El caballo de Turín

Tenga la seguridad
de que de los dos, soy la más despiadada,
y que si tuviera que sacrificar al caballo de Nietzsche,
no lo dudaría,
si después de la carrera en el velódromo
con la boca espumante y las patas quebradas
hubiese perdido la carrera.

El tiro certero de incierta benevolencia
con mi revólver poético,
calibre Times New Roman 12.

Entre los ojos,
frente,
y olvidar todas las promesas de nuestro amor.


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