El lino de la piel mayor en las constelaciones.
Se acerca esteparia la luna-loba con sus articulaciones
construidas a la medida de
lo infinito, con este delicioso rasguño
que parece un siete en la víscera.
Posar tu eco en mi oído, susurrar aleteo,
perecer en cada esquina de cama
mientras arrojo mi mar hacia el palmeral
búsqueda bermellón del labio henchido,
tu torso campo de minas
y mis dedos que agujerean la silicona
para enraizar simiente.
En atrevimiento cósmico vamos comiendo de nuestras huellas
viejos dilemas de historias
que en ejercicio de exorcismo
van quedando secas
en los ángulos de nuestros corazones.
Agua sequía, hombre acróbata de beso francés
y yo polilla abstracta rompiéndose
contra tu columna atravesada.
Eres mi bosque y en él, me pierdo,
extraviada cometa de niña
con los ojos con garras de gallo
y un muro de verdades
más que de lamentaciones.
Te siento, en mi poema, corriendo con el rugido de los pájaros,
con la sublime soga que supone
mesurar el tiempo que nuestros sexos se piensan,
en maniobra militar de las cosas que me dices,
bonitas o descaradas,
del ritmo que guarece en el colchón de lana,
en este Mayo que pasó a Junio.
Eres mi bosque, y yo el germen que mora en tu subsuelo,
brebaje del sur con isla tupida
vuelve a repetir mientras muerdes mi lóbulo.
La entrada al infierno
de tu alma
construidas a la medida de
lo infinito, con este delicioso rasguño
que parece un siete en la víscera.
Posar tu eco en mi oído, susurrar aleteo,
perecer en cada esquina de cama
mientras arrojo mi mar hacia el palmeral
búsqueda bermellón del labio henchido,
Fotografía "Cindy Sherman" |
y mis dedos que agujerean la silicona
para enraizar simiente.
En atrevimiento cósmico vamos comiendo de nuestras huellas
viejos dilemas de historias
que en ejercicio de exorcismo
van quedando secas
en los ángulos de nuestros corazones.
Agua sequía, hombre acróbata de beso francés
y yo polilla abstracta rompiéndose
contra tu columna atravesada.
Eres mi bosque y en él, me pierdo,
extraviada cometa de niña
con los ojos con garras de gallo
y un muro de verdades
más que de lamentaciones.
Te siento, en mi poema, corriendo con el rugido de los pájaros,
con la sublime soga que supone
mesurar el tiempo que nuestros sexos se piensan,
en maniobra militar de las cosas que me dices,
bonitas o descaradas,
del ritmo que guarece en el colchón de lana,
en este Mayo que pasó a Junio.
Eres mi bosque, y yo el germen que mora en tu subsuelo,
brebaje del sur con isla tupida
vuelve a repetir mientras muerdes mi lóbulo.
La entrada al infierno
de tu alma
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