Barro y no se puede hacer nada

¿Qué haría yo, sin ti?

Extraviado envase en la cadena industrial,

tara de un traje excelso.

¿Cual sería mi destino doloso?

¿En qué cuneta andrajosa se hospedaría mi desdicha?

Yo sé que tú mantienes el cadáver a flote,

que acicalas a este jardín muerto 

de madreselvas y claveles 

y ciernes una música amistosa 

a esta tragedia griega que es mi existencia 

Realmente, desconozco la fragua,

el lecho, la herida que arremetiera 

a tanta vida en descomposición:

el pan de lengua,

la casa de tus manos, 

el abanico de quiebro a tanta pleito 

de esperanzas.

El timo de una bula,

la promesa de un incumplimiento,

la verborrea de los niños ángeles 

que parásitos me chupan la fe 

en una penitencia de fentanilo.

Qué yo haría sin tu benevolencia 

que me amarra a tu soberanía sintética,

dormiría en el torrente 

henchida por los insectos 

y con los dedos sujetando el poema.

Gracias, gracias, gracias.



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