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Mostrando las entradas etiquetadas como Tren.

Buen viaje

Parecía el niño que acaba de lanzar su aeroplano con el pantalón de plancha. La manta inmaculada por una mano secreta y hacendosa, que cuadraba todas las calles de las sábanas. El niño, despeinado, con cuerpo de hombre. Él sufría por mí, lo escribió con cuarzo blanco sobre mi espalda, mas, soy libre cometa, no te aflijas, llevo la armada casera de un corazón sin esquinas; el alma con agua de arroz sin una arruga. Soy la pieza extra del ajuar de una novia y la sombra, de un cuerpo de niño  despeinado de hombre, con la forma de un avión.

Extrañezas en el fondo de la lata.

I El trasvase vaso beso vaso beso. Pongamos que hablo de Varsovia. II Añoro la delicada cadena que caía del techo y me balanceaba, ahora, que todo está en estado gravitatorio, hay una idea que ronda y no encuentra salida, hay demasiados coches que aglomerados hacen chapa en cada señal. Dónde ha ido a parar la cadencia de esa mirada que incitaba a atravesar el puente de la locura, a ser un jacinto podado y metido en un corcho. Todo tiene un precio, eso me lo enseñó la maldad de la vida. Soy una persona que coge frío en las manos, que toma el autobús los días de lluvia, normal fotografía de peluquería duermo cara a la soledad y tengo un gato negro, cosas brujas que tiene la estadística,  tampoco, olvido poner la escoba detrás de la puerta, como hacía mi abuela, y mi bisabuela, y supongo que mis ancestros en carreteras sin asfalto. Insano modo de curarnos, golpeando absortos los nudillos a la existencia de trenes, que nunca paran de viajar ...

Coser el ombligo.

Los camiones cisternas lubrifican las calles, las cafeteras se desguarnecen de sus yelmos con un sólo brazo de malaquita. Exterminadas, como los buenos modales de abrir las puertas a los ancianos y no desahuciarlos de sus sillas. Cada día un cohete con su cápsula "C looney" higieniza la atmósfera del chorreo de un café de pobre. Ahora, que me detengo con la lluvia de palabras jamás escritas desearía un gramófono para descifrar su rugido, pero, creo entender, que ruega el aleccionamiento en la necesidad de sentarme en un banco de una puta vez y me ponga exclamar las causas por las que un poeta menstrua cada ciclo. Necia trifásica mira por la azotea deja el pino, pony, pena, pene, púnico y pubis, estira tu lengua y haz que azote como una llamarada lo que está ocurriendo en este incienso pueblo, niños que entierran a niños, en vagones de cercanías  recién llegados de Sorolla. Casas sin dueños, especuloción , paro-lógica,  expulsión de cerebros en m...

Trenar del verbo o el beso de trenes

I Cruzan irrepetibles los cercanías rompiendo la molécula del mover y continúa. Dos, en direcciones opuestas. Que van por las vías ajenas; hasta que en un martes topan pintura con pintura y la volátil reacción. Nuestroamorsellamachoquedetrenes. II Amor, acaso no ve que en nuestro accidente el fuego no restará ni un hierro sin fundir. Qué los plásticos arderán en cólera, los cristales expansionados, chapa huraña y asientos que no serán más que escombros. Nuestroamorsellamachoquedetrenes. III Luego la velocidad no tendrá suficiente entre los amasijos el eco de los silbatos, sin ropa ni pequeñas ruedas de coche de niño y la tapicería que se habrá arrancado la piel antes del siniestro. Porque cuando los vagones  se buscan paralelos y meridianos, hay catástrofe en la lista de desaparecidos. Nuestroamorsellamachoquedetrenes.

En busca de la simiente del salvado.

I Uno distingue el infarto por el dolor en la foto derecha, la postura, el rol, va haciendo fraguas en cada momento de clarinete Allen. La posibilidad del cambio estacional que se nota con la luz, en los tendederos que pasan de toallas de propaganda a mantas con sonrisas dibujadas. Lo tengo claro, como un limón mortaja en un vaso de tónica, la decisión es suya. II Yo sabía de caminos asfaltados, de peines con olor a goma, al pegamento del sello con postal de foto, a la tostada quemada y luego herida a ras con cuchillo de palo. Sabía, de quemar el desayuno y colgar cuadros torcidos, cambiar bombillas y el intento de escribir poesía. Pero un amor así conmociona hasta las paredes que contemplan nuestros cuerpos. III Como decirte en castellano de calle, que te quiero, que siempre estaré entre todas tus columnas la más ávida jónica esperando tu palabra. Me basta que me sujetes la nuca y me amarres las muñecas. Te prometo, que j...

