Diálogos diáfanos.

Pienso en sus muslos de aves del paraíso hechos de carne, la amplitud de su diá metro, el dia pasón, dia mante- dia blo que entre ellos habitaba. Y me desmenuzo en trozos textiles, en avance a través del bosque que sin boca ni razón alguna. En las dia gonales. Con la dia na del bulo del abrazo al olivo, a su anchura de madera de pájaro cuco, de estornino que se posa en el álamo de las ventanas. Dia grama escrito por el cáliz insostenible de la vida en los fósiles que vierten la palabra y desnuda de armas correr tubérculo por los tálamos hasta el árbol como el que abraza a un ser querido que murió hace ya unos cuantos aparcamientos indebidos. Y no está. Y no regresará, más que con poemas convulsos. Día a día. Día a día . Hasta morir de abrazos intangibles. Miranda (La Tempestad), J. W. Waterhouse, 1916.