Reseña "Piscina del Oeste" de Ágata Navalón


El universo poético de "Piscina del Oeste", publicado por la editorial El Sastre de Apollinaire (2024) y escrito por la poeta y gestora cultural Ágata Navalón, se erige como un entramado simbólico donde la modernidad y la mitología contemporánea conviven en un espacio de agua y memoria. El prólogo de Rafael Camarasa nos introduce a un escenario que asciende, peldaño a peldaño, hacia un trampolín desde el cual la poeta se lanza con un salto mortal de palabras y figuras literarias, impulsándonos hacia un reencuentro con lo cíclico y lo evocado.

El título remite a la etimología de la palabra "piscina", derivada del latín piscīna, originariamente un estanque para peces, pero que en la actualidad se ha convertido en un espacio de esparcimiento y convivencia. En este poemario, sin embargo, la piscina trasciende su definición y se transforma en un microcosmos donde se mezclan el deseo, la memoria y la crítica social.



Navalón estructura su obra con una reiteración conceptual que opera como un estribillo de encuentros y "déjà vu", un recurso que refuerza la sensación de estar inmersos en una atmósfera hipnótica y evasiva. La personalidad del poemario se mueve entre lo decadente y lo sensual, con una estética que reinventa la mitología clásica en el siglo XXI: aquí Ofelia se sumerge en el compás del reguetón, mientras la meteorología y sus inclemencias marcan los destinos de los cuerpos versátiles que habitan el espacio compartido de la piscina.

Los colores, los fluidos y las texturas otorgan a la obra una riqueza orgánica y metafórica, convirtiéndola en una experiencia sensorial. La poeta emplea un estilo entrecortado, con pausas calculadas que imitan el ritmo del slam poetry: frases largas y rotundas que se suceden en una cadencia envolvente. Su lirismo tiene un aire cinéfilo, como si cada poema fuera una secuencia de imágenes en movimiento, una narración visual que se despliega con la intensidad de un montaje cinematográfico.

Bajo la superficie del agua, "Piscina del Oeste" es también una declaración de principios sobre la ausencia del amante o del ser amado. La piscina se convierte en un refugio, un lugar donde mitigar la distancia de lo que se anhela y un antídoto contra la monotonía. La autora reflexiona sobre el encierro voluntario, el duelo y la manera en que afrontamos la repetición de la rutina, planteando preguntas sobre la identidad y la adaptación al tiempo que avanza en los cambios fisiológicos y mentales.

La obra no se limita a lo introspectivo, sino que también ejerce una crítica mordaz contra la masificación, la explotación turística y la depredación urbana. 

La piscina, como centro de un retrato residencial, se edifica en símbolo de un estatus familiar que pone en evidencia la lucha entre lo superficial y lo profundo, lo económico y lo emocional, lo construido y lo perecedero.

En definitiva, "Piscina del Oeste" se aleja de la tradición ortodoxa y se adentra en una propuesta poética transgresora que enriquece el panorama literario actual.

Su fusión de lo social con lo contemporáneo, de lo sensorial con lo simbólico, la convierte en una obra de una profundidad acuática tan inquietante como la distorsión lumínica del agua en una noche de verano. Porque nada es lo que parece y sumergirnos contiene el lujo poético de la renuncia respiratoria.

Comentarios

Entradas populares