los amantes. Sin risas no hay patos en el W.C. Y los laboratorios de bata blanca a negrura abatida conocen tantos tipos de muerte para una sola muerte. De lunas inservibles. De útiles con el óxido de la espera. Que su nombre no importa. Decirte es un verso demasiado trillado. No tengo más que unos alicates que no vuelan. Y esta sonrisa que pega en pocos segundos de contacto la pesadez de inventar caminos. Busco entre las llaves. La lata cortante de tu lengua. Los clavos. Las chinches. La leche. Una construcción que sirva como casa de maletas. No me importa el excedente de cartón. Las pausas del taladro ante la injusticia divina. Te quiero. Como un golpe de martillo lleno de peces. Del mercurio planeta que deforma al órgano. De latir. De amar. Sin protección alguna. En esta caja ...

Milán

Ser poeta no sirve para del corazón borrar el nombre. De las cosas que nos hacen daño. Sobre todo si una vez fueron remedio y vacuna. Escribir hasta convertirme en una cebolla y caer en el charco aparatoso como las palomas que tienen protuberancias. Con sus plumas del color del desahucio. Y que beben la contaminación de la carretera. En un engaño de ciudad. La de un farsante de pájaro. El creer que el agua benigna, la fuente de un mal bicho, nacía del manantial. El infierno se manifiesta. Y las corrientes dejan fritas a las moscas. No tener miedo y sin embargo temblar de sino. Morir de sequía. Y esperar el tumor de tranvías agasajados de lociones solares. En este violín que mira la noche. Y los ruidos de casas abiertas al hueso. De un mar que no piensa. Y un poema que se clava en la garganta. Si la vida era un desierto. Por qué diste de beber. Por qué pintaste la dalia que sagrada luce el cristal de los alcohólicos que ya no bebemos ni una gota de ...

Mejilla de noche

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Me besas en la mejilla como un pasajero en lista de espera. Impertérrito perro de cal. Y mi boca se queda pelusa en un teatro sin butacas. Si supieras las veces que te he sido infiel tus dientes de hiena serían estalactitas de iguanas que con la cobardía genética cubriría de epílogos las historias del bar. Con el albañil el día que se rompió la luna. Con el carnicero la noche que dejamos en la nevera el pescado desangelado. Con la chica de tus películas perno, esas que visionas cuando duermen las suegras. Con tu hermano. Con tu monstruo favorito. Vil y despiadado prospecto a la mesura de tus maniobras de intermedio. Peor que el ricino de uva. La piel de las tiras. La sal de mi lengua que tiene restos del sexo de los actores de cine que habitan en el televisor.

Adicciones

Le he visto en los ojos al muchacho la luz de una cerilla frente a un bidón en una expendedora. Iba tan colocado que de sus estantes ideas locas caían con el sonido de la granizada. Lo habían pillado antes de cometer el delito en el momento que su madre lo trajo al mundo. "Serás el corcho de las cañas. La carne envenenada del rebaño". Con el tatuaje-cosecha de su trance con la malicia de los transeúntes. Parecería un zombie sin audiencia justa. Un títere de este poema de consumo. Yo, le hubiera agarrado del corazón y de un soplo hubiese aireado el hierro que tajo le cuelga de la garganta. "Oye amigo, ven y respira de mi boca" Escuché sus latidos. El miedo drogadicto del poema suicida. Y mi abrazo agitó las alas con el parpadeo del semáforo. El amor que nos vuelve majaretas. Asesinos ladrones. Mercenarios de un algo a cambio de la dosis. "Entiendo tu ladrido de niñez, quisiera salvarte pero el fuego ha incendiado la gasoliner...

Ráfaga

Sujetas al poema por las extremidades. Si te quema quizás hayas logrado la medianía la intención de hurgar dentro de algún mutante. Unas palabras como el amor más trigo que colman la ansiedad de este despertar de bocina. Con la taquicardia, en reguero de estrellas y una cama como una roca anuncio de la marea. Yo creo en las personas. Y en el color verde del campo. En sabor escama de la sal y el vuelo de las tortugas. Creo en el amor de farol aquel que ilumina la calle de los vinos. Y no truca el beso por infamia. De perros con la cuerdas vocales seccionadas. De ropa de ácaros. De frío en el infierno. De muchos trenes. Prefiero el colibrí de la paciencia con la galleta que se disuelve mortaja de leche. La moto que frena justo antes de atropellar a la palabra. El desprecio gato de un pez frente a los asesinos. Y te pregunto y te vuelves oruga. Hiena reflejo ante esta tripa de alga. Y me repito que yo sé perdonar. Que la luz no ha llegado y la cegue...