Opot

El estallido del topo, expuesto a la luz pública.
En medio del desierto de las Vegas
con restos de rodajes y el último coche saludando al horizonte
con el humo del desierto en sus neumáticos.
Un topo-signo como un polluelo
lejos de su madriguera
y con el corazón como una máquina
expendedora de tabaco.
Supongo que aprendería a sobrevivir
que buscaría el primer hueco
entre las costillas y el páncreas,
entre la noche y la calavera,
entre su pelaje e invidencia.
Y abrasaría el recuerdo
de la profundidad para inventar
el túnel.
Por qué un topo y no un perro, un armadillo o un tigre.
No lo sé.
Imaginé el topo
con su nariz estrellada
por el miedo que supone salir de nuestra zona
de confort.
Habitando el subterráneo.
Bajo el faro del cielo.
Trémulo pero con la necesidad de mutar
para no terminar como una brasa de camping.
Un tipo Fénix.
Sin el lecho de tierra.
Rezando en el idioma de los animales.

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