Mundos paralelos.

El cielo observo
en la búsqueda de aquellos acordeones de aeronaves
y la piedra en su letanía
rasurada de musgo.

Y mis manos.
Y mis piernas.
Que tuvieron estrellas.
Que amanecieron bajo el peso de la galaxia.

Un cielo que ayer.
Un camino empedrado de esta hora.

Los mismos transeúntes,
los semáforos y hasta el  verde en los rótulos.

Pero, nada, nada.
Volverá a ser como antes.

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