Ciao Armani
Armani que reflotas nubes
en un espacio espectral
con tu dedal y aguja.
La lluvia de tu desfile,
que regará los campos de golf:
porque Gio es agua
para los elegidos.
Armani diseñará un llavero a San Pedro,
y pondrá lámparas de cuarzo
en el paraíso para amenizar el cóctel:
cirugía estética de marca
en un trozo de tela,
igual que la editorial
en la portada de un libro.
Armani creará plumas acordes
con los malos tiempos,
nos recordará las fábulas de Samaniego,
donde el modelo muerte
no posee distinciones
y se salta el protocolo de la inmortalidad.
Nos quedarán tus frases
en tus cadenas de moda,
las fragancias de aquel chico fornido,
objeto de deseo, en una barca
mientras una musa de Leoninas
se encarama a sus pectorales
en una cala mediterránea.
Tu colonia es lo único
a lo que el pueblo accede
en regalos navideños
y de grupos de WhatsApp.
Por eso, el vacío, querido Armani,
falsificado o no, es tremebundo
porque las pasarelas no dejan de ser
un reflejo de la historia repetida.
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