Historias de desaviones y otras desavenencias.

I

Volar vuelo, y demasiado
y en el vuelo, tomo por certeza
que moriré viajando.

II

En todos los vuelos hay una mujer que solloza,
que luce un anillo impoluto
y corona con una lágrima el eje.

Mal follada con el descaro por Barlovento.

A su vera, una señora de pendientes estrafalarios
asida a la bolsa para el vómito
igual que a un rosario papal.

Las turbulencias, inclementes,
dibujan en el cielo vocales
y en prensa la ensaimada
quema ya demasiada.

Cuando yo te quería
viajaba amarrada a tu corazón
bergante como si una nave
trotara de otra nave,
escribía poemas de amor en ruta
y las hazañas de mi cuerpo
egregio entre tus carnes.

Yo, era otra,
ahora demoro la definición
de los astros cuando friccionando
se chocan
y cambian
la órbita.

III

La recién casada plañe,
de nada sirve un Bulgari en su muñeca.
Me gustaría ser ella,
al menos, la insatisfecha late en sentimiento
y la incertidumbre nos mata.

Ojos por ventanillas.
Pasillo de moqueta sucia.
Azafatas preñadas de plomo.

Vuelvo a casa
con el convencimiento
volátil
de que moriré
viajando.









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