CABO DE ÁGATA.

        I Gata rechoncha y fofa que espera en el tejado, el amanecer de Júpiter.        II Luchar hasta la última gota de poesía.    III Si levantaran diques, arrecifes de guerra, aún sabiendo la muerte segura acudiría a tu alambrada. La misma que te atrapa e impide tu liberación. Por ti, quedaría atravesada, aún sabiendo el final, por ti morir  como gozar sabe a gloria.    IV Cuatrocientos maullidos y los ratones de fiesta.        V Esperar, y ni siquiera saber lo que se aguarda, velar la intransigencia de los cercanías arrollando un felino. Esperar. ¿Amas? El silencio dio la respuesta. Siguen violines acompasando el réquiem de los continentes que se separan, fallas del tónicas antes del paritorio terremoto. En la meseta de la noche besan la cara de mis hijos a conciliar el descanso y luego la resignación de tener la necesidad ignorante de es...

CAMBIO SOLEDAD POR BILLETE DE AUTOCAR.

             I Un tren descarriado, el avión que no despega por un falso aviso de bomba, el ya te lo advertí sin amarre por falta de pago. Tarde.             II Marilyn siempre decía que el mejor amigo de la mujer era el diamante. Coincido con la Musa, el amante un día a la semana es necesario para lucir terso el cutis como una joya.       III Los amantes yacen igual que hélices de un portaaviones, las sábanas, revueltas como rosas desfloradas, la lengua pétalo que se desliza por la entrada y la salida de un tobogán de Abril. En verdad, que casualidad, dormita con un Nórdico que se levanta vespertino con el piar del despertador. La única condición: todo menos besos. Y la risa cacerola no pudo evitar rememorar la película Pretty Man. Desmontada con la tela trepando su corteza algarrobo, ha escuchado sus pisadas, la cabeza de los grifos miraron hacia el otro lado...

DE VENTANA A VENTANA.

Las fachadas son bellas,  pero de sus superficies lo que más me convence son sus interiores. A través de las epidermis acrílicas, una descubre la cara oculta de galerías, que un fotógrafo  dibuja en distintas tramas, balcones repletos de enseres, otros de ventanas rotas y siempre alguno acicalado como  un novio en la entrada, del aseo de su chica en una discoteca sosteniendo dos copas y un bolso. En ruina y alborotos con la personalidad real del ser urbano. Si estoy en la calle lluviosa, todos somos de la misma comuna, sin embargo, en sus patios es donde de verdad hallo  que las interfachada s son grietas más bellas. Así es la naturaleza de las ciudades, racistas por fuera con sus normas ediles y libres y corruptas en su circulación sanguínea. Vivir en el núcleo de la anarquía y no de puertas hacia afuera, mientras se mojan las imágenes sin movimiento de un tren parado. Más bellas.

NERT

Y sin gabardina como extraída de una hemeroteca entendí la teoría de la relatividad. En una estación tercermundista con la oscuridad con forma de bombilla, foco de tren de largo recorrido, que cruzaba en una apuesta a matar silencios y moscas. La decisión de subir a la capital o volver a casa. Con paciencia de pollo en microondas, tomé la dirección al alba. Y ahora a mi vera, me preguntas, no sin antes algún que otro ganglio se estalle en reliquias, por él. Tu boca que como un niño  me ha aguardado otro viaje hacia la feria capricho. Con miedo, pues, en esta ocasión el contrincante pisaba tobillos con elegancia sibilina. Giró mi barbilla, mis ojos se cruzaron con la alta velocidad de aquel convoy de mercancías. Bufandas de vértigo, de nudos, rompiendo tímpanos y megafonía de pueblo. Exclamando que fue una equivocación y no hay parada. Para no decir la verdad, la que ahogo cada día en un cubo de agua. Mientras los ferrocarriles parten ví...

CHOQUE EN CADENA

Te esperaba en el vagón treinta y tres a la subida de cada peldaño espacio entre grava y raíles las nucas mirando los ojos de mi boca te veía en cada doblez cada pupila asiento en los cuellos desnudos  de los feligreses de un túnel en la imagen reclinada absorta de un libro en los árboles que corrían veloces tras el tren y las paradas inciertas te esperaba que te asomaras al ascensor de un transporte con un cesto de cerezas y un músico de violín sin cuerdas, en la vereda de la velocidad vigilando el cabello rasurado que altivo me miraba de cada muchacho en la respiración del mareo en la rapidez de la impaciencia te esperaba  con tu historia a cuestas que me tendieras la mano y me dijeras he venido a buscarte  y para ello he subido a treinta y tres trenes.