Luces de neón

Las casualidades no existen
Y siempre habrá algún logo bobo
que recuerde la noche
de la invención del fuego,
del vecino del quinto "inagenciable".
Y de toda esa comparsa inútil de instantáneas.
Porque los genitales
se depilan para otros destinos,
festines de caña de azúcar,
que no son ninguna cavidad de mi cuerpo.
Y el poso amargo de tu cara
haciendo estrabismo a la verdad más infame.
De nuevo usada.
Con una maleta de mi mano
como si fuera un niño perdido
de plástico asiendo mi fatiga.
Y callo y miro la televisión.
La cortina rota.
El polvo.
El horizontal medio que tiene el paisaje
de ofender la bondad de los unicornios.
En este brote asmático macerando
tus bronquios.
Y las ganas de vivir con zapatos viejos.
Preguntado el gilipollismo
de los que te aman por conveniencia
o escudo platero de anomalías varias.

En esta guerra congelada.
Que no sé cuánto tiempo
tendré en el plato
bajo la atenta mirada del foco.

Porque te quiero
aún estoy sosteniendo este alfiler plúmblico.
Lo supe el día que te vi atado
a los sueros.

Necesito dormir.
Correr hacia la fuente
para mojar mi insatisfacción
y no conformarse con un punto.
Miente.
Caléndula.
Y sal.

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